(IAR-Noticias) 31-Oct-05
Por
Adrián Salbuchi - Especial, desde Argentina
Demasiadas cosas,
demasiado rápido: Algunas preguntas....
El
Nuevo Orden Mundial hoy muestra claras y profundas fisuras.
Existen fuertes indicios de que los
máximos Grupos de Poder mundiales y las “familias” que los dirigen, no se están
poniendo del todo de acuerdo respecto de la manera más eficaz de ordenar y
administrar el actual endemoniado Nuevo Desorden Mundial. Pareciera que
algunos cálculos y previsiones no están saliendo exactamente según lo previsto…
y eso a muchos los pone muy nerviosos…
Quizás la complejidad generada por
los rapidísimos avances tecnológicos haya superado a los dueños del Poder
Mundial; quizás pronto – o ahora, ¡ya! – nadie pueda controlar esta máquina
planetaria que amenaza con volverse en contra de sus creadores y modernos
aprendices de brujo. Quizás los objetivos puntuales de algunos de estos grupos
de poder privado se hayan desviado demasiado como para permitir un alineamiento
amistoso detrás de superiores objetivos en común.
Quizás alguno de éstos grupos hasta
se haya dado cuenta de que el Sistema Mundial actual - basado en enormes
concentraciones de poder y riqueza en muy pocas manos; en tecnologías y fuentes
energéticas destructivas; en una aberrante e inmoral guerra psicológica; y en un
sistema económico-financiero basado en la usura más despiadada imaginable - es
tan autodestructivo que su colapso sea tan sólo cuestión de tiempo.
Casi se presiente que se han
transgredido sagradas Leyes Superiores otrora inviolables; que somos arrastrados
y alejados del Orden Natural. La artificialidad pavorosa de nuestras vidas se
percibe por doquier. Un Leviatán planetario ha cobrado vida propia imponiendo al
mundo su danza demencial al compás frenético que marca un compacto grupo de
seres perversos que, desde las sombras, observa con suicida alegría cómo la
humanidad es llevada hacia un Holocausto universal.
¿Estaremos ante una situación
parecida a la que en el siglo I de Nuestra Era padeciera Roma cuando el
Emperador Nerón la incendiara regocijándose desde su balcón palaciego ante el
dantesco espectáculo, mientras hacía sonar su proverbial lira? Es más:
¿Estaremos sordos ante la voz de un Superior Misterio que hoy nos ordena tomar
partido por uno u otro bando en una Batalla Metafísica de proporciones
universales? Batalla en la que poderosas y oscuras Potestades exigen sangre
humana en Holocausto según un rito milenario de tinte lovecraftiano…?
Éstas y otras preguntas, que hubiera
sido ocioso hacerse algunas décadas atrás, hoy cobran dimensiones aterradoras
dada la capacidad destructiva, concreta y evidente, que detentan ciertos
grupúsculos de personas – apenas un puñado de poderosos que representan una
ínfima fracción de la humanidad – para desatar la guerra nuclear, química,
biológica, económica, financiera, social y psicológica sobre cualquier
región o, incluso, sobre todo el planeta. Y esto es apenas lo que se ve,
reconoce y puede inferirse…
¿Cuáles otras tecnologías
no-admitidas mantendrán ocultas estos demoníacos aprendices de brujo en su Caja
de Pandora, que resultan cada día más evidentes en lo que hace a su existencia y
aplicaciones inconfesables? ¿Habrán hallado la llave para modificar el clima y
generar gigantescas tormentas?
¿Sabrán cómo crear, controlar y
neutralizar (muy selectivamente) virus epi- y pandémicos para desatar un
genocidio universal? ¿Podrán controlar la psíquis humana individual (a
través del implante involuntario de microscópicos chips basados en
nanotecnologías), y también colectiva, a través de tecnologías apenas intuidas,
reforzando así el creciente control de las masas humanas impuesto por poderosas
redes informáticas y de televisión, radio, gráfica, videos y filmes?
El
sistema de la mentira

Dentro de este contexto se pueden
reinterpretar muchos hechos insólitos y extraños que parecieran insertarse
dentro de una implícita planificación o reingenierización del planeta –
“Nuevo Orden Mundial” (NOM) - tendiente a lograr objetivos turbios y
demenciales desde toda óptica Moral y racional. Claramente, nos hallamos ante
una estructura de Poder indecente.
