(IAR-Noticias) 11-Jul-05
Por Manuel
Freytas - manuelfreytas@iarnoticias.com
Su propia naturaleza
de "terrorismo mediático" lleva a que el efecto Al Qaeda solo pueda ser
apreciado en el plano de las reacciones internacionales reflejadas por las
grandes cadenas y agencias que nivelan un mismo "paquete informativo" para
todo el mundo.
Todo el proceso de
terrorismo mediático con Al Qaeda y Bin Laden , desde el 11-S en adelante, se
desarrolló en los medios de comunicación, principalmente en las cadenas
televisivas, que trasmiten en vivo las imágenes de destrucción que a través de
un ida y vuelta -feed baack- generan masivamente la psicosis terrorista a
escala planetaria.
Sin la
"globalización de la imagen" a Washington y la CIA les hubiera sido
imposible crear la figura de Bin Laden como el mítico "enemigo número uno de la
humanidad" tras la voladura de las Torres Gemelas, iniciando así la era de la
utilización del terrorismo mediatizado como estrategia y sistema avanzado de
manipulación y control social.
De esta manera, las
operaciones terroristas de la CIA con Al Qaeda, con solo cuatro bombas detonadas
sincronizadamente a distancia (como ocurrió en Londres) pueden multiplicar
infinitamente (casi como una bomba nuclear) los efectos políticos y sociales
de la destrucción por medio de la difusión mediática manipulada y nivelada
masivamente para todo el planeta.
El proceso de
"miedo al terrorismo" es alimentado a su vez por las grandes agencias y
cadenas internacionales que se encargan de difundir por todo el planeta, y como
si fuera una novela de espionaje, versiones, trascendidos, comunicados,
cartas, videos con nuevas amenazas, "información secreta" sobre grupos
terroristas, pistas "árabes", etc., etc., cuya usina matriz, en la mayoría de los casos, se
encuentra en los sótanos de planificación de la CIA o del resto de la estructura
de inteligencia norteamericana, o israelí.
Esta situación
particular del "terrorismo mediático" como arma de manipulación política y
social determina que sus causas y objetivos solo puedan ser leídos en el plano
mediático, y no en el marco del análisis político o estratégico convencional.
Para tener algún
marco referencial de para qué (y a quién) sirvió el ataque terrorista en
Londres, no basta con especular si fue utilizado para tapar la ocupación militar de
Irak, parar el tema del calentamiento global en el G-8 que beneficia a EEUU,
etc.,
sino que hay que analizar que está pasando en la prensa internacional tras
los atentados, cual es la prioridad informativa que reflejan los titulares de
las "noticias".

Tras el 7-J
londinense (como ya ocurrió tras el 11-S y el 11-M) un solo tema hegemoniza la
información internacional: el terrorismo.
El ataque terrorista
en Gran Bretaña eclipsó los otros temas informativos, sacó de las primeras
planas a los muertos diarios de Irak, desplazó la discusión sobre el
calentamiento global, dejó fuera de foco a la campaña de denuncias mediáticas
contra Bush, paralizó las encuestas que casi a diario mostraban el descenso
meteórico de su imagen en la opinión pública estadounidense, y se puede seguir
citando ejemplos hasta el infinito.
Después de la
masacre de Londres ( igual que después del 11-S y el 11-M) la prensa
internacional habla y hace hablar al mundo de terrorismo. Y en ese
contexto, una noticia sobre terrorismo solo puede ser tapada con otra noticia
sobre terrorismo.
Y en ese punto, el
análisis comienza por una pregunta: ¿a quién le conviene que el mundo hable
de terrorismo?
¿Quién se beneficia
políticamente del terrorismo, si luego de los ataques en Londres el mundo
prioriza el terrorismo sobre otros temas de información o conversación?
¿Rusia?, ¿China?,
¿Cuba?, ¿Francia?, ¿Alemania?, ¿España?, ¿Qué gobierno, persona o grupo se beneficia
con los ataques terroristas de Al Qaeda?
¿Que Estado sostiene
la bandera de la "guerra contraterrorista" como eje primordial de su
política internacional?
¿A quién le conviene
que el
combate contra el terrorismo sea el eje excluyente de las relaciones
internacionales?
¿Que Estado
convirtió a la "guerra preventiva" contra el "eje del mal" en doctrina
justificatoria para sus invasiones militares y despliegue de bases y tropas por
el mundo?
¿Que Nación se vale
de la existencia del terrorismo para alinear ejércitos y gobiernos detrás
de sus propias estrategias regionales de control hegemónico, en Europa,
Latinoamérica, y el resto de los continentes?
¿A qué Estado le
conviene convertir a los Estados petroleros
en "cuevas del terrorismo islámico" para luego invadirlos en nombre de la
libertad?
¿A qué
gobierno le conviene que el "radicalismo islámico" amenace constantemente con
ataques terroristas y luego los concrete en blancos claves como Europa o EEUU?
¿A quién le conviene
el "miedo al terrorismo" o que los "ataques terroristas" hegemonicen la vida
social y paralicen universalmente cualquier tema en discusión tras una
masacre en un país distante?
¿A quién beneficia
que las grandes cadenas y agencias difundan durante los 365 días del año videos con amenazas
de grupos terroristas, "investigaciones" o informes "probatorios" de su
existencia, o "pruebas" de sus planes de exterminio indiscriminado en
cualquier país?
