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Wednesday, 27 de April de 2005

La enseñanza de Ecuador

Mito y realidad del "golpe popular" en Latinoamérica

Objetivos, actores, y aprovechamiento político de los golpes mediáticos con participación popular. Lo que sabe y oculta el periodista del sistema. Los mitos, las frustraciones de las luchas sociales y lo que viene después de Ecuador.

(IAR-Noticias)  27Abr-05                       Por Manuel Freytas             

La policía cargando contra los manifestantes. (Foto: EFE)El lunes 25 de abril, y en forma sorprendemente clara, quedaron revelados los verdaderos objetivos de quienes impulsaron y ejecutaron la revuelta social y el golpe parlamentario en Ecuador.

Durante una conferencia de prensa, el nuevo presidente de Ecuador anunció que su gobierno respetará todos los acuerdos internacionales, seguirá con las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC), y mantendrá la base militar estadounidense de Manta, así como la inclusión de Ecuador en la "guerra contra el narcotráfico" (una de las banderas de la "guerra contraterrorista") impulsada por EEUU en la región.

Si bien Alfredo Palacio hizo algunos señalamientos sobre una reforma global del sistema democrático "como lo pide el pueblo", lo sustancial, los lineamientos de política regional pro-Washington del derrocado gobierno de Lucio Gutiérrez, salvo algunos toques cosméticos de forma, permanecerán como estaban.

En síntesis, el gobierno golpista de Palacio -todavía no reconocido por los gobiernos regionales y EEUU- continuará alineado con la estrategia geopolítica y militar de EEUU en América Latina: Plan Colombia, TLC, y "guerra contraterrorista" con la colaboración de los ejércitos y aparatos locales de seguridad e inteligencia de la región.

La traición de Gutiérrez

El levantamiento social (sobre todo de clase media) contra Lucio Gutiérrez se realizó sobre el argumento de que el coronel había "traicionado el compromiso popular" que había contraído antes de ser elegido por el voto popular.

Gutiérrez comenzó a gobernar a principios de 2003 con el 53% del voto popular, y con un programa de reformas estructurales (que incluía modificar la relación de dependencia con EEUU) y con el apoyo de un amplio movimiento social y campesino.

La mayoría de la izquierda latinoamericana y el movimiento bolivariano de Hugo Chávez apoyaron entusiastamente al entonces llamado "compañero Lucio" y proyectaron una gran expectativa de cambios sociales y logros antiimperialistas en su gestión.

En pocas semanas -y tal como hace Palacio a pocos días del golpe que lo impulsó al gobierno- Lucio Gutiérrez convirtió el anunciado proceso "transformador" en una continuidad de la dependencia a EEUU de sus predecesores.

Durante un viaje a Washington ratificó el alineamiento de Ecuador con el TLC, el Plan Colombia, amplió los acuerdos en la "lucha contra el narcotráfico y el terrorismo" y extendió más poderes y facultades a Washington sobre la base militar de Manta, punto de despegue de esa guerra en la región.

La izquierda y los movimientos indígenas le retiraron su apoyo, y el coronel terminó sus días al frente del gobierno aliado al ex presidente Bucaram y anulando el proceso por corrupción e "insanía" que obraba en su contra, además de instalar una Corte Suprema "propia" con la finalidad de apuntalar su reelección.

La mitificación del "golpe popular"

Cartel de manifestante que dice "Lucio Fuera"Hasta aquí el derrocamiento de Gutiérrez era lógico, deseable y justiciero. Con Gutiérrez -además de su dependencia asfixiante al imperialismo de Washington- los programas del FMI y la banca internacional siguieron con su marcha letal de hambre y desocupación que golpea a la mayoría más desposeída del pueblo ecuatoriano.

Lo que no es deseable, ni lógico, ni justo, ni inteligente, es la mitificación de "golpe popular" o de "gesta del pueblo" que hicieron la prensa del sistema y sectores de izquierda a lo que claramente era un golpe parlamentario continuista ejecutado desde las usinas de la clase política tradicional, utilizando los reclamos populares.

En Ecuador -y tal como lo está demostrando la conducta posterior del nuevo gobierno golpista-, los medios de comunicación y los propios sectores populares y de izquierda confundieron y mezclaron al actor con el beneficiario.

Esto es, confundieron y mezclaron los reclamos legítimos de las mayorías que querían terminar con Gutiérrez, con los planes de continuismo político que subyacían en el objetivo de los que utilizaron las revueltas para derrocar a Gutiérrez y ocupar su lugar haciendo lo mismo.