Su pragmatismo economicista a
ultranza, aliado a un fanatismo mesiánico de tintes racistas, pareciera
haber convencido a sus integrantes que tienen todos los derechos pero ninguna
obligación; que Dios los ha elegido para imponer su voluntad de poderosa minoría
sobre la vasta mayoría desarticulada de hombres y mujeres que poblamos el
planeta.
No es fácil dar el salto
paradigmático necesario para reinterpretar esta dura realidad cuyos más
recientes hitos nos confrontan abiertamente con una desfachatez pocas veces
vista en la historia: los dramáticos auto-atentados del 11 de septiembre
de 2001( ), los injustificadas ataques e invasiones a Afganistán e Irak, los
campos de concentración en Guantánamo, Palestina y Abu-Ghraib, los probables
auto-atentados de la Embajada de Israel y la AMIA-DAIA en Buenos Aires ( ) y
en el subterráneo de Londres, y la inexistencia de Al-Qaeda( ), para nombrar a
tan solo algunos.
La maraña de información,
contra-información, rumores, datos falsos y mistificaciones de todo tipo,
conforma una nutrida y casi impenetrable red que permite concluir que lo más
probable es que mucho de lo que se informa “oficialmente” sea cualquier cosa
menos la verdad.
A ello podemos agregar otros hechos
dramáticos, tales como las crecientes sospechas en torno a la insólita
seguidilla de tormentas que últimamente azotan el Golfo de México que pudieran
estar relacionadas con algún descontrol del ultra-secreto Proyecto HAARP( ); y
los movimientos telúricos en diversas partes del mundo – incluso aquellos que
generaron tsunamis – algunos de los cuales pudieran haber sido generados por
detonaciones nucleares.
Pero, a pesar de todos estos
experimentos y armas apenas comprendidos, las cosas no están yendo como se
preveía: Irak se ha transformado en un nuevo Vietnam; Afganistán está
lejos de sucumbir ante la bota invasora de Estados Unidos y Gran Bretaña; Rusia
y China forjan acuerdos encubiertos con Irán; crecientes sectores de opinión
pública mundial rechazan horrorizados el terrorismo de Estado perpetrado
por la alianza imperial conformada por Estados Unidos, Gran Bretaña y el Estado
de Israel; el colapso del dólar surge como una realidad cada vez más
probable que arrastraría a la economía norteamericana y de buena parte del
mundo( ); mientras que la popularidad de Bush cae fuertemente en su país tras el
manejo ineficaz, insensible y torpe del desastre de Nueva Orleans tras el
huracán Katrina.
A su vez, ya existen indicios del
surgimiento de graves conflictos internos dentro de los Estados Unidos.
El pasado 10 de agosto, el General del Ejército de 4 Estrellas (solo hay 14
generales de 4 estrellas en el Ejército de Estados Unidos) Kevin Byrnes, fue
relevado de su mando como Comandante de Doctrina y Capacitación del Ejército,
según un lacónico comunicado del Pentágono de apenas 2 renglones, por supuesta
“mala conducta sexual”.
Pero todo indica que Byrnes es uno de
los cabecillas de lo que solo puede describirse como una amplia conspiración que
pretende perpetrar un golpe de Estado dentro de los Estados Unidos debido
a que un creciente sector militar considera intolerable que miles de tropas bajo
su mando mueran o queden mutiladas de por vida en Afganistán e Irak, a causa de
burdas mentiras urdidas por quienes han usurpado el poder político en ese país.
La
mala fama de FEMA

Hace ya muchos años que sectores
lúcidos dentro de Estados Unidos vienen advirtiendo que FEMA – la Federal
Emergency Management Agency, o Agencia Nacional de Administración de Emergencias
– es una suerte de fachada para lo que se teme podría ser la militarización
interna de la sociedad norteamericana tras la suspensión de la Constitución
a causa de alguna supuesta “emergencia nacional”. Como Agencia autónoma, FEMA
era poco conocida hasta el 11 de Septiembre cuando el concepto de “seguridad
interna” cobró gran relevancia en Estados Unidos y FEMA pasó a depender de la
flamante Secretaría de Seguridad Interna creada por Bush para “combatir el
terrorismo”.
Sin embargo, los sucesos del Huracán
Katrina en Nueva Orleáns dejaron en claro la ineficacia y falta de preparación
de FEMA para este tipo de emergencia interna que son su principal – o al menos
oficial – razón de ser.
