(IAR-Noticias) 21-Mar-05
Por Pepe Escobar
- ZNet en Español
La valla publicitaria saluda a por lo menos medio
millón de transeúntes cada día en Nanjing Dong Lu, el principal bulevar
comercial de Shanghai, en el que hace casi 40 años, hordas de vigilantes
guardias rojos agitaban el Pequeño Libro Rojo de Mao Zedong. Lo que promueve
ahora- no podía ser otra cosa - es un nuevo centro de consumo.
Y los shanghaineses hacen más que "adorar",
"ansiar" y "vivir en" este mundo (consumista). Mientras sigue creciendo al
vertiginoso ritmo de un 12% anual, - bajo los gritos de "insostenible" de
hileras de economistas en trajes deslucidos -el flagrante consumo es la regla en
ésta, la mayor ciudad asiática, salpicada de 40 mega-centros comerciales y suma
y sigue. Así que ¡viva la revolución consumista! En el primer salón de
exposición y ventas de Ferrari, abierto el verano pasado, un "vulgar" Maranello
cuesta sólo unos 475.000 dólares. En la tienda estrella en China de Giorgio
Armani, frente al Bund, una fusión shanghainesa-milanesa estalla en un
minimalismo de seda. Incluso ya han'achinado'el diseño de la joyería. Los
cuadros del Partido Comunista aún no le han tomado el gusto a Armani, pero en
todo caso el icono de la moda de Milán ya ha acaparado el mercado de lujo. Una
chaqueta de varón cuesta sólo 10.000 yuan (1.220 dólares) - más que el ingreso
disponible anual de un ejecutivo shanghainés de nivel medio.
Los shanghaineses elegantes, chic, estilo MTV,
compran una y otra vez, hasta desfallecer, en las tiendas de Huaihai Road, y se
ven como si estuvieran en Los Angeles, Londres, Bangkok o Sao Paulo. Y si no
tienes ganas de comprar, el partido te fuerza a hacerlo. Las fiestas nacionales
se han vuelto más largas - a veces de una semana de duración, como el próximo
Año Nuevo Chino a principios de febrero, para alentar el turismo interno. La
semana de seis días impuesta por las empresas estatales (EE) ya no es la norma.
Los cortes de electricidad, dicen los shanghaineses, siempre ocurren cuando el
gobierno transfiere la electricidad de las fábricas a los centros comerciales.
Hay un boom continuo de las tarjetas de crédito. Y todos siguen ahorrando hasta
un 40% de sus ingresos. El cielo (contaminado) de Shanghai, es el límite para
obtener el producto correcto y el marqueteo apropiado. Baste hablar del último,
supremo, objeto del deseo: el teléfono móvil LG G920, que se vende a 4.999 yuan
(609 dólares).
En un país en el que en 2003 (las últimas cifras
publicadas) el ingreso disponible promedio per capita en las áreas urbanas fue
de 8.472 yuan (1.033 dólares) por año, mientras que para los campesinos fue de
sólo 2,622 yuan (US$ 319) por año ¿quién se sube realmente a la Gran Muralla del
consumo?
Clases medias, uníos.
No menos de un 46,8% de los chinos cree ahora que
pertenece a la clase media, según un reciente sondeo de la Academia China de
Ciencias Sociales (CAAS, por sus siglas en inglés). Podrá ser una ilusión de
éxito, pero no deja de ser incansablemente reforzada por la industria de la
publicidad a fin de aumentar el consumo masivo. La televisión china es una
horrenda inundación de anuncios, interrumpidos ocasionalmente por telenovelas,
noticias, y deportes. Para los consumidores en serie shanghaineses, el deseo es
sin duda, realidad.
Según Li Chunling, investigadora en el Instituto
de Sociología de CAAS, la clase media china recién se materializó a mediados de
los años noventa: ella dice que el concepto es un mito fabricado por los medios.
Sin una definición precisa, se podría decir que muchos chinos tienen dudas sobre
su ubicación en esta categoría. Pero definitivamente no los shanghaineses.
La investigación del CAAS identificó, en cuando a
la profesión, cinco categorías que se consideran como parte de la clase media:
Cuadros del partido, gerentes empresariales, jefes ejecutivos en el sector
privado, técnicos calificados y personal de oficina. En cuanto al ingreso, los
investigadores seleccionaron a personas con un ingreso superior al salario
mensual promedio local. Esto varía mucho de región a región. En Beijing, el
salario medio mensual es 10.000 yuan (1.220 dólares), pero es mucho más bajo en
las ciudades de provincia. En cuando al estilo de vida y las preferencias en el
consumo, los investigadores identificaron cuatro grupos de productos, y
atribuyeron puntos según su propiedad - de los indispensables (televisión en
colores, refrigerador y máquina de lavar) a los de lujo (ordenadores, coches
particulares).