Una correcta lectura de los acontecimientos -además de la propia información fragmentada sobre los protagonistas que lanzaba la prensa ecuatoriana- indicaba cuatro hechos esenciales:

A) Los que iban a tomar el poder tras el derrocamiento de Gutiérrez no eran la izquierda ni las organizaciones populares, sino sectores políticos de la derecha socialcristiana, a los cuales se vinculaba el principal movilizador y sostenedor de las revueltas, el alcalde de Quito, el general retirado Paco Moncaya, ex jefe del Estado Mayor militar pro-Washington, y conocido competidor de Gutiérrez al que siempre intentó derrocar.

B) Alfredo Palacio, el ex vicepresidente de Gutiérrez que se había plegado a la rebelión en las calles, un médico cardiólogo considerado un "ingenuo" sin experiencia política, quien -según la prensa y analistas quiteños- fue introducido en el gabinete del presidente depuesto por ex integrantes de la administración socialcristiana, corrupta y ultraderechista, del ex presidente Sixto Durán Ballén (1992-1996) que lo tuvo a Palacio como su ministro de Salud.

C) Los que siempre influenciaron en la conducta de Palacio (hasta el presente) son los actuales sucesores del gobierno de Ballén (quien consumó el alineamiento de Ecuador en el proyecto neoliberal impulsado por Washington en los 90, con devaluación de la moneda y congelamiento de los salarios), como es el caso del actual ministro de Gobierno, Mauricio Gándara, de quien se dice que "operó" el golpe y la elección de Palacio en el Parlamento.

D) La embajada norteamericana y el Comando Sur, el meridiano que rige a los factores de poder político y militar en Ecuador, siempre tuvieron bajo su control y monitoreo el desarrollo de la crisis y las movilizaciones populares que desestabilizaron al gobierno de Gutiérrez. Tanto la oposición en el Parlamento como el hoy derrocado Gutiérrez no dieron un solo paso sin consultar con la embajadora Kristie Kenney. Además -tal como fue brutalmente registrado y ccontado por la prensa ecuatoriana- el derrocamiento de Gutiérrez sólo se ejecutó cuando desde el Comando Sur provino la orden de no reprimir a las movilizaciones y el retiro del apoyo a Gutiérrez que fue acatada por la policía y las fuerzas armadas.

Con este escenario y actores implicados en los niveles de decisión política ¿cómo es posible pensar que el derrocamiento de Gutiérrez responde a la "voluntad de las mayorías" volcadas a las calles para protestar?

¿Cómo se puede calificar de "golpe popular" lo que claramente fue un golpe de Estado parlamentario ejecutado por políticos del régimen en una clara maniobra continuista y aprovechando la presión de las protestas callejeras?

¿Cómo se puede depositar algún grado de expectativa de "cambio social" en la administración golpista de Palacio, cuyo alineamiento político y clasista con Washington -como quedó demostrado en los anuncios del nuevo presidente- se puede simplemente confirmar chequeando los antecedentes y las actividades de sus integrantes?

Aprovechamiento del "golpe popular"

Lo de equivocarse con Gutiérrez fue lógico, tenía un asidero explicativo en la conducta personal de traición a los sectores populares que lo eligieron.

Pero lo de Palacio, y la nueva política pro-EEUU y entreguista que se viene camuflada con su administración, era un hecho que estaba a la vista y al alcance de la comprensión de cualquiera que investigara o analizara los acontecimientos y los actores sin falsas expectativas ni vendas en los ojos.

La elección de Palacio como "aliado táctico" para presionar cambios populares dentro del establishment de poder, tendría sentido si el actual presidente hubiese presentado propuestas y hubiera sido electo por el voto popular, en vez de ser instalado en el gobierno por un sector conspirativo de políticos del régimen.

En el caso ecuatoriano, como ya sucedió en Argentina y en Bolivia, la mitificación mediática del "golpe popular" no se correspondió con las políticas reaccionarias y entreguistas que sobrevinieron tras  su ejecución.

En Argentina, tras la rebelión popular del "Cacerolazo", se instaló la administración derechista y conservadora del "peronista" Eduardo Duhalde.

Durante su corta gestión de "transición" se terminó con el valor uno a uno del peso con el dólar, y los salarios de los trabajadores se devaluaron entre un 30 y un 40%. Las transnacionales y los bancos trasladaron impunemente sus pasivos al Estado argentino, y se ingresó en otra espiral sin retorno de la pobreza y la desocupación, que hoy es continuada por el gobierno "progresista" de Kirchner.

Hoy la Argentina es un paraíso sin igual para el capitalismo salvaje y las multinacionales y bancos que han conseguido su más alta tasa de ganancia en la región desde el "Cacerolazo".