Como consecuencia de ello, su
director Michael Brown debió renunciar mientras que las imágenes públicas del
secretario de seguridad interna Michael Chertoff y la del propio presidente Bush
quedaron seriamente cuestionadas.
En realidad, la verdadera razón de
ser de FEMA jamás fue para preparar una sólida planificación de contingencia
antes emergencias y crisis como la ocasionada por el huracán Katrina, sino más
bien para estructurar una vasta red de intrusión y control de la privacidad
de la población estadounidense, identificando y aislando a aquellas personas
que se considere tengan un comportamiento “políticamente incorrecto” y, por
ende, peligrosos para la “seguridad nacional”. Incluso, se habla de una red de
“centros de detención” para tales ciudadanos en diversos puntos de los Estados
Unidos.
Esta suerte de “Archipiélago
GULAG” que se está montando en la gran democracia del Norte y que tendría
como antecedente directo la red de campos de concentración soviéticos descriptos
por el premio Nobel de Literatura Alexander Solzhenitsyn en los años setenta,
tendría entre sus principales combatientes a tropas mercenarias, habiéndose ya
reclutado a varias decenas de miles, por cuanto recientes encuestas hechas entre
las tropas de nacionalidad estadounidense señalan que las mismas no obedecerían
órdenes de aplicar violencia física contra sus propios ciudadanos.
Solo pueden entenderse estos
objetivos de FEMA contrarios al interés nacional del pueblo estadounidense si se
la aborda dentro del marco de una reinterpretación de la realidad política
que impera en los Estados Unidos.
La misma indica que se ha producido
un verdadero copamiento y secuestro de su Estado Nacional, por parte de fuerzas
alineadas con un Estado foráneo, según la estrategia descripta en el
así-llamado Project for a New American Century encarnado por sus autores
intelectuales, notablemente el vicepresidente Dick Cheney, el trío Bush (George
H W, George W y Jeb), Condoleeza Rice (secretaria de Estado), I. Lewis Lobby
(jefe de gabinete de Cheney), Richard Perle (alto asesor del Pentágono), Norman
Podhoretz (Director de la revista sionista Commentary, órgano del American
Jewish Committee), Donald Rumsfeld (secretario de defensa), Paul Wolfowitz
(ex-número 2 del Pentágono, hoy presidente del Banco Mundial), Stephen Solardz
(diputado sionista por Nueva York), Francis Fukuyama (intelectual
neoconservador), Paula Dobriansky (directora de la Trilateral Commission), John
Negroponte (director de Inteligencia Nacional), John Bolton (embajador ante la
ONU) ,Richard Armitage (ex-número 2 del Depto. de Estado), Robert Zoellick
(Representante Comercial), Paul Bremen III (ex-gobernador civil de la ocupación
de Irak),
Elliot Abrams, Max Boot (director de
The Wall Street Journal), Douglas Feith (ex–número 3 del Pentágono) y James
Baker III (enviado del presidente a Irak), entre muchos otros( )
Hoy, los centros de poder del NOM se
deben estar cuestionando la eficacia de Bush, como jefe del equipo de
neoconservadores, para imponer de manera sólida, continua y creíble su agenda de
intereses y objetivos.
Hasta ahora, Estados Unidos, Gran
Bretaña e Israel solo han logrado imponerse por la fuerza, lo que
significa que solo por la fuerza podrán conservar lo mucho o poco que hayan
conseguido.
Ello se torna crecientemente difícil
en un país cuyo pueblo comienza a cuestionarse para qué envió a sus soldados
a guerrear en el extranjero, especialmente cuando se comprueba que su
capacidad destructiva sin par carece de la necesaria contrapartida de una
genuina capacidad constructiva una vez lograda la ocupación del país víctima.
Vale recordar que en el año 2000,
George W. Bush llegó a la presidencia mediante un escandaloso fraude
electoral que se terminó dirimiendo en el estado de Florida convenientemente
gobernado por su hermano Jeb.
Queda claro que Bush es una suerte de
fachada de todo un grupo o bando en la lucha por el poder mundial, y que
él personalmente no tiene ni méritos, ni luces intelectuales, ni una cultura
mínimamente visible, ni – mucho menos - el equilibrio psicológico necesario para
afrontar con entereza la compleja tarea de gobernante de la mayor superpotencia
que hoy cae sobre sus hombros.
