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25Dic03 (IAR-Noticias)
Por Rodrigo Guevara
Guerra y "capitalismo sin fronteras"
Las
guerras imperiales de conquista como la que EE.UU. lanzó
contra Irak no se hacen por razones ideológicas sino por
necesidades de conquista económica.
Estados
Unidos, indiscutible potencia "unipolar" del capitalismo dominante, no es
una excepción en la materia. Su abrumante superioridad
tecnológica-científica-militar está (como estuvo el poder militar de otros
imperios) al servicio de la expansión económica-planetaria de sus bancos y
trasnacionales.
El
concepto de "capitalismo transnacional" significa en la era informática, la
presencia de un "capitalismo sin fronteras" asentado en dos pilares
fundamentales: la especulación financiera informatizada (con
asiento territorial en Wall Street) y la tecnología militar-industrial de
última generación (cuya expresión máxima de desarrollo se concentra en el
Complejo Militar Industrial de EEUU).
El modelo, impulsado en la década del 90 por el llamado Consenso de
Washington, respondía a un nuevo proyecto estratégico de desarrollo y
acumulación expansiva del capitalismo financiero transnacional, en la era
de las comunicaciones digitales.
La combinación interactiva de las redes informáticas, el sistema satelital y
las telecomunicaciones, posibilitaron la era de los mercados informatizados y
sin fronteras.
Así nació la era de la globalización financiera. La industria del dinero
especulativo en alta escala. El dinero como productor de dinero.
Circulando sin barreras. El dinero como un producto en sí mismo. El dinero
informático. Reproduciéndose a velocidades increíbles a través de los
continentes.
De esta manera se consumó el proceso de acumulación y concentración capitalista
más asombroso de toda la historia. La llamada burbuja financiera o
"exuberancia irracional". Con base territorial y operativa en Wall Street.
Como
prueba más fehaciente: el índice Dow Jones tardó 100 años en alcanzar los 5000
puntos. Y en solo 3 años superó la barrera de los 10.000 puntos, en la década
del 90.
En Wall Street, el templo supremo del dinero sin fronteras, se cotizan
anualmente títulos, bonos y acciones por 12 billones de dólares. Casi el
equivalente a 2 veces el PBI anual de 180 países en vías de desarrollo.
Es dinero volátil. Reproduciéndose y concentrándose a escala planetaria. Pero
con un punto de regreso y refugio preciso: la Reserva Federal
norteamericana. El capitalismo no tiene fronteras. Pero el dólar, su moneda
patrón, solo atiende en EE.UU.
La
combinación del superpoder militar de Estados Unidos con el superpoder
económico-financiero de Wall Street, dió como resultante el imperio único,
cuyo radio de influencia y dominio abarca a 121 países en los cuales Estados
Unidos tiene presencia directa o influencia militar en estos momentos.
Siempre existió una relación concreta entre las guerras de EEUU, el
petróleo, la venta de armas, y la expansión del poder capitalista global
concentrado en Wall Street y en las metrópolis financieras europeas.
Puede decirse, contradiciendo la opinión de algunos analistas, que no existe un
capitalismo petrolero-armamentista por un lado, o un capitalismo
bancario-financiero por el otro.
Ambos son la cara de una misma moneda. En las guerras como en la "pax"
del imperio, las petroleras, el complejo militar-industrial y la catedral
financiera de Wall Street funcionan desigual y combinadamente encuadrados en un
mismo objetivo: la búsqueda de expansión y acumulación de la ganancia
capitalista a escala planetaria.
El
complejo entramado de "vasos comunicantes" entre el capitalismo
financiero, tecnológico, industrial, de servicios, informático y comunicacional
revela un grado increíble de concentración, diversificación, e intereses
comunes de las megacorporaciones transnacionales que se dividen el planeta
como un gran mercado.
Tanto las "cuatro grandes" contratistas del complejo militar-industria
(Lockheed Martin, Boeing, Raytheon, General Dynamics),
como las "cuatro hermanas" (Exxon-Mobil, Chevron-Texaco, Royal Dutch
Shell y BP) que monopolizan la extracción y
comercialización del petróleo a escala mundial, cotizan sus acciones y se
capitalizan en la bolsa de Wall Street.
Y como ya sucedió en Yugoslavia, en Afganistán, y ahora está sucediendo en Irak,
detrás de los aviones, los tanques, y las "bombas inteligentes" siempre llega
un ejército de lobbistas, consultores y representantes de los bancos y grupos
de inversión de Wall Street dispuestos a "invertir" en la
reconstrucción de las infraestructuras e instalaciones destruidas por los
bombardeos.
