Una
mayoría de diputados opositores decidió cesar en sus funciones al
presidente de Ecuador Lucio Gutiérrez, reunidos en un edificio paralelo al del
Parlamento, según consignan agencias internacionales.
La decisión del golpe
parlamentario fue consumada con 60 votos de los 62
legisladores presentes.
Los diputados designaron al
vicepresidente Alfredo Palacio, principal impulsor de la
protesta junto
con la ultraderecha cristiana y la izquierda "democrática,
como nuevo presidente del país.
En conversación con la BBC, el
diputado Luis Villacís, del Movimiento Popular Democrático, explicó que el
Congreso había "interpretado el incumplimiento de la
Constitución por parte del presidente como un abandono de cargo".
Villacís agregó que la destitución
está en conformidad con el artículo 167 de la Constitución, el cual establece
que el Presidente de la República tiene la obligación de velar por su
cumplimiento.
Los diputados opositores,
quienes desde
hace más de una semana vienen impulsando las protestas callejeras,
acusan a Lucio Gutiérrez de actuar al margen de la Constitución al
declarar estado de emergencia y promover lo que denominan como
"bandas paramilitares".
Esta decisión del Congreso todavía
no ha sido aceptada por el presidente Lucio Gutiérrez, quien hasta ahora no
ha hecho declaraciones al respecto, aunque se dice que ya hizo abandono del
Palacio presidencial.
En horas previas el mandatario
insistió en que no renunciaría a su cargo bajo ninguna circunstancia,
pese a las continuas protestas y enfrentamientos de
sus partidarios con militantes de izquierda y de ultradrecha mimetizados en las
concentraciones callejeras.
La alianza
izquierda-ultraderecha
Antes
del golpe parlamentario la
izquierda "democrática" y la oligarquía ultraderechista
habían cerrado filas en la capital del Ecuador, Quito, para derrocar al presidente
Lucio Gutiérrez, otrora "niño mimado" del presidente de Venezuela, Hugo
Chávez, y de todo el espectro "progresista" latinoamericano que hoy hace fuerza
para su derrocamiento.
La izquierda
"democrática" de Quito, compuesta principalmente por la clase media, estudiantes
y profesionales, se nuclean alrededor del alcalde de Quito, Paco Moncayo,
y de una red mediática encabezada
por radio La Luna, que ha sido el lugar desde donde
se han organizado las marchas nocturnas contra el gobierno,
denominadas cacerolazos.
La ultraderecha oligárquica se nuclea
alrededor del diputado y líder del Partido Social Cristiano
Alfonso Harb,
y del ex presidente de la República, León Febres.
Ambas tendencias
coinciden en un mismo objetivo: forzar la renuncia del presidente Lucio
Gutiérrez.
El "tercer actor"
en esta crisis es la embajada de EEUU, cuya representante, Kristie Kenneye,
mantuvo esta mañana una reunión con Lucio Gutiérrez en la sede
presidencial.
Según analistas
ecuatorianos, la embajada norteamericana sostenía
hasta el momento a Gutiérrez, pero temía que un enfrentamiento entre partidarios del gobierno
con la izquierda y la ultraderecha generara una situación de caos irreversible que
obligara a las fuerzas del ejército ecuatoriano a intervenir para "restablecer
el orden".
Según esos analistas,
lo que temía la delegación norteamericana es que un conflicto entre
"gutierristas" y opositores de izquierda y de derecha, ponga
en riesgo el
estado de "derecho democrático" en el que hasta ahora se vino desarrollando
la situación en Ecuador.
Es decir, que se
quebrara el marco de legalidad democrática regido por un presidente títere
maleable a los intereses de Washington.
El gobierno de Lucio Gutiérrez dice contar con el apoyo de las fuerzas armadas,
cuyos comandos -según relata la prensa ecuatoriana- se encontraban
"monitoreando" el desarrollo de las protestas sin intervenir.
Las marchas y las movilizaciones, circunscriptas a la capital de Ecuador, se
multiplicaron desde que el jefe del gobierno
cesó el viernes a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia,
valiéndose de un decreto por el cual también declaró el
estado de emergencia, por el cual se confería poderes
especiales.
La
disposición presidencial incrementó las tensiones y
avivó las protestas callejeras y los cacerolazos que
sacuden Quito hace varios días,
mientras que la oposición cuestionó su legalidad debido a que Gutiérrez no puede
anular las resoluciones de otras funciones del Estado, por lo que lo acusaron de
"dictador"
La crisis política en Ecuador había
comenzado el 8 de diciembre pasado, cuando una mayoría parlamentaria oficialista
reorganizó la Corte Suprema de Justicia, destituyendo a los antiguos jueces y
reemplazándolos por magistrados afines al Gobierno.
Tras la
violenta protesta del martes por la
noche y la madrugada del miércoles en Quito, el ex diputado Renán Borbúa,
del partido Sociedad Patriótica (aliado de Gutiérrez),
anunció que unos 150 autobuses con simpatizantes del jefe de Estado en el puerto
de Guayaquil, 275 km al suroeste, se estaban movilizando hacia
la capital para apoyar al jefe de Estado.
Borbúa, primo de Gutiérrez, dijo que "defenderemos al presidente constitucional
hasta las últimas consecuencias".
Los partidarios de Gutiérrez arribaban desde Guayaquil y otras regiones del país
como la selva de la Amazonia, de donde el mandatario es oriundo, y se
congregaban en el norte.