Hombre alcohólico y cocainómano,
últimamente surgió cierta preocupación entre la opinión pública mundial respecto
del equilibrio psíquico de Bush al saberse por la BBC y el diario The
Guardian de Londres, que cuatro meses después de invadir Irak en 2003 Bush le
dijo a Nabil Shaath, entonces ministro de relaciones exteriores palestino, que
sus acciones militares contra Afganistán e Irak, y sus políticas respecto de
Israel y Palestina le fueron ordenadas directamente por.... ¡¡…Dios...!! ( )
¿Habrá llegado ya el momento del recambio presidencial?

El poder detrás del trono en
el actual gobierno Bush tiene como uno de sus máximos operadores a Dick
Cheney, hoy jaqueado por varios escándalos públicos.
Halliburton, Inc., la
mega-corporación petrolera de Cheney se vio beneficiada con miles de millones de
dólares en contratos de “reconstrucción” en Irak y Afganistán por
contratación directa del Pentágono. A su vez, recientemente tomó estado público
que su jefe de gabinete I. Lewis Libby, fue quien filtró información a la prensa
revelando la identidad de un alto agente de la CIA, Valerie Plame ( ), lo que en
los Estados Unidos conforma un delito penal federal.
Pareciera que las estructuras de
poder del NOM están urgidas y necesitadas de propiciar un radical e inmediato
cambio en su máxima estructura de poder, mas hete aquí que aún faltan más de
tres años hasta las próximas elecciones presidenciales del 2008.
Aunque Cheney no es la figura
presidencial ideal debido a estos escándalos que hoy lo involucran, a lo
que se agregan sus recurrentes problemas cardíacos, de todos modos hoy resulta
preferible un gobierno de transición más controlable y previsible en manos de
Dick Cheney, secundado por su equipo neoconservador “confiable” en el
Pentágono (Rumsfeld) y en el Departamento de Estado (Condoleeza Rice, potencial
candidata a la presidencia en 2008).
Planteadas así las cosas, el tema a
resolver sería cómo propiciar una salida rápida, creíble y sin conflictos de
George W. Bush de la presidencia que no afecte ni debilite las instituciones
públicas norteamericanas. Dicho en buen romance, un golpe de Estado que
no tenga los resultados adversos que suelen conllevar los golpes de Estado,
particularmente en un país donde se declaman las virtudes de la “democracia” y
el “respeto a las instituciones” y se juzga y presiona a todas las naciones del
mundo según su nivel de implementación de la “democracia à la USA”.
Los
Golpes de Estado "a la Argentina"
El “pequeño escollo” a superar
entonces, tiene nombre y apellido: George W. Bush.
Considerando su perfil psicológico,
puede inferirse que un hombre fundamentalista y mesiánico como él, que se cree
instrumento directo del Todopoderoso, no se avendrá dócilmente a dar el
crecientemente necesario paso al costado. I
ncluso, se corre el riesgo de que si
la grave crisis interna de poder toma mayor perfil público, ello pueda tener
consecuencias incalculables, polarizando los bandos y la violencia interna (por
ej., se podría disparar la audacia de quienes dentro de Estados Unidos quieren
un recambio total en el país o envalentonar a enemigos externos,
notablemente China, Irán y, posiblemente, Rusia).
Se impone, entonces, la necesidad de
propiciar un recambio que logre el objetivo buscado (desplazamiento de
Bush), al tiempo que se preservan las estructuras de poder nacional (o sea, sin
que desde afuera se perciba la sorda lucha interna por el poder ni los
incipientes golpes palaciegos).
Al respecto, los argentinos podemos
dar algunas recomendaciones por cuanto tenemos amplia experiencia reciente en el
rubro de los golpes de Estado consecuencia de luchas intestinas entre bandos
políticos, económicos, mediáticos (incluso mafiosos) en connivencia con sectores
militares.
Desde la “revolución” fusiladora de
1955 y las decenas de “planteos” militares al presidente Arturo Frondizi,
pasando por el golpe militar de Juan Carlos Onganía (a su vez “golpeado” al poco
tiempo por el Gral. Lanusse), hasta el “Proceso” cívico-militar de marzo 1976
que, con un guiño de gobierno de EEUU y con la excusa de “salvar al país del
comunismo”, usurpó el poder entregando al país atado de pies y manos a la
usurocracia supranacional gracias a agentes antinacionales como Martinez de Hoz,
Cavallo, los Alemann, Klein, Grondona y los fundadores del CARI ( ).
