(IAR-Noticias)
24-En-05
Por David Zerbib -
Rebelión / L’Humanité
"Contribuir a la recuperación, a la reforma, o más exactamente, a la reinvención de la
izquierda definiendo una forma de organización y un proyecto políticos”, es
desde esta perspectiva que Toni Negri y Michael Hardt contemplan la multitud.
El término irrita o seduce, pero quienquiera que se pregunte por las
posibilidades de emergencia de una nueva subjetividad política en las
condiciones históricas actuales no puede sino tener en cuenta a los
movimientos altermundistas. Entre nuevo cuerpo social e identidad de carnaval,
entre soberanía monstruosa y anarquía rabiosa, el término de “multitud”
intenta aprehender la dinámica por la que las singularidades convergen hacia
una producción del ser-común. A la vez prueba y proyecto, la multitud hace
frente “al imperio” capitalista pero no le es simétrico. Porque la multitud
puede “hacer sociedad” por sí misma, sobre la base de las colaboraciones
reticulares del trabajo inmaterial. “Producir del común”, dicen los autores.
¿Cuál es entonces la relación de la multitud con el comunismo que se presenta
como la traducción ideológica históricamente mayor de esta ambición? ¿Y cómo
el análisis marxista es aquí recontextuaIizado? La inspiración del filósofo
italiano, especialista en Spinoza y antiguo activista revolucionario de “los
años de plomo”, y el pragmatismo del profesor de literatura americana Michael
Hardt convergen aquí en un estimulante reflexión.
Publicado en el 2000, Imperio describía la forma
contemporánea del capitalismo globalizado. Multitud presenta hoy vuestro
análisis de las nuevas fuerzas que se le oponen. ¿Rescribís el Manifiesto
Comunista de Marx y Engels?
-Mìchael Hardt: La verdad es que Imperio y Multitud son
textos marxistas. Imperio, que trataba de comprender el sistema de explotación
actual, se parecía bastante en su proyecto a El Capital de Marx. Un manifiesto
es un texto capaz de proponer un sujeto revolucionario. En este sentido,
Multitud está más cercano a este objetivo.
-Antonio Negri.: Nosotros trabajamos simplemente sobre la
base de un análisis marxista del capitalismo y de las relaciones de clases,
una crítica de la economía política aplicada a la actualidad.
Por un lado, este trabajo de reinvención suscita el
entusiasmo, en particular en el seno del movimiento altermundista; de otro su
postura sobre las ideas de nación, clase o pueblo inquieta o deja dubitativo a
muchos de los que, en las organizaciones sindicales y políticas
principalmente, se interrogan sobre los medios para oponerse al liberalismo
dominante. ¿Qué respondéis a este escepticismo?
-Michael Hardt.: Esta inquietud a propósito de ciertos
fundamentos del análisis es un hecho ya comprobado. Ciertas tendencias
tradicionales de izquierda nos critican esto en efecto. Pero sólo hemos
analizado lo que todo el mundo sabía.
-Antonio Negri: No habría que confundir el movimiento
obrero con su visión europea, que generalmente depende de la historia que el
comunismo nos ha transmitido, ligada al movimiento nacional y organizado.
Porque el movimiento obrero desborda esta historia. En los Estados Unidos por
ejemplo, esta tradición no existe. No vamos a considerar por eso que no hay
movimiento obrero. En Latinoamérica, esta tradición existe parcialmente, por
no hablar del mundo árabe. En primer lugar, está el problema de los explotados
que es un problema mundial y que la experiencia eurocéntrica del socialismo
occidental no agotó. En segundo lugar, la crisis de los sindicatos, los
partidos, pero sobre todo la crisis de los grandes conceptos, como clase
obrera o nación, es una crisis donde la interpretación siempre gira hacia la
derecha. La suerte de Imperio se apoya en el hecho de que, al contrario, es un
discurso de izquierda. Porque la clase obrera, completamente modificada,
permanece, aunque su concepto se confunda con el de multitud. Es la paradoja
ante la cual todos los ortodoxos, para quienes clase obrera y política
nacional siempre se confunden, están hoy sin respuesta. Decimos que la clase
obrera no es ya el motor fundamental porque forma parte de un conjunto de
fuerzas productivas igualmente explotadas, a veces aún más todavía.
¿Cuáles serían esas otras fuerzas productivas
explotadas?
-Antonio Negri.: Se encuentran en el trabajo inmaterial
ligadas a la revolución informacional. Son gente que trabaja en los servicios
y produce mercancías intelectuales e inmateriales. Están también los
agricultores. Se trata de auténticas fuerzas que se encuentran en el corazón
de la sociedad.
