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(IAR-Noticias) 27-Oct-05
Por Manuel
Freytas - manuelfreytas@iarnoticias.com
Así como la nueva elección
del domingo en la Argentina sirvió
para "legitimar" al turno gerencial de Kirchner también sirvió para borrar a
la izquierda electoralera de todos los lugares que solía
frecuentar en el Parlamento.
La atomización de los partidos de
izquierda, unido a su asimilación al sistema de corrupción parlamentaria, a su
falta de discurso alternativo a los partidos del sistema, llevó a que todos
sus representantes perdieran las bancas que pusieron en juego.
De esta manera Luis Zamora, Mario
Cafiero, Patricia Walsh, Ariel Basteiro y Jorge Rivas fueron barridos por la
derechización creciente del electorado que dividió sus preferencias entre los
candidatos del "menú" tradicional, como Macri, Carrió y el mismo gerente de
turno del Imperio, representado por sus esposa Cristina Kirchner.
En cuanto al resto de la izquierda electoral no le fue mejor que a Zamora.
El Movimiento Socialista de
los Trabajadores, de Patricia Walsh, arañaba un 2%, y por debajo del 1% de
los sufragios quedaban el Partido Humanista, el Partido Obrero de
Jorge Altamira y otras organizaciones de izquierda que en las elecciones
de mayo de 2000 habían sumado un 11% de los votos, sin la competencia de
Zamora
"Evidentemente la gente no contempla a la izquierda como alternativa porque ve
que la forma de hacer política es la misma que la de los partidos tradicionales",
señaló Luis Zamora luego del cierre de los comicios.
Urnas y democracia como estrategia de dominio
Pero
para apreciar en toda su dimensión este proceso de control social y político con
urnas y elecciones es preciso contar con un marco referencial de la
nueva estrategia que Washington comenzó a implementar tras la derrota de los
movimientos revolucionarios armados en América Latina.
Con la desaparición de la
guerra por áreas de influencia con la URSS, las viejas consignas
"anticomunistas"
de las dictaduras militares formadas en la Escuela de las Américas fueron sustituídas
gradualmente por las banderas de la
lucha contra el terrorismo,
las drogas y el crimen organizado
con las que hoy EEUU justifica su injerencia intervencionista militar en la región
latinoamericana.
Ya desaparecido el "peligro rojo" con la
URSS, y sin movimientos armados abocados a la toma del poder en América Latina, la "guerra contraterrorista" sustituyó en el tiempo a la "guerra antisubversiva" aplicada
por las dictaduras militares de la década del setenta.
Las nuevas
hipótesis de conflicto regional
y las coordenadas de
control militar-estratégico
se trazaron a partir de la
"guerra contra el terrorismo",
que reemplaza en la lógica doctrinaria de dominio a la
"guerra
contra el comunismo"
de la década del setenta en Latinoamérica.
Paralelamente, y en el plano político, en la década del 80 los gobiernos
"democráticos" fueron sustituyendo a los viejos y gastados gobiernos
militares mediante elecciones, procesos constitucionales, y banderas de
defensa de los derechos humanos.
Por supuesto -y como está demostrado hasta el
hartazgo- que no se trata de una democracia entendida en el sentido histórico
del término, sino de una cáscara vacía con simulacro de participación popular,
donde las minorías siguen conservando el poder real y los accesos a cargos
ejecutivos y parlamentarios por medio de la financiación de los candidatos y
sus campañas.
En otras
palabras, la estrategia del control político y social por medios militares,
fue sustituida gradualmente por administraciones civiles, poderes
ejecutivos, parlamentos y cortes de justicia totalmente maleables a los
intereses y objetivos de Washington en la región.
En los 80, salvo en Colombia, los militares de la
"seguridad nacional" ya habían terminado con la resistencia armada en América
Latina, había desaparecido la URSS como punto de referencia logística y
organizativa de los movimientos revolucionarios, y Washington resolvió imponer un
orden regional basado en el pacifismo, la democracia y los derechos humanos.
El nuevo sistema de control político y social
se situaba en las antípodas del anterior (basado en gobiernos y dictaduras
represivas), y explotaba el consenso masivo que despertaba la apertura de
procesos constitucionales después de largos años de dictaduras militares con
supresión de elecciones y parlamentos.
Pero fuera del maquillaje democrático (del
formalismo del estado de derecho y del régimen electivo-parlamentario),
Washington siguió ejerciendo el control sobre los recursos estratégicos y el
sistema económico-productivo de los países mediante la asociación con las
elites de poder y las clases políticas locales, quienes se reservan para sí los
controles ejecutivos, parlamentarios y judiciales del Estado.
De tal manera, que del gerenciamiento militar
del dominio se pasó al gerenciamiento civil del mismo, sin alterar para
nada el proceso de control económico por medio del cual los bancos y
empresas transnacionales continuaron transfiriendo recursos y ganancias a EEUU y
a las metrópolis europeas.