Pero también es sabido que todos los
golpes de Estado “à la Argentina” terminan mal: siempre han debilitado
las estructuras de poder civiles y militares del país; siempre desembocaron en
“salidas electorales” que encumbraron en el poder del Estado a los peores
elementos - en nuestro caso, Alfonsín, Menem, Cavallo, De la Rúa, Duhalde,
Kirchner…- en una permanente fuga hacia adelante de nuestras “dirigencias”.
En rigor de verdad, la Argentina es
una suerte de Case Study – un caso de estudio - para los grandes centros de
poder mundial acerca de cómo NO se deben hacer las cosas; de cómo NO impulsar un
cambio de gobierno antes de las próximas elecciones. Así que, es altamente
improbable que vayamos a presenciar un golpe de Estado “à la Argentina” en los
Estados Unidos. Muy improbable...
Los
golpes de Estado "a la USA"

Las pocas veces que en los Estados
Unidos se ha recurrido al instrumento del Golpe de Estado para disparar un
cambio institucional fuera de los tiempos electorales, se ha utilizado un
método mucho más contundente e irreversible; hasta podríamos decir más afín al
espíritu anglosajón.
El golpe de Estado “à la USA”
da mejores y más concretos resultados que el “modelo argentino”, pues apunta
directamente a la cabeza del ocupante máximo del gobierno (o sea, el presidente
y sus principales colaboradores) pero, sabiamente, deja intacta la estructura de
poder público en sí.
El caso más resonante de la historia
reciente fue el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy en 1963.
Ahí el Poder Real en los Estados
Unidos – conformado por la red de familias tradicionales y sus instrumentos
operativos como las megacorporaciones y megabancos, distintas mafias, el entorno
petrolero (entonces representado por el vicepresidente, pronto a ser presidente,
Lyndon Baines Johnson), los poderosos contratistas de defensa/Pentágono (con su
hombre en la figura del entonces secretario de defensa Robert McNamara), todos
conducidos en el ámbito geopolítico por el Council on Foreign Relations (CFR),–
tenían diferentes razones para desear el rápido desplazamiento de Kennedy.
Quizás lo que detonó el asesinato de
JFK haya sido su tibieza ante la entonces apenas iniciada guerra en
Vietnam; o quizás su falta de decisión y contundencia en la invasión de Cuba en
1961 que terminó en el fiasco de Bahía de los Cochinos; o a lo mejor haya sido
el haber permitido que el premier soviético Nikita Kruschev erigiera el Muro de
Berlín; incluso algunos dicen que fue porque Kennedy osó iniciar la
desmonopolización de la emisión monetaria detentada desde siempre por el Banco
de la Reserva Federal. ( )
Sea como sea, parece que hubo
entonces coincidencia, con lo que se puso en marcha el fatídico y complejo
proceso conspirativo cuyo objetivo fue dejar intacta la estructura de poder
estadounidense al tiempo que se impulsaba un recambio irreversible que solo
apuntó a la cabeza del máximo ocupante del poder.
Así, el 22 de noviembre de 1963, se
apuntó literalmente a esa cabeza máxima y Kennedy cayó muerto en Dallas.
Rápidamente, se le rindieron los máximos honores, se lo lloró copiosamente y el
lunes siguiente con Lyndon Johnson ya instalado en la Casa Blanca, se siguió con
el proverbial business as usual...
Si con respecto a George W. Bush -
por razones de distinto orden pero similar gravedad y urgencia - se estuviera
por adoptar alguna decisión análoga (seguramente decidida en la sede del Poder
Real mundial compartida entre Londres y Nueva York por un compactísimo núcleo de
personalidades genuinamente detentoras de Poder mundial: Rothschild, Warburg,
Harriman, Rockefeller, Mountbatten, Schiff, Weill, Montefiore, Kissinger,
Schroeder, Soros...), entonces habrá que estar alertas respecto de los eventos
que se sucedan en las semanas y meses por venir.
Pues algún atentado contra George W.
Bush que termine instantáneamente con su vida, dispararía el inmediato
reacomodamiento y consolidación fundamentales dentro de la hoy muy inestable
estructura de poder estadounidense, al tiempo que generaría innegables ventajas
que permitirían una mayor profundización del Modelo Imperial, con creciente
exacerbamiento y agresión contra distintos países del mundo y sobre la propia
población estadounidense donde van surgiendo voces crecientemente discordantes
(para cuya represión FEMA sí está muy bien preparada),.
