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(IAR-Noticias)
28-Nov-05
Un
detenido en la Base Naval de Guantánamo, Cuba,
reza sus habituales oraciones. Las condiciones de
esta prisión han sido denunciadas por activistas
de derechos humanos. (Foto: AP)
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Todo fue muy rápido. Tomó 20 minutos.
Por Gerardo Reyes -
Nuevo Herald
Les rompieron sus vestimentas árabes con tijeras hasta dejarlos desnudos en el
vestidor de la pequeña estación de policía del aeropuerto de Bromma, al sur de
Suecia.
Les administraron un
supositorio a cada uno, aparentemente para sedarlos, mientras un intérprete
traducía las órdenes.
Luego, les pusieron unos pañales de adultos y los vistieron con unos overoles de
trabajo.
Ambos fueron llevados con los ojos vendados -- esposas en las manos y cadenas en
los pies -- a un avión ejecutivo Gulfstream parqueado a 100 metros de la
estación con los motores encendidos.
El avión de 14 sillas, matrícula N379P, hoy más conocido como el Expreso
Guantánamo, despegó a las 9:49 de la noche el 18 de diciembre de 2001.
Nadie se opuso. Todo salió como estaba planeado.
La anterior escena, basada en los relatos del inspector de policía de Suecia,
Paul Forrel, y otra fuente no identificada, durante un programa de televisión de
ese país, es hoy sólo un capítulo de un creciente escándalo internacional que
afronta el gobierno de Estados Unidos.
De acuerdo con expertos y organizaciones de derechos humanos, desde el 2001 por
lo menos 150 personas sospechosas de tener vínculos con el terrorismo han sido
secuestradas en similares circunstancias y en diferentes partes del mundo por
fuerzas especiales del gobierno de Estados Unidos, bajo la coordinación de la
Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Algunos han sido llevados a la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo, Cuba,
y otros a países como Egipto, Jordania, Marruecos y Pakistán, donde sostienen
que han sido torturados.
Entidades gubernamentales, fiscales y jueces de unos ocho países, entre los
cuales se encuentran Gran Bretaña, Italia, Alemania y España, investigan
operaciones similares como la que ocurrió en Suecia.
Posiblemente la más desafiante de las acciones tomadas hasta ahora en respuesta
a los secuestros ha sido la del fiscal contra el terrorismo del norte de Italia,
Armando Spataro. El martes pasado, el funcionario anunció que someterá a juicio
en ausencia a 22 agentes y ex agentes de la CIA que habrían raptado en febrero
del 2003 al imán egipcio Osama Moustafa Hassan Nasr, cuando se dirigía de su
apartamento en Milán a una mezquita cercana. Se alega que Nasr, un enconado
crítico de Estados Unidos, fue torturado en Egipto.
Spataro solicitó la extradición de los acusados, entre quienes se encuentra el
coordinador de la operación, Robert Seldon Lady, ex director de estación de la
CIA en Italia. Seldon, de 51 años, nació en Honduras, y estaría viviendo en la
Florida después de retirarse de la agencia en el 2003.
La decisión de Spataro de pedir en extradición a los agentes de la CIA fue
cuestionada por el ministro de Justicia italiano, Roberto Castelli, quien
sugirió que podría ser fruto de un sentimiento antiamericano de la izquierda.
A otro nivel, el caso ha causado indignación.
''Llevarse de esa manera a individuos sin una supervisión administrativa o
judicial es una usurpación de la dignidad humana'', comentó Dick Marty, un
parlamentario suizo que investiga las actividades de la CIA en Europa por
iniciativa del Consejo de Europa, un organismo encargado de velar por el
cumplimiento de la Convención Europea de los Derechos Humanos.
En inglés, la operación se conoce como el nombre oficial de ''extraordinary
rendition'' y, aunque en español no hay traducción, es lo más parecido a un
secuestro de Estado.
El método fue autorizado por orden
ejecutiva del gobierno del presidente Bill Clinton a solicitud de la unidad
de la CIA que seguía el rastro de Osama bin Laden y otros terroristas islámicos.
De acuerdo con el ex agente Michael Scheuer, experto en contraterrorismo, los
funcionarios que pertenecían a esa unidad se sentían frustrados ante la
interferencia constante de otras agencias y la transparencia que exige el
sistema de Justicia de Estados Unidos en la obtención de pruebas.
''Nos estábamos volviendo unos mirones'', dijo Scheuer a la revista The New
Yorker en febrero de este año. "Nosotros sabíamos donde estaba esta gente [los
sospechosos] pero no los podíamos capturar porque no sabíamos a dónde
llevarlos".
En 1995, Egipto aceptó el convenio para recibir a los sospechosos y
someterlos a interrogatorios bajo sus propios métodos. Egipto, el segundo
país después de Israel que recibe más ayuda de Estados Unidos en la región,
presenta uno de los peores historiales de torturas de detenidos, según el
informe de Derechos Humanos del Departamento de Estado.
