ficiales
de la CIA -citados por el diario The Seattle Times- advirtieron en Washington
que Irak se encuentra al borde de la guerra civil.
El diario estadounidense
señaló que funcionarios
en actividad y retirados de la Agencia Central de Inteligencia trazaron un
informe oral este semana, aunque no aceptaron identificarse debido a
la confidencialidad de la información.
La advertencia -sostiene The
Seattle Times - recoge el temor de que las demandas de la mayoritaria población
chiíta en favor de elecciones libres, se transformen en actos de violencia y
resistencia a la ocupación por todo Irak.
El diario señala que
la minoría kurda
iraquí del norte presiona por conseguir la autonomía y acceso a los ingresos
provenientes de la exportación de petróleo, hoy controlado por las autoridades
de EE.UU..
Tanto chiítas como kurdos
creen que ha llegado su momento, señalaron los agentes de la CIA.
"Ellos creen que si no lo consiguen ahora no lo tendrán nunca y ambos se han
sentido en el pasado traicionados por Estados Unidos".
Otro oficial -según el
diario- dijo que la preocupación sobre una posible guerra civil en Iraq
también está presente en el Departamento de Estado y en el Consejo Nacional de
Seguridad.
La CIA y el
Consejo iraquí
Es probable que la información
citada por el diario
norteamericano (rebotada por agencias internacionales) le haya sido
proporcionada por algún grupo de inteligencia que responde a alguna de las
líneas internas de la CIA infiltradas dentro del Consejo de Gobierno iraquí.
Los distintos grupos que lo
componen (principalmente los chiítas) están presionando a Washington para que
otorgue elecciones en Irak, y la información difundida por el
Seattle Times, sobre un peligro de guerra civil, puede estar orientada a
ejercer presión sobre el gobierno de Bush para que otorgue los comicios en forma
prioritaria.
En el Consejo iraquí se
libra una lucha interna entre las facciones de chiítas, kurdos y diversos
grupos controlados por la CIA (entre los cuales sobresale el CNI liderado por el
banquero Chalabi, favorito del Pentágono) que disputan por el control
político de Irak tras el derrocamiento de Saddam Hussein.
El Consejo, vale recordarlo,
fue creado por la administración invasora con la finalidad de darle una
legitimación política a la ocupación militar, y está compuesto
los diferentes sectores que integraron la llamada "oposición a Saddam en
el exilio".
En julio de 2003, con la presencia del administrador civil de EE.UU. en Irak,
Paul Bremer, se
produjo el lanzamiento oficial del Consejo que reúne en su seno a
los grupos
representativos de
la totalidad del espectro religioso, político y social de Irak, menos los
partidarios de Saddam.
El
cuerpo de 25 miembros, nacido
bajo el imperativo político de legalizar la ocupación
militar de EE.UU. en Irak, se maneja sin embargo con estamentos formales y
"constitucionales".
En la práctica,
el Consejo fue creado como un intento de evitar la "afganización
de Irak", sentando en una
misma mesa a organizaciones y líderes que nada tienen que ver entre sí.
Y que en muchos
casos mantienen enfrentamientos entre ellos o con EE.UU., como es el
caso del Consejo
Supremo para la Revolución Islámica
(CSRII),
cuyas
milicias se enfrentan a las fuerzas de ocupación en el sur de Irak
mientras mantiene una representación en el Consejo
.
En los formulismos
protocolares las autoridades de la ocupación delegan en el
Consejo la facultad
de nombrar ministros, aprobar el presupuesto nacional y seleccionar a los
miembros de un comité que redactará una nueva Constitución
con el presunto objetivo de realizar un futuro
traspaso del gobierno a los iraquíes, que por ahora Washington
se muestra remiso a otorgar según lo expresado por Bush ayer a uno de sus
emisarios
En la realidad es el delegado civil de Washington , el
contraterrorista de la CIA, Paul Bremer, quien se reserva el derecho a
tomar todas las decisiones después de consultar con
Washington y las autoridades militares del comando central de EE.UU.
El Consejo
está integrado por 13 chiítas, cinco sunnitas, cinco kurdos, un cristiano y un
turcomano, los que reflejan aproximadamente la composición religiosa y étnica de
Irak.