En ese nuevo
escenario de poder geopolítico-estratégico, legitimado por gobiernos satélites
elegidos en elecciones populares, Washington consolidó su dominio regional
en un teatro latinoamericano sin lucha armada y sin estallidos
revolucionarios, y con las organizaciones populares y de izquierda
participando como "minorías" en los parlamentos dependientes.
En ese contexto (y más allá de la voluntad de las
facciones reaccionarias y conservadoras), desde hace más de veinte años la
estrategia de dominio de Washington y del Departamento de Estado en América
Latina consiste en impulsar los regímenes y gobiernos electos en las urnas,
más allá de que asuman o ganen elecciones con discursos de "izquierda",
"progresistas" o "neoliberales".
De manera tal, que hasta los golpes de Estado
ahora son "constitucionales y democráticos", como ya se demostró
claramente en la Argentina con el Cacerolazo que derrocó a De La Rúa, y
en Ecuador con el "golpe popular" que destituyó a Lucio Gutiérrez.
Como una extraña paradoja, esta estrategia está
claramente explicitada en un documento del Departamento de Estado
titulado: "Apoyo a los Derechos Humanos y la Democracia: Antecedentes de
Estados Unidos 2004-2005", divulgado el 28 de marzo, y que el lector puede
consultar en inglés en:
http://www.state.gov/g/drl/rls/shrd/2004
La Argentina como ejemplo paradigmático

La participación mayoritaria en la
votación (más del 72% del padrón) demuestra a su vez que la Argentina continúa
siendo uno de los enclaves paradigmáticos de la estrategia de "dominio
democrático" impulsada por Washington en la región.
El país donde hace cuatro años se
desarrolló el Cacerolazo con la consigna del "que se vayan todos" votó
masivamente "eligiendo" los candidatos del sistema, sin tener en claro
porqué ni para qué, dado que todos están nivelados en un mismo discurso y las "propuestas"
son las mismas para todo el conjunto: no salirse de los programas impuestos
desde el Departamento de Estado y el Tesoro norteamericano.
Luis Zamora, Patricia Walsh, Mario
Cafiero, Jorge Rivas y Ariel Basteiro, dejarán el Congreso el
10 de diciembre.
Ninguna de las "propuestas" que desplegaron
alcanzó el número necesario para acceder a un escaño
parlamentario y estuvieron lejos de transformarse en una alternativa
electoral para los propios sectores sociales que aspiran a representar.
La izquierda pagó así el precio de su
"juego electoralero" que la lleva a servir de claque minoritaria "opositora"
en el Congreso, y sin poder transformar la realidad dominante donde los
grupos mayoritarios que controlan las cámaras se reparten los negocios y votan por
simple mayoría las leyes que envía el Ejecutivo para beneficiar a los grupos
económicos, que a su vez reparten las coimas entre los legisladores.
De esta manera, en un sistema
político-electoral controlado por el dinero del establishment económico y de los
consorcios mediáticos (también propiedad de los grupos económicos) la izquierda
parlamentaria, minoritaria y sin ninguna chance de cambiar nada, legitima, en
carácter de "oposición", el "debate democrático" formal que se realiza
antes de "votar" una ley cuya aprobación ya fue arreglada en
negociaciones previas.
Los "discursos" de la
izquierda en el Congreso, cada vez más parecidos a los de cualquier partido
político del sistema, hacen bostezar y hasta aburren a un electorado al que cada
vez le importa menos lo que le sucede al semejante, y que -debido a la
alienación mediática y al lavado de cerebro- carece de conciencia y de
motivación para conmoverse con el sufrimiento social.

En la Argentina y en el resto de
América Latina, como cualquier observador inteligente lo puede comprobar, no
se votan "ideas" ni proyectos estratégicos de país, se votan "candidatos"
posicionados en las góndolas mediático-electorales por las encuestas, que
cumplen la función de "instalar" a los competidores en la psicología masiva que
los elegirá en las urnas.
¿Y cuales son los valores de un
votante nivel promedio estadístico en Argentina, por ejemplo?
Básicamente: consumir.
Consumir todo lo que venden los
consorcios mediáticos que monopolizan las usinas de "pensamiento": moda,
música, farándula, tecnología informática, compu, celulares, cantantes de
"onda", fútbol día y noche, urnas, "democracia", rock, discotecas,
cantantes pop, Maradona, y, si está en el exterior, tango, dulce de leche, y
"saudades" melancólicas del país.
El votante argentino -siguiendo la
tendencia general en América Latina- no tiene "pensamiento propio": es una terminal de los
medios electrónicos, de la TV, de la radio, de la "música", que graban día y
noche en su disco rígido las "ideas fuerza" que desarrollará en la
sociedad.
Su carácter de "alienado
globalizado" lo convierte en adorador de las grandes metrópolis, de toda la
invasión cultural que le modela el cerebro a gusto de las políticas consumistas
diseñadas por el mercado de la transnacionales.