Planteadas
correctamente estas preguntas (y por descarte de procesamiento de información)
surge que los únicos beneficiarios de los atentados terroristas en Europa y EEUU
hasta el presente fueron George Bush y el Estado norteamericano manejado
desde la Casa Blanca.
Por vía indirecta (y
también por descarte de procesamiento de información) surge que, más allá de
Bush, los grandes
beneficiarios económicos de la existencia del terrorismo y sus ataques, son las
corporaciones petroleras, armamentistas, de servicios, y grandes bancos de
inversión de Wall Street que abren "nuevos mercados", venden armas o se
apoderan de petróleo y de recursos estratégicos con las invasiones militares para
derrotar y someter a los "Estados terroristas".
Pruebas más
"evidentes" y flagrantes:
A) Bombardeo y
ocupación de Yugoslavia (contra la tiranía "terrorista" de Milosevic)
durante la administración Clinton, que le permitió a EEUU abrir una llave de
control sobre los países y mercados de las ex repúblicas soviéticas y
proyectarse hacia el control geopolítico estratégico del Asia Central
B) Bombardeo y
ocupación de Afganistán tras el 11-S (contra el "terrorismo"Talibán) que le
permitió al Estado norteamericano administrado por Bush el establecimiento de un
cordón militar-estratégico (bases y tropas) proyectado sobre importantes
reservas energéticas y petroleras del Asia Central.
C) Bombardeo y
ocupación de Irak (contra la "dictadura terrorista" de Saddam Hussein) que le
permitió al estado norteamericano administrado por Bush apoderarse de las
segundas reservas petroleras del mundo, y proyectar una llave clave de control
militar estratégico sobre el Golfo Pérsico y Medio Oriente, con proyección
hacia el asentamiento de las reservas de petróleo más importantes del mundo.
En cada una de esas
invasiones militares para "terminar con el terrorismo", las corporaciones
armamentistas, petroleras, tecnológicas y de servicios del Complejo Militar
Industrial norteamericano, así como los megagrupos financieros y bancos de
inversión de Wall Street, abrieron "nuevos mercados" y cosecharon millonarias
ganancias con la ocupación militar.
Durante cada
invasión para "destruir al terrorismo", las armamentistas aumentaron su flujo de
ventas con las tropas ocupantes, las petroleras extrajeron y comercializaron petróleo
favorecidas por el control sobre los Estados invadidos, las de servicios
(incluidas las empresas de seguridad) concretaron multimillonarios contratos con
el Pentágono, y los bancos y megaconsorcios de Wall Street levantaron ganancias
multimillonarias financiando la "reconstrucción" de los países destruidos
por los bombardeos.
En síntesis, en este
circuíto perverso de mercado, oferta y ganancia capitalista, hay que
encontrar la razón de la existencia del "terrorismo de Al Qaeda", y su inmediata
contrapartida: la "guerra contraterrorista" con la que Washington justifica sus
invasiones imperialistas, de las que luego se benefician económicamente sus
monopolios y consorcios financieros internacionales.
De esta
manera,
queda en claro que las acciones de Al Qaeda, un
monstruo de mil cabezas
inventado por la CIA, y sobre cuyas redes y entramado logístico no existe
información verificable y confiable, sólo
se las puede evaluar con un adecuado análisis y procesamiento que empiece por lo
particular y termine por lo general, o sea
por el
"beneficiario principal"
de las acciones terroristas de Al Qaeda.
Y queda en claro
también, que el promocionado "fundamentalismo militar" de Bush, su
mediatizada "obsesión" con la "guerra contra el terrorismo", no es nada
más que una cáscara encubridora de un monumental negocio y saqueo capitalista
de recursos estratégicos montado sobre una aceitada maquinaria mediática de
manipulación psicológica y aprovechamiento militar-económico de las amenazas
y los ataques terroristas.
La lógica del
"nuevo enemigo" de EEUU, identificada con el terrorismo tras el 11-S, se
articula operativamente a partir de la "guerra antiterrorista", una
estrategia de dominio imperial-militar que compensa la desaparición del "enemigo
estratégico" en el campo internacional de la Guerra Fría: la Unión Soviética.
De manera tal, que
la "guerra contra el terrorismo" no es un "capricho" pasajero de Bush", sino una
política de Estado del imperio norteamericano, y una estrategia central en el
marco de la expansión y de las ganancias del capitalismo transnacional, que
va a supervivir más allá de quien ocupe eventualmente el sillón de la Casa
Blanca.
En esa orientación,
la operación psicológica-mediática con el ataque terrorista en Londres, persigue
en lo inmediato dos objetivos prioritarios claros:
A) parar la ofensiva demócrata contra Bush
en Irak, repotenciar su imagen pública venida a menos en las encuestas, y preparar su relanzamiento
como el reaseguro militar de
la guerra internacional contra el terrorismo.
B) forzar a los países europeos a ratificar un
nuevo compromiso y un plan de acción "contraterrorista" en sintonía con la estrategia de
convertir al planeta en un campo de
batalla contra el terrorismo,
y a partir de allí seguir justificando las invasiones militares y los saqueos
económicos del Imperio norteamericano.
Bush y los halcones
son apenas una cáscara "formal y ejecutiva" de una estrategia cuyas raíces
abrevan en la propia supervivencia y expansión del sistema capitalista que
controla el planeta desde Washington.
|