(IAR
Noticias)
16-Agosto-2012
Lo que está sucediendo en Siria, no es otra cosa que la extensión de las
técnicas y estrategias del "terrorismo" de la CIA aplicadas en alta escala
para desestabilizar a un gobierno y ejecutar desde adentro su derrocamiento.
Esto convierte
a Siria (al igual que lo sucedido en Libia) en un nuevo campo experimental de
conquista militar articulado a partir de los mismos grupos mercenarios
operativos que actuaron históricamente reclutados por la CIA para ejecutar las
operaciones terroristas que fundamentaron las invasiones a Irak y
Afganistán tras el 11-S en EEUU.
Por
Manuel Freytas (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com
Informe especial
El
llamado "Ejército Sirio Libre" es un mosaico de grupos combatientes
irregulares, entrenados en distintas modalidades de "guerra asimétrica", que han
tomado forma orgánica y funcional (dentro de un plan y una estrategia general
diseñados por la CIA y el Pentágono en coordinación operativa con la OTAN, para
Siria) a partir de los movimientos conocidos como la "primavera árabe", o
"revoluciones árabes", que se proyectaron desde Egipto, y Túnez, y alcanzaron su
forma operativa militar en Libia y en Siria, desde febrero de 2011 a la fecha.
Estos grupos mercenarios
descentralizados (reclutados o infiltrados por la CIA, procedentes de distintas
naciones del mundo islámico) y muchas veces sin conexión entre sí, se
vertebran operativamente dentro de planes estratégicos del Pentágono y de la
OTAN, y su función es la desestabilización terrorista y derrocamiento interno
de gobiernos no "dóciles" a los objetivos militares, políticos y económicos del
eje EEUU-Unión Europea-Israel.
En este escenario, el "Ejército
Sirio Libre" responde en parte a los patrones operativos puestos en
práctica por los "rebeldes libios" durante el levantamiento armado que
terminó con Muamar Kadafi y su régimen en Libia.
Los grupos que hoy actúan en Siria se
enmarcan dentro de una estrategia orientada a delegar las tareas sucias de la
ocupación militar en grupos mercenarios motivados por el dinero o por el
fundamentalismo religioso, o por ambas cosas a la vez, que sustituyen a las
fuerzas militares imperiales convencionales en las operaciones de invasión y de
apoderamiento de mercados y países.
Siria es una pieza central en el plan
estratégico de aislamiento y derrocamiento del régimen que controla Irán, y la caída del gobierno de
Bashar al-Assad dejaría a Teherán sin
su aliado clave y abriría la compuerta para una ataque del eje EEUU-Israel a sus
centrales nucleares.
Luego de distintos fracasos de sus operaciones militares en
Asia, África y Medio Oriente,
Washington, el Pentágono y las
potencias aliadas de la OTAN, aprendieron. Y resolvieron no pagar
nunca más el costo humano, político y financiero de las ocupaciones militares
ejecutadas a cara descubierta por sus fuerzas regulares .
Irak y Afganistán colmaron el vaso. Billones
de dólares de costo al Tesoro, deterioro de la "imagen" internacional del
Imperio locomotora, deslegitimación interna y externa de las guerras militares
de conquista, le enseñaron al Pentágono y a sus estrategas que lo mejor es
hacer la "guerra por otras vías", sin desgastarse ni pagar costos políticos
y financieros.
En esta modalidad operativa y estratégica se inscribe el
llamado "Ejército Sirio
Libre" compuesto
por grupos de mercenarios extranjeros, entrenados, financiados y
armados por EEUU y las potencias de la OTAN. Con la complicidad de Turquía y la
financiación de
las monarquías del Golfo Pérsico encabezadas por Qatar y Arabia Saudita. Y con
Israel, sus fuerzas especiales y servicios de inteligencia, jugando un rol
central al lado de la CIA.
Desde marzo de 2011,
Siria fue sometida primero a una
"revuelta popular" digitada desde afuera para derrocar al gobierno,
luego a una
"rebelión" armada con toma de ciudades después, y finalmente, como
sucedió en Libia, la alianza imperial planifica una
intervención militar internacional con bombardeos ininterrumpidos y
muerte de civiles inocentes, que conduzca al derrocamiento del régimen sirio,
aliado de Irán, Líbano y Gaza.
A diferencia de Libia, las fuerzas de
mercenarios extranjeros y desertores del ejército (financiados y armados por EEUU, la UE y las monarquías del Golfo) no tomaron territorios o
zonas, sino que se concentraron en operaciones de infiltración y acciones de
guerrilla urbana actuando entre la población civil, para exponerla al
fuego represivo del ejército sirio.