El votante nivel promedio estadístico
-argentino o latinoamericano- vota en la urrna como compra cualquier producto en
un supermercado: inducido por la publicidad y las encuestas, por el marketing
electoral de los candidatos.
Y como compra imágenes, sonrisas,
eslóganes, jabones, frases huecas, lugares comunes, también compra
elecciones y candidatos marketinizados exactamente iguales para todos los
países de la región.
Conociendo a un candidato de la
Argentina, se conoce al resto de los candidatos de América Latina: todos dice
exactamente los mismo y están nivelados por el fundamentalismo "democrático"
y electoralero impuesto por Washington como estrategia de dominio.
Además, y como se sabe, con la
instauración del "libre mercado", de la "economía sin fronteras", y de la
destrucción de la función estratégica del Estado nacional en la década del
noventa, se terminaron las políticas "soberanas" en América Latina y
en el
resto del mundo dependiente.
Como sabe (y no lo dice) cualquier
experto, los gobiernos que asumen con las elecciones no están para ejecutar
proyectos estratégicos soberanos destinados a beneficiar a las mayorías, sino
para ejecutar programas nivelados igualmente para toda la región y cuyo
objetivo es beneficiar a las minorías del poder que controlan los
resortes del Estado (poder Ejecutivo, Parlamento y poder Judicial).
Cualquiera que analice atentamente
los "programas de gobierno" de cualquier administración latinoamericana, sea de
"derecha" o "progresista", (salvo Cuba y Venezuela), comprobará que todas
se parametran en los mismos objetivos:
A) política económica sujeta a
los programas y "monitoreos" del FMI (Tesoro estadounidense),
B) políticas de "combate al narcotráfico y el "crimen organizado"
(Departamento de Estado), y
C) políticas de "combate al terrorismo" (Pentágono y CIA).
En estos tres preceptos estratégicos
centrales, impuestos por Washington en la región, se basa el funcionamiento de
cualquiera de la treintena de administraciones de América Latina que
periódicamente son elegidas por "voto popular" en las urnas.
Diga lo que diga, ningún gobierno
"democrático" elegido en las urnas, puede traspasar con "juego propio" la regla
esencial impuesta por el FMI como axioma de correcta administración:
achicamiento del déficit fiscal y reducción del gasto social.
Esto significa que todo el ingreso
por el "crecimiento de la economía" (como sucede en la Argentina de
Kirchner) no será destinado al aumento de salarios o al gasto social orientado a
la salud, o a planes para combatir estructuralmente a la pobreza y la
desocupación, sino al pago de la deuda contraída con los organismo de usura
capitalistas internacionales.
Y la pregunta del millón: ¿para
qué se vota, si todos hacen lo mismo?
Se vota porque Washington necesita
legitimar con la "democracia participativa" un sistema de dominación y de
saqueo económico que de otra manera, y como ya sucedió en la década del 70,
tendría que ser impuesto por medio de dictaduras y represión militar.
De tal manera que la "democracia
participativa" y el sistema electivo-parlamentario, cumplen las funciones de
"catarsis colectiva", de simulacro de "cambio", de falsas alternativas
con "candidatos" que, con diferentes "discursos", representan a los intereses de
los bancos, corporaciones y establishment económico que controlan las
estructuras económico-productivas y los recursos naturales de la región.
Las elecciones son "libres" y
cualquier candidato puede presentarse.
Pero sólo tienen chance los que no
cuestionan ni combaten al sistema de macro-robo imperante (sistema capitalista)
y se prestan a las reglas de juego del doble discurso: prometer gobernar para
las mayorías y, tras ser elegido, gobernar para las minorías.
Quien se someta a esas reglas previas,
a ese contrato "no explícito" con los grupos de poder, podrá competir
"libremente" (en Argentina, Bolivia o en cualquier parte) contando con el universo
de "potencialización de imagen" que brindan las encuestas y las entrevistas
mediáticas con las cuales se "posiciona" un candidato para ser votado
masivamente.
Y hay otra lógica inexorable: si no
hay "esponsoreo" ni apoyo del poder económico, en sus diversas variantes y
expresiones, el candidato simplemente "no existe", ni jamás va tener
chance de ser votado masivamente.
¿La explicación?: las mayorías (cada
vez más derechizadas, ignorantes y alienadas) no votan "ideas" sino candidatos,
imágenes, discursos sin contenidos, todos nivelados por los mismos eslóganes,
lugares comunes y muletillas expresados por los candidatos del sistema:
"Vamos a luchar por la gente", "es
hora de cambiar la política", "hay que hacer un recambio político", "somos la
cara de la nueva política", y otras frases parecidas que el televidente escucha
aburrido en las radios o televisiones, y luego vota en las urnas.
