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(IAR-Noticias) 03mARZ04 Por Manuel
Freytas
A 48
hs. del secuestro y
derrocamiento de Aristide en el teatro haitiano sobresalen netamente tres
actores principales: la violencia, los marines y las bandas parapoliciales,
cuyo jefe, Guy Philippe, se ha convertido en una especie de "vedette", o
de protagonista principal, para los corresponsales de la prensa internacional.
Eran poco más de las nueve de
la mañana del martes, cuando Philippe y Louis-Jodel Chamblain llegaron a la
comisaría de Petion Ville acompañados por medio centenar de rebeldes armados.
Luego se dirigieron hacia el centro de la ciudad, en dirección al Palacio
Presidencial, seguidos por los periodistas internacionales
El líder rebelde, pieza
clave en el derrocamiento del ex presidente haitiano se autoproclamó el martes
"jefe de las fuerzas de seguridad del país", incluida la propia policía
de Aristide, y fue seguido por los periodistas y camarógrafos como si fuera una
estrella de televisión.
En tanto el
clima de violencia
continúa en Puerto Príncipe, marcado por una extrema agresividad y saqueos a
comercios y viviendas, contradiciendo las afirmaciones de que el orden se
restablecería con la salida del poder del ex presidente ahora refugiado en la
República Centroafricana.
Los disturbios comprenden
asesinatos por ajustes de cuentas, robos, saqueos e incendios y las
autoridades policiales siguen sin poder controlar la situación, en lo que -para
muchos- podría convertirse en una nueva escalada de violencia superior a
la que se desató el pasado 5 de febrero.
En la parte norte
de la ciudad hasta ayer continuaba el pillaje y los combates esporádicos
entre paramilitares pro-EE.UU. y leales a Aristide, en una especie de "zona
franca" tolerada por las fuerzas militares norteamericanas que dieron carta
blanca a los escuadrones de Philippe.
Por su parte, el
presidente interino Boniface Alexandre, un títere de los marines y
los paramilitares, se mantiene mudo y firmando lo que le ponen por delante de
las narices los funcionarios de la embajada norteamericana.
Philippe, un ex jefe de
policía de la dictadura militar que derrocó la vez anterior a Aristide, afirmó
estar en control de las fuerzas de seguridad haitianas y que desarmaría a los
rebeldes si el presidente interino, Boniface Alexandre, se lo pide.
Las fuerzas rebeldes controlan
cinco de los nueve departamentos del país. Además, en la realidad
haitiana siguen estando muy presentes los partidarios armados de Aristide, los
chimeres, que desde el domingo, tras conocerse la fuga del ex cura, protagonizan
saqueos y choques con grupos paramilitares que dejaron un saldo de al
menos doce muertos.
"No estoy interesado en la
política", dijo Philippe, el presidente es el presidente legal, "así que seguimos
sus órdenes", agregó siguiendo el libreto dictado por Luis Moreno,
su jefe, el delegado de la CIA en la embajada estadounidense en Haití.
Los empresarios
y la oligarquía haitiana -agrupados en su mayoría en la llamada
Plataforma Democrática que pedían la renuncia de Aristide- solicitaron protección de
sus bienes y negocios a las
bandas armadas del ex golpista Philippe (y de su lugarteniente Louis Jodel
Chamblain)
y que implanten el "orden", esto es, que metan balas sin compasión a los
"ladrones y terroristas" que azotan la ciudad.
En las comisarías y centros de
detención clandestinos controlados por los paramilitares ya se amontonan,
mezclados como carne picada, partidarios de Aristide, marginales que
combatieron al ex régimen, ladrones y "rebeldes" que no comulgan con el
catecismo de los yanquis y sus aliados.
Como ya lo habíamos
anticipado, estos escuadrones de la muerte
tienen
como misión principal
limpiar
y despejar el camino a los marines estadounidenses que
se presentan en el teatro de operaciones
haitiano en carácter de
"ordenadores del caos imperante",
dejando el trabajo sucio
represivo en manos de
los paramilitares de Phillippe.
Su función consiste en
sacar
información por medio de la tortura, y el exterminio
"selectivo"
de
algunos jefes de los grupos rebeldes, particularmente del ejército caníbal, cuya
brutalidad y falta de tacto político los torna peligrosos e incontrolables
para la ocupación militar norteamericana.
Estas bandas cuentan con la protección de
Rumsfeld y los halcones, y su correlato político dentro del Departamento de
Estado: la línea de "gusanos" anticastristas comandada por el subsecretario
Noriega y alimentada ideológicamente por Otto Reich.
Como era de preveer, no cuentan con la
"simpatía" de la línea oficial dirigida por el secretario de Estado Colin
Powell,
enfrentado a Rumsfeld y los halcones, quien ayer, por medio de su portavoz,
Richard Boucher, solicitó que los paramilitares entreguen las armas.
El departamento de Estado de
Estados Unidos declaró ayer que los rebeldes en Haití no tienen un papel que
desempeñar en el proceso político del país y pidió que depusieran las armas.
El portavoz del departamento
de Estado, Richard Boucher, emitió el comunicado en respuesta a la declaración
del líder rebelde, Guy Philippe, que
aseguró que él estaría encargado de la seguridad en
Haití.
Tal como sucede en Irak, estos cruces denotan
los primeros encontronazos entre la línea "moderada" de Powell (partidaria de
una mayor participación de la ONU en el proceso haitiano) y la línea "dura" de
Rumsfeld que plantea el hegemonismo militar de la ocupación utilizando a la ONU
y a las fuerzas multinacionales como pantalla formal.
Perfilándose como fuerza de
ocupación militar, y forzando la estrategia de los halcones, los
marines estadounidenses controlan los puntos estratégicos de Puerto
Príncipe, como las instalaciones del Palacio Presidencial, el aeropuerto
internacional Toussaint Louverture y otros sitios claves.
Dándole marco "legal y
formal" a la ocupación militar norteamericana, Francia ya desplegó
algunos miembros de la Legión Extranjera y países como España, Chile y El
Salvador se disponen a participar en la operación, inicialmente aprobada para
tres meses por el Consejo de Seguridad de la ONU.
De acuerdo con
declaraciones vertidas por el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, Estados
Unidos dirigirá las tropas de la ONU y aportará dos mil de los cinco mil
efectivos de que dispondrá, aunque espera pasar pronto la jefatura a un país de
la región.
Para los expertos, en el
teatro haitiano se van a repetir las mismas fricciones entre EE.UU. y sus aliados
que se desarrollan en Irak, esto es, en el marco de la fuerza multinacional se
encontrarán aliados "puros" de Bush como España, compitiendo con los naturales
"cuestionadores" de la impronta militar norteamericana como Francia.
Pero los futuros escarceos
políticos y diplomáticos que vendrán, los interminables debates y
confrontaciones formales en el Consejo de Seguridad de la ONU, no invalidarán el
tema principal: EE.UU. ya se apoderó militarmente de Haití.
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