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NORTEAMERICA  

Sunday, 11 de July de 2004

Condoleezza y Powell: una halcona y un "moderado" detrás de Bush.  (FotoBBC)

Kerry lidera las encuestas

Condoleezza Rice o Powell podrían reemplazar a Cheney en la fórmula con Bush

 

La exitosa irrupción de John Edward como segundo de Kerry precipitó una movida en la Casa Blanca orientada a reemplazar a Cheney en la fórmula, aduciendo su baja performance en las encuestas. La mala salud que lo afecta y los procesos judiciales que tiene en su contra podrían ser causa de su renuncia a la postulación. Lo que desataría una pelea por su reemplazo que afectaría las posibilidades reeleccionarias de Bush.

(IAR-Noticias) 11Jul04   

Por una cuestión de marketing electoral el vicepresidente de Bush, Dick Cheney, podría ser reemplazado en la fórmula para la reelección presidencial por la asesora de Seguridad Nacional Condoleezza Rice, o por el secretario de Estado Colin Powell, ambos de íntima confianza de la familia Bush.

Según un sondeo de la revista Newsweek, publicado por Reuters el domingo 11 de julio, el candidato demócrata, el senador John Kerry, subió en las encuestas tras elegir al senador John Edwards como su compañero de fórmula, y podría vencer a George W. Bush si las elecciones se realizaran hoy.

La encuesta señala que la pareja Kerry-Edwards supera a la formada por Bush y el vicepresidente Dick Cheney por un margen de 6 puntos porcentuales, 51 a 45 por ciento.

Sin embargo, la encuesta de Newsweek destaca  que si Bush reemplaza a Cheney por el secretario de Estado Colin Powell, podría derrotar a Kerry-Edwards por 53 a 44 por ciento.

La aparición -no casual- de la encuesta Newsweek se produce  en medio de especulaciones de que Cheney podría estar perjudicando las posibilidades de Bush de ser reelegido, señala Reuters.

Desde hace una semana medios y analistas estadounidenses vienen puntualizando una ofensiva de funcionarios y legisladores republicanos orientada a sustituir a Cheney  en la fórmula, la que seguramente se incrementará al conocerse la medición de Newsweek.

La irrupción de John Edward como segundo de Kerry , precipitó un debate en la Casa Blanca sobre las posibilidades que tendría Cheney para competir en imagen o enfrentarse en un debate televisivo con el  promocionado y carismático abogado.

Según escribe Jim Lobe en IPS, la experiencia política de Cheney, especialmente en materia de seguridad nacional, parece muy vasta frente a los apenas cinco años del demócrata John Edwards en el Senado.

Pero el carácter optimista y alegre de Edward le hará difícil al vicepresidente afrontar un debate televisivo frente a frente. Sin contar la destreza ”clintoniana” del candidato demócrata a la vicepresidencia, horneada durante dos decenios como abogado querellante.

En cambio, Cheney -sostiene Lobe- se ha ganado una imagen pública de ”viejo gruñón”, dado el tono de su insistencia ante la prensa en que hubo un vínculo real entre el depuesto presidente iraquí Saddam Hussein y la red terrorista Al Qaeda, afirmación luego desacreditada por informes oficiales.

Esa imagen se consolidó cuando profirió un insulto soez a un importante senador demócrata en pleno recinto del Congreso.

Por eso, algunos veteranos republicanos sugieren que es hora de que Cheney dé un paso al costado, y lo hacen cada vez más públicamente.

Hay mucho que ganar y que perder en este juego. Los posibles reemplazos son el senador John McCain, la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, y el secretario de Estado (canciller) Colin Powell, señala Jim Lobe en su artículo de IPS.

Colin Powell goza de la confianza de Bush, pero los halcones lo consideran un conspirador.  (FotoBBC)

La pelea en el gabinete de Bush

En Washington -y apuntalando lo señalado por Lobe- en la últimas semanas circularon  rumores sobre la renuncia de Cheney a la candidatura aduciendo problemas de salud (es un enfermo cardiaco con 4  by-pass instalados).