Entonces, ¿Un atentado "a la USA" en la Argentina?

Si lo dicho hasta aquí tiene asidero
dentro del complejísimo marco de la Alta Política mundial actual, y sabiendo que
esas estructuras del Poder Real tienen gran capacidad para aprender de
experiencias propias y ajenas y para generar escenarios de guerra y conflicto
que luego les permite elegir el escenario más conveniente (que siempre es aquél
que genere la máxima cantidad de posibilidades aprovechables), entonces no
podemos ignorar la espléndida oportunidad que representa la Cumbre de
Presidentes Americanos a realizarse en la ciudad de Mar del Plata, Argentina el
4 y 5 de noviembre próximos.
A la misma concurrirá, entre otros
jefes de Estado, el presidente George W. Bush cuya seguridad mantiene muy
nervioso a nuestro gobierno y a quienes dentro de Estados Unidos tienen la
misión de cuidar a su presidente.
Un atentado exitoso contra Bush en
Mar del Plata conllevaría una serie de claras ventajas para los centros
máximos del Poder Real mundial:
• Removería de manera contundente a
George W. Bush del escenario político, sin ventilar públicamente las fuertes
disputas internas en el gobierno. Se le brindarían al presidente muerto todos
los honores y, cual nuevo JFK, se elevaría su figura a la de la cuasi-santidad,
preservándose así el honor y buen nombre de los Estados Unidos, de sus
instituciones y de la poderosa Dinastía Bush.
• Cheney, hombre mucho más
confiable, experimentado, educado, equilibrado y alineado con el Nuevo Orden
Mundial, asumiría inmediatamente como nuevo presidente. Los escándalos
que hoy lo aquejan serían rápidamente silenciados por una prensa mundial
acomodaticia, respetuosamente alineada detrás del nuevo presidente “en un
momento de crisis”. Cabe agregar que, contrariamente a George W. Bush, bien sabe
Richard Cheney que sus directivas le vienen de los detentores máximos del Poder
mundano y no de Dios...
• De producirse un atentado así en un
lejano país, las estructuras internas estadounidenses – su Establishment
político, empresarial, financiero y mediático; y sus fuerzas armadas, de
seguridad e inteligencia – quedarían mayormente preservadas de todo contagio
negativo (contrariamente a lo que ocurrió con JFK en Dallas), pues la culpa
y responsabilidad podrá colocarse firmemente en cabeza de un gobierno
extranjero inepto (la Argentina de Kirchner, ¡cuya ineptitud será muy fácil
de demostrar ante la opinión pública mundial!), y de las pequeñas unidades
armadas, policiales y de inteligencia estadounidenses específicamente ya hoy
destacadas en nuestro país para cuidarlo a Bush que quedarán así “sacrificadas”
y defenestradas como chivos expiatorios por haber fallado en la seguridad del
jefe de Estado.
• Aprovechando su vasta y extensa
experiencia en el rubro, se podrá (pre) fabricar la “evidencia” necesaria
para demostrar ante un mundo shockeado por estos sucesos, que el origen del
atentado (¿algún pequeño artefacto táctico nuclear similar a los probablemente
detonados debajo de las Torres 1 y 2 del World Trade Center el 11-Sept-01?)
corresponde a Al-Qaeda o a algún nuevo grupo terrorista vinculado con
Irán y/o Irak y/o Siria ( ) y/o Palestina y/o Corea del Norte y/o el
fundamentalismo islámico y/o algún “nuevo” grupo islámico-indígeno-latinoamericano
y/o cualquier otra plausible o insólita combinación que los operadores de la
guerra psicológica incrustados en CNN, la CIA, MI6, Mossad, Fox, New York Times,
o Reuters puedan ejecutar, según directivas emanadas de los Think Tanks del NOM,
notablemente el Council on Foreign Relations, la Trilateral Commission, y el
Tavistock Institute, entre otros...