Desde marzo de 2011 ,
estos grupos operativos contenidos en el mosaico del
"Ejercito Sirio Libre"
tienen su base de entrenamiento y logística en Turquía.
Como señala Thierry Meyssan,
"la realidad es que se han convertido en milicias de la OTAN, ya que el
cuartel general del ESL se encuentra incluso en la base aérea de la OTAN de
Incirlik, en Turquía. Los islamistas más duros han formado sus propias
organizaciones o se han unido a al-Qaeda. Se hallan bajo control de Qatar o de
la rama sudairi de la familia real saudita. De hecho, dependen de la CIA".
O como apunta Pepe
Escobar, "Las más de 100 pandillas
fuertemente armadas involucradas en la guerra civil de Siria rebosan de
fondos con los cuales el CCG (monarquías del Golfo Pérsico) financia sus granadas rusas propulsadas por cohetes
y compradas en el mercado negro. Numerosos salafistas-yihadistas cruzan hacia
Siria, no solo desde Irak, sino también de Kuwait, Argelia, Túnez y Pakistán,
después de llamados embravecidos de sus imames. Secuestros, violaciones y
matanzas de civiles favorables al régimen de Assad se están convirtiendo en la
ley del país".
Para
Meyssan
"en el seno de la sociedad siria, que representa el paradigma de la tolerancia
religiosa, se desarrolló una corriente takfirista. Esa corriente sirvió de
base a los grupos armados, que a su vez han sido abundantemente financiados por
las monarquías wahabitas (Arabia Saudita, Qatar, Sharjah). Ese dinero
proveniente del exterior atrajo nuevos combatientes, entre los que se hayan
parientes de víctimas de la represión masiva del sangriento y fracasado golpe de
Estado de la Hermandad Musulmana, en 1982".
Según el analista
francés, "el móvil de esas personas es a menudo más personal que ideológico. Se
trata sobre todo de una búsqueda de venganza. Atraídos por el dinero fácil,
numerosos delincuentes e individuos que ya tenían problemas con la justicia se
unieron a esos elementos: cada "revolucionario" recibe una suma que
representa 7 veces el salario medio sirio. Y finalmente, también comenzaron
a llegar profesionales que ya han combatido en Afganistán, Bosnia, Chechenia o
Irak. En primera fila de estos se encuentran los hombres de al-Qaeda en Libia,
liderados por el propio Abdelhakim Belhaj. Los medios de prensa los presentan
como yihadistas, lo cual es totalmente inapropiado ya que en el Islam no se
concibe la guerra santa contra correligionarios. Se trata, ante todo, de
mercenarios".
Según
Meyssan, un sector mayoritario de los
mercenarios del ESL "Reconocen
la autoridad espiritual del jeque Adnan al-Arour, predicador takfirista que
llama a derrocar y matar a Bachar al-Assad, no por motivos políticos sino
únicamente porque el presidente sirio es alauita, lo cual lo convierte en un
hereje a los ojos del jeque. Todos los oficiales del ESL que han podido ser
identificados son sunnitas y todas las brigadas del ESL llevan nombres de
figuras históricas sunnitas".
De acuerdo con Pepe Escobar, "El cruce Bab al-Hawa entre Siria y Turquía fue invadido por más de 150
muyahidines descritos como multinacionales, provenientes de Argelia, Egipto,
Arabia Saudita, Túnez, los Emiratos Árabes Unidos, Chechenia e incluso Francia.
Muchos proclamaron su fidelidad a Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQIM).
Quemaron numerosos camiones turcos. Filmaron su propio vídeo promocional.
Desfilaron con su bandera de Al Qaeda. Y declararon que toda la zona fronteriza
era un Estado islámico".
Según expresa
Thierry Meyssan "El
programa del ESL consiste en acabar con el régimen laico instaurado por el Baas,
el PSNS y los comunistas y prevé la instauración de un régimen confesional
estrictamente sunnita".
El
"Ejercito Sirio Libre" como reciclamiento del "terrorismo tercerizado" de la CIA
La infiltración y cooptación de los
grupos mercenarios
islámicos que hoy operan dentro
de las estructuras difusas del
"Ejercito Sirio Libre"
no es una novedad.
Bin Laden, asesinado por EEUU, fue el
pionero de esta estrategia de derrocar gobiernos (desde adentro) y sin invadir
militarmente.
Son muchos los especialistas, entre ellos
Michel Chossudovsky,
que sostienen que históricamente la CIA infiltró los cuadros combatientes
islámicos utilizando de intermediario al servicio de inteligencia
paquistaní
(ISI), que en la actualidad sigue actuando de nexo entre los grupos
terroristas que operan en Asia, los Balcanes y Medio Oriente, principalmente la
red Al Qaeda.