¿Cómo puede ser -parafraseando a Lenín- que un sistema de engaño tan estúpido, tan a la "vista", no pueda ser
captado por las mayorías que, pese a las verificaciones estadísticas con cada
turno de gobierno, sigue votando a sus propios verdugos en las urnas?.
Hay dos
explicaciones posibles:
A) La
complicidad de la izquierda con el sistema de "dominio democrático"
(sistema electivo-parlamentario) al que ve como la posibilidad de acceder al
poder sin lucha armada y sin la necesidad de una acción revolucionaria
organizada desde la clandestinidad.
A pesar de que está histórica y
sobradamente probado por los hechos que el sistema no se suicida y que
sólo entrega el gobierno a quien representa sus intereses, la izquierda
parlamentaria sigue soñando con llegar al poder con un "programa de izquierda".
¿Y qué es un auténtico programa de
izquierda? Si mal no entendimos a Marx y a Lenin, desarrollar un programa de
izquierda significa terminar con el sistema capitalista de explotación del
hombre por el hombre.
Si la izquierda pretende llegar al
poder con elecciones y urnas sólo hay dos posibilidades: o es estúpida, o
ya tiene un pacto con el establishment como hizo Lula en Brasil, y ahora
lo está haciendo Evo Morales en Bolivia.
Esta complicidad de la izquierda con
la estrategia de "dominio democrático" la asimila al sistema, y cierra la
posibilidad de un espacio de comprensión alternativa a los sectores que
acceden a sus discursos.
Por lo tanto, salvo en los medios
alternativos de Internet, las mayorías no tienen ninguna chance de acceder a una
información que les haga comprender en forma práctica, sin ideología
fragmentadora, cómo funciona el sistema de saqueo capitalista al cual legitima
en las urnas con cada elección.
La izquierda, alienada ella misma
con la "democracia" capitalista, es parte de la explicación de porqué las
mayorías no cuentan con un espacio público de concientización del sistema y de sus
estrategias de engaño con las urnas y el "voto popular".
B) Los
medios de comunicación y su prédica de que si no se vota "se cae el sistema".
Como cualquier experto o persona
informada sabe, si la gente decide mayoritariamente no votar (no emitir
sufragio por ninguna lista o candidato), el único sistema que se cae es el
sistema de "dominio democrático" con urnas y elecciones.
El sistema "administrativo colonial"
de los países dependientes (latinoamericanos o de cualquier otra parte)
funcionan de la misma manera con políticos o sin políticos (ya se demostró con las
dictaduras militares).
La función de los partidos y los
políticos no es administrativa sino de legitimación de la dominación a través
de las urnas y los comicios.
Los que administran el sistema
son los tecnócratas que en las distintas áreas colocan los grupos de poder,
principalmente en la de economía.
Esto es simplemente verificable con
sólo rastrear dónde, en qué grupo económico, desarrollan (o desarrollaron) su actividad privada los funcionarios de cualquier gobierno.
No obstante esta realidad fácilmente
comprobable, los medios del sistema y sus soldados mediáticos ( periodistas y
"analistas") hacen votar masivamente a la gente (que odia a los políticos)
haciéndoles creer que la no elección de un candidato (sea por voto en
blanco, impugnado, o no voto) conduce al caos y a la destrucción del
sistema.
Izquierda y alienación

Como ya está dicho y demostrado por
los especialistas en psicología de masas, en un electorado sin
conciencia y sin reflexión totalizadora, las encuestas que proyectan a los
"ganadores" (aunque sean falsas al principio) cumplen la función de "órdenes" y
consignas para la psicología colectiva que (y por afán triunfalista) termina
votando a los mejor posicionados en las encuestas y haciendo realidad las
"predicciones" de los sondeos.
Por lo tanto sólo tienen "vida
electoral" masiva aquellos que son proyectados como "candidatos con chance"
por las encuestas, los medios de comunicación y los "analistas" del
sistema.
Sin ningún discurso coherente, con
pocas apariciones reales en los distritos de Buenos Aires, sin que se sepa para
qué va a servir su presencia en el Senado, sólo con eslóganes y
posturas discursivas de "diva política", Cristina, la mujer de Kirchner, fue
proyectada masivamente a través de "encuestas ganadoras" fabricadas por
empresas contratadas.
Ni Duhalde ni su mujer, Chiche (quien
contaba antes de las encuestas con el doble de intención de voto), pudieron
torcer la manipulación mediática infernal con la imagen farandulera de Cristina
que terminó volcando el voto de las mayorías bonaerenses a su candidatura.
Si en vez de Cristina, la
manipulación del aparato mediático (encuestólogos, publicitarios, periodistas y
"analistas" ) se hubiera volcado por el triunfo de Chiche, la mujer de Duhalde
(como ya pasó antes) hubiera sido la destinataria de los votos que el domingo
fueron a la mujer de Kirchner.