Gran parte de la prensa china aplicó los criterios
del CAAS al censo chino de 2000 y consideró que sólo un 2,8% de la población
china corresponde a la clase media. Así que comenzaron a identificar a los
consumidores seriales como parte de la "cultura de elite". En grandes ciudades
como Shanghai, Beijing, Guangzhou y Shenzhen, demasiados centros comerciales,
demasiados coches, demasiadas pólizas de seguro y demasiados paquetes turísticos
a Europa dan la impresión de una burbuja de clase media. No es necesariamente
algo malo, según Li Chunling del CAAS, podrán ser pocos en números relativos,
pero como imponen su imagen en grandes ciudades como Shanghai y son
incansablemente glorificados por los medios, "los miembros de la clase media
influencian considerablemente al resto de la población con su estilo de vida".
El Estudio Ejecutivo Empresarial Chino de CTR
Market Research, de Beijing, la principal compañía de investigación de mercados
en China en cuatro ciudades - Beijing, Shanghai, Guangzhou y Shenzhen - no hizo
sino reforzar las conclusiones del estudio del CAAS. Entrevistó a 340.000 altos
ejecutivos, propietarios de empresas y jefes de departamentos importantes - un
41,7% de ellos, como era de esperar, son de Shanghai, un 32.2% trabaja en
empresas de propiedad estatal y sólo un 12,5% en compañías de propiedad
extranjera. Trabajan un promedio de 10 horas al día. Además de mandarín, el
inglés es su idioma principal. Significativamente, sólo un 5,67% tiene un
ingreso anual de más de 200.000 yuan (US$ 24.300) y sólo un 2,14% tiene un
ingreso promedio anual de más de 500.000 yuan (US$ 60.975). El ingreso anual
promedio es de 82.000 yuan (US$ 10.000), mientras que el ingreso anual promedio
familiar es de 130.000 yuan (US$ 15.853). Difícilmente alcanza para llenar una
bolsa de compras de Armani.
Los resultados confirman también la investigación
de CAAS en el sentido de que la mitad de los ejecutivos dicen que la publicidad
"refuerza su confianza" y tiene influencia su elección de marcas. Y una vez que
encuentran su marca favorita - con la que quieren reflejar su estatus social -
cerca de un 77% no cambia jamás su opinión, y recomienda la marca a los demás.
Xintiandi, la unidad modelo
A las viviendas populares, de estilo comunista, se
las solía llamar "unidades modelo". Ahora: bienvenidos a la unidad modelo de la
superpotencia China como megacentro comercial - pero siempre bajo un firme
control político, como el mismísimo pequeño timonel Deng Xiaoping lo formulara
después de su visita a la Singapur modelo de fines de los años setenta.
Bienvenido a Xintiandi.
Xintiandi, que significa literalmente "nuevos
tierra y cielo", está formado por dos manzanas de casas shikumen - "puertas de
piedra", construidas en el siglo XIX al mismo tiempo que los largos tang,
"callejones estrechos". Desde los años 50 del siglo XIX a los 40 del siglo XX,
un 60% de Shanghai estaba constituido por shikumen. En las shikumen, los estilos
arquitectónicos europeos de casas unifamiliares europeas se fusionan con la
arquitectura del delta del río Yangtze. Esto se traduce en espléndidas viviendas
comunitarias - muros y patios comunes, casas adosadas. En China del siglo XXI,
las shikumen tenían que convertirse - qué otra cosa podrían ser - en galerías
comerciales.
La historia de Xintiandi cuenta todo lo que se
necesite saber sobre el modelo ideal de desarrollo para toda China. Su personaje
principal es Vincent Lo, de 56 años, presidente del grupo Shui On con base en
Hong Kong. En Shanghai, así como en Beijing, es conocido con justicia como "el
rey de guanxi". Sin guanxi (conexiones) nada funciona en China, como muchas
empresas extranjeras han tenido que descubrir a su propia costa.
Lo le había echado el ojo a Shanghai en 1984, en
una época en la que Pudong, al otro lado del río Huangpu, no era más que
arrozales. En un extraordinario libro publicado por Shanghai People's Fine Arts
Publishing House, el fotógrafo aficionado Xu Xixian documenta vívidamente los
cambios en la ciudad. En una foto de 1983 de Suzhou Creek, sólo se ve un puente
de acero, el edificio de la embajada soviética y unas pocas barcazas. En 2004,
detrás del puente, se han multiplicado como hongos, como por arte de magia, las
docenas de futuristas torres de cristal y acero del futurista Pudong.
