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(IAR-Noticias)
16-Nov-05
Hoy es la llamada globalización neoliberal la que se
manifiesta en un específico ámbito de representación del modo de
producción capitalista.
Por Luciano
Vasapollo - La Haine
A través de la división
internacional del trabajo, o sea la distribución de la fase de la
cadena de la producción en distintos países, los flujos de
intercambio, la financiación de la economía y la llamada
interdependencia entre los distintos países, que por otra parte, no
es otra cosa que un nuevo modelo y proceso también de competencia
entre ellos. La evolución internacional de los mercados es evidente
en la difusión de los productos en cuanto, aparte del circuito de
los consumos locales, no se distingue más entre productos nacionales
e internacionales. Pero la llamada globalización neoliberal es un
intento del capital de resolver la crisis de acumulación que se
presenta con toda su fuerza ya desde los años ¹70.
La globalización neoliberal llevó a un cambio también en el modo de
presentarse del imperialismo. Los países imperialistas se encuentran
teniendo que responder todavía más a las dinámicas del capital
financiero internacional que más que ayer es medio para manifestar
el carácter mundial del capitalismo con su búsqueda de la
sobreexplotación. El fenómeno de la globalización neoliberal ha
asumido su especificidad en la escala mundial, esto se ha dado con
la disponibilidad de nuevos medios de comunicación siempre más
eficaces y de una relación siempre más estructurada de los sistemas
informativos. Las posibilidades que la informática ofrece,
disponibles a costos mínimos y por lo tanto practicables en todos
los ambientes, ha creado un conjunto de "caminos virtuales"
accesibles en tiempo real en todo el mundo, superando las distancias
físicas; todo esto ha permitido una ampliación enorme de la
movilidad del capital, del volumen y de la complejidad de las
transacciones financieras. Las nuevas teconologías de la
comunicación hacen perder a las organizaciones individuales de la
producción una parte de su especificdad y las relaciones ya no
intervienen entre los Estados individuales sino entre las áreas
geoeconómicas.
Esto va siempre determinando cada vez más una fuerte caracterización
del nomadismo localizativo internacional de las empresas, que
provoca desde formas de ocupación a bajo salario y bases normativas
y garantías, a precariedad y siempre mayor diferencia de salario y
rédito entre los mismos trabajadores (especializados y no
especializados) más allá de la desocupación estructural. La
transferencia de los segmentos productivos fundamentales a zonas que
tienen bajos costos de trabajo, ha hecho que el salario se haya
hecho cada vez más flexible y siempre más dependiente de la marcha
del mercado. Los empresarios, de hecho, en nombre de la
"globalización" buscan convencer a los trabajadores de que no exijan
demasiado ya que se puede dar el mismo trabajo a otros con un
salario reducido y en peores condiciones. Es así que hemos asistido
en sustancia a una devaluación del valor de la fuerza-trabajo, con
una consecuente transformación del mercado de trabajo. Más allá, por
ejemplo, la introducción de la microelectrónica en los procesos de
producción, ha producido una pérdida de muchos puestos de trabajo en
cuanto que las nuevas teconologías han sustituido a la mano de obra
sin constituir nuevos sectores productivos, no pudiendo aumentar,
por esta razón , la masa del plusvalor mediante el crecimiento del
número de los trabajadores ocupados, mira por ejemplo, en los
Estados Unidos la actual... Para poder aumentar el plusvalor, por lo
tanto, los empresarios han hecho recurso al alargamiento de la
jornada de trabajo y al aumento de la explotación de la
fuerza-trabajo, a la intensificación de los ritmos, al recurso de
todas las distintas formas de flexibilidad y de precarización del
trabajo, abatiendo la garantías y los costos del trabajo, dentro del
llamado paradigma de la acumulación flexible. La revolución
informática y la difusión de nuevas formas de organización del
trabajo no derivan de una situación de salud del capitalismo sino de
su crisis: es un modo de relanzar el ensayo de una ganancia con un
incremento de productividad del trabajo y la creación de nuevos
mercados.