Como la izquierda (al menos la
izquierda parlamentaria) nunca se puso a
estudiar el sistema de colonización mental y manipulación de conducta social
con los medios de comunicación (que sustituyeron a los militares como
ejército de dominación), tampoco la mayoría de sus dirigentes entienden mucho de
lo que les pasa con el electorado que no los vota.
Los dirigentes de la izquierda
electoralera argentina, carentes de una visión estratégica de la metodología y
forma de control que hoy utiliza el capitalismo en la Argentina y en América
Latina, están totalmente asimilados a la estrategia de dominio
democrático con las urnas, pero sin contar con apoyo y esponsoreo de grupos económicos que proyecte con chance a sus candidatos.
Su propia dinámica contradictoria
(hablan de revolución y de "cambio de sistema", pero quieren ocupar bancas
minoritarias en el Parlamento del sistema) los aleja de la coherencia.
No son de aquí ni son de allá, no
representan a las mayorías que no los vota, ni son opción de "poder democrático"
para el establishment que sólo compra izquierda con "votos en las urnas".
Y ese es el punto de inflexión y la
razón principal de la desaparición de la izquierda como alternativa electoral
tras la elección del domingo en la Argentina.
La izquierda argentina, sin inserción
mediática como "alternativa electoral ganadora", sin encuestas ni
eslóganes que la posicionen y la inserten en el "sistema" de candidatos con
chance, con un discurso "reflexivo" de "cambio social" en un contexto social
masivo dominado por el individualismo y la alienación, está a contramano de la
historia.
Por lo menos de la historia entendida
en términos del juego electoral.
Su presencia hasta ahora en el Parlamento (aparte
de darles un buen sueldo, jubilación y estructura para "hacer política"
a sus dirigentes) sólo sirvió como "tribuna discursiva" para hacer
marketing electoral, sin saber hacer marketing electoral.
Además, con un Parlamento controlado
por bandas de políticos mercenarios legitimados masivamente en las urnas, sin
voces discordantes, sin tomas de fábrica, sin huelgas generales, sin conflictos
sociales violentos, con una sociedad ignorante y alienada para la cual el
sistema capitalista es el único medio de existencia posible, la izquierda
parlamentaria ya ni siquiera hace falta como simulacro de oposición en el
Congreso.
Mientras no se concientice la
estrategia de dominación de Washington con las urnas y la "democracia
participativa", mayoritariamente la población argentina y
latinoamericana (incluida la que
no tiene trabajo o está por debajo de la línea pobreza) seguirá votando para
legitimar a gobernantes y legisladores que sólo representan a los bancos y
consorcios económicos que saquean a los países de la región.
Y la izquierda, de no proyectarse a
otros niveles de conocimiento de la realidad y funcionamiento del poder
capitalista, si no edifica un discurso y una metodología alternativa, si sigue
creyendo, como predica Bush, que el mundo se cambia con urnas y más elecciones,
seguirá haciendo de furgón de cola del sistema.
Un sistema que, por ahora, y como se
demostró con las elecciones del domingo en la Argentina, ya ni siquiera la
acepta como furgón de cola.
El emergente social
Para contar con una apreciación sobre
el emergente social que han producido estos movimientos y gobiernos
democráticos impulsados por Washington y el Departamento de Estado durante
más de dos décadas, basta con leer el último informe de la ONU sobre la
pobreza en América Latina.
En el mismo se consigna que en América Latina
hay
222
millones de personas (el 43% de
la población regional) en estado de pobreza,
96 millones de personas
(un 18,6 por ciento de la población) en estado de
indigencia, y cuyos ingresos no les alcanzan ni para
comer.
Y como se sabe (así lo demuestran
muchos estudios económicos) las causas estructurales de la pobreza en
los países dependientes de América Latina residen en la concentración de
riqueza y en la transferencia de recursos que realizan los bancos y
trasnacionales que controlan los recursos estratégicos y el sistema económico-productivo, queda en claro cuales son los verdaderos beneficiarios de
los procesos democráticos impulsados por el Departamento de Estado.
Desde Bolivia para adelante, ese
nuevo mecanismo de dominio, con los bancos y empresas transnacionales
controlando los recursos estratégicos y las economías, está estadísticamente
demostrado en toda la geografía de América latina.
La estrategia explicitada claramente por un documento
del Departamento de Estado
Un
documento del Departamento de Estado norteamericano da pistas y referencias
claras de como Washington utiliza el "discurso y las banderas del dominado" para
imponer un nuevo orden hegemónico de control sobre los recursos estratégicos y
las economías de América Latina.
En todo su desarrollo el documente del Departamento de Estado,
recientemente difundido, explicita y deja en claro que la estrategia de EEUU en
2004 y 2005 "es de promoción de la democracia y los derechos humanos en el
mundo, así como las políticas y los programas concebidos con ese fin".
