(IAR-Noticias) 27Abr04 Por
Manuel Freytas
El
"caos" y los negocios de la guerra
Una
nota escrita por Alberto Piris en Estrella Digital de España, resalta una
teoría de Mark LeVine, profesor auxiliar de Historia en la Universidad de
California y autor de varios libros sobre política internacional. En la página
Web del Nation Institute escribe un provocador artículo titulado "Whose
Chaos Is This Anyway?", que podría traducirse como: "Así pues, ¿de quién es
este caos?".
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Jóvenes iraquíes
celebran junto a un vehículo estadounidense ardiendo
en Bagdad tras un atentado, el domingo 25 de
abril de 2004.
(Reuters)
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La teoría sugiere que detrás
del telón de la violencia, los combates y los atentados, las empresas
transnacionales abocadas a la "reconstrucción de Irak" obtienen
descomunales ganancias
participando de los negociados posibilitados por la conquista
militar.
Así, por ejemplo,
el San Francisco
Chronicle anunciaba que la multinacional Bechtel había alcanzado en
el 2003 una cifra récord de beneficios, tras tres años de pérdidas
continuas, gracias a los contratos para la reconstrucción iraquí. Así pues, el
caos en Irak puede crear problemas empresariales pero también ofrecer
oportunidades sin parangón.
Después de esta conclusión
que resume el problema, no obstante LeVine se pregunta -según Piris- si lo que
está ocurriendo en Irak -el caos y la "inseguridad- se debe sólo a la
"incompetencia" de la administración Bush o si ese caos es ventajoso
para algunos, que, en vista de ello, tienden a planificarlo y patrocinarlo.
Parece difícil cuantificar
qué parte del caos es producto de la guerra y la ocupación (es decir, debido a
la planificación errónea, la arrogancia y la simple estupidez del gobierno de Bush) -razona Piris- y qué parte es aceptada, si no fomentada, por algunos
órganos de ese gobierno. Un psiquiatra militar iraquí vinculado a la Autoridad
Provisional de la Coalición, aludiendo a la caótica situación existente,
comentaba: "No pueden ser tan incompetentes. Tiene que haber en esto algo de
deliberado".
Para LeVine, el caos se
articula en tres círculos.
El primero de ellos está
formado por Bush y algunos de sus más altos colaboradores civiles y militares, a
los que se atribuyen los principales errores de planificación y la equivocada
percepción de varios factores (políticos, humanos, culturales y religiosos) del
país a ocupar, de todo lo cual vienen tratando extensamente los medios de
comunicación -incluyendo algunos libros denunciadores recientemente publicados
en EEUU-, donde se juzgan los distintos niveles de la incompetencia
gubernamental.
Pero hay otros dos círculos
a los que es más difícil atribuir incompetencia: los ideólogos de extrema
derecha de la Casa Blanca y del Pentágono y las poderosas corporaciones
asociadas a éste.
Para LeVine, ambos
círculos están personificados y coinciden en el vicepresidente Cheney,
antiguo secretario de Defensa y ex director general de Halliburton, apoyado por
otros altos funcionarios que nunca creyeron que la ocupación de Irak sería un
paseo militar y no les importaban las dificultades en tanto que sirvieran para
reconfigurar el mapa político de la zona.
Pero es en
el tercer círculo donde la violencia, el caos de la ocupación, la guerra
y la falta de leyes conviven con la esencia del libre mercado.
En un mundo de "caos
patrocinado" -reflexiona Piris - las grandes corporaciones multinacionales y las
empresas a ellas vinculadas -incluyendo las nuevas compañías de "seguridad"-
esperan obtener cifras multimillonarias en Irak y en la guerra universal contra
el terrorismo, con independencia de la sangre que se vierta en el proceso.
Afirma LeVine: "En cuanto
aparecen las mafias, el caos se multiplica y, durante algún tiempo, es el modo
más fácil y barato de prosperar para los que no mueren o sufren sus efectos".
Así ocurrió en la desintegración de la URSS, y eso es lo que se empieza a
observar ahora también en Irak.
Según Piris,
lo que buscan Cheney y
sus adictos es "proyectar el dominio de EEUU en un plano geoestratégico",
más que obtener beneficios empresariales.
Pero la historia
muestra -agrega-que el dominio imperial va siempre unido al beneficio
empresarial. Algunas realidades sustentan la provocativa teoría de LeVine:
no hay exportación de democracia a Irak, sino exportación de caos e
inseguridad.
LeVine, por su parte, afirma que el principal motivo de la invasión son los más de 100.000 millones
de dólares que EEUU habrá invertido en Irak a fines del 2005 -de los que no
se puede saber qué parte irá a manos de Halliburton o Bechtel y no a los
iraquíes-, unidos al fraude, los sobornos y el despilfarro (incluidos ya en los
contratos como "cláusulas especiales"), sumados a los más de 250.000 millones
de dólares en gastos militares. Para él, todo esto prueba que el caos está,
en gran parte, planificado y patrocinado.
