(IAR-Noticias)
29-Dic-05
«Munich»,
la última película del director judío, fomenta un intenso debate intelectual en
los Estados Unidos e inspira inquietantes reflexiones sobre las tácticas de la
Casa Blanca desde el 11-S. Diplomáticos israelíes la califican de «superficial,
pretenciosa e injusta»
Por Pedro Rodríguez - ABC
"Toda
civilización se ve en la necesidad de negociar compromisos con
sus propios valores». Aunque parezca un argumento pronunciado
en el transcurso de alguna decisiva reunión en la Casa Blanca
para justificar todas esas prerrogativas en la lucha contra el
terrorismo asumidas por la Administración Bush desde el 11-S,
la frase en cuestión es parte del guión cinematográfico de
«Munich», la última película de Steven Spielberg, que pese a
haber sido teóricamente concebida como una «oración por la
paz» viene desatando desde su navideño estreno en Estados
Unidos una llamativa polémica, a múltiples bandas, sobre
límites, tácticas y retribuciones.
Este llamativo pronunciamiento sobre «compromisos» forma parte
en el largometraje de Spielberg de la vengativa lógica
supuestamente aplicada por la primera ministra de Israel Golda
Meir al dar luz verde para la formación de un comando
ultra-secreto del Mossad destinado a eliminar, uno por uno, a
los responsables del grupo «Septiembre Negro», la banda
terrorista que en 1972 orquestó un televisivo ataque durante
los Juegos Olímpicos de Munich en el que perdieron la vida
once atletas de Israel.
Formalmente, el Gobierno de Israel nunca ha aceptado
responsabilidad por los nueve asesinatos de cabecillas
palestinos vinculados a la masacre de Munich.
Pero la película de Spielberg postula
que esa mentalidad del «ojo por ojo» no ha hecho más que alimentar y perpetuar
el conflicto entre israelíes y palestinos, desbordando el odio de los radicales
musulmanes hasta salpicar a Estados Unidos.
Además, el popular cineasta
-maestro a la hora de jugar con las emocioones humanas- plantea que estas
tácticas extrajudiciales con sus casi inevitables víctimas inocentes generan a
la postre más terrorismo.
«La lista de Schindler»
Estas tesis no han gustado nada al Gobierno de Israel, cuyos representantes
califican la película de Spielberg de superficial y pretenciosa pese a las
enormes simpatías generadas en círculos judíos por «La lista de Schindler».
Aunque el Ministerio de Exteriores de Isarel ha dejado saber que entre sus
funciones no figura la crítica cinematográfica, sí que ha respaldado los
reproches expresados por su cónsul general en Los Ángeles, Enod Danoch.
Para el representante diplomático,
«intentar abarcar esta cuestión a través de unas pocas frases en un gran
monólogo es una burla a un conflicto que ha costado tantas vidas y tantos años.
Es pretencioso, incluso si se trata de Spielberg».
En su opinión, resulta sumamente
injusto colocar en un plano moral equivalente a los terroristas palestinos y a
los agentes del Mossad.
Presencia militar en Irak
La película también está sugiriendo inquietantes reflexiones sobre algunas de
las más cuestionadas tácticas utilizadas por la Administración Bush desde el
11-S.
Incluidos ataques selectivos,
cárceles secretas de la CIA, prácticas de tortura fuera de Estados Unidos,
internamientos «sine die» en la base de Guantánamo y espionaje doméstico sin
autorización judicial.
Además de alentar incluso discusiones
sobre si la presencia militar del Pentágono en lugares como Irak sirve para
erradicar el extremismo o contenerlo.
Como ya es problema habitual de Hollywood, la veracidad de la historia contada
en «Munich» se encuentra bajo sospecha.
La película -cofinanciada por
DreamWorks y Universal- está basada en el libro «Venganza», publicado por George
Jonas en 1984.
El propio autor, un periodista
canadiense, ha reconocido que parte de su trama está basada en una sola fuente y
que fue incapaz de verificar ciertos detalles de esta historia, rechazada desde
un primer momento por los responsables de los servicios de Inteligencia de
Israel, país donde la película está siendo promocionada como «una obra de
ficción, inspirada por hechos reales».
Promoción del
filme
En cierta manera, Spielberg ha promovido esta polémica al rechazar la
posibilidad de promocionar su película como otras grandes producciones de
Hollywood. El director ha contratado a Dennis Ross, jubilado mediador entre
palestinos e israelíes, para presentar esta historia épica de 167 minutos entre
«think tanks», instituciones y protagonistas de la diplomacia de Estados Unidos.
Ross ha organizado coloquios sobre el mensaje de una película en la que el
protagonista se pregunta si ha merecido la pena tanto baño de sangre, y su
contacto en el Mossad le intenta calmar diciéndole: «Las uñas de mis dedos
siempre vuelven a crecer, ¿eso significa que debo dejar de cortarlas?».
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