Pero en la situación actual, la revolución informática no ha
contribuido a la salida de la crisis, sino, se puede decir que en
algunos casos han contribuido a empeorarla (baste mirar la crisis de
la "new economy" en los Estados Unidos). Mientras hasta los años ¹70
Keynes y la planificación económica influyeron en la economía, desde
los años ¹80 y ¹90 el monetarismo ha dominado y con éste "el mercado
sin vínculos". La acumulación flexible (así llamada por David Harvey)
se confronta directamente con las rigideces del fordismo; se trata
de la flexibilidad de los procesos productivos, de los mercados de
trabajo, de los productos y de los modelos de consumo; determina
unos cambios en el proceso desigual de desarrollo, entre sectores y
entre regiones geográficas, con un aumento vertiginoso en el sector
de los servicios y el nacimiento de industrias en regiones
subdesarrolladas.
La acumulación flexible provoca niveles altos de desocupación
"estructural" , a través de una "destrucción veloz y reconstrucción
de las capacidades trabajadoras, con casi del todo inexistentes
aumentos del salario real. El pasaje del fordismo a la acumulación
flexible ha creado dificultades a los keynesianos, a los
monetaristas y a los teóricos del equilibrio parcial neoclásico. La
primer dificultad está dada por el buscar circunscribir la
naturaleza de los cambios. Esto porque el problema de la reducción
de la mano de obra empleada ha causado una disminución de la demanda
global en muchos sectores estratégicos y ha determinado serios
problemas de mercado a los grandes productores; de hecho desde el
momento en el cual se restringen los mercados individuales
nacionales, se hace fundamental la conquista del internacional. El
aumento de la competencia, de la automatización, el crecimiento del
capital constante y la disminución de la variable hace que la
contradicción que alimenta la caída del ensayo de la ganancia tienda
a reproponerse en la escala ensanchada y las presiones a la
mundialización se hacen más potentes. A esto le sigue que siempre la
masa del capital resulta ser que no encuentra suficiente
remuneración en los procesos productivos normales y se mueve hacia
la especulación financiera. Las condiciones que definen, según Lenin,
al imperialismo no parecen, por lo tanto, absolutamente superadas.
Las repetidas crisis financieras que han caracterizado estos últimos
20 años (crisis asiática, la crisis de los países sudamericanos,
etc.) han revelado cuan vulnerable es el mercado de los capitales
que se ha acentuado aún más por la unificación internacional.
En la década entre el 1980 y el 1990 se verificó un aumento intenso
de las transacciones internacionales; la mengua económica debida a
la sobreproducción, y por lo tanto al bajo consumo, han provocado
una explotación menor de las capacidades productivas y una
disminución de los útiles de las empresas que han comenzado a
trasladar los propios capitales al exterior, en particular hacia la
especulación financiera internacional. En el mercado financiero, en
cambio, la globalización realizada en estos años ha sido más
impresionante y es seguramente en este sentido, que se ha
evidenciado mejor y realizado una de las condiciones explicitadas
por Lenin en la definición del imperialismo. Ya desde 1986, fecha en
que las comisiones fijas sobre el mercado accionario se abolieron y
se cancelaron los límites para las transacciones, se verificó un
gran cambio del flujo de los capitales más explicitado a partir de
los procesos de desregulación. La diferencia entre el aumento de las
exportaciones de mercado y el crecimiento de la movilización de
capitales ha sido sorprendente: baste pensar que desde 1964 hasta
1992, la producción en los países de "capitalismo avanzado" ha
crecido un 9%, las exportaciones un 12% mientras que los préstamos
internacionales crecieron un 23%.
