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29Dic03 (IAR-Noticias)
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Según
un cable de la agencia Europa Press fechado hoy, el recientemente apresado Sadam
Husein, bajo custodia de la CIA desde el pasado 13 de diciembre, ha dado
"informaciones" sobre el dinero que tiene en el extranjero.
Ese
dinero fue sacado
del país mientras presidía Irak, según afirmó un miembro del Consejo de
gobierno transitorio iraquí, Iyad Alaui, citado hoy por varios periódicos
árabes.
"Sadam
Husein empezó a proporcionar informaciones sobre el dinero iraquí que depositó
en el extranjero" y que el Consejo del gobierno transitorio estima que asciente
a "40.000 millones de dólares", es decir, unos 32.000 millones de euros, según
declaró Alaui a los periódicos 'Asharq Al Awsat' y 'Al Hayat'.
"El
dinero fue depositado en Suiza, Japón, Alemania y otros países bajo el nombre de
sociedades ficticias", señaló el integrante del Consejo iraquí controlado
por la CIA y el Pentágono.
De
momento, sin embargo, -aclaró el representante del Consejo - "su interrogatorio
se centra en sus relaciones con organizaciones terroristas. Ya dio nombres de
personas que saben dónde están ocultos arsenales de armas empleadas en los
ataques terroristas contra el Consejo y las fuerzas de la coalición", precisó
Alaui.
Como
ya lo habíamos adelantado, uno de los aspectos clave de la captura del ex
presidente iraquí giraba alrededor de la información sobre los cuantiosos fondos
depositados en cuentas en el exterior que se le adjudican a él y a su
régimen.
Desde el apoderamiento de Irak , y a través de sus organismos competentes,
EEUU busca reconstruir la "ruta del dinero de Saddam" con la finalidad de
reclamarlo como "resarcimiento" del costo que insumieron las
operaciones militares de conquista de Irak.
La CIA y el
Pentágono intentan "capturar" la fortuna amasada por el régimen de Saddam
estimada por los expertos en.US$ 24.000 millones, en contradicción
con la información brindada por el "empleado de la CIA" en el
Consejo, Iyad Alaui.
Curiosamente,
esa cifra, los US$ 24.000 millones coincide con el monto de los US$
20.000 millones que el Pentágono dice haber gastado en las operaciones
militares para conquistar Irak.
Y
muchos se preguntarán por estas horas ¿Y cómo es que que Saddam no pudo
canalizar esos fondos cuantiosos en infraestructura y logística para su
organización armada en la ilegalidad? ¿Cómo es que las fuerzas especiales
estadounidenses lo capturaron mendigo y rotoso?
Algunos especialistas lo justifican diciendo que la CIA y la comunidad de
inteligencia norteamericana ya tenían localizados esos fondos desde antes
de la captura de Saddam, que habían "cerrado el cerco" sobre las
instituciones bancarias donde se encuentran, y que el que quisiera retirarlos
sería inmediatamente capturado.
Con
Saddam en sus manos, lo que intentan -señalan- es armar un andamiaje jurídico
internacional para que esos fondos "regresen a Irak", cuya administración
está en sus manos.
En el mes de abril de 2003,
a dos
semanas de haber ingresado las tropas de EEUU en la capital iraquí, fue detenido
en Bagdad por fuerzas especiales el medio hermano de Saddam,
Barzan Ibrahim Hasan al-Tikriti,
a quien se lo sindica como un actor clave en el manejo de esos cuantiosos
fondos depositados en el exterior.
Horas después
corrió la misma suerte el ex Ministro de Finanzas del régimen, Hikmat Ibrahim
al-Azzawi, quien fue entregado por la policía iraquí a cambio de la recompensa
ofrecida por su cabeza.
Al-Tikriti
ocupaba el puesto 45 en el famoso naipe de "los 55 más buscados", en
tanto que al-Azzawi figuraba en el lugar 55 de la lista.
A partir de la
detención de estos dos hombres la CIA intentó reconstruir la ruta del dinero
de Saddam, una cuantiosa fortuna que en los últimos 12 años fue engrosada
sobre la base del contrabando de petróleo y de comercio ilegal que
ejercitaban violando el bloqueo económico de la ONU.
