Mientras Bush y los funcionarios de
Washington presentan una visión "optimista" y "esperanzada" sobre la
marcha de la ocupación militar, los jefes militares y la estación local de la
CIA (la más importante dependencia de la Agencia en el exterior) trazan un
panorama "pesimista" para las fuerzas estadounidenses provocado por la
constante escalada ofensiva y el alto poder de fuego de la guerrilla iraquí.
Mientras Bush y la secretaria de
Estado, Condoleezza Rice, hablan de la "estrategia del éxito" en Irak, el
vicepresidente
Cheney aseguró en declaraciones televisivas, el mes pasado, que la
resistencia iraquí “agoniza", expresión que la oposición demócrata
y los medios de comunicación "anti-Bush" utilizan para atacar al Gobierno ante el
aumento de los ataques rebeldes en los últimos meses.
Tras la euforia de las elecciones en Irak, Bush, Rumsfeld,
Cheney y los políticos
chiíes y kurdos que hoy se reparten los cargos en el
nuevo gobierno, habían afirmado rotundamente que la "democracia electoral" había reducido
notablemente el accionar de la guerrilla, a punto tal, que tendía a
desaparecer.
El general John P. Abizaid,
jefe del comando norteamericano en Medio Oriente,
desmintió esa afirmaciones señalando que la resistencia se había incrementado en
hombres y en accionar.
Hace dos semanas, en Washington, el
alto jefe señaló que uno de los problemas es
la falta de progresos en la consolidación de unidades
de policía iraquíes capaces de enfrentarse eficazmente
a los rebeldes y permitir que las fuerzas estadounidenses
empiecen a retirarse.
Desde Abizaid para abajo, los jefes militares en Irak
también vienen -desde principios de año- presentando un cuadro desalentador sobre la capacidad
de las fuerzas norteamericanas para detener la escalada
rebelde que, solamente en lo que va del año 2005, ya ha
matado a más de 350 soldados de EEUU, y eliminado a
más de 2000 efectivos colaboracionistas iraquíes.

Este jueves, el general John Abizaid,
máximo responsable de las operaciones
en Irak, volvió a señalar que “hay más combatientes extranjeros en Irak que hace seis
meses”.
Varios jefes militares
estadounidenses volvieron a reconocer en diferentes medios estadounidenses que la resistencia iraquí se mantiene activa
y numerosa, en clara contradicción con los pronósticos emanados de la Casa
Blanca y sus funcionarios.
Los dos generales que acompañaron
recientemente al jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, en una exposición ante el
Senado dijeron que la actual estrategia de mantener en Irak a unos 135.000
soldados es la adecuada y sería “un error” establecer un calendario de retirada
de las tropas.
El senador demócrata Edward Kennedy (el primero que alertó sobre el peligro de
un "síndrome Vietnam" en Irak) recordó a Rumsfeld los “graves errores y
equivocaciones” en la planificación de la guerra y la posguerra en Irak, que se
ha convertido en “un atolladero”, donde han muerto casi 1.730 soldados
estadounidenses.
“¿No ha llegado el momento de que usted dimita?” preguntó Kennedy a Rumsfeld. El
jefe del Pentágono respondió que ha presentado su dimisión en dos ocasiones al
presidente George W. Bush, quien la rechazó. “Es su decisión”, afirmó Rumsfeld.
Por su parte, el jefe de Estado Mayor Conjunto, el general Richard Myers,
manifestó, en una audiencia ante el Comité de Fuerzas Armadas del Senado, que la
fuerza de la resistencia no ha disminuido en el último medio año.
Un informe de la CIA revelado el
miércoles por el diario New York Times señala que la resistencia está
adquiriendo una serie de técnicas de conflicto urbano que van desde la
fabricación de coches bomba hasta la planificación de ataques
simultáneos en diferentes partes, además de tácticas pulidas de
asesinato selectivo de figuras políticas y militares.
Según el informe revelado por el
Times, la CIA asegura que el país árabe podría convertirse en una especie de
"campo de
entrenamiento para extremistas", similar al que hubo en Afganistán en los años
ochenta, cuando la red Al Qaeda de Osama bin Laden y otros grupos
islámicos fueron armados y financiados
por EEUU para combatir a la ocupación soviética.
El documento asegura que los
extremistas de la insurgencia iraquí son incluso mucho más peligrosos que los
que hubo en Afganistán en su momento.
El reporte de inteligencia asegura,
además, que la "amenaza internacional" que representan estos extremistas
será aún mayor cuando la situación política en
Irak se estabilice y haya más seguridad, pues según ellos, en ese momento
empezarán a dispersarse por otros países.