En los años ¹80 se tuvo un crecimiento de un nivel medio anual de
casi un 30% del stock mundial de inversiones de capital dirigidas al
exterior; marcando que más allá de la mitad de estas inversiones se
debe atribuir a los servicios financieros. Cada día se llevan más de
1500 miles de millones de dólares de un punto a otro del planeta por
medio de las especulaciones financieras. Las grandes empresas
industriales que hasta hace pocos años atrás estaban entre las
primeras diez empresas del mundo, hoy han sido sustituidas por las
empresas financieras (como por ejemplo los grandes fondos de pensión
de Estados Unidos y de Japón). Y los capitales se mueven sobre todo
entre Europa, Estados Unidos y Japón, mientras que sólo el 15% de
las transferencias se produce en los mercados emergentes. Los
valores son hoy el objeto de las especulaciones financieras y ya no
lo son, en cambio, como sucedía en los años ¹80 las oscilaciones de
los precios de las mercaderías; sólo en 1999 el valor total de todas
las actividades financieras de los principales países capitalistas
ha sido estimado alrededor del 360% del producto interno lordo del
área.
El control de los valores y del capital financiero permite
determinar las cotizaciones de los cambios y por lo tanto acumular
ganancias siempre más altas; esto, sin embargo, provoca sólo un
movimiento del plusvalor ficticio entre capitales y no real, o sea,
determinado por las mercancías. La globalización neoliberal, por lo
tanto, tiene que ver sobre todo con la economía financiera y no con
la producción real. Los instrumentos de la política keynesiana y
postkeynesiana, en este contexto, se convierten en ineficaces, desde
el momento en que falta el espacio económico cerrado que tiene la
posibilidad de controlar los movimientos de las mercancías y de la
moneda a las fronteras. Se obra así un traspaso de una parte de la
soberanía nacional a organismos mundiales como el NAFTA, Mercosur,
la ASEAN, ALCA, WTO y el Fondo Monetario Internacional; y es también
por esto que nace la Unión Europea y se presiona hacia un
fortalecimiento no sólo en calidad de área económico-comercial sino
de verdadera y propia área valutaria. El Estado nacional, es siempre
menos regulador y promotor del desarrollo; y se lleva a cabo así una
pérdida de soberanía de los Estados nacionales de origen fordista
que veía en ellos el polo central de la organización económica. El
Estado se encuentra hoy debiendo responder a las fuerzas de la
economía mundializada que vienen de afuera y a la descentralización
de poderes en el interior. Los organismos nacionales como el WTO, el
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, controlados por
los países más potentes del planeta, y los reguladores de la
mundialización capitalista, de un modo de actuar de la llamada
globalización neoliberal siempre más de carácter competitivo, y más
flexible. La lógica de un mercado mundializado que más allá de no
tener ningún cuidado en los derechos humanos, el ambiente y la
calidad de vida, flexibiliza y precariza el vivir social, ensancha
las masas de pobreza extrema y de nuevos miserables, pero al mismo
tiempo acentúa, y no reagudiza los términos del conflicto
interimperialista. Las potencias imperialistas como Francia,
Inglaterra, USA han sustituido el dominio político por el dominio
económico basado en las nuevas relaciones comerciales y financieras
de dependencia.
El capitalismo necesita de este neocolonialismo; las potencias
occidentales tienen de hecho, aceptada la descolonización política
del Tercer mundo en los años ¹50 ¹70, sólo porque estaban seguras
de poder mantener la propia hegemonía económica en los mercados
internacionales. Desde un punto de vista político, en los años
ochenta y en parte de los noventa, se produjo el despegue industrial
de muchos países asiáticos; después de Japón, Corea del Sur, Taiwan,
Hong Kong y Singapur, asistimos a una ola de "tigres" emergentes:
Malasia, Indonesia, Tailandia y Filipinas. En estos países, el
Estado ha tenido una función fuertemente intervencionista y
dirigista, y ha seguido políticas de proteccionismo de sus mercados
internos con el despegue de las exportaciones de bienes
industriales, sobre todo de consumo. El éxito de estas técnicas ha
sido favorecido por las imponentes inversiones japonesas y
surcoreanas, por las ventajas garantizadas por un costo del trabajo
muy inferior respecto al de los países occidentales y por la
creciente integración de los mercados asiáticos. Luego de esto,
llegó el gran desarrollo económico de China, destinada a convertirse
en un gigante económico mundial en el cual el rol del Estado y la
misma forma-Estado han jugado un papel fundamental.
