(IAR-Noticias) 06-Abr-05
En
un informe titulado: ¿Cómo manejar Rusia?, el semanario Newsweek
señala que la esquizofrenia atrapa a la nación rusa, el poder de Putin
se desvanece y hay nuevas amenazas que se ciernen para la administración.
Según Newsweek, el presidente de
Rusia parece estar atascado en la Guerra Fría. La semana pasada, en su mensaje
anual a la nación, llamó a la desaparición de la Unión Soviética “la catástrofe
geopolítica más grande del siglo XX”. Minutos antes, habló de una Rusia que se
convierte en un “estado libre y democrático”.
La lista de asistentes al desfile
estilo soviético-militar el 9 de mayo en la Plaza Roja, incluirá al amigo de
Putin, George W. Bush, así como al aliado más cercano de Putin, el presidente de
la vecina Belarús, Alexander Lukasheko, a quien Washington llama el último
dictador europeo.
Edificio de la petrolera
Yucos.
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Entonces no sorprende que Rusia
parezca un chiflado y viejo vecino que está desarrollando una doble
personalidad —y que el mundo no sepa realmente cómo reaccionar, señala el
semanario.
Líderes mundiales —53 en total, con
notables inclusiones y excepciones— se reunirán en Moscú la semana entrante para
recordar el mejor momento de Rusia, la derrota de la Alemania Nazi hace 60 años.
El motivo para la celebración es claro; las intenciones del anfitrión, Vladimir
Putin, no lo son tanto, agrega.
El semanario señala que la
esquizofrenia parece peligrosa. El vecindario de Rusia —léase el espacio antes
perteneciente a la URSS— no ha sido tan explosivo por más de una década.
En Rusia misma, el control del poder
por parte del Kremlin está en tela de juicio. Hace un año los rusos hablaban de
un nuevo “clima de miedo” al extender Putin su poder a todas las facetas
de la vida. Poder que, según un ex funcionario estadounidense de alto nivel, aún
mantiene —sólo que es Putin quien ahora teme.
¿Qué es lo que sucede aquí y a dónde exactamente se dirige Rusia?, se pregunta
Newsweek.
Los pesimistas advierten sobre
un estado petrolero neoestalinista. Los optimistas siguen soñando con una
democracia al estilo occidental con una economía diversificada. Todos están de
acuerdo en que Putin mismo es la causa de buena parte de la confusión.
Considérese su más reciente informe presidencial ante el Parlamento. Suele ser
un evento magno. Los burócratas escuchan cuidadosamente las órdenes de marcha.
Oligarcas e inversionistas extranjeros peinan el discurso en busca de malas y
buenas noticias. Los mercados bursátiles suben y bajan alrededor del mundo.
Políticamente, el Kremlin está perdiendo poder, asegura Newsweek, a
lo largo del país, últimamente, ha habido protestas; pensionados que no ganan lo
suficiente, estudiantes furiosos ante una propuesta para terminar con los
aplazamientos para enlistarse, madres preocupadas por la guerra sin fin en
Chechenia.
En semanas recientes una rebelión
interna convulsionó al Partido Unido Ruso, simpatizante con Putin, que controla
la Cámara Baja del Parlamento. En asuntos exteriores, Putin el estadista parece
reconciliado con una Rusia más humilde, una que, con poca fanfarria,
recientemente eliminó obstáculos a la OTAN para que usaran espacio aéreo ruso
y oficialmente accedió a la membresía de Ucrania en la alianza occidental,
una posibilidad impensable apenas seis meses atrás.
Eso no quiere decir que Rusia no
sea ocasionalmente el chico malo del escenario mundial, dice Newsweek.
Como testimonio está su ayuda en el tema nuclear a Irán y la venta de misiles a
Siria.
Para algunos, estas señales contradictorias sugieren que Rusia se desliza, se
convierte en un caso de locura bipolar, remata el semanario.
Frente a tanta agitación juvenil —un
recordatorio del papel que jugaron los estudiantes en la reciente Revolución
Naranja en Ucrania— el Kremlin, durante los primeros meses del año, lanzó su
propio movimiento juvenil, llamado Nashi, o “Nuestro”. En por lo menos una
ciudad importante a las orillas del río Volga, Nizhny Novgorod, miembros de
Nashi están adquiriendo uniformes y entrenamiento policiaco.
“Están aterrorizados”, le dijo a
Newsweek un consultor de Moscú sobre los estrategas políticos con los que
se encuentra trabajando. “Lo sucedido en Ucrania puede suceder aquí”.