Reclutado y
entrenado por la CIA y el Istajbarat, que dirigía desde Riad el príncipe Turki
Al Faysal, desde 1980 el joven Osama Bin Laden tomó parte en la lucha
contra los soviéticos organizando campos de adiestramiento y de reclutamiento.
A su vez servía de nexo para la canalización de fondos y de armas para la
Jihad Islámica, procedentes de la red de droga y de dinero negro centralizada en
Arabia Saudita.
A partir de 1982
se estableció en Peshawar donde puso en marcha la entidad Al Maktab ul-Khidamat
Mujahideen, una oficina de servicios a los mujaidines contratados para
combatir contra los soviéticos.
Con su cuartel general instalado en Peshawar, en donde se dictaban clases de
adoctrinamiento político y de estudio religioso, Bin Laden estableció
estrechos contactos con ramas islamitas nacionales, como la Jihad Islámica
egipcia Al Jihad Al Islami, y con organizaciones de dimensión transnacional,
como los Hermanos Musulmanes, el histórico movimiento islamista fundado en
Egipto en 1928.
Sin tomar parte
casi en ningún combate, según la mayoría de sus biógrafos, la función de Bin
Laden consistió en acrecentar la financiación encubierta estadounidense y
saudita con fondos procedentes del tráfico de opio y morfina, y el
reclutamiento de miles de voluntarios árabes de otras nacionalidades,
como uzbecos soviéticos, moros filipinos o uigures de la región china de
Xinjiang.
Unos
35 mil extremistas musulmanes, provenientes de 40 países islámicos, se sumaron a
la lucha de Afganistán entre 1982 y 1992, entrenados y financiados por la red
encubierta del eje CIA-ISI-Arabia Saudita, y teniendo a Bin Laden como uno de
sus operadores centrales.
Según el
periodista especializado, Walter Goobar, de uno de los centros de reclutamiento
de Bin Laden en Brooklyn, los voluntartios pasaban a “La Granja”, nombre
con que se conocía en la jerga del espionaje a Camp Peary, un centro de
reclutamiento de la CIA en Virginia.
En “La Granja”, los reclutas musulmanes provenientes de todo el mundo
aprendieron las técnicas de sabotaje y de terrorismo dictadas por
oficiales y especialistas norteamericanos.
En esta fase la CIA y su brazo de la inteligencia paquistaní estaban
concentrados en planes destinados a desestabilizar a los ex regímenes
socialistas en los Balcanes.
Tras la desaparición de la Unión Soviética las redes del terrorismo islámico,
incluída Al Qaeda, se habían extendido por las ex repúblicas musulmanas que
integraban la URSS antes de su desintegración.
Con la desaparición de la
Unión Soviética, a principios de los 90, las formaciones de mujaidines que
habían servido para combatir y desestabilizar a la URSS durante las
administraciones de Reagan y Bush padre, habían perdido su razón de ser
funcional.
De esta manera se dividió y se rompió la coalición islámica que expulsó a
los soviéticos de Afganistán.
Tras la derrota de la Unión Soviética en Afganistán la sociedad de la CIA con
los grupos fundamentalistas islámicos entró en contradicción.
Una parte de la Jihad (caso del eje Talibán-Al Qaeda-Chechenia) intentó
construir poder propio al margen de los intereses económicos y
geopolíticos de Estados Unidos a partir de tomar el gobierno de Afganistán.
La CIA, que permanecía infiltrada, tanto en la Alianza del Norte como en el
régimen talibán, por medio de la inteligencia pakistaní, comenzó a diseñar la
operación que culminaría con la invasión militar norteamericana a Afganistán
tras la voladura de las Torres Gemelas.
El gobierno fundamentalista de los talibanes -con Bin Laden como virtual
ministro de Defensa- terminaría en el 2001 a causa de las múltiples operaciones
de la CIA sobre los enemigos internos y externos de los talibanes, que culminó
con la invasión militar norteamericana a Afganistán.

Siria
y la
aplicación de la nueva lógica
terrorista
Lo que está
sucediendo en Siria, no es otra cosa que la extensión de las técnicas y
estrategias del "terrorismo" de la CIA aplicadas en alta escala para
desestabilizar a un gobierno y ejecutar desde adentro su derrocamiento.
Al contrario de lo que afirma la prensa
internacional (columna mediática de la operación) y las potencias occidentales,
Siria nunca estuvo en un conflicto
interno, ni en una guerra civil. Nunca hubo un "ejército sirio
libre",
ni una "rebelión interna" con apoyo civil de la población siria.
