Ultimas Noticias

SECCIONES

Argentina

Latinoamérica

Norteamérica

Europa

Medio Oriente

Irak

Asia

Africa

Especiales

Autores

Medios

Internet

TITULARES
del Mundo

I Argentina I Brasil I
I América Latina I
I España I EE.UU. I
I Canadá I Europa I
I Asia I Africa I
I Oceanía I

EN VIVO

Radios del
Mundo


I América Latina I
I España I EE.UU. I
I Canadá I Europa I
I Asia I Africa I
I Oceanía
I Medio Oriente
I Internacionales I

MEDIOS
ALTERNATIVOS


I Periódicos
 
y Redes
I
I
Agencias
 de Noticias I
I
Publicaciones
 
y Sitios I
I
Prensa
 
de Izquieda I

BUSCADORES

del Mundo


I América del Norte I
I América Central I
I América del Sur I
I Europa I España I
I Africa I Asia I
I Medio Oriente I
I Oceanía I
I Temáticos I
I Internacionales

TELEVISION

      del Mundo


I América Latina I
I España I EE.UU. I
I Canadá I Europa I
I Asia I Africa I
I Oceanía
I Medio Oriente I

ECONOMIA
MUNDIAL


I América Latina I
I Africa I Asia I
I España I EE.UU. I
I Europa I
I
Oceanía I  
I Canadá
I Medio Oriente
Bolsas del Mundo I

MEDIOS

del Mundo


I Agencias
de Noticias
I

I Diarios
I Revistas I
I Radios I
I Televisión I

 

Agregar 
a favoritos

Recomendar
 este sitio

 
 

SECCIONES

ESPECIALES  

Sunday, 04 de April de 2004

Intelectuales "progresistas"

Bush, Hitler, y la revolución del Mahatma Ghandi

Lo comparan a Bush con el dictador nazi y, de tanto acusarlo de asesino y "fascista", se olvidan de analizar la trama del capitalismo imperial norteamericano que gobierna tanto con los "fascistas", los "liberales" o los "progresistas".  

(IAR-Noticias) 01Marz04   Por Rodrigo Guevara

Hay una metodología de criticarlo a Bush afianzada tanto en la izquierda "progresista" como en la prensa liberal de neto corte derechista que pulula por el planeta, y sobre todo por la Internet.

Ubicadas en falsas veredas "opuestas", las dos posturas coinciden funcionalmente en depositar en la figura de Bush "todo los males" y las decisiones "equivocadas", ignorando olímpicamente toda la estructura de poder capitalista que se mueve detrás del Presidente y los halcones del Pentágono.

De acuerdo a esta visión, mayoritaria en Internet y en el mundo real, la conducta de Bush es condenable porque "mintió" sobre la existencia de las armas de Saddam, no porque invadió militarmente a Irak, sino porque utilizó el argumento de las "armas de Saddam" para hacerlo.

O sea, que si Bush no hubiera "mentido" sobre el asunto armas, la invasión hubiera estado bien.

Es notable la desinformación y la falta de conocimiento estratégico que padecen la mayoría de los analistas "progresistas"  sobre la naturaleza, los fines y la estructura de poder del capitalismo internacional.

Todo lo que concluyeron Marx y otros pensadores sobre las leyes del capitalismo, sobre todo en su etapa monopólica de concentración y de selección darwiniana del más fuerte, para estos pensadores ha quedado reducido a la voluntad omnipotente de Bush o del eventual inquilino que esté en la Casa Blanca imperial.

La mayoría de estos analistas que publican en la Web -salvo raras excepciones- cada vez se alejan más del estudio y el análisis del capitalismo como "sistema totalizado" y se enfrascan en los "personalismos" de los que eventualmente "administran" el Imperio desde Washington.

De esta manera, y sin  puntos de referencia estratégica sobre el funcionamiento del capitalismo como sistema, caen en el "subjetivismo" de magnificar el rol de las voluntades personales en lo que claramente es una máquina interactiva  tecnológica-económica-militar, cuyo funcionamiento y poder de decisión está más allá de las voluntades personales de los que las ejecutan.

Las guerras imperiales de EE.UU., como lo sabe cualquier experto que investiga, no se planifican y deciden solamente desde el Pentágono o la Casa Blanca, desde allí se diseñan las operaciones militares y de inteligencia, pero la motivación y el objetivo capitalista de las mismas se resuelve en Wall Street, más precisamente en ese foro invisible de los bancos y corporaciones transnacionales llamado Consenso de Washington.

Bush, Rumsfeld y los halcones no se levantaron un día y decidieron invadir Irak porque se les ocurrió de puro "asesinos" que son, sino porque la confluencia de vasos comunicantes del capitalismo financiero, las petroleras y las contratistas de armas necesitaban controlar militarmente a Irak para hacer negocios y apoderarse de su petróleo.

Si en vez de estar Bush en la Casa Blanca, hubiera estado el Mahatma Ghandi tendría que haber hecho lo mismo o abandonar la presidencia de Estados Unidos.

