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(IAR
Noticias)
22-Marzo-2014
Vladimir Putin, el hombre de la mirada de
hielo, formado en el mundo del espionaje (KGB), con el petróleo y el desarrollo
de la industria militar como herramienta estratégica de poder, ya relanzó
a Rusia como la nueva gran potencia del siglo XXI rompiendo la supremacía
hegemónica del eje imperial EEUU-Unión Europea en el control del mundo
globalizado por el sistema capitalista.
En este contexto
internacional, la llamada nueva "guerra fría" de Rusia con EEUU (y el bloque
aliado de la Unión Europea) es principalmente por áreas de influencia comercial
y competencia por los mercados: el Estado capitalista ruso vs. el sistema
capitalista occidental de libre mercado, liderado por EEUU como potencia
locomotora.
Por
Manuel Freytas (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com

Emergente
de las cenizas del Kremlin y de la Guerra Fría, y luego de expulsar del poder al
lobby capitalista occidental infiltrado con Yeltsin tras la caída de la URSS,
la Rusia de Putin se proyectó hacia la consolidación de un Imperio forjado a
partir de la vieja sociedad capitalista de las armas, el petróleo y las
finanzas.
Se trata de un
reposicionamiento de la "Guerra Fría", no ya entre
dos sistemas opuestos (el
capitalista y el comunista) sino entre dos potencias capitalistas que se
disputan la hegemonía del poder mundial.
La antigua "guerra
fría" de la URSS con EEUU (y el bloque aliado de naciones capitalistas) era
principalmente por áreas de influencia militar y política: el sistema
comunista vs. el sistema capitalista occidental.
Como consecuencia
irradiadora, en el mundo y en los cinco continentes confrontaban" dos
sistemas": la "revolución socialista" por vías del poder armado, o del
poder político (exportada por la URSS), y la "civilización capitalista de
libre mercado" (exportada por EEUU y sus aliados).
Con la derrota y
desaparición de la URSS en la década del 90 (punto de referencia geopolítico
y logístico de la "revolución socialista" y de sus movimientos armados)
desaparece el sistema comunista, y el sistema capitalista occidental de "libre
mercado" ingresa al nuevo "orden mundial" convertido en sistema hegemónico
unipolar liderado por EEUU como potencia locomotora.
Por lo tanto, a la
contradicción fundamental de la "guerra intersistemas" (comunismo vs.
capitalismo) por áreas de influencia y dominio geopolítico-militar, le sucede la
"guerra intercapitalista" por áreas de influencia y de control de
recursos productivos y de mercados, dentro de un mismo sistema.
Como consecuencia
irradiadora, los conflictos sociopolíticos ya no se desarrollan en el
radio de influencia de "sistemas diferentes" (comunismo vs. capitalismo) sino
como contradicciones económicas, políticas y sociales de un "sistema único":
el capitalismo de libre mercado nivelado como "única civilización" para
todo el planeta
En este contexto
internacional, la llamada nueva "guerra fría" de Rusia con EEUU (y el bloque
aliado de la Unión Europea) es principalmente por áreas de influencia comercial
y competencia por los mercados: el Estado capitalista ruso vs. el sistema
capitalista occidental de libre mercado, liderado por EEUU como potencia
locomotora.
Pero, para entender la
nueva "guerra fría" por áreas de influencia que mantienen Rusia y EEUU, es
necesario entender primero la guerra de Putin con el lobby occidental
ruso-europeo-estadounidense.
El
plan de apoderamiento de Rusia
Tras la
desaparición de la URSS, en la década del 90, la administración Boris Yeltsin
desmanteló por completo al ex Estado soviético para ponerlo en manos de la mafia
interna (la "nueva oligarquía") aliada a las transnacionales y bancos
capitalistas, con terminales en Europa y EEUU, que intentaban integrar a Rusia y
a las ex repúblicas socialistas al "gran mercado capitalista".
Severamente
disminuida en sus capacidades militares y económicas, y perdidas buena parte
de las áreas de influencia que en su momento detentó la URSS, los nuevos
líderes e ideólogos nacionalistas rusos, con Putin a la cabeza, apostaron a la
estrategia y la táctica como armas para redefinir su futuro (no en balde Rusia
es la sociedad ajedrecística por excelencia en el mundo).
El Gobierno de Yeltsin, con
Putin de primer ministro, consolidó las "reformas" y el ingreso al poder de los
"oligarcas" entre los cuales brillaban con luz propia
Boris Berezovksy y Mijaíl
Jodorkovski (dueño de la petrolera rusa Yukos, hoy encarcelado, y que
aspiraba a la presidencia). Ambos eran señalados como cabezas emblemáticas de lo
que se conocía como el "lobby sionista" de la Rusia pots-soviética.