Cerca
del 60 por ciento de los 24 millones de iraquíes está constituido por
musulmanes chiítas, pero el país ha sido gobernado por sunnitas
durante décadas, incluido el periodo de Saddan Hussein que pertenece a la
comunidad de los sunnitas.
Entre
los miembros del consejo están Ahmed Chalabi, jefe del Congreso Nacional
Iraquí (CNI), Jalal Talabani y Massoud Barzani, líderes de los dos principales grupos
kurdos, el Partido Democrático del Kurdistán (PDK), y la
Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) y el Movimiento Islamista del
Kurdistán (MIK). También lo integran el Consejo Supremo para la
Revolución Islámica en Iraq el Acuerdo Nacional Iraquí (ACN), el
Movimiento Monárquico Constitucional (MMC)
Con el
régimen de Saddam derrocado, los distintos grupos
opositores,
hoy concentrados en el Consejo de Gobierno de Irak, empezaron a competir
entre sí por ocupar un
papel estratégico en la nueva administración imperial de Iraq.
A través de él
los funcionarios de Washington intentaron
unificar una oposición dividida y enfrentada por una diversidad
de intereses políticos, económicos y religiosos, y cuyo único
emblema común era el derrocamiento del ex presidente de Irak.
Contando con el apoyo de
líneas internas de la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado,
estos sectores (cuyos tres
grupos principales lo conforman el Congreso Nacional Iraquí (CNI),el
Consejo para la Revolución Islámica
(CSRII) y los partidos kurdos
del norte),
pugnan por
apoderarse del
gobierno de Irak
mediante elecciones.
La dinámica diaria
de la resistencia iraquí, agregada al caos político, social y económico
que domina el país, impidieron que el organismo títere creado por Estados Unidos
tuviese alguna actuación descollante,
salvo su colaboracionismo
en
la persecución y encarcelamiento de los partidarios de Saddam y de los iraquíes
nacionalistas que resisten a la ocupación militar de EE.UU.
Desde una dependencia del
Consejo manejada por Chalabi parten los escuadrones de la muerte que ya
han asesinado a decenas de militantes nacionalistas vinculados a la resistencia
iraquí.
También desde este organismo
se fomenta el colaboracionismo y la delación contra partidarios de Saddam
y combatientes de la resistencia, que ya causó miles de detenidos que son
sometidos a torturas en las cárceles y centros de detención clandestinas
diseminados por todo el territorio iraquí.
La situación en Iraq fue
discutida esta semana en Washington en encuentros entre el presidente Bush y sus
principales asesores de seguridad, así como con el administrador civil en Irak,
el contraterrorista de la CIA, Paul Bremer.
En su discurso del pasado
martes, Bush aseguró que la resistencia iraquí "ha fracasado", olvidando
que la escalada de ataques desde fin de año a la fecha a causado decenas de
bajas entre los soldados estadounidenses, cuya cifra de muertos ya se eleva a
520 desde que el jefe del Imperio declarara el "fin de la guerra" en mayo del
año pasado.
A este cuadro de situación se
agregan las
recientes y multitudinarias manifestaciones chiítas en favor de
elecciones amplias y directas que agregan otro foco de preocupación para
Washington, temeroso del papel del ayatollah Alí al Sistani, un
fundamentalista proiraní del sur de Irak, aliado al hijo del ayatollah Bashir al
Najafi, y bajo cuyo control se encuentra la porción más importante
de la mayoría chiíta en Irak.
En un posible punto de
confluencia entre los ataques crecientes de la resistencia iraquí a las tropas norteamericanas , y una potencial rebelión de los chiítas que
intentan imponer un gobierno fundamentalista en Irak, reside el detonante de una
guerra civil generalizada en Irak.
Si a eso se suman los
intereses contradictorios existentes dentro del Consejo iraquí, la disputa kurda
por el petróleo del norte, y la infiltración de la CIA en las distintas líneas
que lo componen, una "afganización" de Irak podría completar el cuadro de
situación.
El escenario más temido
por Bush, quien intenta ser reelegido en noviembre.