Esas  versiones  en las usinas de los halcones republicanos fueron interpretados como una maniobra de los "moderados" quienes quieren colocar a Powell en la fórmula.

La presencia de Condoleezza Rice (un halcona enfrentada a Powell en el gabinete) como opción para reemplazar a Cheney  en la fórmula, no sería  nada más la respuesta de Rumsfeld y su grupo frente a la embestida de los republicanos blandos por sacar a Cheney de carrera y colocar en su lugar a Powell.

Colin Powell como Condoleezza Rice son algo así como los puntos referenciales del sordo enfrentamiento existente en el entorno de Bush entre republicanos moderados y duros.

Tanto la asesora de Seguridad como el secretario  de Estado gozan de la máxima confianza del presidente, así como de su núcleo familiar al que frecuentan en calidad de íntimos.

Pero en el terreno político Powell y Condoleezza corren por carriles diferentes.

En reiteradas oportunidades los "duros" de la Casa Blanca (cuyas cabezas son Cheney y Rumsfeld) señalaron cierta complicidad o connivencia del secretario de Estado y su grupo con sectores demócratas que impulsaron las denuncias del ex inspector de amas en Irak, David Kay, sobre la "inexistencia" de la ADM de Saddam, o de las imputaciones del ex asesor en contraterrorismo Richard Clarke sobre el 11-S, que terminaron con Rumsfeld, Rice y el propio presidente Bush declarando frente a una comisión del Senado estadounidense.

Otro punto de alta conflictividad entre los dos sectores se produjo en mayo pasado, cuando el escándalo de la fotografías de presos iraquíes torturados tocó su grado más virulento

Powell y su segundo, Richard Armitage, habían amenazado con su renuncia, en tanto que un movimiento encabezado por legisladores demócratas, republicanos moderados, y medios de comunicación pidieron públicamente a Bush la remoción de Rumsfeld, señalado como el responsable principal de la aplicación del programa de torturas en Irak.

Bush apoyó y mantuvo en el cargo a su secretario de Defensa, y la movida se detuvo en los medios de comunicación, no así en el gabinete donde continuaron los roces y las sospechas mutuas.

En mayo de este año, y según lo revelara  Michael C. Ruppert  en el periódico Rebelión, surgió otra crisis en el gabinete de Bush a partir  de las renuncias del director de la CIA, George Tenet, y del subdirector del organismo, James Pavitt, la que se asoció con un golpe interno contra el presidente y algunos de sus funcionarios, especialmente Cheney  y Rumsfeld.

Condoleezza Rice testificando sobre el 11-S ante una comisión del Senado .  (FotoBBC)

Sobre la base de recientes acontecimientos -señala Ruppert en su artículo- parece que antiguos planes y preparativos que llevarían a la impugnación y a la revocación de Bush y (el vicepresidente)  Cheney,  e incluso de antiguos altos miembros del gabinete, han sido acelerados, posiblemente con la intención de destituir a todo el régimen Bush antes de la Convención Nacional Republicana de agosto de este año.

Otros medios y analistas estadounidenses también apuntaron a la hipótesis del "complot" señalando como su centro a la pelea interna desatada en el gabinete de Bush, en la cual nuevamente aparecieron Colin Powell y su grupo jugando algún rol en los rumores de desestabilización presidencial.

Pro y contra de la sustitución de Cheney

Refiriéndose al posible relevamiento en la fórmula presidencial republicana para las elecciones de noviembre, Jim Lobe señala que los candidatos a remplazarlo son políticamente mucho más moderados, pero también carecen de la experiencia burocrática y política que hizo de este vicepresidente el más influyente y poderoso entre sus antecesores, por lo menos los del siglo XX. (Ver: Dick Cheney, el vicepresidente de Bush).

