A) El nuevo ejército represivo
Por su altísimo potencial
orientador y generador (a través de la manipulación informativa) de
conducta social a escala masiva convirtió a la corporación mediática se
convirtió en un instrumento irreemplazable para el dominio del sistema
capitalista tanto en los países centrales como periféricos.
La condición esencial para el
funcionamiento del Estado capitalista (tanto en América Latina como en el resto
del mundo) se resume en tres factores: Estabilidad económica, gobernabilidad
política y "paz social".
La "estabilidad económica" garantiza el funcionamiento ordenado de la
explotación (y los negocios) capitalistas, y la "paz" es el sostén de la
"gobernabilidad" del sistema a escala global. Cuando (a causa de algún
conflicto de orden social, político o económico) se altera alguno de estos tres
parámetros, el sistema activa inmediatamente mecanismos de supervivencia para
recuperar el control político y social.
Esas tres condiciones son básicas para que el "sistema" (la estructura
funcional) de los negocios y la rentabilidad capitalista funcionen sin
interferencia y no se alteren las líneas matrices de la propiedad privada y
concentración de riqueza en pocas manos.
Cuando por alguna razón se altera
alguno de estos tres factores, el sistema entra en crisis, y debe generar
inmediatamente alternativas para preservar su supervivencia.
Por ejemplo en Latinoamérica, durante
la Guerra Fría por aéreas de influencia con la URSS, cuando la "subversión
comunista" (la guerrilla revolucionaria) amenazaba con la ruptura de la
"estabilidad económica", la "paz social" y la "gobernabilidad", las
corporaciones trasnacionales y el Departamento de Estado activaban un golpe
militar con represión para restablecer el "orden".
Luego de la sustitución del dominio
"duro" (militar) por el dominio blando (democrático) tras la caída de la URSS,
el fin de la Guerra Fría y la desaparición de la lucha armada revolucionaria,
los métodos del control político y social para preservar la "gobernabilidad" del
sistema ya no son militares sino psicológicos.
El desarrollo tecnológico e informático de la era
de las comunicaciones, la globalización del mensaje y las capacidades para
influir en la opinión pública, convirtieron a las operaciones de acción
psicológica mediática en un arma estratégica de importancia clave para el
control político y social.
La etapa de la "colonización de
las sociedades" con el consumo de productos, comenzada en la década
del 60, posibilitó la era de la "colonización mental" con el consumo
de información perfeccionada con el advenimiento masivo de Internet y de las
comunicaciones globalizadas en la década del 90.
Manipular, controlar, y convertir al
individuo-masa en potencia social direccionado con fines de control y dominio
político-social es el objetivo estratégico clave de la Guerra Psicológica
desarrollada en los medios masivos de comunicación.
La represión ya no se ejercita en
forma de acción militar (suprimir y/o neutralizar al enemigo en forma
física) sino por vía de la acción psicológica (captación de la voluntad y
manipulación de conducta colectiva).
A diferencia de los ejércitos
militares, el ejército mediático no hiere ni mata para reprimir, sino que
aísla y demoniza socialmente a los grupos que utilizan metodologías de lucha
social que perjudican la "estabilidad" (o sea, la rentabilidad) del sistema
capitalista.
Los objetivos del control social ya
no se sitúan en un plano visible y con presencia de brutalidad militar, sino en
un plano invisible y sin presencia de aparatos armados: La represión militar
(orientada a preservar la "gobernabilidad" del sistema) fue sustituida por
la represión psicológica mediática (que orienta conducta social masiva en
la defensa de la "gobernabilidad" del sistema).
El dominio por medio de la represión
militar -utilizado por las antiguas dictaduras digitadas por Washington- fue
sustituido por las campañas masivas de acción psicológica mediática
orientadas a que la sociedad legitime ese dominio en las urnas.
"Miro la televisión y luego
existo": El axioma elemental del humano convertido en un microchip
programado por las trasnacionales capitalistas de la información.
Cuando el sistema capitalista
trasnacional, por medio del mensaje televisivo consumista, niveló un "modelo
único de pensamiento" a escala global, sentó las bases psicosociales para el
control político-ideológico por medio de la información periodística manipulada
por operaciones psicológicas .
El individuo-masa, o Alienado
Programado (AP) fabricado por la TV, se desarrolla en la primera fase de las
operaciones psicológicas-mediáticas-publicitarias imperiales orientadas a
imponer la sociedad de consumo capitalista en las áreas dependientes del
Tercer Mundo, a fines de la década del 50, y experimenta su máximo nivel de
desarrollo con el advenimiento de la era de las comunicaciones informáticas
globalizadas a fines de los 90.
El Alienado Programado (AP) es
el prototipo de "hombre universal" modelado por las políticas niveladoras
consumistas impuestas por las trasnacionales capitalistas a escala planetaria.
El AP de la era informática rompe
definitivamente con la matriz cultural del viejo "Estado nacional" y se proyecta
como un microchip nivelado del nuevo "Estado trasnacional" de las corporaciones
capitalistas que han divido el mundo en "gerencias de enclave".