Detrás de cada cada guerra, están los fabricantes de armas que extraen su
ganancia capitalista del billón de dólares anuales destinados a los
presupuesto militares. Están las petroleras y gasíferas que explotan y
regulan los mercados multimillonarios del petróleo y la energía. Están los
megabancos y megagrupos de inversión de Wall Street (Citigroup, Goldaman
Sachs y J.P.Morgan-Chase) que
embolsan
fabulosas sumas "financiando" las "recontrucciones" de los países arrasados por
los misiles y las bombas inteligentes.
Y también las poderosas trasnacionales industriales como Ford o
General Motors, o los megaconsorcios de la electrónica y de la informática
como IBM o Microsoft, las
líderes de la llamada "nueva economía" y de la tecnología de última
generación, que suscriben contratos por miles de millones de dólares con el
departamento de Defensa de los Estados Unidos.
Todo este complejo entramado de intereses capitalistas están entrelazados
entre sí por medio de fusiones, de accionistas y de estructuras societarias
anónimas, o por el simple hecho de compartir los mismos directivos y
accionistas.
Conforman las
redes del capitalismo globalizado, cuyas
filiales y casas matrices pueden estar en Europa, Asia, o en cualquier
continente, pero sus redes operativas centrales tienen su terminal en Wall
Street o en el Complejo militar-industrial de EE.UU.
Sus directivos y gerentes son a su vez funcionarios del Estado, de la
Justicia o del Poder Judicial de la potencia hegemónica, y cuya función en
el cargo es la de hacer lobby en favor de los intereses de la red de
transnacionales que representan.
La ocupación
militar de Irak no es obra exclusiva de un grupo de halcones militaristas
mesiánicos en cabezados por W Bush. Ellos apenas representan la parte
gerencial-militar de un complejo entramado de intereses económicos y financieros
cuyos planes de conquista y expansión nunca se detienen.
Las
administraciones de turno de Washington sólo representan su cara más brutal y
visible por medio de las cual se desvian las reales motivaciones de
explotación económica que conllevan las guerras por conquistas territoriales
del imperio americano.
Detrás de la
invasión y ocupación militar de Irak, están los bancos, petroleras, gasíferas,
fabricantes de armas, medios de comunicación, tecnología aeroespacial,
informática, laboratorios, biotecnología, industria, construcción,
electrificadoras, y todo lo que existe en el mundo del capitalismo
globalizado y sin fronteras.
Es precisamente la historia que no cuentan los "analistas" y corresponsales de
las cadenas internacionales de noticias que relatan la guerra y la ocupación
militar como si fuera un partido de fútbol entre "buenos" y "malos".
Y con
estructuras mediáticas financiadas por avisos comerciales de las mismas
multinacionales que se benefician económicamente con las masacres
cíclicas de la maquinaria bélica norteamericana.
El poder
"locomotora" del Imperio
Es ingenuo reducir el accionar del imperio angloamericano (potencia regente del
capitalismo a escala mundial) a una aventura de halcones-guerreristas-petroleros
nucleados en el gabinete de Bush.
Decir que las guerras imperialistas son particularmente "petroleras", o
"armamentistas", o "financieras", es reducir la comprensión del
fenómeno capitalista
como totalidad
interactiva.
El
capitalismo trasnacional funciona como un proyecto totalizado.
No solamente conquista militarmente y explota recursos naturales y mano
de obra de los países dominados. También somete financieramente, maneja
y legitima gobiernos títeres funcionales a sus intereses, direcciona y
modela conductas sociales mediante la prensa y los periodistas cómplices, y
nivela necesidades de consumo iguales a para todo el planeta.
Los Cheney,
los Rice, o los Rumsfeld, o el propio W. Bush son simples ejecutores de
estrategias militaristas de Estado, cuyos objetivos reales se asientan en las
frías matemáticas capitalistas de los altos ejecutivos de las
transnacionales y los bancos de inversión de Nueva York o de las metrópolis
europeas.
Militarmente EEUU se comporta como lo que es: la potencia regente unipolar, el
Estado imperial del capitalismo planetario, el gendarme armado del mundo
explotador, cuyo poder científico- económico- tecnológico- militar supera al
de todas las potencias juntas de Europa o de Asia.
La abrumante supremacía militar y tecnológica de EE.UU. es tan funcional
y necesaria al capitalismo explotador, como la policía es necesaria para
proteger de sus víctimas al usurero.
Es imposible pensar la explotación del hombre por el hombre realizada por
el capitalismo, sin el poder militar-tecnológico-imperial detrás.
Estadísticamente, en el desarrollo histórico de todos los procesos imperialistas
de la humanidad, primero estuvo la conquista militar- territorial, luego
la conquista y el sometimiento económico, luego la colonización
cultural, y hoy, en la era de la informática y las comunicaciones digitales,
la colonización mediática, que cierra el círculo de dominación en la
cabeza del sometido.