Tras los atentados del 11 de Septiembre los secuestros aumentaron. El
presidente George W. Bush firmó una orden de ''hallazgo'' (finding) que le
concedió a la CIA una amplia autorización para desmantelar actividades
terroristas, incluyendo el permiso para matar, capturar y detener a miembros de
Al Qaeda en cualquier parte del mundo. Sin embargo, el gobierno de Estados
Unidos ha negado que los cautivos sean torturados.
El avión que llevaba a Ahmed Agiza y Muhammad Al Zery, los secuestrados en
Suecia, aterrizó alrededor de las tres de la madrugada en El Cairo, Egipto,
donde los prisioneros fueron sometidos de inmediato a un intenso interrogatorio.
Ambos alegan que en los días
siguientes fueron torturados con descargas eléctricas en los genitales. Uno de
ellos asegura que fue puesto en una cama eléctrica. Zery fue liberado en octubre
del 2003. Agiza, médico de profesión, fue condenado por terrorismo a 15 años de
prisión.
Según la jurisprudencia de Estados Unidos, la acción de enviar a los sospechosos
de terrorismo a países ''en los que existen bases fundamentadas de que la
persona podría estar en peligro de ser objeto de torturas'', es ilegal.
Paradójicamente, la prohibición es la misma que los jueces de inmigración de
este país han citado para no extraditar a Venezuela al anticastrista
cubano Luis Posada Carriles.
Los reporteros suecos que participaron en la investigación del secuestro
comentaron a El Nuevo Herald que, a pesar del refinamiento de la operación y los
esfuerzos que el gobierno norteamericano ha hecho por mantenerla en secreto,
establecer la conexión entre el avión ejecutivo y la CIA fue un juego de niños.
Los periodistas llamaron a una compañía en Delaware bajo la cual estaba
registrado el avión, y allí les informaron que se trataba de una firma de
abogados que se dedica a tramitar registros de aeronaves con el propósito de
proteger la identidad del verdadero propietario.
A los pocos días, agregaron, recibieron una llamada de un funcionario del
gobierno sueco interesado en saber el motivo por el cual los periodistas habían
contactado una oficina del gobierno estadounidense.
A partir de la denuncia periodística, el avión ejecutivo que decoló de Bromma se
convirtió en el objeto volador más perseguido por los observadores de aviones (plane
spotters) del mundo entero, personas comunes y corrientes que se dedican a
registrar las matrículas y tomar fotografías de aeronaves en aeropuertos civiles
y militares para luego publicarlas en sitios especializados de internet.
Una reconstrucción inicial de las rutas del Gulfstream N379P, que después de
estar en la mira cambió de matrícula, arrojó una febril actividad. Aterrizajes
en Guantánamo, Egipto, Jordania, Irak, Marruecos, Afganistán, Libia y
Uzbekistán, fueron reportados por los cazadores cibernéticos de aviones. Hasta
hoy se han documentado unos 300 vuelos del avión ejecutivo durante tres años. La
mayoría se originan en el aeropuerto internacional de Dulles, Washington, D.C.
Pero el Expreso Guantánamo, llamado así porque supuestamente es el que ha
llevado la mayor cantidad de detenidos a esa base naval, no parece ser el único.
Una investigación de The Washington Post sobre decenas de sociedades fantasmas,
concluyó que la CIA maneja actualmente una flota de 26 aviones, algunos
de los cuales son operados por las firmas Florida Pegasus Technologies y Tepper
Aviation. La central de operaciones de los aviones es Aero Contractors Ltd..,
una empresa con sede en Carolina del Norte.
Además de los casos de Suecia e Italia, los incidentes que están bajo
investigación son los siguientes:
• Retención el 23 de octubre del 2001 de Jamil Qasim Saeed Mohammed, un
estudiante de microbiología de 27 años de la Universidad de Karachi. De acuerdo
con testimonios fue embarcado en el Expreso Guantánamo. Algunas versiones de la
prensa indican que Mohammed, ciudadano de Yemén, podría tener información sobre
el ataque a la embarcación US Cole el 13 de octubre del 2001.
• Secuestro en octubre del 2001 de Mamdouh Habib, ciudadano australiano nacido
en Egipto. Fue arrestado en Pakistán, donde estaba de vacaciones. Después de ser
interrogado y golpeado fue enviado a Egipto, donde fue interrogado durante seis
meses. De allí fue trasladado a Guantánamo. El gobierno de Estados Unidos no
logró probar ningún vínculo con actividades terroristas y lo devolvió a las
autoridades australianas.
• Aterrizajes de por lo menos 10 vuelos de la CIA en la isla de Palma de
Mallorca desde enero del 2004 a enero del 2005, y en Tenerife, Islas Canarias.
Bartolomé Barceló, fiscal de la región de Mallorca ordenó una investigación
criminal a raíz de una publicación de un diario local. Algunos de los aviones
involucrados por la investigación policial son operados por la firma Stevens
Express Leasing, en Tennessee, vinculada con la CIA. El reporte ofrece los
nombres de 42 operativos de la CIA que habrían participado en las operaciones.
• Utilización del aeropuerto de Shannon, en Irlanda, por aviones del gobierno de
Estados Unidos con ''secuestrados'' a bordo para abastecerse de combustible en
ruta hacia Guantánamo.
• Aterrizajes de tres aviones de la CIA en Portugal en enero del 2003.
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