|
(IAR-Noticias) 19-En-05 Informe
especial
Condoleezza
Rice, la nominada secretaria de Estado estadounidense, en su exposición del
martes ante el Senado, fue preguntada por uno de los legisladores sobre
qué objetivo se proponía la administración Bush en Irak.
Rice cifró la "estrategia
del éxito" en preparar mejor a los colaboracionistas policiales y
militares iraquíes de EEUU.
|
"Vamos a utilizar la estrategia
del éxito", respondió imperturbable la halcona negra de la Casa Blanca.
Para la actual asesora en Seguridad,
la "estrategia del éxito" está en las antípodas de la "estrategia de salida"
que proponen los medios y sectores políticos opositores en EEUU, y consiste
en que las tropas norteamericanas se quedarán en Irak hasta que las fuerzas
iraquíes (los colaboracionistas militares y policiales) consigan por sí solas
"controlar la seguridad" de su país.
En junio del año pasado la Casa Blanca y el Pentágono tenían "un plan"
estratégico para Irak, en cuyo capítulo central se señalaba que las fuerzas
de seguridad iraquíes, formadas principalmente por chiíes y kurdos, y entrenadas
por oficiales de las fuerzas especiales estadounidenses, iban a
reemplazar en la represión y el combate contra los grupos rebeldes a las
unidades militares estadounidenses, no bien asumiera la nueva administración de
Iyad Allawi.
El
entrenamiento y la puesta en marcha de la operación demostró que las unidades
cipayas iraquíes, no obstante haber sustituido con eficiencia en tareas
"burocráticas" a las norteamericanas, habían fracasado en el combate militar
contra la resistencia iraquí.
Pero analizado desde un plano general, la presencia del aparato policial y
militar colaboracionista redujo riesgo y exposición a los militares
estadounidenses, que de otra manera, de no mediar las fuerzas iraquíes, en vez de
tener 1400 muertos en lo que va de la ocupación, podrían haber cuadruplicado o
quintuplicado esa cifra.
Baste citar como ejemplo que, en lo que va del 2005, el ejército norteamericano
contabiliza 27 muertos y las fuerzas colaboracionistas, con los 4
atentados del miércoles, suman más de 210 muertos en el mismo período.
Desde
que EEUU invadió y ocupó militarmente Irak, en abril de 2003, los
colaboracionistas iraquíes sustituyeron a la fuerzas ocupantes en funciones
de alto riesgo: represión y detenciones contra la población civil, tareas policiales
rutinarias de "vigilancia",
control del tránsito, administración en organismos públicos, etc.
Todas estas funciones, de ser
realizadas por los soldados o civiles norteamericanos, los sometería a una
alta vulnerabilidad y probabilidad de muerte debido a su exposición
pública y contacto con la población civil.
Los marines, de ocupar los puestos
que hoy ocupan los policías iraquíes, alejados de sus bases militares, serían
"blanco fácil" para las bombas y los ataques de la resistencia que hoy se
concentran sobre los colaboracionistas que desarrollan esas funciones en
sustitución de las tropas yanquis.
Las fuerzas militares y los
funcionarios civiles norteamericanos permanecen en unidades militares o en
sectores amurallados de alta seguridad, como es la Zona Verde de
Bagdad.
De esta manera, los colaboracionistas iraquíes, por una miserable paga, actúan como "carne de cañón" y
son blanco permanente de los ataques y atentados de la resistencia.
Y el concepto de "carne de cañón" no
es virtual sino real, ya que esas tropas fueron enviadas al frente de las
formaciones de tanques durante los asaltos militares a Faluya, Nayaf, y
otras ciudades iraquíes mientras los marines avanzaban en la retaguardia
protegidos detrás de los blindados.
Lo mismo sucede durante las
operaciones represivas y las redadas sangrientas del ejército norteamericano
contra refugios rebeldes camouflados dentro de la población civil, donde
los que reciben los primeros disparos son los colaboracionistas que actúan en
misión de exploración.
No solamente el mando militar invasor
se vale de ellos para sus asaltos militares a gran escala, sino que también
(aprovechando su conocimiento del terreno) los emplea para operaciones en
pequeña escala en los barrios y asentamientos más peligrosos donde acechan
ataques sorpresa y francotiradores por todos lados.
Esto explica, entre otras cosas, porqué el Pentágono y la
Casa Blanca vienen evitando, hasta ahora, la muerte mensual de miles de
militares estadounidenses, cuyos cadáveres son reemplazados por el de los
iraquíes colaboracionistas que los suplantan en las tareas de alto riesgo.
Las bombas y ataques diarios de los
combatientes rebeldes contra las academias y los destacamentos de policía no
solamente tienen que ver con la búsqueda de la suspensión de las elecciones,
sino que están enmarcados en una estrategia de "golpe permanente" contra
esas fuerzas con el objetivo de promover el terror y la deserción entre sus
efectivos.