Estados Unidos es el dueño de la moneda patrón del mundo: el dólar (el
80% de las transacciones internacionales se efectúan en esa moneda). Es
el propietario de la Reserva Federal, del Complejo militar-industrial
más poderoso del planeta, del poder tecnológico-informático mundial situado en
Silicon Valley, y del templo financiero de Wall Street (la
meca del capitalismo mundial).
Es el dueño real del FMI, de la ONU, de la OTAN y de todas
las instituciones multilaterales de crédito. Su PBI anual es igual al de las
nueve primeras potencias capitalistas juntas, y equivale a la producción anual
de más de 180 países del área subdesarrollada del mundo.
Matemáticamente, su poder representa entre el 50 y el 60% de todo lo que
hay en el planeta, y es el propietario del arsenal nuclear y militar más
grande del planeta (capaz de destruir decenas de veces la Tierra).
Y por si eso no bastara, es el dueño de Hollywood y de las cadenas televisivas y
radiales más poderosas del planeta.
El
desarrollo expansivo del capital transnacional (industrial, tecnológico o
financiero) está atado al rol y al poder militar-guerrerista del
Estado imperial norteamericano.
La expansión en el exterior de las corporaciones multinacionales se apoya en
el arsenal nuclear y en la maquinaria militar de la potencia regente.
El Estado imperial locomotora, y los Estados "vagones" de sus socios menores
europeos, regulan los mercados, y protegen sus intereses en el mundo
dependiente protegidos por la maquinaria militar-guerrerista de los halcones
estadounidenses.
La fórmula de la locomotora imperial y de sus socios (inestables)
capitalistas de Europa se resume en un axioma: libre mercado y destrucción de
los estados nacionales en el mundo dependiente,
estado
nacional y proteccionismo estratégico hacia adentro de sus fronteras.
Nucleados formalmente dentro de la OTAN, el gran Estado locomotora militar-
imperial de USA y sus países socios, protegen las estrategias
conquistadoras de sus transnacionales extendidas por toda la geografía
dependiente de Asia, Africa y América latina.
Un informe del Financial Times de mayo de 2002, analiza que casi un
48% de las mayores compañías y bancos en el mundo son de los EE.UU. y un 30% son
de la Unión Europea, sólo 10% son japoneses.
En síntesis, casi 90% de las mayores corporaciones que dominan la
industria, la banca, y los negocios son estadounidenses, europeas o japonesas.
Africa y América Latina no figuran en la lista.
Cinco de los 10 principales bancos, seis de las 10 principales compañías
farmacéuticas y/o biotecnológicas, cuatro de las 10 principales compañías
de telecomunicaciones, siete de las principales compañías de
tecnologías de la información, cuatro de las principales compañías de
petróleo y gas, nueve de las 10 principales compañías de software,
cuatro de las 10 principales compañías de seguros y nueve de las 10
principales compañías de comercio minorista, son estadounidenses.
La concentración de poder económico de los EE.UU. es aún más evidente en el
círculo de las mayores compañías, donde los Estados Unidos tienen una
abrumadora presencia y dominio.
Entre las 10 principales transnacionales del mundo: 90% son propiedad
estadounidense; de las principales 25, 72% son propiedad estadounidense; de
las principales 50, 70% son estadounidenses y de las principales 100, 57% son
propiedad estadounidense.
Los flujos de los sectores financiero, farmacéutico, de software y de seguros
están formados por las diez principales compañías estadounidenses y europeas.
Los mercados mundiales están divididos entre las principales 238 compañías y
bancos de los EE.UU. y las 153 de la Unión Europea,
y el 80% de las principales corporaciones de petróleo y de gas son
propiedades estadounidenses o europeas.
La concentración del poder económico mundial en las corporaciones y
bancos norteamericanos, y en menor medida, en los de la Unión Europea, revela
claramente la condición de "socios principales" de los países europeos en
las estrategias económico-militares de EE.UU. por todo el planeta.
Claves
económicas de la conquista de Irak
Ninguna administración de Washington inicia una guerra, sin el aval o el
consentimiento del poder real del capitalismo norteamericano con asiento
en Nueva York.
La maquinaria política y administrativa del Estado imperial norteamericano está
en función de las necesidades expansivas de sus bancos y trasnacionales.
Los propios funcionarios, integrantes del Gabinete o legisladores son empleados
o altos directivos del poder económico.
Como ya se dijo más arriba, el capitalismo petrolero o armamentista
del Pentágono, es parte integral y funcional del capitalismo financiero
con sede en Wall Street y en las metrópolis europeas.
Bush y sus halcones militaristas, como lo fueron Clinton y su troupe
bancaria, son operadores circunstanciales de las necesidades estratégicas de
un capitalismo que, más allá de sus competencias internas entre "halcones" y
"moderados", funciona en una interacción económica - militar totalizada.