Luego de asumir como
presidente interino por la enfermedad de Yeltsin, Putin (con su entorno conocido
como la "camarilla de la KGB") inició una purga feroz contra el lobby de
los oligarcas que se profundizó cuando llegó a la presidencia de Rusia por
elecciones, convertido
en el nuevo "líder fuerte" del país.
Una vez que
Putin (y tras ejercer el gobierno interino por enfermedad de Yeltsin) asumiera
la presidencia en el 2000, restauró la burocracia soviética convertido en
"nacionalismo ruso" con un fuerte control sobre las FFAA y el aparato de
seguridad y con la hipótesis de "guerra contra el terrorismo checheno"
infiltrado por la CIA.
Desde esa posición de poder,
Putin y su grupo iniciaron una persecución contra el poder de los oligarcas , en
primer lugar contra los dos multimillonarios
Berezovksy y Khodorjovksy,
hoy exiliado en Londres uno, preso el otro, acusado de evasión y fraude contra
el Estado.
Desde allí Putin inició la purga y la cacería de los operadores pro-Washington,
cuyas representaciones más emblemáticas eran los mencionados oligarcas
potentados
Berezovksy y Mijaíl Jodorkovski, el dueño de Yukos, el
gigante petrolero luego comprado y nacionalizada por el gobierno ruso en el
2004.
El arresto de
Jodorkovsky sacudió al mundo financiero de Europa y de Wall Street, y el
lobby mediático capitalsita lanzó una ofensiva internacional para conseguir
su liberación.
La prensa
británica llegó a especular sobre una posible conexión entre Jodorkovsky
y Jacob Rothschild, cabeza emblemática del sionismo británico.
Jodorkovsky,
según la prensa británica, habría solicitado apoyo a un grupo neoconservador de
EEUU conectado con el lobby capitalista que controla la Casa Blanca.
Roman
Abramovich y Boris Berezovsky, se exiliaron en Reino Unido luego de
trasladar parte de sus fortunas a Londres.
Luego de
acceder al poder con Yeltsin, Putin y el grupo nacionalista de la ex burocracia
soviética refugiada en la KGB atacaron los dos frentes operativos de los
"oligarcas" para apoderarse de Rusia:
1) La
oligarquía y el lobby capitalsita ruso con terminal en el lobby capitalita de
Washington y Wall Street que, infiltrada en el gobierno de Yeltsin,
propiciaba la sociedad de consumo y el "libre mercado" para apoderarse de la
economía rusa tras la caída de la URSS.
2) La
guerrilla fundamentalista chechena infiltrada por la CIA que había colaborado
con la mafia rusa y los oligarcas para desestabilizar y derrocar al régimen
soviético, y que ya actuaba para el lobby ruso con terminal en
Washington-Wall Street.
El cerco a Rusia
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Revoluciones naranja:
Un manifestante adhiere a un gobierno "pronorteamericano" |
Una vez que Putin y los nacionalistas
rusos expulsaron del gobierno a los oligarcas, el lobby
europeo-estadounidense (que fracasó en su proyecto de controlar el mercado
y el sistema económico productivo ruso con un modelo capitalista
trasnacional con terminal en Washington y Wall Street), operó en tres
frentes para derrocarlo.
1) las "revoluciones naranja"
que buscaban controlar los gobiernos, el mercado y el sistema
económico-productivo de las ex repúblicas soviéticas integrándolas al modelo
capitalista trasnacional con terminal en Washington y Wall Street.
2) La mafia (armas y drogas)
y el "terrorismo checheno" controlados por la CIA que buscaban
desestabilizar el espacio postsoviético creando las condiciones para el
ingreso de gobiernos títeres de Washington y el lobby sionista.
3) La inclusión en la OTAN (y
en la Unión Europea) de las ex repúblicas soviéticas del Pacto de
Varsovia para trazar un cerco militar alrededor de Rusia.
La estrategia "otansista" del lobby
EEUU- Unión Europea intentaba aislar a Rusia por medio del
establecimiento de un cordón de repúblicas ex soviéticas con gobiernos
pronorteamericanos y sumisos a Europa alrededor del cuello económico de ésta
(petróleo y gas).
Las redes de la droga y el tráfico
de armas infiltradas por la CIA y los servicios secretos rusos,
así como las disputas
estratégicas entre Rusia y el eje
EEUU-Unión Europea por áreas de
influencia, son factores esenciales que cuentan en
las "revueltas
populares" -salvo Uzbekistán y Bielorrusia- han terminado con
gobiernos pro-Washington en la región.