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El costo de la conquista: féretros de soldados estadounidenses muertos en Irak
en la base de la Fuerza Aerea de Dover. (Reuters)
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Los intereses subyacentes de
la conquista militar
En realidad lo expresado por
Le Vine no es nada nuevo, aunque revista el valor de la actualización del
problema en un medio de comunicación masiva.
Autores como James Petras y
Heinz Dietrich, entre otros, vienen alertado concretamente sobre la
íntima relación de las doctrinas expansionistas militares de EEUU y los
intereses económicos de las transnacionales y los bancos imperialistas que
se mueven tanto en la órbita de Wall Street como en el Complejo Militar
Industrial estadounidense, y que extraen su principal tasa de ganancias de
la venta de armas, el petróleo, y la financiación de los mega proyectos de
"reconstrucción" de los países conquistados.
Con el Plan Colombia, con los
gobiernos "neoliberales" o con las administraciones
"progresistas-dependientes" de los Lula o los Kirchner en el Cono Sur, con la
cooptación de los gobiernos de las ex Repúblicas soviéticas en Europa del Este,
con la ocupación militar de Irak y Afganistán, el objetivo siempre es el mismo:
apoderamiento de los recursos naturales, explotación de mercados y de obra de
mano barata, y regionalización estratégica del control militar sobre los
territorios dominados.
Y está claro -para el que
investiga sin anteojeras ideológicas- que detrás del "Bush idiota"
se encuentra el
lobby judío -la logia que controla administrativamente a Bush y a la
Casa Blanca- en el cual se corporizan los intereses económicos del llamado
"poder real" del capitalismo norteamericano entrelazado en el "Consenso
de Washington", y unido por infinidad de "vasos comunicantes"
con el resto del capitalismo internacional, con personajes, corporaciones,
medios de comunicación, sociedades secretas, que se sitúan detrás del
presidente de turno y de sus asesores en Washington.
Y hay algunos que arriesgan
teorías y verificaciones aún más abarcativas y espeluznantes de la relación
entre las guerras imperialistas y los "negocios" capitalistas, como es el caso
del pensador argentino Adrian Salbuchi quien describe la conjunción
del capitalismo norteamericano con el del resto del planeta, dentro de un
cerebro del mundo que traza las líneas motrices de las conquistas
militares y el apoderamiento de los mercados por todo el planeta.
Para un buen observador -con
sentido común y metodología estadística- el supuesto "fundamentalismo
religioso" de Bush no es nada más que el argumento banal detrás del
cual se esconde la verdadera fuerza motriz de las invasiones de conquista
y ocupación militar como en Irak: el control geopolítico-militar-estratégico
y los proyectos de acumulación y expansión capitalista, tanto en
Latinoamérica, Africa, Asia, Medio Oriente, o en cualquier región del planeta
donde existan recursos y mercados apetecibles de los cuales apoderarse.
En las espaldas de W. Bush, en
la Casa Blanca, se encuentran los estrategas y articuladores, administrativos y
militares, de los intereses operativos y concretos de los bancos,
corporaciones transnacionales (tecnológicas, comerciales, industriales o de
servicios), petroleras y armamentistas, que sacan la
gran tajada capitalista por medio de las guerras de ocupación
o del control de "gobiernos democráticos" diseminados por todo el
planeta.
En los extramuros del "Bush
idiota y fundamentalista" habitan los Cheney, los Rumsfeld, los
Wolfowitz,
los
Feith, y el propio padre de W, George Bush, el ex presidente estadounidense
y experto de la CIA a quien los expertos sindican como el verdadero
"presidente en las sombras de EEUU".
Esa logia de raíz sionista
judeo-norteamericana es la controladora y diseñadora de los exabruptos criminales
"contraterroristas" de W. Bush, los que -como afirma LeVine- construyen el
"caos", las guerras y las violencias detrás de las cuales se esconden los
monumentales negocios de la "reconstrucción" de los países arrasados por los
misiles y las "bombas inteligentes".
Son los ejecutores de
"turno" -y también los beneficiarios económicos- de los proyectos de expansión y
acumulación de los insaciables ejércitos de pulpos capitalistas
que llegan detrás de los aviones de combate, tanques, marines y helicópteros
artillados a disfrutar del botín de guerra de los países conquistados.
Y está claro que esos poderes reales
van a subsistir más allá de Bush, con Kerry, con Homero Simpson o con la
Mona Chita ocupando transitoriamente el sillón de la Casa Blanca, mientras la
dominación y la explotación del hombre por el hombre reinen en el planeta.
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