Barzan Ibrahim Hasan al-Tikriti
dirigió el servicio de inteligencia iraquí de 1979 a 1983 y fue embajador ante
la ONU en Ginebra entre 1988 y 1997, desde donde se cree controló y manejó la
extensa red de dinero ilegal que el régimen iraquí acumuló durante 24
años
Desde el fin de la primera
Guerra del Golfo, Saddam Hussein y su régimen aprovecharon el embargo
económico impuesto por Naciones Unidas para enriquecerse. Según la revista
Time, citando al Departamento de Estado, la fortuna personal del dictador
lo ubica entre los más ricos del mundo, ascendiendo a los US$ 7.000
millones.
Desde la vigencia del
programa petróleo por comida, Saddam y su entorno montaron una
inteligente estrategia de negocios que incluía contrabando, triangulaciones y
otras tácticas comerciales en "negro" para sacarle el máximo provecho.
De acuerdo a lo establecido
en el programa, Naciones Unidas era la encargada de controlar los precios del
crudo iraquí y de administrar los fondos obtenidos en consulta con el gobierno
de Irak.
El régimen de Saddam
ofrecía el petróleo a precios más bajos que los del mercado, los que luego
-sospechosamente- eran aprobados> por los funcionarios de la ONU. El
gobierno iraquí a posteriori, cobraba una comisión en negro a los
compradores finales del petróleo, los que igual se beneficiaban con un precio
más bajo.
Muchos en Washington creen
que este mecanismo no se podía haber implementado sin la complicidad de algunos
funcionarios encargados de la supervisión del programa.
Los dineros obtenidos eran
depositados en cuentas bancarias del régimen iraquí en países extranjeros, donde
la ONU no puede ejercer ningún control. Solamente durante el año 2000, se
calcula que por esa vía Saddam engrosó su fortuna personal en US$ 300
millones.
Más rentable aún resultaban
las maniobras de contrabando directo de petróleo.
Por un lado, traficaban
crudo directamente desde el Golfo, camouflado en pequeñas o medianas
embarcaciones. Estas operaciones habrían sido favorecidas por la intervención en
el negocio de altos oficiales navales de las fuerzas norteamericanas, los que
hacían la "vista gorda" ante el movimiento contínuo de esas naves
cargadas de petróleo.
Otra ruta utilizada para
sacar crudo desde el país era el oleoducto que sale por Jordania. Ese país se
beneficiaba del contrabando importando ilegalmente -según los cálculos del
departamento de Energía norteamericano- cerca de 110 mil barriles diarios, a
precios más bajos que en el mercado.
Las ganancias de esas
transsacciones en negro iban directamente a Bagdad. Y de allí ingresaban
a una compleja red financiera internacional cuya ruta ahora intentan
establecer la CIA y el Pentágono a partir de la captura de los hombres por cuyas
manos pasaron esos destinos.
Hace dos años comenzó a
funcionar otro oleoducto a través de Siria. El gobierno de ese país estableció
un acuerdo con los iraquíes gozando de los mismos beneficios que el régimen
jordano. Mas que por "amor a la causa árabe" la estrecha relación de los
gobiernos de Siria y de Jordania con Irak estuvo marcada por beneficios
comerciales mutuos.
La no aparición de los
"fabulosos" arsenales de armas de destrucción masiva tras la ocupación de
Bagdad, indica que las mismas, o fueron sacadas previamente de Bagdad o nunca
existieron.
En ese caso, los cuantiosos
fondos obtenidos por medio del comercio ilegal y el contrabando estarían
concentrados en incontables cuentas de entidades internacionales y paraísos
fiscales.
Se calcula que el régimen
iraquí acumuló depósitos bancarios y activos por US$ 20.000 millones a lo
largo y ancho del mundo.
Con esos capitales montaron
empresas pantallas con las cuales burlaron el embargo económico.
Una parte menor de esos
fondos fueron invertidos en tecnología informática y en la compra de armas y
municiones para su vetusto ejército. Se estima que esas armas fueron provistas
por ex países del bloque soviético, como Rusia y Bielorrussia.
A la vez, y utilizando
consultoras y empresas fantasmas cobraron comisiones exorbitantes por
contratos legales con empresas europeas y chinas.
Por medio de Barzan, quien
administraba desde su cargo de embajador de Irak en Ginebra esa red de dinero en
negro, EE.UU. intenta descubrir uno a uno los nodos que la integran.
Fuentes en Washington
manejan la versión de que, una vez detectados esos fondos, el gobierno imperial
de Estados Unidos los reclamaría en carácter de resarcimiento por los gastos
que demandó la operación militar de invasión. O sea,
US$ 20.000 millones.
Y teniendo en
cuenta que el reclamo sería presentado ante un gobierno de Irak controlado
por Washignton, no hay ninguna duda sobre los resultados que obtendría.
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