• Se cuenta también con la ventaja de
que la Argentina ya lleva desde hace años el “estigma” negativo necesario
para que un operativo de este tipo tenga éxito: los dos atentados de 1992 y 1994
contra intereses israelíes (probables auto-atentados – Ver nota ( )). Se sabe
que la Argentina tiene un bajo e ineficaz sistema de seguridad debido a
la desarticulación casi total de nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad como
consecuencia de los ataques acumulativos de Alfonsin, Menem, De la Rúa y
Kirchner. A su vez, la Argentina tiene “mala prensa” entre el imaginario
público anglonorteamericano: el “populismo” de Perón, país refugio de Nazis, los
golpes militares, el caos del 2001, la circense declaración de “default” de la
deuda pública, la “guerra sucia”, la Guerra de Malvinas... La capacidad de
investigación interna de la Argentina sería nula (ver, sino, las
“investigaciones” bochornosos llevadas a cabo desde tiempos del gobierno Menem
en adelante en los casos de la Embajada de Israel y Amia-Daia); y la Argentina
no tendría forma alguna de defenderse de las mentiras, distorsiones, psicosis
colectiva, “evidencia” plantada en el lugar de los hechos, “testimonios” falsos,
etc. No solo carecemos de Fuerzas Armadas efectivas y creíbles, la Argentina
actual ni siquiera cuenta con un gobierno serio y creíble.
• Como bocado adicional, se le podrá
torcer fácilmente el brazo al gobierno argentino para que permita el ingreso de
tropas estadounidenses, “expertos” israelíes en terrorismo y “expertos”
británicos en inteligencia (más otros “expertos” de algún país limítrofe
confiable al NOM) en zonas clave como la Patagonia, la Triple Frontera y la zona
limítrofe con Bolivia. A su vez, vale recordar que el Reino Unido podrá
rápidamente activar su mega base militar en las Islas Malvinas donde sí hay
armas de destrucción masiva…. Se podrá acelerar la virtual ocupación de la
Patagonia orientada a la creación de un nuevo Estado soberano que pueda
servir de refugio de poblaciones a ser reubicadas por el Nuevo Orden Mundial
hacia lugares más seguros y cómodos (notablemente, civiles provenientes del
Estado de Israel). Mar Del Plata en particular, y la Argentina en general, se
transformarán en símbolos de oprobio y pasividad ante los “embates del
terrorismo internacional”. Transformarían a Mar del Plata en un nuevo “Ground
Zero del magnicidio del máximo líder del mundo libre”. Y si osásemos siquiera
chistar, se nos recordará con bombos y platillos, batiendo palmas y rasgando
vestiduras, que la Argentina debe pagar las consecuencias de haber sido
tolerante con el terrorismo; que “no se nos puede dejar solos pues no nos
sabemos gobernar”( ), etc., etc.
¿The
“Tango Bomb"?
Desconozco si esto ocurrirá o no.
Probablemente no; pues creo que la sangre aún no llega al río hasta tal extremo
en torno a Bush, por más que se estén coaligando fuerzas formidables internas y
externas para desplazarlo pronto del poder.
Dios quiera que si en la Logia Skull
& Bones( ), o en alguna otra sede masónica del poder planetario se decidiera
prescindir de los servicios del presidente Bush antes del 2008, que el
evento catalizador no se produzca ni en nuestro continente, ni en nuestro país,
ni en la hermosa ciudad de Mar del Plata.
Posiblemente, aún sea prematuro
disparar una acción tan cruda y rotunda. Pero es bueno estar alertas. Y
a todos sabemos que la voluntad de
mentir de quienes manejan el Nuevo Orden Mundial no conoce límites éticos y
morales.
También sabemos que disponen de
instrumentos y armas poderosísimos para imponer sus mentiras como “realidad”,
con su secuela de sangre, muerte, locura y genocidio.
Aplican la vieja máxima de “Fuerza e
Hipocresía”, utilizando su gigantesco poder para falsificar la realidad,
creando excusas, “razones” y pleitos de todo tipo que “justifiquen” sus
recurrentes agresiones contra todos los pueblos del mundo.
¿Será la Argentina el próximo
blanco de ataque en esta Guerra por el dominio mundial?
Que somos un bocado muy preciado
debido a un conjunto de razones que ya hoy son lugares comunes – nuestros
gigantescos recursos naturales, posición geográfica, baja densidad demográfica,
clase gerenciadora local capacitada y útil para los fines del Nuevo Orden
Mundial, entre otras – no resulta necesario repetir.
En síntesis, el objetivo de este
artículo es básicamente:
1. Describir la posibilidad
concreta de un escenario futuro semejante;
2. Señalar las razones que ciertos
poderosos sectores del poder mundial podrían tener para transformar ese
escenario en realidad;
3. Señalar la gran facilidad
con la que podrían realizar un procedimiento de este tipo en nuestro país para
luego acorralarnos sin que podamos hacer nada al respecto.