Los colaboracionistas no sólo
integran las fuerzas de ataque contra la resistencia iraquí, sino que también
cumplen tareas de información y señalización de militantes rebeldes los
que los convierte en "entregadores" de sus propios conciudadanos por una paga
mensual que reciben por esas tareas.
Si no fuera por los
"colaboracionistas" civiles y policiales iraquíes, la administración Bush ya se
habría enfrentado hace tiempo con el "síndrome Vietnam" que
políticos, medios y legisladores están vaticinando a las fuerzas militares
norteamericanas de EEUU en Irak.
De ahí la importancia estratégica que
asignan el Pentágono y la Casa Blanca a la formación de estas unidades
especiales iraquíes, que hasta ahora, han sido impotentes para contener la
escalada rebelde que infiltra sus filas y los extermina a diario.
Es en este contexto que se explican los ataques diarios de la resistencia al aparato colaboracionista (civil, policial y
militar) de Iyad Allawi, cuyo gobierno atraviesa un proceso de
descrédito y deterioro incluso entre la población chiíta, principal sostenedora
de las elecciones en Irak.
Esos ataques, que siguen creciendo en
devastación y muertes, están orientados a
terminar (por vías del terror y de la muerte)
con la estructura colaboracionista y obligar a las fuerzas invasoras que administren Irak y
cumplan tareas represivas y policiales en contacto con la gente, y
en permanente riesgo de ser eliminados.
El colaboracionista, civil o
policial, es el elemento
clave que evita que muchos más norteamericanos mueran en Irak.
¿Qué pasaría si no estuviera el
aparato colaboracionista iraquí al servicio del ejército invasor?
Sencillo: los marines norteamericanos
tendrían que atender y hacer funcionar las comisarías, dirigir el tránsito,
manejar las oficinas públicas, recoger la basura, etc..., con lo cual la
probabilidad de muerte de los norteamericanos (incluido su personal civil) se cuadruplicaría o quintuplicaría.
Para tener una idea: todos los
civiles y policías colaboracionistas que mueren a causa de los ataques de la
resistencia todos los días en
Irak, serían reemplazados por cadáveres norteamericanos.
|
 |
|
Mujer estadounidense pide el
retiro de las tropas frente a la Casa blanca
(Foto EFE) |
Esa (más allá de su fracaso en el
combate contra los rebeldes) es la verdadera función que cumple el aparato
colaboracionista iraquí: evitarle a Bush y al Pentágono la multiplicación de las
bajas que sufrirían sus soldados, y, consecuentemente, el efecto político y
social que tendrían en la sociedad estadounidense la baja de 200 marines en
quince días, como está sucediendo ahora con los efectivos de la "policía
iraquí".
Y esto, a su vez explica porqué los colaboracionistas son el blanco
estratégico más preciado de los ataques y atentados de la resistencia iraquí
que ve en ellos la causa principal por la cual la Casa Blanca y el Pentágono, a
pesar de haber fracasado con su estrategia militar de ocupación, no se
han retirado como en Vietnam.
Y en la existencia del aparato
colaboracionista reside la explicación de porqué Bush y sus funcionarios
todavía no han sido puestos en la picota del "debate público" en EEUU
como responsables de los muertos y mutilados estadounidenses, cuyas cifras se
reducen debido a la presencia de los colaboracionistas.
Si bien nadie puede estar de acuerdo
con la muerte del otro como filosofía, el conocimiento de los porqué y para qué
que guía a la resistencia iraquí en sus ataques contra los "colaboracionistas"
(históricamente utilizados por las fuerzas de ocupación en todos los países)
permite diferenciar entre un combatiente que mata por la liberación de su país,
y otro que mata para ayudar a los invasores.
La prensa internacional cataloga
generalmente a los muertos por los ataques y atentados
diarios de los rebeldes, como "personas", "civiles", o
"policías", sin precisar demasiado qué rol cumplían en el diseño y la
estructura de la ocupación militar estadounidense, cuyos efectos
-directos o colaterales- ya mataron aa más de 100.000 civiles inocentes en
Irak.
Esto permitió que el "gran
público" confunda la muerte de un "colaboracionista" (al que van
dirigidos los ataques) con el "asesinato de civiles inocentes" por parte
de la resistencia iraquí.
Y, como emergente inmediato, esto
permitió a los invasores de Washington identificar a los combatientes rebeldes
iraquíes como "terroristas, asesinos e irracionales", cuya imagen las
grandes cadenas informativas ayudan a construir confundiendo en un mismo plano
al dominador, al colaboracionista, y al que combate por la liberación de su
país.
Con su deliberada omisión de quién
es quién, la prensa internacional cumple un invalorable servicio a Bush y
sus halcones quienes han convertido a Irak en un genocidio militar jamás
conocido por la humanidad.
|