(IAR-Noticias)
09-Nov-05

Tres meses después de que el huracán Katrina devastó la costa
estadounidense del golfo de México, el alcalde de Nueva Orleans, Ray
Nagin, aportó pocas respuestas a las preguntas de cientos de
confundidos, desesperados, enojados y frustrados damnificados.
Por William Fisher
- IPS
Los evacuados congregados en la alcaldía para formular sus reclamos
habían sido urgidos por Nagin a volver a Nueva Orleans, la ciudad
más importante del sudoriental estado de Louisiana.
Setenta y cinco por ciento de los participantes en la reunión eran
negros, así como la inmensa mayoría de las víctimas del huracán.
El alcalde les prometió remolques, electricidad, agua corriente y
ayuda para encontrar trabajo mientras se encontraban temporalmente
en lugares distantes, intentando recomponer sus vidas luego del
desastre desatado el 29 de agosto.
Pero los damnificados le narraron a Nagin y a sus colaboradores los
problemas que sufrían de regreso en la ciudad, y que revelaban una
abigarrada burocracia caracterizada por la desinformación y aparente
falta de interés de sus funcionarios.
La desaprobación de lo actuado por todos los niveles del gobierno se
manifestó en esa reunión con furia.
Muchos relataron cómo pasaban días tratando de contactar a agencias
locales, estaduales y federales de ayuda, sólo para encontrar, a
menudo, que sus teléfonos estaban fuera de servicio.
A otros se les dijo que concurrieran a centros establecidos por la
Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) y que entonces
estaban cerrados.
Una mujer, que había viajado 800 kilómetros desde Atlanta, dijo que
la Administración de Pequeñas Empresas le había concedido un
préstamo para la reconstrucción de su vivienda, aunque todavía no
recibió el dinero.
Al día siguiente de firmado el crédito, la FEMA le notificó que
había perdido el derecho a recibir vales de alimentos o los gastos
de su vivienda temporaria.
Otra mujer le informó al alcalde Nagin que había cumplido
regularmente con el pago de su hipoteca, a pesar de que los daños
causados por el huracán a su vivienda le impedían habitarla. El
alcalde le respondió que los prestamistas locales le aseguraron que
serían flexibles con los buenos pagadores.
Una anciana que reclama el cuerpo de su esposo, fallecido durante la
inundación, vio su solicitud rechazada porque no comenzaron aún las
pruebas de ADN en la morgue central, a falta de un contrato con el
laboratorio a cargo de los análisis.
El propietario de una empresa de cuidado de árboles lamentó que
contratistas ajenos al estado de Louisiana se encargaran del trabajo
que él realizó en Nueva Orleans durante los últimos 20 años.
Y aseguró que nunca fue contactado por la FEMA, a pesar del
compromiso de la agencia de favorecer a firmas locales.
Varios participantes en la reunión fueron urgidos por las
autoridades a buscar otros refugios por el cierre de los que estaban
ocupando, según le dijeron ellos mismos al alcalde. Muchos debían
pernoctar en camiones, automóviles o, directamente, en la calle.
Y otros se quejaron de falta de escuelas, a pesar de que se les
había alentado a regresar a la ciudad.
Todos esperan la ayuda que les habían prometido pero que aún no
llegó.
"Uno viene a estos centros de la FEMA, se sienta todo el día y no
obtiene respuestas, sino evasivas. Nos dicen que debemos estar
'pendientes'. ¿Qué quieren que hagamos? ¿Estar 'pendientes' de por
vida? Yo perdí todo", dijo una mujer cuya vivienda y comercio fueron
destrozados por la tormenta.
El alcalde Nagin escuchó atentamente cada planteo. Respondió a
algunos con vagas generalidades y remitió otros a su equipo,
prometiendo que actuaría rápida y apropiadamente.
Actualmente, Nagin dirige otras reuniones de este tipo en ciudades
donde residen temporariamente miles de desplazados de Nueva Orleans,
y continúa pidiéndoles que vuelvan.