Que no lo hagan el próximo Noviembre
en torno a este supuesto “Escenario Bush en Mar del Plata” que hemos descripto,
no significa que no lo vayan a disparar dentro de 6, 12 o 18 meses en
torno a algún otro complejo conjunto de hechos y eventos, hoy difícilmente
imaginable.
Cosas realmente graves están
ocurriendo en el mundo: epidemias y pandemias potenciales que coinciden
extrañamente con el planeamiento demográfico propuesto hace varias décadas por
Sir Henry Kissinger ( ); desastres naturales que podrían tener como disparadores
experimentos secretos y encubiertos realizados ya no por determinados Estados
soberanos sino por poderosísimos grupos ubicados por encima de los Estados
dentro del esquema de privatización del poder que caracteriza al mundo
actual; complejos mecanismos de auto-atentados y auto-ataques cuyo costo
previsto en vidas y material resulta aceptable de antemano ante los enormes
beneficios que generarán al permitir destrabar y justificar el uso directo del
poderío militar, político, económico y financiero en cualquier rincón del
planeta.
Así es el terrible mundo en el que
vivimos. Despertar a esta realidad es un imperativo para todo hombre y mujer
responsable. Comprender que, nos guste o no, la Argentina se encuentra inmersa
en este escenario, es vital. Al menos para que podamos hacer nuestra propia
composición de lugar, generar algunos ejes de diagnóstico y evaluación
estratégica para comprender cuáles medidas podemos y debemos adoptar, y
dónde debiéramos ubicarnos ante estos crecientes peligros mundiales, a fin de
minimizar o neutralizar las graves amenazas que representan.
Va de suyo que nuestros “dirigentes
políticos” que hoy habitan la Casa Rosada, el Congreso y los principales
ministerios parecieran no tener la más mínima idea sobre estos procesos
terribles que rigen el mundo o, peor aún, lo saben pero al estar ellos mismos
alineados con esos intereses, se transforman en peligrosos enemigos de nuestra
Nación.
Sería imprudente hacer previsiones
contundentes acerca de lo que va o no va a ocurrir en la Cumbre de Mar del Plata
en Noviembre 2005. Pero si las fuerzas encontradas que hoy disputan el Poder
mundial estuvieran evaluando alguna buena oportunidad para un golpe maestro de
este tipo que reúna credibilidad, facilidad de ejecución (Argentina es
prácticamente “zona liberada”), lejanía de otros puntos calientes (lo que
permite evitar el riesgo de contagio y descontrol político propios de zonas
calientes y complejas como el Oriente Medio), posibilidad de control total de
los acontecimientos e incapacidad total de defensa por parte del país afectado,
entonces Mar del Plata pareciera ser una opción sumamente atractiva.
Sobre todo cuando la “preparación”
del gobierno Argentino ante complejos riesgos de este tipo quedó elocuentemente
expresada por nuestro “canciller” devenido en diputado, Rafael Bielsa, quien
dijera hace poco que “hay que rogarle a Dios que no suceda ningún ataque
terrorista” durante la Cumbre de Mar del Plata”( ).
Extraña invocación en boca del
canciller de Néstor Kirchner, jefe de un gobierno “progre”, pro-abortista y
antireligioso, y también muy preocupante por cuanto el canciller Bielsa parece
ignorar que la línea directa con Dios solo la tiene George W. Bush, y que ni él
ni Kirchner tienen siquiera el código de acceso para conversar con el
Todopoderoso...
Adrian Salbuchi – investigador, escritor, conferencista y consultor. Autor
de diversos libros sobre geopolítica, entre ellos “El Cerebro del Mundo: la cara
oculta de la globalización” (Ediciones del Copista, Córdoba, 2003, 4ta. Ed., 470
págs), y “Bienvenidos a la Jungla: Dominio y supervivencia en el Nuevo Orden
Mundial” (Ed. Anábasis, Córdoba, 2005, 252 págs.). Presidente de CREAR – Consejo
Regional Estratégico Argentino; Miembro del CEEMFRA - Centro de Estudios
Económicos Mariano Fragueiro; Fundador del Proyecto Segunda República Argentina;
director de “El Traductor Radial” y “El Traductor Gráfico” –
www.eltraductorradial.com.ar
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