Lo que se planificó y comenzó a
ejecutarse en Siria, desde hace 16 meses, fue una operación terrorista en alta
escala ejecutada y organizada internacionalmente como "liberación de
Siria" por el eje EEUU-UE-Israel-Liga Árabe (controlada por Arabia
Saudita y las
monarquías del Golfo Pérsico).
A diferencia de Libia, las fuerzas de
mercenarios extranjeros y desertores del ejército (financiados y armados por EEUU, la UE y las monarquías del Golfo) no tomaron territorios o
zonas, sino que se concentraron en operaciones de infiltración y acciones de
guerrilla urbana actuando entre la población civil, para exponerla al
fuego represivo del ejército sirio.
Las operaciones terroristas de
desestabilización incluyeron atentados contra fuerzas del régimen y contra
blancos civiles para luego responsabilizar a las Fuerzas Armadas y al gobierno
sirio de las masacres de niños y mujeres.
Esto convierte a
Siria (al igual que lo sucedido en Libia) en un nuevo campo experimental de
conquista militar articulado a partir de los mismos grupos mercenarios
operativos que actuaron históricamente reclutados por la CIA para ejecutar las
operaciones terroristas que fundamentaron las invasiones a Irak y
Afganistán tras el 11-S en EEUU.
La lógica del
"nuevo enemigo" de EEUU, identificada con el terrorismo tras el 11-S, se
articuló operativamente a partir de la "guerra antiterrorista", una estrategia
de dominio imperial-militar que compensa la desaparición del "enemigo
estratégico" en el campo internacional de la Guerra Fría: la Unión Soviética.
A la luz de la experiencia, los
expertos señalan que en las operaciones del terrorismo "tercerizado" de la CIA
es común que actúen varios grupos operativos infiltrados, sin conexión entre sí,
pero que responden a la consecución de un mismo objetivo terrorista impidiendo
que aparezca el verdadero organizador y beneficiario.
Según lo que se desprende de las
distintas investigaciones sobre los grupos operativos del 11-S en Nueva
York, 11-M en Madridy el 7J en Londres, toda la metodología de
reclutamiento, entrenamiento y preparación de los ataques terroristas está "tercerizada"
y sus verdaderos objetivos son desconocidos por sus ejecutores, quienes
actúan motivados principalmente por el dinero que reciben o por convicción
religiosa.
Aunque en algunos casos -así lo
reconocen los especialistas- la alienación religiosa pudo (y puede) jugar algún
papel gravitante en los grupos infiltrados.
De cualquier manera, la conformación
"celular" de los grupos operativos terroristas, donde cada integrante
solo se conecta con el resto por medio de su "control" (un agente encubierto de
la CIA) hace imposible que los ejecutores de los ataques conozcan la
planificación general y el verdadero objetivo de los mismos.
Y esto sucede por el carácter cerrado
y "celular" de las operaciones terroristas de la CIA, donde cada parte no se
comunica con la otra, aunque el efecto funcional de las piezas arrojan un
"resultado general".
Estas experiencias recogidas en el
funcionamiento histórico del terrorismo "tercerizado" de la CIA fueron
finalmente utilizadas para diseñar
una nueva forma de conquista militar sin invadir con tropas regulares,
como la que ya se ejecutó en Libia y se está ejecutando en Siria.
Hasta el intento fracasado de la toma
de Alepo y Damasco, y a diferencia del ejército de Kadafi, el
ejército sirio no luchaba contra grupos que buscaban establecerse como "gobierno
libre" en
distintas posiciones conquistadas, sino contra grupos
operativos que ejecutan operaciones de guerrilla relámpago y terrorismo en escenarios móviles
e infiltrados entre la población civil.
El objetivo central no era tomar
ciudades, sino generar terror, caos e "incertidumbre".
Las operaciones terroristas de
desestabilización incluyeron atentados contra fuerzas del régimen y contra
blancos civiles para luego responsabilizar a las Fuerzas Armadas y al gobierno
sirio de las masacres de niños y mujeres.
Y este efecto lo
fueron consiguiendo a través de la difusión nivelada de la prensa
internacional cómplice que viene presentando a Siria sumida en "el caos, la violencia y el
descontrol". A diferencia de Libia, los "rebeldes"
nunca pudieron establecer un gobierno paralelo en Siria. Ni mantuvieron controles
territoriales zonales, con apoyo de la población civil.
En Siria nunca hubo un "ejército sirio libre"
luchando una guerra convencional contra un ejército oficial, sino grupos operativos
armados irregulares orientados a preparar el derrocamiento interno del
gobierno sirio mediante una operación militar en alta escala lanzada por la
OTAN como justificativo para parar "el baño de sangre y la matanza de
civiles", como ya sucedió en Libia.