La prensa británica confirmó este jueves, citando fuentes de la CIA, que las
afirmaciones contenidas en el informe difundido por el Times se ajustan a la
realidad de lo que verdaderamente está sucediendo en Irak.
El informe de la CIA difundido por el
Times -al igual que otros documentos elaborados por la inteligencia
norteamericana durante el año- esboza un cuadro de situación completamente diferente
al que describen con
frecuencia los funcionarios políticos en Bagdad y Washington cuando
aseguran que la resistencia se está quedando sin aliento.

Las estadísticas de los ataques y atentados rebeldes de los últimos días y
meses en Irak le dan la razón a los generales y a los expertos de la CIA
Sólo el mes
pasado la resistencia iraquí llevó a cabo 700 ataques contra las fuerzas
estadounidenses, el número más elevado desde que se iniciara la invasión en
marzo de 2003.
El propio jefe del
Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas de EEUU, general Richard Myers,
afirmó ante el Senado, a principios de mayo, que la resistencia iraquí mantiene intacta su capacidad de
perpetrar ataques.
El jefe militar
del Pentágono expresó -confirmando lo que señalaban analistas y medios
norteamericanos- que en el país árabe se registran unos 50 a 60
atentados diarios, el mismo número que hace un año.
Más de 350 militares estadounidenses
murieron en lo que va del año (un promedio de 80 por mes mueren desde septiembre
pasado) y más de 1000 soldados iraquíes y al menos 120 estadounidenses
han muerto desde que se formó un nuevo gobierno iraquí en abril pasado.
Estas cifras -monitoreadas y
resumidas por la agencia Reuters y otros medios norteamericanos-
coinciden en general con la información que a diario brinda el Pentágono, a
pesar que desde la resistencia iraquí se indica que están manipuladas y que
el número de bajas estadounidenses por lo menos se duplican.
La mayoría de
los altos jefes militares con mando en Irak afirman que el aumento del número
y capacitación de fuerzas
locales no arrojó los resultados esperados, y que ésa -y
no otra- fue la causa de la ausencia de
soldados iraquíes la semana pasada, cuando un contingente de
combate de 1.000 marines emprendió una ofensiva contra
varios bastiones rebeldes junto a la frontera con Siria.
Las advertencias constantes del
alto mando militar y la CIA sobre el crecimiento y la peligrosidad de la
resistencia en Irak se vienen reiterando con insistencia desde fines del año
pasado, cuando un comando rebelde atacó con fuego de mortero a una base militar
de EEUU en Mosul, matando a 22 soldados norteamericanos.
En diciembre, y por medio de
videoconferencias, el general Abizaid y los principales jefes militares
expresaron a la Casa Blanca sus temores
de que la resistencia iraquí intentara tomar bases militares
estadounidenses, en operaciones sorpresa como el
ataque a la guarnición en Mosul.
La precisión militar
y el poder de fuego demostrado con el ataque a la base militar reforzó la
creencia en esos informes entre los oficiales de campo estadounidenses que
ya venían observando un mayor crecimiento de las acciones propiamente "militares"
de los rebeldes, quienes, durante el mes de diciembre, mataron a más de 50
marines (incluidos los de la base en Mosul) en operaciones relámpago de tipo
comando.
Por
otra parte, la inteligencia
militar norteamericana -incluida la CIA- había advertido a fines de diciembre
último que la resistencia iraquí estaba recibiendo provisión
logística y armamento de última generación provistos por fuentes de
financiación árabe, y enviadas principalmente desde Siria.
Rumsfeld, que luego del ataque a la
base militar había viajado a Irak en medio de
un gran secreto, visitó al personal y a los
pacientes del hospital de la base estadounidense
en Mosul, donde un ataque con explosivos mató a militares
y civiles norteamericanos levantando un torrente de críticas en EEUU.
El secretario de
Defensa había reconocido ya en ese entonces que la situación en Irak, "es difícil",
pero "las guerrillas serán vencidas",
señalaba más como expresión de deseo que como una afirmación sujeta a la realidad.
También en diciembre
pasado, la estación de la CIA en Bagdad elaboró otro informe -también difundido
por The New York Times -que describía un panorama "pesimista" y alertaba sobre
una posible "guerra civil" en Irak protagonizada por suníes, chiítas y
kurdos, cuya potencialidad se fue verificando en el desarrollo de los
acontecimientos hasta el presente.