Muchos de los ciudadanos que asistieron a esta reunión en la
devastada ciudad vivían en el Noveno Distrito, el área más pobre de
la ciudad, la más golpeada por el huracán y por la inundación que
originó, dado que se encuentra por debajo del nivel del mar.
Mientras, Katrina desapareció, gradual pero constantemente, de las
prioridades de los medios de comunicación. Como el presidente George
W. Bush ya no visita las áreas afectadas, al parecer los medios
tampoco.
"Con toda la cobertura que recibió este desastre y habiendo dañado
tan severamente la credibilidad del gobierno de Bush, es
sorprendente que estas personas hayan sido olvidadas tan rápidamente
por nuestro gobierno", dijo a IPS el reverendo Tim Simpson, de la
Alianza Cristiana.
Según Simpson, el presidente "despreocupadamente desplazó" su
atención a otros asuntos "como la reforma de la inmigración, como si
la costa del golfo de México estuviera estable o reparada".
"Lo que este problema necesita es atención sostenida del presidente.
Si las personas pensaran que él estuvo haciendo algo para mejorar la
vida de los estadounidenses, probablemente no necesitaría un cambio
de cara extremo", agregó.
También hay señales de que una propuesta de investigación
legislativa sobre la respuesta del gobierno al desastre podría
estancarse en pantanos jurisdiccionales y luchas internas de los
partidos.
Desde el comienzo del desastre, la senadora Mary Landreau,
representante del opositor Partido Demócrata por el estado de
Louisiana, urgió al Congreso legislativo a asignar grandes sumas de
dinero al alivio y la reconstrucción, en un estilo que enojó a
algunas de sus colegas.
En contraste, senadores del meridional estado de Mississippi
--partes del cual también resultaron devastadas por el huracán--
actuaron con más "tranquilidad".
Pero algunos funcionarios de Louisiana sugieren que la política
partidaria juega un papel importante en la provisión de recursos. El
estado tiene un gobernadora demócrata, Kathleen Babineaux Blanco, y
Nueva Orleans es un baluarte de ese partido.
En cambio, Mississippi es fuertemente republicano. Su gobernador,
Haley Barbour, fue presidente del Comité Nacional Republicano y
tiene vínculos cercanos con el gobierno de Bush.
Documentación difundida el lunes por la gobernadora Blanco revela el
caos total que existió entre las autoridades locales, estaduales y
federales en los días previos, durante y después del azote del
huracán.
Estos datos sugieren que las autoridades federales estaban
intentando desviar la responsabilidad hacia la gobernadora mientras,
de hecho, nadie estaba a cargo.
James McIntyre, portavoz de la FEMA, dijo la semana pasada que la
agencia trabajaba tan rápidamente como podía para ayudar a los miles
de personas que quedaron sin nada por culpa de la tormenta.
"Casi 1,5 millón de personas se registraron para recibir asistencia,
y trabajamos para ayudarlos a todos", dijo McIntyre.
El administrador de un centro de asistencia de FEMA en el distrito
de Lower Garden, en Nueva Orleans, dijo que la angustia de muchos de
los usuarios de sus servicios era palpable.
"A medida que las personas ingresan, se vuelven desesperadas", dijo
el empleado. "Están regresando, pensando que pueden vivir en sus
antiguos hogares. Y entonces, de repente, no hay nada".
Los huracanes Katrina y Rita dejaron a más de 281.000 habitantes de
Louisiana --14 por ciento de los trabajadores de ese estado-- sin
empleo.
En las primeras siete semanas posteriores a Katrina, los residentes
de Louisiana presentaron 281.745 demandas relacionadas con el
huracán para obtener subsidios por desempleo, superando a las
193.000 demandas presentadas de todo 2004, según el Departamento de
Trabajo del estado.
La cantidad de reclamos es 13 veces superior a la normal para un
periodo de siete semanas.
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