Cuando Lo llegó a Shanghai a mediados de los años
ochenta, construyó un hotel para la Liga Juvenil Comunista del área. Lo abrió en
los días de la masacre de estudiantes en la plaza Tiananmen en junio de 1989. La
Liga Juvenil no tuvo dinero para pagar los préstamos. Lo los apoyó - y el juego
dio resultados, ya que una de las personas con buena memoria era Han Zheng,
secretario de la Liga Juvenil que ahora es alcalde de Shanghai.
Sólo mediante el impecable guanxi -Zheng, el
actual alcalde, y con Xu Kuangdi, el alcalde anterior, con el que también hizo
negocios - terminó Lo por obtener el derecho de desarrollar Xintiandi: una
fabulosa extensión de 50 hectáreas de terrenos de primera, incluyendo un
complejo de dos hectáreas de restaurantes de moda, bares y boutiques. Todo el
proyecto costó 170 millones de dólares. Xintiandi abarcó - también
metafóricamente - el memorable Nº 76 de Xingya Road, la "Sala Monumental de la
Sede del Primer Congreso Nacional del Partido Comunista de China", realizado en
1921 por Mao Zedong y sus 12 compañeros. Como prevalece el leninismo de mercado,
hay interesantes objetos de Mao en venta en la tienda de la sala monumental,
como debe ser.
Ideológicamente, Xintiandi también es crucial como
encarnación viviente de la doctrina de las Tres Representaciones, del
recientemente retirado antiguo primer compañero y presidente Jiang Zemin. Las
Tres Representaciones señalaron que el partido ya no podía representar sólo a
obreros y campesinos - sus tradicionales bases marxistas - sino que tenía que
representar también "los intereses de la vasta mayoría de la población", de
"fuerzas productivas avanzadas" y de "fuerzas culturales avanzadas". Jiang
quería decir, en otras palabras, que para mantenerse fuerte, el partido tenía
que hacerse más burgués. Más clase media. Más "xiantiandizado". Según Jiang, "la
gran puerta a la calidad de miembro en el Partido Comunista Chino debería
abrirse a todos los elementos avanzados del pueblo chino. Si hacemos esto,
podremos solidificar nuestro partido y no confrontaremos peligros". (Las Tres
Representaciones, consagradas ahora en la constitución china, dicen que el
Partido Comunista incluirá a capitalistas y empresarios en sus filas, lo que
sigue siendo una fuente de profunda división porque hay quien dice que
profundiza la brecha entre ricos y pobres.)
Xintiandi no sólo es un centro comercial y a la
vez de entretenimiento radicalmente diseñado, que atrae a los integrantes de las
Tres Representaciones - con sitios como el restaurante Tou Ming Si Kao (TMSK),
creando lo que podría calificarse el estilo posmoderno de la Dinastía Tang. Como
símbolo del nuevo desinhibido y brillante Shanghai, Xintiandi es un fabuloso
instrumento de marquetineo para el grupo Shui On. Los patriarcas del partido de
Beijing se mostraron deleitados, así como el gobierno de Shanghai, que ofreció
rápidamente a Lo las llaves para desarrollar el resto de las 50 hectáreas en
casas de lujo, edificios de oficinas y hoteles. Shui On hizo un gran negocio
vendiendo numerosos apartamentos a 3.000 dólares el metro cuadrado.
El edificio de oficinas art deco de Corporate
Avenue, es definido en su folleto como "en línea con un estilo de vida a la moda
" - un mantra matador para seducir a esos miles de ejecutivos, tanto en la
Academia China de Ciencias Sociales como en Crowding the Rim (CTR) Asia-Pacific
Research Center. Contiene, entre otros inquilinos, un fabuloso gimnasio con
piscina, una boutique BMW Lifestyle y el Citing Wealth Management Center. Justo
al lado, está Xintiandi 88, que comenzó su existencia como residencia para
ejecutivos, resultó ser demasiado cara para el viajante comercial promedio y
ahora ha sido rebautizado como un hotel que sigue siendo prohibitivamente caro
(una habitación de una cama por 328 dólares por noche, más un 15% de impuestos).
Xintiandi incluso produjo su propio Xintiandi
Saint Emillion 2000, "seleccionado en persona", como insiste la literatura
corporativa, por ni más ni menos que la luminaria del Burdeos, Christian Moueix,
propietario, entre otros, de la viña Chateau Petrus. Inevitablemente, éxitos
como Xintiandi tenían que ser clonados. El siguiente, Xihu Tiandi, estará en
Hangzhou, al sudoeste de Shanghai.