Según señalaron los
propios jefes militares en medios estadounidenses, la Casa Blanca hizo oídos
sordos a esas advertencias manteniendo una postura triunfalista y
descalificatoria del poder de la resistencia que se acrecentó tras las
elecciones de enero, cuando los chiítas y kurdos protagonizaron los comicios
excluyendo a los suníes de las mismas.
Después de fracasar militarmente con su ofensiva en Faluya ( un genocidio
donde murieron centenares de civiles), en
junio del año pasado la Casa Blanca y el Pentágono habían anunciado
"un plan" estratégico para Irak, en cuyo capítulo central se señalaba que
las fuerzas de seguridad iraquíes, formadas principalmente por chiíes y kurdos,
y entrenadas por oficiales de las fuerzas especiales estadounidenses, iban a
reemplazar en la represión y el combate contra los grupos rebeldes a las
unidades militares estadounidenses.
El
entrenamiento y la puesta en marcha de la operación demostró que las unidades
cipayas iraquíes, no obstante haber sustituido con eficiencia en tareas
"burocráticas" a las norteamericanas, habían fracasado en el combate militar
contra la resistencia iraquí.
El número de muertos de Estados
Unidos
revela que Bush y el Pentágono fracasaron estrepitosamente tanto con su
estrategia militar como con la "estrategia del éxito" consistente en sustituir a
sus tropas de combate por colaboradores iraquíes bajo el mando del ejército
norteamericano.
A pesar de que
Bush y su administración salieron
fortalecidos con el triunfo electoral, la
oposición y sectores de la sociedad que no lo votaron ya lanzaron una ofensiva
para que la Casa Blanca y el Pentágono blanqueen el número de los soldados
muertos y mutilados en Irak.
En enero pasado esa hipótesis
adquirió una evidencia clara cuando16 representantes demócratas
del Congreso exigieron a Bush la
retirada inmediata de las tropas de Estados Unidos de Irak,
en el momento en que oficialmente se anunciaba la muerte de 1360 soldados
estadounidenses.
La semana pasada un grupo bipartidista
de congresistas estadounidenses llamó a Bush a establecer antes de fin de año un
plan de retiro de las tropas de Irak, en tanto que altos oficiales del
Pentágono se opusieron a fijar un cronograma de retirada.
El pronunciamiento se conoció cuando
las encuestas mostraron la erosión del apoyo público a la guerra en Irak,
y en un día que Bush rindió homenaje a los soldados hispanos que "dieron su vida
por la libertad" y se sacrificaron por "amor al prójimo".
Los representantes republicanos
Walter Jones, de Carolina del Norte, y Ron Paul, de Texas, y los demócratas Neil
Abercrombi, de Hawai, y Dennis Kucinich de Ohio, propusieron al Congreso que
solicite a Bush establecer antes de fin de año un plan para iniciar el retiro de
tropas de Irak en octubre de 2006.
Pero la iniciativa fue rechazada
tanto en el Pentágono como en la Casa Blanca.
"Creo que es justo hablar en nombre
de los comandantes y decir que probablemente no querrán una fecha de retirada
impuesta artificialmente", indicó el teniente general James Conway, director de
operaciones del Estado Mayor Conjunto. "Hay un plan. Es un plan de victoria. Y
las fuerzas se retirarán cuando se alcance el triunfo entre estadounidenses e
iraquíes", agregó Conway.
Los legisladores opositores a la
ocupación señalaron que esperan que los líderes del Congreso reciban con
frialdad su propuesta, pero aspiran a estimular un debate público sobre las
metas de Estados Unidos en Irak.
Las demandas ocurren cuando hasta los partidarios de la administración Bush
"cuestionan el curso de la guerra"
en el país árabe, donde hasta ahora han muerto
1.730 soldados estadounidenses.
Un sondeo de
New York Times/CBS
le dio en junio a Bush uno de los más bajos índices de
aprobación de su presidencia, y al Congreso, un índice inferior aún.
El cuarenta y dos por ciento de las personas que respondieron a la encuesta
dijeron que aprobaban la gestión de Bush, lo que significa una disminución
considerable en comparación con el 51 por ciento alcanzado después de las
elecciones de noviembre, cuando inició en un ambicioso programa para su
segundo período.
A esto hay que sumarle las constantes presiones y las marchas de las
organizaciones sociales solicitando que EEUU retire sus tropas de Irak que
comienzan a extenderse por todo el planeta.
Todo
el proceso dinámico que gira alrededor de Irak es indicativo de que el "síndrome
Vietnam" vaticinado por el senador Kennedy se está convirtiendo en una realidad
cada vez más apabullante para Bush y sus funcionarios de la Casa Blanca.