A continuación presentamos extractos significativos de ese documento, cuyo
original en inglés se encuentra en http://www.state.gov/g/drl/rls/shrd/2004
Traducción
de algunos fragmentos del informe presentado por el Departamento de Estado:
Prefacio
El año transcurrido ha experimentado lo que esperamos sea un cambio espectacular
en el panorama mundial. La participación de palestinos, afganos e iraquíes en
elecciones y la "Revolución Naranja" en Ucrania han sido ejemplos de la
aspiración universal de todos los pueblos para hacerse oír y gobernarse por sí
mismos.
Hoy, más de cincuenta millones de personas que vivían bajo regímenes brutales en
Afganistán e Iraq están encaminados hacia la democracia.
Luego de 23 años de conflicto e inestabilidad, el presidente afgano Hamid Karzai
lleva hacia delante su nación arrasada por la guerra.
Iraq ha dado pasos iniciales para sumarse a la creciente comunidad de
democracias del mundo. Vimos votar a los ciudadanos de ese país, que se hicieron
oír por primera vez en décadas pese a la amenaza de la violencia terrorista. En
otros lugares, los votantes palestinos reemplazaron una dirigencia anticuada con
otra que busca la paz con sus vecinos, y celebraron sus primeras elecciones
municipales desde el año 1976.
En otra región del mundo los ucranianos demostraron que no aceptarían que una
elección fuera manipulada o robada. En última instancia, hubo una elección
presidencial que reflejó verdaderamente la voluntad del pueblo.
Estos dramáticos acontecimientos ilustran vivazmente que ciudadanos de todo el
mundo comparten el deseo de vivir en sociedades libres cimentadas en un profundo
compromiso con la dignidad de cada individuo y el respeto por los derechos
humanos. Aunque los regímenes autoritarios y corruptos pueden reprimir durante
un tiempo las libertades y los derechos individuales, la historia nos demuestra
que el avance hacia la democracia es inevitable y alienta nuestro apoyo a los
derechos inalienables de los pueblos que aman la libertad.
Este tomo esclarece nuestra estrategia en 2004 y 2005 de promoción de la
democracia y los derechos humanos en el mundo, así como las políticas y los
programas concebidos con ese fin. Los programas sobre democracia y
gobernabilidad ofrecen ayuda técnica y otro tipo de apoyo para fortalecer la
capacidad de gobierno y desarrollar instituciones y estados democráticos
responsivos y responsables ante sus ciudadanos. El presidente Bush anunció hace
poco en sus discursos de toma de posesión y del Estado de la Unión una política
de ayuda a los movimientos democráticos de cada país, cuyo objetivo final es
acabar con la tiranía en nuestro mundo.
Reconocemos que cada país tiene una historia única y tradiciones que conformarán
su propia búsqueda de la libertad. Sin embargo, sea cual fuere el camino o el
ritmo, Estados Unidos está dispuesto a alistarse junto a aquellos que buscan la
libertad para sí mismos y para sus conciudadanos.
La defensa de los derechos humanos es una responsabilidad universal. Todos
debemos ser defensores de los derechos humanos. Aprovecho esta oportunidad para
rendir homenaje a todos aquellos que luchan por la libertad individual,
dondequiera que estén. Cada uno de ustedes desempeña un papel importante en
construir un mundo que respete la dignidad de cada persona y la igualdad de
derechos inalienables para todos. Su labor nos inspira a todos.
Condoleezza Rice
Secretaria de Estado
Estrategia estadounidense de derechos humanos y democracia
Estados Unidos, bajo el liderato del presidente Bush y el Congreso, ha hecho de
la promoción de la libertad la base fundamental de su política exterior. La
perspectiva presidencial de un mundo en el que reine la libertad ha sido
formulada claramente a lo largo de su gobierno, pero nunca más vívidamente que
en su reciente discurso de toma de posesión y en el Mensaje al Congreso sobre el
Estado de la Unión. Esta misma perspectiva se refleja en la legislación sobre
asuntos exteriores, que nos da las herramientas necesarias para convertirla en
realidad.
La libertad y la dignidad humana son indivisibles. De ahí se desprende que
nuestras políticas estén dirigidas a ampliar las libertades. Nuestra política de
fomento de la democracia y los derechos humanos brota de los ideales
estadounidenses y de nuestro interés nacional. Seguimos esta política porque es
justa y porque se ocupa del miedo, el odio y la desigualdad que contribuyen a la
injusticia, al terrorismo, a la violencia y a la inestabilidad.
Estados Unidos dedica energía y recursos significativos a la promoción mundial
de la democracia. El Departamento de Estado asume el papel de líder en la
integración de nuestras iniciativas de promoción de la democracia en todos los
aspectos de nuestra política exterior.
Al poner en práctica su estrategia de derechos humanos y democracia, Estados
Unidos emplea una amplia gama de herramientas diplomáticas, informativas y
económicas para adelantar sus objetivos de política exterior. Los funcionarios
estadounidenses comprometen a gobiernos, instituciones multilaterales,
organizaciones internacionales, organizaciones no gubernamentales e individuos
de todo el mundo para alentar las prácticas mejoradas de derechos humanos y la
transición a la democracia.