En Bolivia, los levantamientos populares terminaron con la sucesión de Sánchez de Lozada por su vicepresidente, Carlos Mesa, un gerente desembozado de las multinacionales petroleras, con quien muchos comienzan a parangonar a Alfredo Palacio en Ecuador.

El objetivo de los "golpes populares" mediáticos, a la luz de las experiencias en Argentina, Bolivia y Ecuador, parece resumirse en tres movimientos combinados e interactivos:

A) a Washington las protestas controladas le sirven para desactivar violencia social acumulada (por vía de la catarsis callejera y mediática), y a la  vez  posibilitan legitimación social para los cambios de gobiernos desprestigiados sustituidos por las nuevas administraciones emergentes de los golpes parlamentarios. Antes eso debía hacerse con golpes militares.

B)  a los grupos políticos que compiten por el poder interno, el control de las protestas (inducidas mediáticamente) les permite quedarse con el trofeo de guerra: el Gobierno.

C) a los medios de comunicación la cobertura de las protestas populares en vivo y en directo les permite posicionarse en el ráting de audiencia, radioescuchas o lectores, y consecuentemente aumentar "prestigio informativo" y  generar más posibilidades de facturación comercial con los avisos publicitarios.

Como señalan algunos especialistas: es un negocio a tres puntas, donde los únicos perjudicados son los intereses de las mayorías que sirven de blanco privilegiado de la represión policial desatada en las calles.

Pandemia mediática

Protestas en EcuadorEn vista de estos resultantes de las justas revueltas populares, cuyos únicos beneficiarios son los gobiernos y corporaciones capitalistas de cada país, no es descabellado afirmar que lo que los medios masivos y un sector confundido de la izquierda llama "golpe popular", no es nada más que un golpe de Estado tradicional de derecha, ejecutado con el aprovechamiento mediático de las protestas populares.

Pero lo preocupante, lo verdaderamente nefasto, es que al no ser identificados sus causales, beneficiarios y actores, al no separarse claramente los intereses de las clases populares protagonistas de las rebeliones callejeras, de los intereses elitistas de los ejecutores del golpe de Estado apoltronados en el establishment de poder, las frustraciones populares se seguirán acumulando.

Y nuevos falsos "golpes populares" con engaño mediático se seguirán ejecutando en la región con la sola finalidad de sustituir a un gobierno desgastado pro-Washington por otro.

La izquierda y sus  intelectuales aún no lo tienen claro: así como en la década del 70 se luchó contra las dictaduras militares golpistas (controladas por Washington), hoy la lucha debe centrarse contra los medios golpistas y manipuladores (controlados por Washington) que sustituyeron a los militares en la lógica del dominio imperial.

Lo que antes se realizaba con tanques y soldados, hoy se hace con periodistas, cámaras de televisión, radios, y diarios, quienes realzan y difunden el mito de la "participación popular",  pero esconden celosamente la identidad de los verdaderos ejecutores y beneficiarios del cambio de gobierno resultante.

A pesar de su verificación matemática, estadística, cíclica y repetitiva, esta combinación de los medios masivos de comunicación (propiedad de los factores del poder económico) con el poder político en la ejecución de los golpes mediáticos con participación popular, la tendencia indica que van a ser aplicados sin ningún problema en otros lugares de Latinoamérica. Por ejemplo, Perú y Nicaragua, donde Toledo  y Bolaños sufren un desgaste parecido al de Gutiérrez en Ecuador.

Control social y manipulación

El ex presidente de Ecuador Lucio Gutiérrez llega a Brasilia, acompañado de su esposa e hijaAl menos que en algún momento la izquierda y los sectores populares, separen la paja del trigo, señalando claramente las diferencias entre las protestas sociales y los que se adueñan y benefician de las mismas, el mito frustrante y mediático del "golpe popular" seguirá extendiéndose como una pandemia social por todo el continente.

Si no se clarifica el rol fundamental que juegan los medios masivos-principalmente la televisión- en las nuevas estrategias de dominio capital-imperialista, y no se aclara como funciona el sistema de manipulación social de su estructura (sostenida por avisos comerciales de los bancos y transnacionales), su impunidad comunicacional al servicio del poder seguirá garantizada.

Todo periodista profesional asalariado sabe por experiencia (aunque nunca lo revele) que los grandes consorcios mediáticos, los que modelan conducta social y movilizan y masifican las protestas sociales, funcionan en un perfecto feed back con los intereses políticos y económicos propulsores y beneficiarios de los "golpes populares".