Muchos expertos en relaciones internacionales creen que, de no haber sido por Cheney, Estados Unidos no habría ido a la guerra en Irak. Su frase más célebre fue: ”No negociamos con el mal: lo derrotamos”.

También se considera que Cheney vetó la posibilidad de que Estados Unidos hubiera alcanzado un acuerdo para el desmantelamiento del programa de armas nucleares de Corea del Norte a cambio de asistencia.

Los neoconservadores, que han perdido poder en los últimos meses tras dominar la política exterior, tendrán dificultades para recuperar su influencia en una eventual segunda presidencia de George W. Bush si Cheney no permanece en la Casa Blanca, prosigue Lobe en su artículo de IPS.

De hecho, ex colaboradores del ex presidente George H. W. Bush (1989-1993), padre del actual mandatario, realizaron el año pasado una discreta campaña ante la Casa Blanca para que el joven Bush se desembarazara de su vicepresidente.

Pero la mayoría de los analistas creen que el presidente mantendrá a Cheney en su fórmula, dado que su caída molestaría a la Derecha Cristiana y a los nacionalistas, sectores clave de su respaldo dentro del Partido Republicano, afirma Lobe.

La no presencia de Cheney en la fórmula podría impulsar a esos sectores a aconsejar la abstinencia electoral entre sus partidarios  en las elecciones de noviembre, lo que reduciría ostensiblemente las posibilidades de reelección de Bush para otro período en  la Casa Blanca.

Cheney: ni la salud ni las encuestas le juegan a favor.  (FotoBBC)

Las encuestas

Los últimos sondeos conocidos no favorecen las chances de Cheney  como segundo en la fórmula republicana. 

Una encuesta  realizada por el diario The Wall Street Journal   (más vinculado a los halcones que a los moderados)  indica que apenas 17 por ciento de los encuestados tienen una imagen ”muy positiva” del vicepresidente, frente a 27 por ciento que la tienen ”muy negativa”.

Otra medición realizada por  The Washington Post (un habitual crítico de Cheney y de Rumsfeld) del mes pasado, las opiniones positivas sobre  Cheney se ubican entre 10 y 15 puntos porcentuales detrás de las de Bush, que, de todos modos, están en su mínimo histórico, con 45 por ciento.

Entre los republicanos, según el mismo diario, el nivel de aprobación de Cheney fue de apenas 48 por ciento, 30 puntos detrás de la de Bush.

Otro punto señalado como "anti-encuesta" para Cheney, son las investigaciones del gobierno y el Congreso sobre los  contratos entregados sin licitación a Halliburton en Irak, consorcio petrolero que el vicepresidente presidió entre 1995 y 2000.

También hay que considerar que tanto Bush como Cheney están implicados  en las denuncias sobre las "armas de Saddam" y la presuntas "irregularidades" cometidas por la administración republicana durante los atentados del 11-S.

Denuncias que, en la opinión de muchos analistas,  podrían derivar en causas judiciales penales en contra del vicepresidente y su vice, antes de las elecciones de noviembre.

Cheney  podría ser convocado por la justicia francesa como testigo de un caso de soborno relacionado con las actividades de Halliburton en Nigeria, cuando él encabezaba la compañía.

También podría verse complicado  con las investigaciones sobre la divulgación pública de la identidad de una agente encubierta de la CIA, cuyos informes cuestionaban las afirmaciones del gobierno sobre los supuestos arsenales de Saddam Hussein, configurado como un delito de Estado de extrema gravedad.

Toda esta circunstancia político-judicial que rodea a la figura del vicepresidente de Bush (un hombre con su salud gravemente deteriorada)  podría, incluso, precipitar que el propio Cheney renuncie a su postulación.

Lo que, sin lugar a dudas, desataría una pelea feroz (y de difícil pronóstico) para reemplazarlo entre duros y moderados, con imprevisibles efectos sobre el destino electoral de Bush en noviembre.


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