Los Informes anuales por Países sobre Prácticas de Derechos Humanos, el Informe
anual sobre Libertad Religiosa Internacional y este informe son ejemplos del uso
de tales herramientas informativas. Estados Unidos ofrece también ayuda
económica, financiera y técnica a países y organizaciones que desean ayudar a
encarar los retos a los derechos humanos y la democracia, inclusive mediante
programas bilaterales y multilaterales, al igual que a través de instituciones
financieras internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional.
Los programas sobre democracia y gobernabilidad ofrecen ayuda técnica y otro
tipo de apoyo para fortalecer la capacidad y desarrollar estados e instituciones
democráticas responsivos y responsables ante sus ciudadanos. Los programas se
organizan en torno a conceptos fundamentales que se consideran los elementos
básicos de construcción de la democracia. Los programas sobre la democracia
promueven el estado de derecho y los derechos humanos, las elecciones
transparentes y justas vinculadas a un proceso político competitivo, un entorno
abierto y libre para los medios informativos, una sociedad civil más fuerte,
mayor participación ciudadana en el gobierno y estructuras gubernamentales
eficaces, responsivas y responsables.
A los gobiernos que han demostrado la voluntad de reformar, Estados Unidos les
ofrece ayuda financiera, técnica y política para sus esfuerzos. A los gobiernos
que carecen de la voluntad de reformar, Estados Unidos -- como uno de los
pilares más antiguos de su política exterior -- les puede retirar su apoyo o
suspender tal ayuda cuando un país deja de dar los pasos suficientes para lograr
progresar en sus prácticas de derechos humanos. En cualquier caso, Estados
Unidos colaborará y brindará ayuda a aquellos que, dentro de una sociedad,
trabajan pacíficamente en pro de los procesos democráticos.
La oportunidad y selección de los usos de estas herramientas se ajustan a cada
situación. Escogemos la herramienta o combinación de herramientas que creemos
adelantará mejor los objetivos de política exterior del presidente. En
www.state.gov/g/drl/rls/42314.htm puede encontrarse una lista, en inglés, de
algunas de las leyes significativas acerca de este tema.
Nuestra lucha por los derechos humanos continuará en tanto haya regímenes que
infrinjan la libertad de sus ciudadanos y hasta que los ciudadanos sean capaces
de crear instituciones democráticas fuertes, de su propia concepción, que sean
capaces de proteger esas libertades en el futuro. Aunque este reto es
formidable, nos hemos comprometido a sostener el elemento principal y la
práctica de la democracia. Colaborando como estadounidenses y con nuestros
amigos y aliados de la comunidad de democracias, podemos abrir un camino hacia
la libertad para todos los hombres del mundo.
La libertad y la dignidad humanas son inseparables.
Apoyo a los derechos humanos y la democracia
Historial estadounidense 2004-2005
Hemisferio Occidental
El Hemisferio Occidental se ha transformado a sí mismo durante las dos últimas
décadas, pasando de una región dominada por regímenes represivos y autoritarios
a una en la que 34 de los 35 países tienen gobiernos democráticamente elegidos y
sociedades civiles cada vez mayores. A pesar de esa tendencia favorable, muchos
de los países del hemisferio continúan esforzándose por consolidar las reformas
democráticas y asegurar el respeto por los derechos humanos fundamentales.
En el curso del año, Haití afrontó la agitación política y el conflicto interno.
Tras la renuncia y partida del ex presidente Aristide a fines de febrero, se
nombró un gobierno interino por mandato de la constitución (IGOH) el 17 de
marzo. Con ayuda de la comunidad internacional, el IGOH emprendió en el curso
del año medidas importantes para volver a construir la democracia y el imperio
de la ley.
En Bolivia, donde los
ciudadanos siguen sin confiar en la habilidad de su gobierno de ofrecer una
dirección responsable y sensible, la inquietud del público disminuyó en el 2004
comparada con años anteriores. En Cuba, la represión constante contra los
disidentes en pro de la democracia y los activistas de derechos humanos siguió
siendo un problema grave. Los ciudadanos de Venezuela, enfrentados a un régimen
de gobierno cada vez más autoritario, acudieron a las urnas en agosto en un
intento de resolver de forma pacífica y democrática el estancamiento político de
la dirigencia del país.
Reconociendo estos desafíos, Estados Unidos prosiguió en 2004 sus iniciativas
para fortalecer las instituciones democráticas, promover la buena gobernabilidad
y la transparencia, respaldar el imperio de la ley y fomentar un mayor respeto
por los derechos humanos. Los esfuerzos de Estados Unidos se centraron tanto en
el compromiso diplomático a altos niveles como el trabajo de base con las partes
interesadas de la sociedad civil.