Las protestas y los movimientos de caos planificado y de desestabilización
callejeros (Georgia, Ucrania y Kirguistán) fueron organizados por las ONG
financiadas y dirigidas por Washington utilizando las redes económicas de la
CIA canalizadas a través de la USAID, según informes de la inteligencia rusa
expuestos en el Parlamento moscovita.
Todas las "revoluciones de terciopelo" en aquella región sirvieron a los
intereses financieros globales de Washington –representados por la Open
Society de George Soros y la Fundación Nacional para la Democracia (NED)
cuyos fondos provienen de la Agencia Internacional para el Desarrollo
(USAID)- para fracturar y desmembrar las fronteras nacionales de sus más
importantes rivales geoestratégicos: China, Rusia e India.
En opinión de expertos rusos las llamadas "revoluciones de terciopelo"
de Georgia, Kirguistán y Ucrania no fueron tales sino movimientos
golpistas "democráticos" orientados a sustituir gobiernos fieles a Moscú por
otros que respondieran a los intereses de Washington.
Con políticos
que responden incondicionalmente a las directrices
de la Casa Blanca, como es el caso de Viktor Yushchenco en Ucrania, cuya
campaña fue organizada y financiada por el Departamento de Estado, a través de
su esposa, quien fuera secretaria de George Bush padre.
Parte de las
ex repúblicas comunistas de
Europa del Este que conformaron la Unión Soviética -y
el Pacto de Varsovia-, ahora son miembros de la OTAN., la
fuerza militar liderada por Estados Unidos que nació para combatir la
expansión militar del ex Imperio Soviético del que formaban parte estos
flamantes miembros de la alianza atlántica.
Desde el fin de la Guerra
Fría, la estructura militar controlada por Estados Unidos primero, incorporó
a Polonia, Hungría y la República Checa, y ahora se extiende a Rumania y
Bulgaria. Además, con las tres repúblicas bálticas de Lituania, Letonia y
Estonia, llega casi hasta Finlandia.
Con la ampliación
de la OTAN con "socios confiables" de las ex repúblicas soviéticas de
Europa del Este, Estados Unidos consiguió la consolidación de su poder
geopolítico y militar estratégico en la región, en desmedro de Rusia, y
China que ven afectadas y
desestabilizadas sus fronteras y áreas de influencia.
El caos y la desestabilización planificada con las
"revoluciones de terciopelo" en el Asia Central forman parte del mismo proyecto
estratégico, cuyo objetivo central apunta a desestabilizar las fronteras y áreas
de influencia de Rusia con el propósito del control militar y geopolítico sobre
las ex repúblicas soviéticas.
En este marco, y luego de asumir la
presidencia en el 2000, Vladimir Putin, el hombre de la mirada de hielo, formado
en el mundo del espionaje (KGB), con el petróleo como instrumento
geopolítico-económico estratégico, ponía en marcha su proyecto de relanzar a
Rusia como la gran potencia del siglo XXI
El contraataque petrolero de Putin
 A
principios del 2000, ya convertido en presidente de Rusia, Putin, formado en el
mundo del espionaje (KGB) y con un curriculun que incluye una tesis doctoral
sobre la utilización del petróleo como instrumento geopolítico-económico
estratégico, comenzó su proyecto de reposicionar a Rusia como gran potencia
mundial, utilizando como herramienta sus colosales reservas de petróleo y gas y
su condición de país pivote entre Asia oriental y Europa.
Favorecido por los
altos precios del petróleo, con $200.000 millones en reservas de oro y divisas
duras, y con su renovado sistema de armamento nuclear y convencional, el
gobierno de Putin comenzó a desafiar a la hegemonía imperial
estadounidense en relación a los países situados por Washington en el "eje
del mal", como Irán, Siria, Venezuela, Libano, Corea del Norte y las
organizaciones y países anti-EEUU de Medio Oriente y el mundo islámico.
Dispuesto a imponer su
condición de gran potencia energética del siglo XXI, el gobierno de Putin
negoció acuerdos con otros países para el desarrollo de una red de oleoductos y
gasoductos que convirtieron a Rusia en el gran árbitro del suministro de
petróleo y gas para Europa y los grandes centros económicos y demográficos
del Asia oriental (China, India, Japón, Corea del Sur).
Putin (quien compite
por áreas de influencia con el llamado "Imperio unipolar") ya se posicionó en el
mercado de la "carrera armamentista" convirtiéndose en principal proveedor de
armamento y tecnología de guerra a escal a mundial, incluidos los países
situados en el "eje del mal".