Finalizando los años ¹90, el crecimiento de los países asiáticos,
también por las grandes dificultades económicas de Japón, que está
atravesando una larga crisis económica y financiera, se interrumpió.
Desde la caída del muro de Berlín se ha tenido la siempre mayor
hegemonía de Estados Unidos hasta la mitad de los años ¹90, cerrando
después una fase de extrapoder que con modalidades distintas, desde
el punto de vista militar y económico, había marcado un verdadero
dominio por años en el panorama mundial explicitado en los últimos
25 años del siglo pasado a través de la llamada globalización. La
globalización neoliberal, o sea la internacionalización de la
economía, condiciona el mercado financiero, productivo y monetario,
asumiendo ya así las características de la competencia global. La
crisis de superproducción de capitales y mercaderías, la
financiarización de la economía, el abatimiento de todo lo que se
opone a la máxima circulación primero de los capitales y después de
las inversiones y, por lo tanto, en conjunto al aprovechamiento de
los mercados a través del refuerzo de los monopolios y la
concentración del capital, constituyen el retrato de la actual fase
del imperialismo.
Es así que la competencia global representa un nuevo sistema de
explotación tecnológica, científica, económica y social a escala
mundial, que demuestra el modo actual de presentarse la división
internacional del trabajo y las desigualdades entre las clases, en
un ámbito de conflictos interimperialistas económico-financieros,
comerciales y combatidos. El proceso de globalización neoliberal
transfiere los poderes del Estado nacional a las instituciones
supranacionales, hacia las comunidades locales, y a la
autorregulación del mercado transnacional, pero esto no comporta el
desmantelamiento de los mismos Estados nacionales, con sus poderes y
sus contradicciones internas y sobre todo externas hacia los
organismos supranacionales y las entidades polares de naturaleza
geoeconómica y geopolítica. La construcción de una Europa económica
ha puesto serios problemas a EEUU que se encontraron teniendo que
afrontar un nuevo y bien constituido polo con fuertes connotaciones
imperialistas a pesar de que la falta de una construcción política
completa y de una específica y articulada fuerza militar central la
ha debilitado, dicho de alguna manera. EEUU teme cada vez más el
desarrollo económico de Europa porque siente que podría cercenar la
supremacía militar, económica, valutaria e ideológica americana en
todo el Occidente. Hoy, de hecho, Europa no es más una área
dependiente; la nueva sitación económica del Europa del Este por un
lado y la crisis asiática por el otro, ha reforzado el polo
económico europeo; tambièn la construcción de la Europa de
Maastricht representa un intento de crear una nueva hegemonía
europea en sectores estratégicos como las nuevas tecnologías, las
telecomunicaciones, bancos y aseguradoras.
La nueva posición europea en la iniciativa bélica (basta con mirar
la posición de Francia y Alemania en la guerra de Irak) se debe
considerar como un intento de parte del polo europeo de reequilibrar
con el propio ascenso económico la hegemonía militar estadounidense
y de limitar el predominio de EEUU en todas las distintas
configuraciones expansionistas y de hegemonía unilateral. En este
cuadro se inserta luego el imperialismo británico que se pone en el
centro de los dos polos aprovechando sus contradicciones para
reforzar la propia posición. El polo imperialista europeo tiene
todavía fuertes limitaciones debidas sobre todo al hecho de que
hasta ahora ha habido una centralización económica pero ha seguido
adelante más lentamente la política, pero sobre todo sobre el
terreno militar. Las tensiones entre Europa y Estados Unidos sobre
la relación de cambio entre el dólar y el euro, y en la fase actual
sobre la estrategia a seguir en la guerra contra Irak, muestran como
siempre es más urgente la competición entre los dos polos.
