(IAR-Noticias)
06-Dic-05
Para decirlo con las palabras de
estos poetas de lengua plateada del Pentágono, estamos en un ambiente rico en
blancos para ataques. Con sinceridad, sencillamente no es posible pasar por alto
los llamados memos de Brownie.
Por Molly Ivins - La
Jornada
Con sinceridad,
sencillamente no es posible pasar por alto los llamados memos de Brownie.
Los e-mails que Michael Brown, ex director de la Agencia Federal de Manejo de
Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) durante el huracán Katrina y
después -ese que según Bush estaba haciendo "un trabajo fregón"-, mandó y
recibió, son demasiado absurdos, tan terribles que en verdad nos gustaría que
nos dijeran que son invención de alguien. Mientras Katrina enviaba una cortina
de agua de 10 metros de alto sobre Mississippi, Brownie lanzó a uno de sus
colaboradores de alto nivel una pregunta quemante: "¿Esta noche me pongo corbata
o no? ¿Camisa azul abotonada hasta abajo?"
La moda era la prioridad de la agencia en los tiempos de Brownie. El día que
Katrina llegó, su secretaria de prensa escribió, comentando la apariencia de su
jefe en televisión: "Sin duda mis ojos me engañan. Te ves fabuloso... y no hablo
del maquillaje". Brownie replicó: "Lo compré en Nordstroms... ¿Estás orgullosa
de mí?" Una hora más tarde añadió: "Si vieras mi precioso traje de la FEMA, te
vomitarías. Soy un dios de la moda".
Luego de la aparición de Brownie con el presidente Bush en una conferencia de
prensa, después de Katrina, el asistente de medios detectó una emergencia: "Por
favor, remángate la camisa, todas las camisas. Hasta el presidente se remangó la
camisa hasta poco antes del codo... Necesitas dar una apariencia de trabajo
duro... ¡Remángate la camisa!"
El único trabajador de la FEMA que estaba en Nueva Orleáns en los primeros días
después del huracán, Marty Bahamonde, envió a Brownie un e-mail en el que le
informaba que la situación "pasa del punto crítico": las personas morían,
faltaba comida, no había agua, los damnificados y hambrientos se amotinaban en
las calles. Brownie contestó: "Gracias por las novedades. ¿Hay algún arreglo que
necesite yo hacer?"
¿En serio? ¿Algún arreglo que hacer? Tres horas después de recibir este mensaje
sobre el hambre y la sed en Nueva Orleáns, la asistente de Brownie estaba en
plena caza de alimentos, enviando e-mails a sus colegas sobre la necesidad de
liberar tiempo suficiente en la agenda del director para que pudiera cenar,
porque los restaurantes de Baton Rouge estaban atestados y "él necesita más de
20 o 30 minutos".
Esto impulsó a Bahamonde a escribir a un compañero de trabajo: "Acabo de comer
una ración del ejército y de cagar en el pasillo del Superdome junto con otros
30 mil amigos íntimos, así que entiendo su preocupación por los restaurantes
atestados".
Supongo que sería mucho más divertido si no fuera por lo que los poetas del
Pentágono llaman "daño colateral". Pero por lo menos ya no tenemos que
preocuparnos por la suerte de Brownie después de su renuncia como director: el
gobierno lo acaba de contratar como consultor de la FEMA, con sueldo de 148 mil
dólares anuales.
Nuestro presidente es egresado de la Escuela de Negocios de Harvard, y su
gabinete está retacado de ex ejecutivos en jefe de empresas. Se suponía que iba
a ser un "gobierno de gerentes": sería manejado como las grandes empresas, no
como en los tiempos chapuceros de Clinton. Caray, estos tipos le están dando
mala fama a la gerencia.
Allá en Irak, los 30 mil millones de dólares asignados para la reconstrucción se
están acabando. Según una nota de The New York Times, relativa al informe del
inspector general especial para la reconstrucción en ese país, "los funcionarios
encargados no saben decir cuántos proyectos completarán, y no está clara la
fuente de los cientos de millones de dólares anuales que se necesitarán para
operar los proyectos que se han terminado... (El informe describe) un conjunto
de proyectos que se fueron chueco, a veces en forma asombrosa, como
subestaciones eléctricas que se construyeron a gran costo pero nunca se
conectaron a la red eléctrica del país".
Después de dos años y 30 mil millones de dólares, la electricidad en Bagdad sólo
se suministra a intervalos, exactamente igual que hace dos años y 30 mil
millones de dólares.
Bueno, pensarán algunos, "claro que no se ha hecho nada, hay insurgencia y el
país se desliza hacia el caos". Miremos entonces a Afganistán, donde reina la
paz. ¿Qué tal va la reconstrucción allá? Según The New York Times, una empresa
de Nueva Jersey logró el contrato para construir 96 centros de salud y escuelas
que deberían estar listas en septiembre de 2004. A la fecha nueve clínicas y dos
escuelas están completas y han aprobado la inspección.
La compañía declaró al diario que es difícil conseguir buenos trabajadores en
Afganistán; tuvo que recurrir a empresas de construcción locales. Después de
cuatro años de reconstrucción, Estados Unidos ha gastado mil 300 millones de
dólares y, según fuentes estadounidenses y afganas, nadie sabe con certeza dónde
está el dinero o en qué se gastó... y el resultado neto oscila entre mediocre y
para llorar. La dependencia encargada, la Agencia de Desarrollo Internacional de
Estados Unidos, afirmó que las cosas marchan bien y defendió su programa.
Uno de los legados más graciosos del gobierno de Nixon fue un premio de
rendición de cuentas que lleva el nombre de Maurice Stans, secretario de
Comercio y presidente del comité de finanzas durante la campaña de relección
presidencial, quien guardaba en su oficina maletas llenas de billetes y se
confesó culpable de cinco faltas administrativas por mal manejo de fondos. Para
seguir con tan excelsa tradición, los bushitas deberían instituir un premio de
gerencia gubernamental que se llamara Premio Trabajo Fregón de Brownie. Se
concedería a la persona que hiciera la mejor sugerencia para elevar la calidad
gerencial del gobierno, algo así como: "Remángate la camisa para que se vea como
que estás trabajando".
© 2005 Creators Syndicate Inc.
Traducción: Jorge Anaya
|