El AP no está programado para
pensar (desarrollo reflexivo) sino para consumir productos capitalistas
por medio de consignas (eslóganes) y de imágenes sin ninguna relación entre
sí.
Sus emociones y pensamientos
(programados por el mensaje televisivo) duran y se terminan con las imágenes en
la pantalla: El AP es el hijo de la "patria televisiva" nivelada
mundialmente como primer "agente socializador" en reemplazo de la familia, la
escuela y las tradiciones culturales de su lugar de nacimiento.
Mediante la manipulación y
direccionamiento de conducta por medios psicológicos el individuo-masa se
convierte en "soldado cooperante" de los planes de dominio y control social
establecidos por el capitalismo trasnacional y la potencia imperialista regente.
Es a la vez, víctima y victimario,
de las operaciones psicológicas, ya que se convierte en una célula trasmisora
tanto de planes de consumismo capitalista como de planes de control y represión
social manipulados sin el uso de las armas.
B) La nueva lógica represiva
Quien observe atentamente el mapa
político y social tanto de los países centrales como de los periféricos, podrá
comprobar que el uso de la represión policial y militar de los (hoy reducidos y
escasos) conflictos sociales y sindicales es mínima y solo se la utiliza en
casos extremos.
Y eso tiene una explicación: Los
gobiernos del mundo (técnica y funcionalmente, gerencias de enclave de los
bancos y corporaciones trasnacionales) no se mueven dentro de un esquema
militar (el viejo sistema de dominación) sino dentro de un esquema
político-democrático (el nuevo sistema de dominación).
Por lo tanto, si caen en la tentación
de reprimir policialmente, la corporación mediática les arroja la sociedad en
contra calificándolos de "represivos y violentos".
Los gobiernos que cometen el error de
reprimir militarmente son inmediatamente rechazados por la sociedad masivamente
nivelada en la condena a " toda forma de violencia", más allá de sus
contenidos.
De la misma manera que en la década
del setenta, los medios de comunicación utilizaban la figura del "subversivo"
(como expresión de demonización social justificatoria de la represión
militar), hoy utilizan la figura del "violento social" para aislar,
deslegitimar y condenar socialmente las luchas sindicales y sociales que atentan
contra la "estabilidad económica", la "gobernabilidad" y la "paz social" del
sistema.
De esta manera, y a la luz del
crecimiento desmesurado a nivel global de los activos empresariales y de las
fortunas personales (con su contracara de pobreza y exclusión social masiva) se
verifica aquel axioma que expresa que "la paz es el negocio del dominador".
Y prueba la efectividad de las
técnicas mediáticas para controlar las protestas sociales y sindicales con la
lógica represiva de la "antiviolencia" predominando sobre las razones de los
reclamos.
No importa que el que corte ruta sea
un hambriento o un desocupado (en el mundo hay 1000 millones de hambrientos y
más de 2000 personas que viven por debajo de las necesidades básicas), la
opinión pública está masivamente "adoctrinada" (por los medios de comunicación y
sus conductores) para rechazar (sin ningún análisis de las causas) las huelgas y
los cortes de ruta que generan "violencia social".
La nueva estrategia represiva tiene
su matriz funcional en la nivelación masiva de una conciencia y opinión
"antiviolencia" que se superpone a cualquier lógica de legitimidad o de
justicia social expresada por los grupos que cortan calles, rutas o hacen
huelgas para reclamar por sus derechos o por una mayor distribución de la
riqueza.
Así como durante las dictaduras
militares se demonizaba al "subversivo" para descalificar su proyecto de cambio
del sistema capitalista por otro más justo, a los que ahora hacen huelga y
cortan rutas se los demoniza como "violentos" para deslegitimar las
luchas sociales por un mejor reparto de la riqueza.
En términos concretos (y disfrazados
de servidores públicos de la comunicación social), los consorcios mediáticos que
realizan el control político y social (en sustitución de los militares) son
auxiliares complementarios de la "Justicia" (del sistema) en la tarea
represiva, y el sujeto a reprimir ya no es el "subversivo comunista" sino el
"violento social".
Se trata de una represión sin
fusiles, donde la acción militar es sustituida por la manipulación mediática en
alta escala orientada al direccionamiento pasivo de la conducta social
hacia los objetivos de preservación del sistema capitalista.
En este escenario, las fuerzas
policiales y militares tienen como función principal: disuadir antes que
reprimir, para preservar a su vez, los acontecimientos que pudieran
desbordar y alterar la "paz social" del sistema.
Es así que el gobierno que decide
utilizar la fuerza policial o militar, también pierde inmediatamente legitimidad
política y apoyo social, tarea de la que se encargan los propios medios de
comunicación, cuya misión es preservar el "sistema democrático" (de dominación
capitalista) en los parámetros establecidos de la "estabilidad económica, la
"gobernabilidad política" y la "paz social".