Si con la guerra contra Irak se manifiesta en toda su totalidad el
conflicto interimperialista EEUU-UE, esto ya había estallado con la
llegada del euro, quitando el monopolio al dólar en las relaciones
internacionales, con una fuerte capacidad atractiva de los capitales
internacionales y con el englobamiento de los mercados del este
europeo y tendencialmente con la fuerte ambición expansionista en la
Eurasia ensanchada. Es entonces que entre los dos polos
imperialistas se ha desencadenado la "guerra" para controlar los
Balcanes, Europa del Este, Eurasia, comprendidos el Medio Oriente y
Asia central, territorios fundamentales para los nuevos equilibrios
internacionales y para constrastar una crisis económica de
acumulación y superproducción cada vez más de carácter estructural.
He aquí que se realiza la condición fundamental puesta por Lenin, de
la cual se hablaba precedentemente: hoy el imperialismo se explicita
cumplidamente a través del dominio del mundo por parte de los
diferentes polos, de las distintas áreas de valores, hincadas entre
ellas. Podemos imaginar un escenario del siglo XXI en el cual por un
lado están Estados Unidos y Japón (que está obligado a seguir a EEUU
por la propia debilidad económica que perdura ya desde hace años) y
por otro Europa seguida por los países del este comprendida Rusia y
gran parte de Eurasia. Es ésta la Europa que se inserta en el cuadro
del nuevo imperialismo en el cual siempre se van reforzando cada vez
más los sectores estratégicos de la economía, y se va caracterizando
autónomamente a través de las dinámicas del capital financiero y de
los grandes monopolios. Este rol de Europa puede emerger en tiempos
muy rápidos también porque desde hace años ha habido allí un fuerte
desequilibrio en la economía americana entre el compromiso militar y
el gasto económico; mientras que los otros polos geoeconómicos
representados por Japón, o mejor por la variable asiática y de la UE
han privilegiado, de hecho, un progreso en el campo económico.
EEUU en cambio está cada vez más sometido a presiones debidas a las
elecciones de inversiones militares que llevan a hacer crecer
siempre más la relación entre gasto militar y PBI, porque sólo a
través de una economía de guerra esperan salir de una crisis de
acumulación sin precedentes. Y se llega entonces a una guerra de
hegemonía interimperialista; en una fase abierta de la competencia
global entre los polos imperialistas; y entonces para intentar
mantener una situación de dominio absoluto , EEUU debe saber
relanzar no sólo una halagüeña situación económica y financiera en
el plano interno como también locomotiva en el plano internacional,
pero al mismo tiempo deben saber combinar la dimensión geopolítica y
militar con la geoeconómica. En 1999, por ejemplo, el balance
militar de EEUU representaba el 37% del mundial y este porcentaje
llega a más del 60% si también se considera el de los otros países
de la OTAN. Los gastos militares de EEUU ascienden hoy a cerca de
400 mil millones de dólares, o sea más de todos los otros países
principales y más del triple de los gastos militares de toda la UE
(115 mil millones de dólares). Una disminución de los gastos
militares en EEUU comportaría hoy una profunda crisis de todo el
sistema económico y agravaría la ya fuerte crisis económica llegando
a niveles tal vez peores de la del ¹29 (crisis resuelta también
entonces con el crecimiento de los armamentos en el curso de la
segunda guerra mundial y también luego).
