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(IAR-Noticias)
16-Nov-05

Pese a los enormes desafíos
sociales, económicos, políticos y militares que afronta Estados Unidos, el
debate sobre la incorporación del juez Sam Alito a la Corte Suprema de Justicia
parece reducirse a un solo asunto: el aborto.
Por William Fisher - IPS
Para muchos, este debate se refiere no sólo a la integración del tribunal, sino
al modo en que la justicia estadounidense manejará diversas cuestiones sociales,
entre ellas las más caras a la derecha religiosa.
Desde su nominación por parte del presidente George W. Bush en octubre, Alito
realizó visitas "de cortesía" a miembros del Comité Judicial del Senado, que
abrirá en enero las audiencias para decidir su confirmación en el cargo.
En estas entrevistas, la palabra "aborto" fue evitada cuidadosamente por la
mayoría de los senadores, que prefieren emplear eufemismos como "derecho a la
privacidad".
Pero la pregunta que realmente se hacen los legisladores, tanto de derecha como
de izquierda, es: ¿se puede contar con el juez Alito para confirmar o desechar
el fallo Roe versus Wade, con el que la Suprema Corte reconoció en 1973 el
derecho de las mujeres a abortar?
La importancia del asunto quedó de manifiesto con la renuncia a la candidatura
de la jurista originalmente nominada a la Corte Suprema, la asesora de la Casa
Blanca Harriett Miers, cuestionada por la derecha religiosa que constituye uno
de los bastiones electorales de Bush.
Las dudas se referían al compromiso de Miers en torno del fallo Roe versus Wade.
De ser confirmada su nominación por el Senado, Alito reemplazaría a la jueza
Sandra Day O'Connor, una "conservadora pragmática" que renunció al cargo para
retirarse y cuyo voto era a menudo el que desempataba en fallos polémicos.
En el Senado, las señales de las últimas semanas parecen claras: cuando los
senadores republicanos conservadores salen de sus reuniones privadas con el juez
Alito, apenas pueden contener su regocijo.
"Este es el tipo de nominado que he estado pidiendo", dijo el senador Sam
Brownback, republicano de Kansas y acérrimo opositor al derecho al aborto.
Brownback, uno de los senadores que encabezó la exitosa campaña contra Miers, se
manifestó convencido de que el juez Alito estaba "abierto a una revisión de
casos".
Senadores de centro se mostraron cautamente gratificados con la nominación.
Entre ellos, Joseph Liberman, ex candidato a vicepresidente del Partido
Demócrata que respalda el derecho de la mujer a abortar y que se manifestó
conforme con su diálogo con el juez Alito.
"Durante décadas, (el fallo) Roe (versus Wade) fue el precedente en el que
muchos confiaron, y por lo tanto merece gran respeto", fue lo que dijo el
magistrado, según declaró Liberman luego.
Otros senadores demócratas se mostraron satisfechos de que Alito muestre respeto
por el precedente legal y por la "ley establecida".
Organizaciones de presión, tanto de izquierda como de derecha, se preparan ahora
para una batalla mediática. La izquierdista Alianza para la Justicia, por
ejemplo, se opone a la nominación de Alito.
"Segmentos influyentes de la derecha radical torpedearon la nominación de
Harriet Miers porque no tenía un registro probado de conservadora del
'movimiento'", como se denomina a las que se dedican a "impulsar su agenda
política en los tribunales", dijo la Alianza.
"La derecha está entusiasmada ahora, porque Samuel Alito tiene, indudablemente,
ese registro. El juez Alito cambiará fundamentalmente el equilibrio de la
Suprema Corte, inclinándola en una dirección que podría poner en peligro
nuestros más caros derechos y libertades", declaró Nan Aron, quien preside la
Alianza.
Pero desde la derecha religiosa, el fundador y presidente de Focus on the Family
Action, James C. Dobson, manifestó que "tal vez la señal más alentadora (...) es
que senadores liberales como Harry Reid y Charles Schumer, y organizaciones
izquierdistas como People for the American Way y Planned Parenthood estuvieron
haciendo fila para gritar que el cielo se está cayendo".
"Cualquier nominado que preocupe tanto a la izquierda radical merece una
consideración seria", agregó.
Pero la posición de la derecha no es unánime entre las organizaciones
religiosas.
El reverendo Tim Simpson, de la organización progresista The Christian Alliance,
recordó que "la visión de justicia" de Alito "incluye que una mujer debe obtener
permiso de su esposo para tomar una decisión sobre su propia salud
reproductiva".
"Es difícil imaginar cómo alguien que cree eso pueda desempeñarse efectivamente
como juez en el tribunal más importante de la nación", dijo Simpson a IPS, quien
calificó las últimas entrevistas de Alito con los senadores de "maquillaje
moderado" que "no puede ser tomado en serio".
Si Alito se las arregló para convencer a la derecha y por lo menos neutralizar a
la izquierda respecto de sus ideas sobre el aborto, alguno de los dos bandos
está equivocado, según observadores.
"No pueden tener razón los dos", dijo un destacado profesor de derecho
constitucional que se negó a ser identificado.
Una razón para la confusión radica en las escasas pero variadas intervenciones
judiciales de Alito en materia de salud reproductiva.
La más conocida de sus opiniones es la posición que defendió en minoría en el
caso Planned Parenthood versus Casey en un tribunal del estado de Pennsylvania.
Ese caso le sirvió luego a la Corte Suprema para modificar algunos aspectos de
la sentencia Roe versus Wade.
El tribunal de Pennsylvania mantuvo en su sentencia varias restricciones al
derecho a abortar entonces vigentes en el estado. Hubo unanimidad en respaldar
todas esas restricciones, excepto en una.
Alito fue entonces el único miembro del cuerpo en defender el mantenimiento de
esa regla: la obligatoriedad para las mujeres casadas de informar a sus esposos
sobre su decisión de abortar, sin importar si ellas temían sufrir por eso abusos
físicos, coerción psicológica o económica.
El juez argumentó que las mujeres casadas constituían una minoría de las que
deseaban abortar, y que aun más minoritaria era la porción de las que pretendían
ocultar su decisión a sus cónyuges. Por lo tanto, el requisito no era excesivo y
contemplaba el derecho a abortar en un sentido amplio.
Pero, al menos en un proceso, Alito votó en favor del derecho a elegir en una
causa que dividió a su tribunal.
En 1995, el juez coincidió con reglas del seguro médico federal Medicaid que, en
contradicción con leyes de Pennsylvania, disponían el financiamiento público de
la interrupción del embarazo en caso de violación o incesto, o cuando la vida de
la madre corre peligro.
De todos modos, es poco probable que las audiencias en el Senado arrojen luz
sobre la posición que adoptará Alito en casos relacionados con el derecho al
aborto.
El juez está facultado a abstenerse de contestar preguntas sobre asuntos que la
Corte Suprema pueda considerar en el futuro, y seguramente hará uso de ese
derecho. Por lo tanto, el Senado y los grupos de presión tendrán que leer las
hojas de té o apelar a otros métodos informales de predicción.
Mientras, el aborto seguirá, al parecer, eclipsando asuntos clave para la
justicia y la sociedad estadounidense como la educación, la salud pública, la
pobreza, el vínculo entre Iglesia y Estado, las relaciones entre comunidades
raciales, el terrorismo, el conflicto en Iraq, el abuso de prisioneros y el
déficit fiscal.
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