Mijail
Jordorkovsky, ejecutivo de Yucos, el hombre más rico de Rusia
encarcelado por fraude y malversación.
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En ningún ámbito se hace notar más la
doble personalidad de Rusia que en los negocios, simbolizado por la expropiación
de facto de Yukos Oil, señala en otro tramo el informe.
Para algunos, de hecho, los
días infames del “salvaje Este”, cuando la mafia controlaba los negocios,
parecen casi tranquilos en comparación. “Era más fácil con los bandidos”, dijo a Newsweek Andrei Milovanov, propietario de una fábrica de cemento en Moscú
amenazado con perder su negocio ante las autoridades fiscales. “Es mucho peor
cuando la burocracia misma se ha convertido en crimen organizado”.
La semana pasada, una corte de Moscú
pospuso abruptamente la lectura del veredicto en contra del fundador de la
compañía, Mikhail Khodorkovsky, presumiblemente para no desatar una lluvia de
críticas internacionales en el momento mismo de las celebraciones del nueve de
mayo en Moscú.
Desafortunadamente -señala Newsweek-
para Rusia, el asunto Yukos va mucho más allá de la compañía misma y sus
repercusiones internacionales. Burócratas depredadores lo tomaron como un
permiso para ir tras empresas en toda Rusia —pequeñas y grandes, multinacionales
o Rusas— y ahora parecen estar fuera de control.
Para el semanario estadounidense, en
esta circunstancia, los preparativos rusos para el 9 de mayo parecen casi
surrealistas.
Los líderes de dos países del Báltico
no asistirán, en parte porque la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial
marcó el inicio de lo que ellos llaman “una ocupación”, término repugnante para
Moscú. En lo que concierne al presidente Bush, parece estar de acuerdo con lo
anterior, al acompañar su visita a Moscú con viajes a Georgia y Latvia.
“Bush está actuando con dos caras, no
actúa como un compañero”, dijo a Newsweek el coronel ruso en retiro Viktor
Baranets, un analista militar para el diario ruso de mayor circulación,
Komsomolskaya Pravda. “Es como si hubiéramos invitado a Osama bin Laden a estar
junto a Bush en el lugar donde verán los festejos”.
Funcionarios estadounidenses señalaron que empujar a Putin hacia la
democracia tiene una prioridad menor que conseguir su apoyo en relación a
Irán y Corea del Norte.
La estrategia, en general, de Bush -según el semanario- , es mantener abiertos los canales de
comunicación—“hacer mancuerna, no aislarse”, dijo un funcionario del
Departamento de Estado. Eso significa mantener a Putin en un patrón estático
hasta que surja un nuevo líder, dentro de dos años,
Con el derrumbe de tres regímenes que favorecían a Moscú en los últimos 17
meses, el Kremlin afronta una extinta Unión Soviética radicalmente distinta. Los
planes para crear un “Espacio Económico Común” que compitiera con EE UU están
muertos, afirma Newsweek.
Cualquier intento de proyectar el
ímpetu militar ruso al llamado “cercano exterior” ha dejado de existir. Cuando
la “Revolución de los Tulipanes”, ocasionada por turbas, hizo erupción en marzo,
nadie hablaba del reestablecimiento del orden en la capital de Bishkek; Moscú
simplemente no tiene tropas con entrenamiento ni equipo adecuados.
El resultado -según Newsweek-
es un peligroso vacío de poder, especialmente en Asia central, donde una
violenta revolución en el vecino de Kirguiztan, Uzbekistán, indica desastre para
la seguridad regional.
Putin mismo acepta todo, aún su creciente intrascendencia en muchas
esferas, menos la debilidad rusa. Por extraño que parezca, el establishment
militar ruso ve en la OTAN una solución en potencia. “La nueva generación de
líderes militares es bienintencionada hacia la OTAN.
Entienden que es bueno para Rusia”,
dice Newsweek citando al general retirado Viktor Yesin, antes encargado de las
fuerzas estratégicas de misiles rusos. Eso habla de una sorpresiva apertura en
un Ejército opuesto desde hace tiempo a cualquier cooperación con Occidente —así
como una desconcertante falta de fe en los propios líderes rusos.
Una encuesta filtrada del Ministerio
de Defensa, llevada a cabo a principios de año, encontró que 80% de los
oficiales desaprueba las políticas gubernamentales, y sólo 17% confía en Putin.
Para un ex coronel de la KGB que tiene un modo de pensar acorde con la sutileza
del poder, señales como ésa deben ser, de hecho, perturbadoras, concluye Newsweek.
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