Como escenario central, la estructura
mediática sionista internacional siempre presentó a Siria sumida en un
"repliegue del ejercito sirio", ante el avance del "ejercito rebelde", y con
el régimen de Bashar al-Assad reprimiendo a civiles para mantener el control.
Como
elemento de presión psicológica terrorista, la prensa internacional siempre
mantuvo
latente la amenaza de las "armas químicas" contra la población, o el estallido
de una "guerra civil" como producto del caos y el descontrol
del ejército oficial.
En realidad (y a diferencia de Libia
donde ocupaban territorios), los
grupos mercenarios extranjeros siempre estuvieron enmarcados en una "operación terrorista en
alta escala" para desestabilizar y debilitar al gobierno, y preparar las
condiciones y el argumento para una intervención militar de la OTAN.
Para ello, se infiltraron
y comenzaron a operar en zonas residenciales altamente
pobladas para obligar al ejército a reprimir con efectos colaterales de muertes
de civiles como consecuencia del fuego cruzado.
Como segundo paso, el objetivo consistió en
mostrar al gobierno sirio "tambaleando en el caos y el descontrol".
Mientras hechos de acciones tácticas (atentados, y acciones de guerrilla móvil contra instituciones
oficiales) fueron mostrados como
"ofensivas totales" en distintos escenarios claves, como Damasco y Alepo,
donde incursiones y posicionamientos defensivos en distintos barrios son
mostrados como parte de un ataque sincronizado para derrocar al gobierno sirio.
Como tercer objetivo, las operaciones
terroristas coordinadas por oficiales de las fuerzas especiales de EEUU,
Israel y Reino Unido buscaron crear una cabecera de puente para una invasión
terrestre desde la frontera con Turquía y el establecimiento de un "gobierno
sirio libre" que legitimara la ayuda internacional y posibilitara la proyección
de la ocupación a todo el territorio sirio.
En un cuarto objetivo principal, las
operaciones terroristas con matanzas diarias de civiles por el fuego cruzado intentan crear el escenario internacional
y el justificativo para una acción aérea ("operación humanitaria")
decisiva de la OTAN que diera cobertura y apoyo decisivo a los grupos
mercenarios para derrocar al gobierno de Asad.
Pero a diferencia de lo ocurrido en
Libia, la operación mercenaria fue haciendo agua y fracasando en todos los
frentes.
Tres factores centrales
incidieron para que esto sucediera. A) El apoyo decidido del eje Rusia-China-Irán
al gobierno sirio, B) El poderío y la acción estratégica del ejército sirio
que realizó maniobras concéntricas de aislamiento y exterminio de los grupos
terroristas posicionados en los barrios (bombardeos y ataques "quirúrgicos") ,
C) La falta de apoyo de la población siria (sobre todo en Damasco y Alepo)
que le quitó sustentabilidad en terreno a las fuerzas mercenarias.
El pilar
estratégico y operativo para ocupar
Siria con una operación terrorista-mercenaria en alta escala ya fracasó y
se derrumbó en Damasco y en Alepo, no obstante la permanencia de focos
terroristas rodeados, sin logística ni comunicaciones, que son selectivamente
eliminados por el ejercito sirio en operaciones "quirúrgicas" que buscan
preservar a la población civil.
El "Consejo Nacional Sirio", brazo político de la operación terrorista en Siria
asentado en el exterior, no pudo concretar en Siria el l libreto libio. Fracasó
el intento de ocupar Alepo, para crear allí un gobierno de transición,
como ocurriera con Bengazi en Libia.
Desmantelado el Plan A, ahora los objetivos del eje USA-UE-Israel-Liga Árabe
ya está buscando nuevas vías de
concreción y financiamiento internacional para la ejecución de un Plan B.
Según la "Voz de Rusia", "EEUU
se propone redoblar las acciones con sus socios de la OTAN para acelerar el
derrocamiento del gobierno legítimo del presidente Bashar Assad en Siria. La
secretaria norteamericana Hillary Clinton debatió el tema en conferencia
telefónica con sus colegas de Gran Bretaña, Francia, Alemania y de Turquía".
Descartada una intervención militar
de la OTAN (por la oposición de Rusia y China en la ONU) el eje imperial EEUU-UE,
sus aliados árabes y Turquía intentan reflotar las operaciones terroristas
incrementando la ayuda financiera, armas, logística y sistemas de
comunicaciones destinadas a los grupos mercenarios del "Ejército Sirio Libre".
(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder,
especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores
más difundidos y referenciados en la Web.
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