Lo que parecen no entender bien los analistas "progresistas" es que la lógica expansiva del capitalismo imperial de EE.UU., así como su descomunal maquinaria militar, no se moviliza por los caprichos personales de nadie sino por la ley fundamental del capitalismo: la búsqueda permanente de rentabilidad económica para sus pulpos empresariales.

En otras palabras, la fuerza militar está al servicio de la conquista económica de mercados, y no al revés, y sólo se la utiliza cuando hay razones estratégicas económicas que justifican sus operaciones por todo el planeta.

Puede ser que Bush, un idiota fundamentalista perfecto, les calce mejor a los intereses militaristas del poder real norteamericano, pero eso no quiere decir que el que lo suceda va a ser algo diferente de lo que hace Bush.

Estados Unidos tiene pendiente en su agenda una invasión militar a Irán y otra a Siria, y ese cronograma, cuando estén dadas las condiciones, se va a concretar inexorablemente con cualquiera que esté "de turno" en la Casa Blanca, con Bush, con Kerry, o con quien sea.

Los analistas "progresistas", en su ignorancia sobre el  funcionamiento del poder real norteamericano, en su ferviente cruzada "anti-Bush", resultan funcionales a las campañas electorales de los demócratas quienes quieren expulsarlo de la Casa Blanca y tomar su lugar para hacer lo mismo.

La mayoría sucumbe ante las formas de las palabras, y no por el contenido que vehiculizan, y llegan hasta a considerar que hay un capitalismo de "rostro humanizado", opuesto al de Bush, por el que hay que bregar en un planeta donde las revoluciones fueron extinguidas.

Este "posibilismo intelectual" los convierte en "norteamericanos de izquierda", dado que no se plantean  combatir al Imperio capitalista como totalidad interactiva, sino a los "malos" que ocupan el sillón de la Casa Blanca, y suponen que la voracidad explotadora del capitalismo, sus leyes inexorables de la explotación del hombre por el hombre, pueden ser reivindicados con argumentos morales.

Esta deformación conceptual los lleva a los "progresistas" a hablar cada vez menos del capitalismo como conjunto, y a poner cada vez más el acento en el "fascismo militarista" de Bush y los halcones conservadores norteamericanos, como si en EE.UU., el Imperio conquistador militar por excelencia, hubiera la posibilidad de la existencia de un demócrata "pacifista" manejando la Casa Blanca.

Así como compraron los "derechos humanos" de Amnesty Internacional, o los discursos "progresistas" de la ONU o de otras organizaciones pantalla del Imperio norteamericano, compran y difunden el "pacifismo" y las "democracias" made in USA por los países dependientes.

De esta manera, la mayoría de los intelectuales "progresistas", condenan  toda forma de militarismo o de "violencia armada", y propician el "cambio en democracia", como si los bancos y transnacionales, que remplazaron el dominio militar por el dominio de las urnas en Latinoamérica, van dejar de saquear países  por decisión  del "voto popular" y de los presidentes cipayos electos por las masas ignorantes.

De esta manera el intelectual "progresista" resulta totalmente funcional a las nuevas estrategias del capitalismo norteamericano, cuyo objetivo principal es terminar definitivamente con la resistencia armada y la conciencia antiimperialista, y promover estilos de "protestas en paz", insípidas y licuadas de toda metodología de lucha anticapitalista, con  dirigentes -como sucede con los piqueteros en la Arrgentina- que negocien y se conviertan en un eslabón más del sistema que dicen combatir.

Estos intelectuales "progresistas" conforman el sustento ideológico de los "gobiernos progresistas" de los Kirchner, Lula y compañía que hablan con la izquierda y ejecutan las imposiciones de los bancos y transnacionales, con la derecha.

Son los que vinieron a sustituir, en "democracia", a las decrépitas dictaduras militares de los Videla, Stroessner o Pinochet, conservando intactas y perfeccionadas las líneas de explotación económica que ejecutaron los dinosaurios militares de la Doctrina de Seguridad Nacional.

Estos legitimadores del pacifismo made in USA, se refieren Bush como si fuera Nerón, olvidando que el capitalismo trasnacional, en la era de las comunicaciones informatizadas, es una compleja organización de dominación donde conviven el militarismo, la "democracia parlamentaria", y sobre todo el uso intensivo de los medios de comunicación para colonizar mentalmente sin represión militar.

En Cuba, hace una semana, un cónclave de intelectuales sacó una una declaración comparando a Bush con Hitler.

Investigando a fondo la biografía de Bush, comparando sus facultades intelectuales y su psicología con la del dictador nazi, mejor habría que compararlo con Homero Simpson.


 VOLVER A HOME

comentar esta nota

© Copyright 2003  iarnoticias.com | Derechos reservados | Director Rodrigo Guevara

 

Se autoriza el libre uso, impresión y distribución de toda la información editada, siempre y cuando no sea utilizada para fines comerciales y sea citada la fuente.

contactos@iarnoticias.com