F)
El control en la crisis
Hoy, la ecuación que resume la
supervivencia del sistema capitalista (estabilidad económica, gobernabilidad
política y "paz social") se encuentra claramente amenazada por una "crisis
global" resumida en tres escenarios: Crisis financiera recesiva mundial,
quiebre de empresas, y despidos laborales cada vez más masivos.
El resultante de ese proceso, por
lógica interacción, amenaza con romper la "estabilidad económica", la
"gobernabilidad política" y la "paz social" mediante procesos de protestas y
conflictos encadenados que comienzan a extenderse desde los países centrales
a las áreas emergentes y subdesarrolladas del mundo capitalista "globalizado".
El quiebre de la "paz social",
que podría llegar a desarrollarse a escala planetaria (con el consecuente
quiebre de la "estabilidad económica" y la "gobernabilidad política") coloca al
sistema capitalista ante la alternativa de reprimir los conflictos y las
protestas sociales que comienzan a extenderse desde Europa a todo el
planeta.
Pero el sistema se enfrenta a una
disyuntiva: El actual esquema de dominación y explotación capitalista mundial,
ya no se rige por la doctrina militar setentista de la "seguridad nacional"
sino por la doctrina del "sistema democrático", y por lo tanto los
actores de la represión como los "alteradores del orden" cambiaron de identidad.
Hoy el conjunto de la sociedad (a
causa de la crisis recesiva global y sus emergentes sociales), ya no está
amenazada por el peligro de la "violencia subversiva" sino por el
peligro de la "violencia social" expresado en las huelgas y protestas
masivas que ya se verifican en las metrópolis de Europa, principalmente en los
países más pobres del Este.
Consecuentemente, los que hoy
amenazan con quebrar el orden y la "paz social" (con huelgas y reclamos
sociales) ya no son los "subversivos" (contra quienes se dirigían los
golpes y la represión militar), ni tampoco los "terroristas" de la era
Bush (que sirvieron para legitimar las nuevas invasiones militares) sino los
"violentos" que cortan rutas, calles, y peden llegar a alterar el proceso de
la "gobernabilidad" a escala global.
La amenaza de desocupación masiva es
el núcleo esencial, el detonante central de los conflictos sociales y
sindicales que comienzan a extenderse por vía de los bancos y empresas
transnacionales que hoy ya están despidiendo masa laboral tanto en EEUU, Europa
como en los países emergentes y subdesarrollados de Asia, África y América
Latina.
Este proceso a su vez, y a medida que
avancen los conflictos sociales y sindicales producidos por la crisis, va a
impulsar una profunda reestructuración en la estrategia y en los métodos del
control político y social "sin represión" que los medios de comunicación
venían implementando de la mano de la democracia imperial.
Los ejércitos y los aparatos de
seguridad, que fueron relegados a un segundo plano por la estrategia de dominio
con el "poder blando", van a adquirir un nuevo rol represivo para
contener a las protestas violentas causadas por los despidos, las bajas de
salarios y la imposibilidad de acceder al consumo elemental para la
supervivencia por parte de las mayorías que van a ser desplazadas del mercado
laboral y del consumo.
¿Pero cual va a ser el papel de los
medios represores durante la crisis social que se avecina?
En primer lugar, los medios
internacionales y locales ya se orientan a presentar la crisis encuadrada en la
figura del "peligro de caos económico y social" que amenaza a la sociedad
mundial en su conjunto.
Así como en las anteriores etapas de
dominio asustaron con el "subversivo comunista" y el "terrorista"
como potenciales causales de ruptura de la estabilidad económica, de la
gobernabilidad y la paz social, en el presente se orientan a presentar a los
conflictos sindicales y sociales (emergentes de la crisis) como causales de un
proceso de "subversión social" que puede llevar al "caos y a la
ingobernabilidad" del planeta.
En segundo lugar, l
a
experiencia manipuladora-represiva de la corporación mediática va a utilizar la
figura del
"subversivo social"
(como detonador del rechazo colectivo) para neutralizar, aislar y/o
desactivar los conflictos y movilizaciones sociales que empiezan a proyectarse
como emergente de la crisis financiera recesiva a escala global.
De la misma manera, los ensayos que
ya se están haciendo con el temor a la "subversión social" sirve para
configurar una nueva psicología masiva funcional a la represión policial
que los consorcios mediáticos van a instalar cuando estallen los conflictos
sociales y sindicales previstos para cuando el escenario de la crisis recesiva
mundial impacte como "crisis" social a nivel mundial.
Con la teoría y prédica de los
"extremos violentos" encuadrados en la figura de "subversión social" (y
dentro de un esquema de democracia blindada), la corporación mediática prepara
el advenimiento y la legitimación de un proceso de represión policial de los
levantamientos sociales y sindicales derivados de los despidos y rebajas
salariales.
De nuevo van a utilizar la lógica del
"subversivo" (esta vez encarnada en las víctimas sociales de los despidos y de
la crisis alimentaria) para dividir las protestas y generar nuevas
alternativas de dominio en "paz y democracia" combinado la represión militar
con gobiernos constitucionales.