Estados Unidos proporcionó asimismo apoyo a las instituciones democráticas
claves de la región, incluidos los partidos políticos y la sociedad civil. Las
iniciativas para partidos políticos se enfocaron en la democratización interna,
la extensión a grupos marginados, la sensibilidad a las necesidades de los
votantes y una mayor rendición de cuentas. La asistencia a civiles y la
capacitación promovieron una mayor inclusión en el proceso democrático. Como
resultado de los programas auspiciados por Estados Unidos, en muchos países los
ciudadanos estuvieron en condición de exigir una mayor transparencia y rendición
de cuentas en el gobierno.
En Jamaica, la asistencia de
Estados Unidos aumentó la habilidad de la sociedad civil para influir en el
gobierno, lo que resultó en políticas más enérgicas para combatir crímenes
violentos. En la República Dominicana, el sostén diplomático y programático
estadounidense fue decisivo en allanar el camino para las elecciones, que fueron
reconocidas internacionalmente como libres y justas. En preparación de las
elecciones nacionales y municipales en Haití, Estados Unidos proporcionó fondos
para la inscripción de votantes, el desarrollo de partidos políticos y la
educación de los votantes.
Estados Unidos apuntaló los esfuerzos regionales para resolver los conflictos
internos, fortalecer el imperio de la ley, proteger los derechos humanos y
promover los derechos de los trabajadores. El Programa estadounidense de Paz en
Colombia fue desarrollado en 2004 en respuesta a los esfuerzos del gobierno para
ampliar las negociaciones de paz con los grupos armados ilegales.
Estados Unidos estableció
centros de coexistencia pacífica en siete municipalidades colombianas plagadas
por el conflicto. Estados Unidos asistió también las gestiones del gobierno para
reformar los códigos y procedimientos judiciales en toda la región, lo que
resultó en mayor eficacia y acceso a la justicia.
Estados Unidos coordinó
proyectos en la región para fortalecer los sistemas y mercados laborales
mediante el fomento de la libertad de asociación, la negociación colectiva y la
protección de normas laborales esenciales. Al abordar la trata de personas, los
esfuerzos estadounidenses fueron a menudo regionales, reflejando el hecho de que
la trata de personas es un problema que por definición se extiende más allá de
las fronteras nacionales.
Las gestiones contra la trata
de personas financiadas por Estados Unidos fueron particularmente robustas en
Brasil, Perú, Guatemala, República Dominicana y Honduras. La lucha contra el
trabajo infantil muchas veces procede de acuerdo con la lucha contra la trata de
personas, puesto que los niños son frecuentemente víctimas de la explotación en
ambas situaciones. Con el fin de abordar esta amenaza conjunta, Estados Unidos
apoya proyectos concebidos para aumentar la conciencia y reducir los casos de
trata de personas y trabajo infantil en la región.
El fortalecimiento de los partidos políticos en
América Latina
En las décadas recientes América Latina ha experimentado una ola de
democratización a medida que la región se aleja de las dictaduras del pasado.
Sin embargo, el proceso democrático sigue siendo frágil. Muchos ciudadanos en
América Latina consideran que los partidos políticos no están al corriente del
pueblo, se dejan guiar por los intereses de la élite, están plagados por la
corrupción y son incapaces de cumplir sus promesas o de demostrar liderazgo.
Para contrarrestar estas preocupaciones, el Instituto Nacional Democrático (NDI)
ha emprendido un proyecto cuyo propósito es rejuvenecer y fortalecer los
partidos políticos en Argentina, Bolivia y Perú.
El NDI, utilizando una metodología interactiva y de participación que enseña
"mejores prácticas" para la gobernabilidad democrática, ofreció en febrero
talleres regionales en los que participaron 18 representantes de organizaciones
que se especializan en capacitar a partidos políticos. La iniciativa del NDI,
financiada por Estados Unidos, pidió a cada participante que elaborara y pusiera
en práctica un proyecto que mejorara entre sus clientes la democracia interna,
la transparencia y la divulgación al electorado. Si bien este proyecto enfrentó
objeciones en Bolivia -- lo cual alude a la necesidad de redoblar los esfuerzos
de revitalización de los partidos políticos en ese país -- la iniciativa tuvo un
éxito visible en Argentina y Perú.
Los participantes se tomaron el
modelo de "capacitación del capacitador" a pecho y adaptaron el programa del NDI
para uso local. En las sesiones del seminario el NDI proporcionó metodologías y
materiales de capacitación para ayudar a los participantes a llevar a cabo sus
proyectos, entre los que figuraron la instrucción sobre resolución de problemas
políticos, la provisión de recomendaciones acertadas sobre políticas y las
actividades de divulgación a la juventud. Como un recurso más para los
reformadores de partidos políticos, el NDI publicó en su sitio web una serie de
estudios de caso, en español, que representan mejores prácticas que han tenido
gran éxito.
Versión completa en inglés:
http://www.state.gov/g/drl/rls/shrd/2004
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