El golpe de gracia de Lo y de la corporación Shui
On fue predecir que China no sólo se lanzaría a un gigante boom de la
urbanización en el este, sino que también tendría que invertir masivamente en el
interior. Hace diez años - y cinco años antes de que Beijing lanzara su campaña
"Go West" - Lo compró su primera planta de cemento en la ultra-contaminada
Chongqing, en la provincia Sichuan. Shui On es ahora uno de los tres principales
productores de cemento en China. A Lo no lo afectó su inversión en la lejana
Chongqing, precisamente porque un antiguo amigo de Shanghai llegó a ser el vice-alcalde
de la ciudad y otro amigo, un antiguo ministro, se convirtió en el secretario
del partido de Chongqing. Esta auspiciosa confluencia de intereses ha creado
otro - qué otra cosa iba a ser: Xintiandi para Chongqing, mayor que el original
en Shanghai. Y la próxima ciudad que tendrá un Xintiandi será Wuhan. La visión
de Deng Xiaoping era construir mil Singapures en China. Otros mil Xintiandis lo
hubiesen colmado de alegría.
El convite de los aguafiestas
Puede ser que Xintiandi sea único, porque la
reurbanización se relaciona en este caso con una protección histórica. Casi
3.000 familias que vivían en esta área en la antigua concesión francesa tuvieron
que ser reubicadas. Parecen haber sido bien compensadas. Pero en el convite de
aguafiestas que es el Shanghai del Siglo XXI, no siempre sucede. Shanghaineses
anónimos confirman que la confluencia entre el gobierno local y acaudalados
promotores inmobiliarios, locales o de la diáspora china, generalmente no
respeta los derechos de propiedad, no otorga compensaciones adecuadas y tampoco
negociaciones o un debido proceso. Usualmente, funcionarios de la municipalidad
local informan a los residentes que van a ser expulsados. Se les dice que no
pueden negociar, se les ofrece dinero en efectivo o una reubicación en algún
sitio en un gris mini-condominio con vista a un viaducto, y les dan dos o tres
meses para desocupar el lugar. A familias que viven en casas de tres pisos les
ofrecen unos 3.000 dólares, el precio de un metro cuadrado en una nueva torre.
Les dicen, en la práctica, 'tómenlo o déjenlo'
El caso de Zheng Enchong todavía resuena en
Shanghai. Es un abogado local que demandó a la ciudad en nombre de 500 familias
que habían sido desalojadas. Perdió, y revocaron su licencia. Luego le
solicitaron que actuara como consejero en otro juicio en nombre de más de 2.000
familias. Unos días después del comienzo del proceso, fue arrestado en su propio
apartamento por la Oficina de Seguridad Pública, acusado de fabricar historias
de malestar social para organizaciones no-gubernamentales extranjeras, juzgado a
puertas cerradas y condenado a tres años de cárcel.
Al otro lado de Xintiandi, cruzando el río Huangpu,
puede verse el leninismo de mercado en acción, en toda su gloria, en la Bolsa de
Valores de Shanghai - ubicada en el reluciente distrito financiero Pudong, en el
que 1.600 terminales rodean una central de operaciones bursátiles. Está
virtualmente vacía. El silencio es casi sepulcral. No es de extrañar. Cuando
cientos de empresas estatales fueron privatizadas, Beijing no vendió en cada
caso más de un tercio de las acciones. El gobierno chino sigue siendo el
accionista principal. - y el empresariado sigue siendo su lacayo.
Los empresarios shanghaineses insisten - o rezan a
Confucio - en que la economía de la ciudad no seguirá el ejemplo de su
somnolienta bolsa de valores. Esperan que la burbuja de precios de esas
propiedades de 3.000 dólares por metro cuadrado y de la frenética Gran Muralla
del consumismo se desinflará, inevitable, pero en forma gradual. Y apuestan a
una prosperidad sin interrupciones, por supuesto, que solucionará todos los
problemas de China - como, por ejemplo, esas cadenas de montañas de deudas
incobrables.
En cuanto a Shanghai, la ciudad, la Oficina de
Administración del Paisaje de Shanghai insiste en que las autoridades dedican
ahora "más energía a la promoción de una nueva ronda de construcción de paisaje,
en un programa de acción trienal", y que se esfuerzan por "formar redes de
forestación compuestas de círculos, corredores, jardines, así como bosques".
Como resultado, dicen, esto "hará que los cielos sean más azules, el suelo más
verde, el agua más limpia, y las residencias más confortables". Oh, y por
supuesto, los centros comerciales, más llenos.
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