Guerra y negocios:
el viejo axioma que hizo grande a los Estados Unidos de Bush y al lobby sionista
capitalista europeo, también vale para la Rusia capitalista emergente del
gobierno nacionalista de Vladimir Putin que reestatizó las empresas
públicas de la ex URSS, particularmente las de energía y de armas.
Con Rusia severamente
disminuida en sus capacidades militares y económicas, y perdidas buena parte de
las áreas de influencia que en su momento detentó la URSS, Putin y su
gobierno nacionalista apostaron a la estrategia del desarrollo energético
con el petróleo y el gas como herramientas tácticas fundamentales.
Siguiendo esa línea
estratégica la administración de Putin ha recuperado sistemáticamente el control
de las empresas que explotan los recursos petroleros y gasíferos en su
territorio, y actualmente cerca del 80% de las reservas mundiales de
hidrocarburos le pertenecen a compañías de propiedad estatal.
Rusia posee las mayores
reservas de gas natural en el mundo a la vez que posee las séptimas reservas
petroleras en magnitud y es el actual segundo productor mundial de petróleo.
Sus reservas gasíferas y petroleras de los Urales y Siberia, al igual que las de
Venezuela, son las únicas grandes reservas mundiales de hidrocarburos fuera del
inestable triángulo Mar Negro-Mar Caspio-Golfo.
Gazprom -el monopolio
estatal ruso, primer exportador de gas natural del planeta- tiene como objetivo
controlar el tránsito de gas hacia Europa, Asia y Medio Oriente.
La administración de
Putin concretó una serie de acuerdos que le aseguran que la producción de
petróleo y gas de las repúblicas centroasiáticas (Kazajastán, Uzbekistán,
Turkmenistán) seguirán utilizando los oleoductos rusos para exportar su petróleo
y gas hacia
Europa y en el caso de
Kazajastán, el transporte de petróleo ruso hacia China a través del oleoducto
Atasu-Alashankov, inaugurado en el 2006.
Los acuerdos
comerciales con Teherán, el apoyo técnico al desarrollo de la industria nuclear
iraní, y su condición de principal proveedor de armas a las fuerzas armadas del
país islámico, convierten a la Rusia de Putin en un instrumento clave de
resolución del conflicto nuclear planteado entre Irán y el lobby EEUU-Unión
Europea
Irán, que tiene a Rusia
como principal referente de poder frente al eje USA-Europa, es una pieza
clave para el dominio y control de la estratégica y vital región del Golfo
Pérsico.
La gran nación persa
posee fronteras con dos de los vértices del triángulo petrolero (Mar Caspio,
Golfo Pérsico, estrecho de Ormuz) y resulta ideal para el tendido de uno o
más oleoductos que lleven el petróleo y gas ruso, y de otras ex Repúblicas
Soviéticas del Asia Central (Tayikistán, Uzbekistán, Kazajstán y Turkmenistán),
hasta puertos del Golfo Pérsico y desde allí hasta los mercados petroleros del
Asia oriental.De ahí también, que para Putin la relación con Irán adquiere
importancia geopolítica y militar clave en su tablero de construcción de
poder con el petróleo como herramienta fundamental.
Por último, y no por
ello menos importante, son las asociaciones estratégicas establecidas por los
gobiernos ruso y venezolano para la exploración y explotación de bloques en
la faja petrolífera del Orinoco y con Pdvsa gas para la posible participación de
Gazprom en la construcción del Gasoducto del Sur que interconectará América del
Sur a partir de Venezuela.
Pero, sin dudas, la
asociación estratégica Rusia-Irán y el "efecto musulmán" son las dos
cartas estratégicas fundamentales que los halcones norteamericanos e israelíes
deberán evaluar antes de lanzar los misiles contra las instalaciones nucleares
de Teherán.
Petróleo y "efecto
musulmán": una combinación letal que podría convertir a un ataque militar a
Irán en una tercera guerra mundial íntercapitalista con EEUU y Rusia como
actores principales.
Zbignieb Brzezynski,
ideólogo del lobby sionista USA señala en su libro El Gran Tablero de
Ajedrez: Primacía Americana e Imperativos Geoestratégicos, que uno de los
imperativos de dicha geoestrategia consiste en impedir que "los bárbaros se
unan".
La estrategia de Putin
se sitúa en las antípodas del ideólogo sionista: Rusia, con el petróleo como
arma estratégica de poder, junta a los bárbaros del "eje del mal" contra
el Imperio hegemónico USA-Unión Europea.
(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder,
especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores
más difundidos y referenciados en la Web.
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