Clinton, Rubin, y el Consenso de Washington lanzaron la "burbuja
financiera" de libre mercado y capitalismo sin fronteras, pero también
lanzaron la invasión militar a Yugoslavia con el objetivo de expandir el
capitalismo hacia los ex países comunistas de Europa del Este.
Bush y sus halcones petroleros representan una extensión, por otras vías, de ese
capitalismo transnacional que hoy ejercita una política expansiva de doble vía
por todo el planeta.
Por un lado articulan sus estrategias capitalistas con gobiernos títeres y
democracias formales con las que legitiman sus negocios; por el otro,
el Estado militar-imperial y la CIA desestabilizan gobiernos rebeldes o
invaden países al más puro estilo de los imperios militares más descarnados,
como lo están haciendo en Irak.
En los 90 la especulación financiera obró como la fuerza motriz
principal de la ganancia capitalista, sobre todo en Asia y Latinoamérica.
Hoy la conquista militar se dirige a los centros estratégicos del petróleo y
la energía, vitales para la supervivencia de la sociedad de consumo
norteamericana y del occidente capitalista.
Estos nuevos polos de expansión y desarrollo capitalista son claves para
la superación del declive de la " burbuja" especulativa del capitalismo
financiero de los 90.
Las " cuatro hermanas" del petróleo, o las cuatro contratistas mayores del
Complejo Militar Industrial norteamericano, son hermanas siamesas de los bancos
y grupos de inversión sintetizados en el Citigroup o el Morgan-Chase.
El poder económico, la base del Estado militar-imperial norteamericano, se
concreta en cifras estadísticas, en números, en los dos billones de dólares del
presupuesto de los Estados Unidos. Billones de dólares aspirados principalmente
por la explotación financiera y la monumental transferencia de recursos
desde los países dependientes.
Este proceso fue potenciado por el desmantelamiento de los Estados
nacionales y de sus legislaciones protectoras, realizado por el modelo de
"libre mercado" con apertura irrestricta de sus economías, que dejaron a los
Estados dependientes (Argentina como el caso más extremo) sin el manejo de sus
recursos y en manos de la voracidad del capital financiero.
Hoy la dinámica capitalista, con economías, tanto centrales como dependientes,
en crisis y en recesión, orienta nuevamente su reactivación hacia
el petróleo y el desarrollo de la tecnología y la industria armamentista.
Desde la última Guerra Mundial,
el gasto militar ha sido el instrumento privilegiado de la reactivación del
Estado imperial y de sus asociados.
El Complejo militar-industrial con sus megaproyectos financiados por el
capitalismo de Wall Street, fue el motor principal de la reactivación
económica estadounidense.
La recuperación norteamericana de 1982-90 se sostuvo en un incremento del 50% de
los gastos bélicos, que a su vez determinaron un salto de la deuda pública de
EE.UU., del 27% del PBI en 1980 al 63% en 1993.
En ese lapso, EE.UU. llegó a invertir el 66% de su presupuesto de investigación
en el área militar, contra el 19% de Alemania y el 9% de Japón.
Con la invasión y la ocupación de Irak nuevamente la reactivación económica del
imperio apuesta a la economía bélica y a un avance de sus trasnacionales
industriales y financieras montadas en la invasión militar.
En este proyecto estratégico, la conquista de Irak no está pensada solamente en
función del petróleo y de las armas.
La posesión del petróleo iraquí obrará como fuente de inversión de un nuevo
proceso de acumulación a través de la "reconstrucción" y la
"modernización" del país después de la destrucción militar.
Infraestructura, carreteras, electrificación, construcción , entre otras,
conforman los sustentos básicos de gigantescos proyectos de inversión
provenientes de los megagrupos y megabancos de Wall Street y de Europa.
Como dicen algunos patricios del capitalismo neoyorquino en la intimidad :"vamos
a construir un nuevo Iraq con el petróleo iraquí"
Con Irán y su petróleo perdieron a fines de los 70 a su principal bastión de
acumulación capitalista en la región. Veinte años después, se apoderaron de
Irak para desarrollar una nueva plataforma económica de expansión y
cerrar su control militar estratégico sobre el Medio Oriente y el Golfo
Pérsico.
Después, si antes no les estalla el mundo en las manos, apuntarán a la
recaptura de Irán y su petróleo, y desde allí intentarán reedificar un
nuevo megaproyecto de acumulación capitalista similar al pensado para Irak.
Con la ocupación militar de Irak, Irán quedó geopolíticamente aislado y
militarmente rodeado por la maquinaria militar y las bases de EEUU instaladas
en su frontera.
La futura invasión militar a Irán ya está escrita y planificada por los
estrategas del Pentágono, y figura como prioridad en la agenda de Bush y
sus halcones.
Pero
esa nueva escalada guerrerista-expansiva está
sujeta a dos factores principales: la evolución de la resistencia
iraquí y la relación con sus aliados "inestables" de la ONU,
principalmente con Francia, China y Rusia.
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