-Michael Hardt: La evolución tecnológica, la de la
informática y las redes, juega un rol importante. ¿Podemos limitarnos
únicamente a la clase obrera industrial? Es necesario hablar de otras fuerzas
de trabajo. No podemos permanecer en la concepción de un sujeto único de la
historia. Así atrevámonos a definir un nuevo sujeto en formación llamado
“multitud”. Procede del conjunto de trabajo productivo, y atraviesa muchos
estratos sociales. Las fábricas incluidas, sobre todo las del tercer mundo.
Por tanto de los cambios en el mundo del trabajo,
indicáis aquellos que son positivos más que criticar solamente los negativos.
Es decir que “el otro mundo posible” existe ya en potencia en esta evolución?
-Michael Hardt.: Hay que volver a decir con Marx que no
se plantean los problemas sin conocer las soluciones. Sí, la multitud es
imaginable, es porque los instrumentos de esta revolución ya están aquí.
-Antonio Negri.: En la historia de la clase obrera,
reparamos por lo menos en cuatro modelos. El de la plebe proletaria desplazada
del campo a la ciudad hasta la mitad del S.XIX, el del obrero profesional muy
cualificado productor de ideología y de esperanza, luego el del obrero
masificado del taylorismo. Actualmente, observamos otro tipo de función social
y productiva, y aparece otro tipo de obrero, el que trabaja delante de un
ordenador. Esto supone una ampliación del concepto de productor y, además, una
reapropiación de los medios de producción. Cuando el cerebro deviene en el
instrumento fundamental, no hay ya más separación entre medios de producción y
fuerzas productivas, ésta es la potencialidad revolucionaria. Ante esta
evolución, el capital no está pasivo. Se reconstruye en su proyecto de
dominación sobre la base de esta transformación del clase obrera y de la
multitud productiva.
¿Vuestro proyecto es hacer piezas esta asombrosa
plasticidad del capitalismo liberal, muy superior a la capacidad de adaptación
estratégica de las fuerzas contrarias?.
-Antonio Negri: Reconocemos ante todo que la organización
del trabajo ha cambiado. Y nos preguntamos qué significa proponer la
revolución en estas condiciones. Hasta con toda su capacidad de transformarse,
el capitalismo está actualmente forzando la guerra y el estado de excepción
permanente. Si la ley del valor no funciona más, si los mecanismos de
financiarización están en crisis, lo que es un hecho, entonces una crisis
entre capitalistas con relación fundamental al capital colectivo y a la
multitud está abierta.
Cuando vosotros criticáis el eurocentrismo, subrayáis
las especificidades locales de los movimientos obreros. Esto vuelve a
introducir la diferencia con una visión ideológica globalizadora. El feminismo
también incidió en esta aparente homogeneidad.
-Antonio Negri: Sí, y la cuestión feminista sería un
contenido completo del problema. Sin embargo, con Imperio y Multitud no
pretendemos resolver el problema del movimiento obrero, sino solamente
proponer esquemas sobre los cuales comenzar a razonar. Digo “comenzar a
razonar”. Lo que proponemos es una “épokè” (suspensión del juicio entre los
filósofos griegos escépticos – NDLR). No volvería a los viejos debates entre
Lenin y Zinoviev sobre las nacionalidades después de haber investigado la
situación actual, y después de haber comprendido por qué tantos compañeros
continúan negando los nuevos aspectos del presente. ¿El Estado nación? No
existe ya como antes. ¿La fábrica fordista? Ya no es posible, ni en China.
A propósito de vuestro método de juicio, decís que se
debe “retornar al S.XVIII”. ¿El Siglo de las Luces tendría más actualidad que
las fábricas fordistas.?
-Michael Hardt: la idea es que al fin de la modernidad se
observa una repetición de los problemas de sus orígenes. Con relación a la
guerra por ejemplo. La modernidad comenzó con el problema de la soberanía y de
la guerra con Hobbes y Descartes. Ahora bien la crisis de nuestra modernidad
conlleva una suerte de guerra civil a escala global. Así como la Revolución
francesa no pudo repetir la antigua idea de democracia e implantarla, nosotros
no podemos repetir el concepto nacional moderno de la democracia y proponerlo
a nivel mundial. Querer crear un Estado-mundo democrático, no tiene sentido,
sería como si los revolucionarios franceses hubieran declarado crear una
ciudad nacional. No se trata de repetir a Babeuf, ni de rehacer Atenas, sino
de reinventar la democracia. Es un ensayo formal de los orígenes de la
modernidad.