Nadie en el mundo del periodismo y de la política ignora sobre la relación simbiótica de los grandes directivos y propietarios de medios con las respectivas embajadas norteamericanas, y los establishment del poder económico y político en los países de la región.

Los medios de comunicación, están imbricados por medio de infinitas redes comunicantes económicas a los factores de poder, la clase dominante, y el poder expansivo de bancos y trasnacionales. Eso se verifica claramente cuando se analiza y se vincula los nombres y la pertenencia social y política  de los participantes de la estructura societaria que los explota comercialmente.

Los medios no son cómplices del poder, sino que forman parte integrante del mismo como cualquier banco o empresa transnacional.

Por lo tanto, resultaría ingenuo pensar que los grandes medios de comunicación mostrarían y difundirían una rebelión popular si ésta realmente atentara  y pusiera en riesgo los intereses del sistema económico y político del cual dependen para sobrevivir y expandirse comercialmente.

Por otra parte, y como también está probado en innumerables investigaciones, los grandes consorcios mediáticos sólo dan cobertura a las grandes manifestaciones de protesta social, como la de Ecuador, cuando no reciben ninguna señal en contrario por parte de la embajada norteamericana y los factores de  poder.

Por falta de difusión masiva, las grandes mayorías ignoran estos procedimientos manipuladores que se realizan mediante títulos, imágenes, comentarios y consignas, que los grandes consorcios mediáticos utilizan en forma sobreentendida y coordinada para alimentar o detener las protestas sociales.

Sin este conocimiento esencial (hoy sólo en manos de un grupo privilegiado de especialistas y periodistas que nunca los divulgarán por razones de su dependencia salarial al sistema), las mayorías seguirán siendo manipuladas en sus protestas genuinas contra el hambre, la pobreza, la injusticia, la exclusión, que paradojalmente son luego aprovechadas por los mismos que causan esos males desde el gobierno o el poder.

El desconocimiento (por falta de difusión metódica y masiva) de la naturaleza, función y objetivos de los medios de comunicación en el plano político y social posibilita que los pandémicos "golpes populares" impulsados mediáticamente desde el poder sean mitificados como expresión de "lucha y cambio popular".

En esa trampa caen ingenuamente y de buena fe los propios dirigentes populares que luego son sobrepasados por la dinámica de los acontecimientos y del aparato político del poder que termina hegemonizando la protesta.

Si no se separan claramente los intereses en juego, lo que buscan las mayorías y lo que busca el poder que atiza las protestas sociales para apresurar un desenlace favorable a sus planes golpistas, los medios seguirán promoviendo confusión y mezclando interesadamente los objetivos del poder con los deseos genuinos de la gente de cambiar el sistema.

En la Argentina, por ejemplo, los medios masivos difundieron día y noche la consigna  "que se vayan todos" referida a los políticos y al establishment económico de poder.

Concretado el "Cacerolazo", sustituido el desprestigiado gobierno de De La Rúa, los mismos medios promovieron  los rumores de "guerra civil" supuestamente impulsada por los sectores combativos y de izquierda que querían profundizar el "que se vayan todos" con medidas concretas.

Finalmente, y con consignas de "paz social", los consorcios mediáticos, en alianza con el gobierno golpista de Duhalde, dividieron y aislaron a los sectores combativos de las clases medias desactivando la continuidad de la protesta social y del proceso de formación de asambleas populares.

Algo parecido a lo que va a pasar en Ecuador con aquellos grupos que intenten concretizar las banderas de las movilizaciones populares que terminaron con el gobierno de Lucio Gutiérrez y lo sentaron a Palacio en su lugar.

Si no se denuncia desde todas las trincheras alternativas de la comunicación el verdadero papel que cumplen los medios masivos en la estructura de dominio y explotación capitalista, muy difícilmente se podrá revertir la acción masificarte de su mensaje manipulador  y alienante entre las clases populares.

Si no se los denuncia, si no se identifica su papel en la orientación y manipulación de conducta colectiva, si no se revelan sus modus operandi con cada situación, será imposible neutralizar las maniobras políticas de los grupos de poder que terminan apoderándose de los reclamos populares que se levantan en contra suyo.

Si no se toma conciencia del papel represor y manipulador de los medios (sustitutos psicológicos del dominio militar) los fracasos, las decepciones populares se seguirán multiplicando.

 Y Washington, el poder imperial detrás del trono, seguirá cambiando presidentes "quemados", y ejecutando sus políticas regionales de dominio cada vez con mayor impunidad.

Al menos, y de no mediar un cambio en la conciencia colectiva, eso es lo que indica por ahora, la lógica, el análisis y el sentido común.

 

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