El modo principal de mantener la hegemonía para EEUU es el del
instrumento militar. Pero la economía de guerra y la hipótesis
forzada del keynesianismo militar ¿están hoy en grado de resolver la
profunda crisis económica de EEUU, que se asocia a su vez a una
crisis de hegemonía política, cultural y de civilización? La crisis
¿es sólo americana o estamos en presencia de una crisis de tipo
estructural del capitalismo en los procesos de acumulación
internacional y en las modalidades cuantitativas de crecimiento del
modo de producción capitalista así como hoy se presenta en sus
distintas formas de expresión? En este contexto se abre una guerra
de hegemonía interimperialista; y para poder mantener una situación
de absoluto dominio, Estados Unidos tiene que ser capaz de relanzar
no sólo una halagüeña situación económica y financiera en el ámbito
interno y como locomotiva en el ámbito internacional, sino al mismo
tiempo tiene que ser capaz de combinar la dimensión geopolítica y
militar con aquella geoeconómica. El camino de salida para la
gestión de la crisis es el de avanzar según los parámetros del apoyo
a la demanda y del dominio capitalista a través de una especie de "macartismo
globalizado" y de una nueva fase keynesiana; es decir regresar a un
keynesismo militar como intento de resolver, o por lo menos
gestionar, la crisis y para esto la economía de guerra tendrá que
tener un carácter estructural, es decir de amplio respiro y de larga
duración (con los cortes al sistema de jubilación, a la salud y al
Estado Social).
Una economía de guerra para arruinar las tendencias en acto de una
fuerte crisis de acumulación y con un carácter ya ampliamente
recesivo. Por lo tanto relanzamiento de la demanda y de las
inversiones, pero de carácter directa e indirectamente militar
(inteligencia, seguridad etc.). Si de todos modos el relanzamiento
de la demanda a través del keynesismo de guerra tuviera que aumentar
los precios y entonces llevar a un contexto inflacionario, la única
solución para contener los precios será la de desarrollar la
capacidad productiva inutilizada, por lo tanto aumentos de la
productividad del trabajo, aumentar la flexibilidad y la precariedad
de la ocupación y de los salarios y reducir los costos, en primer
lugar el costo del trabajo. Se lanza el Warfare para abatir el
Welfare. Todavía se trata de la guerra, esta vez postglobal, como
instrumento fundamental en la lucha entre polos para el dominio
geopolítico y geoeconómico, la guerra para el control de los
recursos energéticos y de las fuerzas productivas, para el dominio
de los cuerpos sociales y del vivir social total.
Un keynesimo militar, por lo tanto, que crea conflictos y guerra,
destruyendo hombres y cosas, para permitir la salida de la crisis al
capitalismo y para reafirmar las miras hegemónicas en el ámbito de
los conflictos interimperialistas. La guerra posglobal permanente
para reafirmar el liderazgo político-militar y para relanzar los
mercados, primero entre éstos los bursátiles a los cuales se confía
el rol de megáfono propagandista del crecimiento de la economía, del
desarrollo en etapas forzadas y por lo tanto, así como impuesto
según el modo de producción del desarrollo capitalista. Entonces es
claro que desde siempre para evitar los riesgos de una recesión o
para salir de ella cuando el capitalismo está en fase de crisis, el
instrumento capaz de resolver los problemas es la guerra, que
permite a los gobiernos relanzar la producción, gastar para
producciones bélicas de masa y aumentar la intervención pública para
las producciones de masa (armas y producciones vinculadas a las
mismas)[2] , relanzando así a fuertes ritmos los procesos de
acumulación. Hoy se asiste a lo que siempre se ha visto durante la
historia del capitalismo y del imperialismo, es decir la elección de
la guerra y de la economía de guerra para salir de la recesión, para
salir de la crisis de liderazgo de los países imperialistas guías.
Notas
[1] Profesor en la Facultad de Ciencias Estadísticas, Universidad
"La Sapienza", Director Científico del Centro EstudioCESTES (Centro
Studi Trasformazioni Economico Sociali ) y de la revista PROTEO (rivista
scientifica a cura del CESTES e delle Rappresentanze Sindacali di
Base RdB) .
[2] Basta pensar que la guerra del Golfo tuvo un costo de más de 60
mil millones de dólares y también si hoy con la guerra contra
Afganistán EEUU debiera gastar en igual medida este importe
representaría sólo el 20% del balance de la Defensa de EEUU, que a
su vez representa sólo el 3% del PBI.
Resumen Latinoamericano
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