El Gobierno, con
el apoyo de la Federación de Indígenas Evangélicos del Ecuador (Feine) y el
Ministerio de Bienestar Social (MBS), organizó ayer martes
una marcha orientada a neutralizar las movilizaciones que
la ultraderecha y la izquierda realizan en la capital del Ecuador.
Según los diarios quiteños, unos 8.000
indígenas de la sierra norte y centro (Cotopaxi, Chimborazo, Tungurahua e
Imbabura) marcharon desde el parque El Arbolito hasta las cercanías de
Carondelet.
Escoltados por la Policía ingresaron al Centro Histórico sin ninguna represión,
pero soportaron los gritos de miltantes de la izquierda "democrática"
en desacuerdo con ellos, que les llamaron “¡comprados!” y “¡borregos!”
Los indígenas
respondieron en una sola voz: “¡oligarcas!”.
De acuerdo a reportes
de la prensa, en la mañana del miércoles aún se podían
percibir en el aire del centro histórico un fuerte olor a gas lacrimógeno,
que formó parte del operativo que emprendió la tarde y noche de ayer la Policía
Nacional para dispersar a los manifestantes.
Grupos de
estudiantes (militantes de la
izquierda "democrática) procedentes de varios colegios y universidades de
la capital ecuatoriana se concentraban en el norte de Quito y marchaban hacia el
centro, donde están ubicados el unicameral Parlamento y el Palacio de
Carondelet, sede del gobierno nacional, que están fuertemente resguardados.
El acceso a la Plaza de la
Independencia, en la mañana del miércoles, fue
restringido para los civiles. A este lugar sólo podían pasar los periodistas y
personas que portaban credenciales para ingresar al
Palacio presidencial.
Alrededor de 8.000
efectivos del Ejército ecuatoriano
permanecen desplegados por las calles de Quito,
como parte del dispositivo de seguridad, informaron los diarios
quiteños citando fuentes militares.
Según reportes de Radio Quito,
los activistas del Gobierno llegaron desde
provincias de la Costa y del Oriente ecuatoriano. Testigos presenciales afirman
que estas personas han llegado armadas con garrotes, machetes y otros objetos.
Su actitud es de abierta beligerancia.
El diario El Correo
de Quito consignó, el miércoles por la tarde, que el intendente de esa
ciudad, Paco Moncayo, había amenazado con bloquear los accesos a la capital
para evitar que sigan ingresando partidarios del presidente Gutiérrez desde
el interior del país.
En la autopista General Rumiñahui, a
la altura del peaje, algunos ciudadanos (de clase media y alta)
han decidido bloquear con sus automóviles el paso de los autobuses que
llegan con manifestantes indígenas de las provincias, según reportes de diarios y radios de Quito.
Con el correr de las
horas, según observadores de la realidad ecuatoriana, y de no mediar una
"solución política" en el parlamento, se teme que los enfrentamientos entre la
alianza izquierda-ultraderecha y los partidarios del gobierno
"gutierrista" se torne irreversible y obligue a una represión militar
violenta.
El "compañero"
Lucio

Hace dos años Lucio
Gutiérrez asumió como presidente de Ecuador con el
bullicioso apoyo de Hugo Chávez y de la progre-izquierda latinoamericana
que hoy lo combate.
El tercer elector -silencioso- de
Gutiérrez fue la embajada norteamericana.
Cuando asumió, Gutiérrez
hizo lo que hacen todos los presidentes "progres": desarrolló a rajatabla
el programa económico de los bancos y transnacionales y acató sumisamente
las órdenes emanadas del Departamento de Estado. En el caso de Gutiérrez mantuvo
la dolarización, el Plan Colombia y la Base militar de EEUU.
Lucio Gutiérrez asumió la
presidencia de Ecuador en enero de 2003 y su mandato vence en 2007, sin
posibilidad legal de ser reelecto.
Ganó
con 54,3% de los votos y un fuerte apoyo popular de la base indígena,
la izquierda "democrática" y
sectores intelectuales , que lo veían como un
renovador progresista del poder político en el país andino tras muchos años de
crisis social, económica e institucional.
Ecuador arrastraba una seguidilla de conflictos. En 1997, tras apenas seis meses
de presidencia, al excéntrico Abdalá Bucaram lo echaron del gobierno por "incapacidad
mental". Asumió el titular del Congreso, Fabián Alarcón, que en 1998 cayó en
medio de otro escándalo.
Su sucesor, el oligárquico Jamil Mahuad, igual tuvo corto mandato. En enero de
2000 dolarizó la economía, régimen que aún sigue y que había sido
propuesto antes por el argentino Domingo Cavallo, quien alejado del
"menemismo"
recaló como asesor de Bucaram.
Pocos días después, un levantamiento indígena-militar, liderado por el
coronel Lucio Gutiérrez, derrocó a Mahuad y lo acusó de corrupto. Asumió Gustavo
Noboa hasta la convocatoria a nuevas elecciones generales.
Gutiérrez se hizo muy popular y con el apoyo de la izquierda
"democrática" ganó los comicios en 2003. Prometió combatir la
corrupción "despartidizando" la Corte Suprema de Justicia, pero hasta 2004 se
alió al FMI y siguió con la dolarización y el ajuste, en un país con altísima
pobreza y exclusión social.
Desde entonces Gutiérrez vive una crisis política que muchos
tildan de irreversible. Se alió al
partido de Bucaram (que estaba exiliado en Panamá) y renovó la Corte con jueces
sospechados de incondicionales.