-Antono Negri. La vuelta al S.XVIII es también la
cuestión de Foucault. ¿Qué es el poder? Foucault avanzó verdaderamente
enmascarado, como Descartes. Reinventaba la teoría no sólo de la emancipación
sino también de la liberación. Foucault, pero también el último Althusser, que
comenzaba a hablar de subjetividad y de deseo. Y hasta el último momento sin
embargo se decía comunista. Habiéndole planteado la cuestión, en una
conversación, seis meses antes de su muerte, me había respondido “Sí, soy
comunista, porque eso también es el comunismo”.
¿Es que la multitud es comunista?
-Antonio Negri: ¡Sí! ¿Pero es que la clase obrera era
comunista cuando Marx comenzó a hablar de ella cuando representaba cien mil
personas en todo el mundo? La multitud de la que hablamos es ya mucho más
grande cuantitativamente. La clase obrera ha sido comunista, pero también otra
cosa. En Alemania, entre 1 933 y 1945, fue otra cosa, en Italia en los años
1943, y en Francia, tuvo periodos donde no lo ha sido. En los Estados Unidos,
no lo fue jamás. El problema no es el de una voluntad sino el de comprender
cuáles son las potencialidades comunistas. Y, desde mi punto de vista, el
potencial comunista de la multitud es infinitamente más grande que el de la
clase obrera cuando Marx la teorizaba, por no hablar de hoy en día.
-Michael Hardt: En el libro, se habla muy poco de
comunismo pero mucho de sus grandes temas como la critica de la división del
trabajo, la critica de la propiedad privada, la propuesta de una nueva
subjetividad del trabajo. Sin la terminología, todos los elementos de un
análisis y una propuesta comunistas están presentes.
Una de las claves teóricas y prácticas para la clase
obrera era la conciencia de clase, por la cual una clase “en sí” devenía
también clase “para sí”. ¿Se puede hablar de multitud en sí y para sí? ¿Qué
conciencia tiene la multitud de ella misma?
-Antonio Negri: Este es un problema importante. Cuando se
hablaba de “en sí”, se insistía en la vieja concepción comunista sobre el
hecho que los intereses materiales de la clase obrera traían la política. La
conciencia une la materialidad de la clase obrera y su expansión política. Y
esta conciencia venía de fuera, del partido y la vanguardia. Hoy, este proceso
puede auto-organizarse, sin duda. Digo mejor organizarse, porque no es
espontáneo. Pero este proceso no viene de fuera, no hay vanguardia para pasar
de un nivel de materialidad fuerte a una expresión política.
¿Qué ejemplo proponéis de este tipo de movimiento
endógeno de auto-organización?
-Michael Hardt: Las movilizaciones del 15 de febrero de
2003 contra la guerra en Irak son un ejemplo. Pero esto no es
auto-organización abstracta. Es el fruto de lazos que se construyen en el
movimiento altermundista y en la experiencia de las luchas.
-Antonio Negri: No hay que caer en la caricatura de la
auto-organización. Existe una literatura enorme alrededor de esta idea
anarquista particularmente. Ésta forma parte de la prehistoria del socialismo,
pero también forma parte de grandes movimientos como el ecologismo. Pero, más
que todo discurso sobre la autoorganización, es más interesante para
comprender el fenómeno ver cómo cayó Aznar en dos días en Madrid. ¿Cómo fue
que esta comuna de Madrid se determinó cuando se descubrió que el discurso
violento y disciplinario de Aznar era mentira? Esta unión de una resistencia a
la no-verdad es un gran proceso de autoorganización. Que se constituye
singularmente a través de, por ejemplo, los SMS que la gente se envía. Grupos
de cinco, seis personas comienzan a marchar por la calle, y, cuando llegan al
final, son diez mil.
El ejemplo de Aznar es tanto más interesante cuanto
que, poco después de las manifestaciones, había elecciones. Se plantea
entonces la cuestión de la relación de la multitud con las instituciones y el
poder, y la de sus medios de intervención política.
-Antonio Negri: No hay ninguna contradicción. Para mí,
cada vez que la multitud puede intervenir en las instituciones, lo hace. ¿Por
qué privarse de reformas que son invariables y beneficiosas? Es un proceso que
debe seguirse, sin que vincule por eso nuestra existencia. Allí se abre otra
vía: la del éxodo. Aquella que carece de consenso frente a las instituciones.
Abrir la movilidad a escala mundial, luchar por rentas más altas, incluso por
una renta básica garantizada, reapropiarse de los canales y los terrenos de la
comunicación, son condiciones para la supervivencia. Pero esto no significa
que se continúe siempre gestionando o relacionándose con el capital. Esta
relación deberá cesar un día. El éxodo es para realizar de manera
contemporánea la reforma.
-Michael Hardt: Es en este punto que hay que repensar las
instituciones y reinventarlas. Y trabajar con aquellas que existen buscando el
medio de organizar todos estos éxodos llamados a constituir otra sociedad.
|