(IAR-Noticias)
04-Jul-05
La "guerra antiterrorista" que viene
sosteniendo la Casa Blanca en nombre de la "democracia y la libertad" comienza a
chocar con los intereses corporativos de la prensa norteamericana que ve
afectada su "libertad de expresión", por las normas limitativas contenidas en
las leyes de defensa de la "seguridad nacional".
La
llamada "Ley Patriot" (base jurisprudencial de la guerra
"antiterrorista") instalada después del 11-S, permite que,
sin autorización expresa, todas las dependencias
de seguridad (policiales o de inteligencia)
tengan acceso a correos electrónicos, conversaciones por teléfono y
hasta videos de las actividades cotidianas de cualquier ciudadano.
Desde
la arbitraria detención de los ciudadanos sin una acusación formal, la
persecución de inmigrantes, procesos
judiciales sin garantías y en secreto, sin excluir la detención indefinida
sin juicio, hasta la más feroz "cacería
de brujas", predominan actualmente
en el panorama político y social norteamericano.
Las organizaciones de prensa y de
defensa de la libertad de expresión vienen señalando desde hace mucho que la
"Ley Patriot"
avasalla y quebranta
el derecho a la información otorgado por la Constitución
norteamericana.
"Mientras hace la guerra en nombre de
la democracia, el Gobierno de Estados Unidos está siendo acusado de recortar la
libertad de prensa, ya que algunos periodistas se enfrentan la cárcel por unos
principios que dicen que están consagrados en la Constitución", señaló el
domingo la agencia Reuters.
Organizaciones y periodistas vienen
denunciando que -y a caballo de la legislación "antiterrorista"- la
libertad de prensa en EEUU ha sufrido destacables retrocesos, creciendo en
cambio la manipulación informativa y la difusión de falsas noticias que
hace la Casa blanca con periodistas pagos.
La organización especializada Freedom House,
destaca que a pesar de que cierta leyenda convencional indica que los medios
estadounidenses son los "más libres del mundo", la libertad de prensa en este país ha sufrido
”destacables
retrocesos” en la materia.
A mitad de marzo más de
50 organizaciones periodísticas de EEUU se sumaron a
una campaña cuyo objetivo era luchar contra el
"secretismo informativo" de la administración republicana
de George W. Bush.
Esos mismos periodistas y
organizaciones denunciaron que la Casa Blanca utiliza fondos
públicos para producir ”noticias” falsas
o manipuladas, y distribuirlas entre los medios de comunicación, a pesar
de las crecientes críticas de organizaciones de defensa de la libertad de
prensa.
La polémica sobre el
"secretismo informativo" y la censura oficial cobró nuevamente vigencia la
semana pasada cuando
la Corte Suprema estadounidense
rechazó los recursos de dos periodistas que se negaron a declarar sobre la
filtración de la identidad de una agente de la CIA.
Los informadores habían pedido al
Alto Tribunal que examinara una cuestión que se discutió hace más de 30 años: si
los reporteros pueden ser encarcelados por negarse a revelar sus fuentes.
Judith Miller, del diario The New York
Times, y Matthew Cooper, del semanario Time, habían llegado a la máxima
instancia por negarse a revelar sus fuentes confidenciales que
en 2003 filtraron a la prensa el nombre de la espía de la CIA, Valerie Plame.
Los fiscales exigieron a esos dos periodistas que entregaran toda la información
que poseían, y Miller y Cooper perdieron sus casos en los tribunales de primera instancia en
que se trató el tema. Luego elevaron sus alegatos a la Corte Suprema de
Justicia.
La negativa del alto Tribunal llevó a
que
Matthew Cooper, de la revista Time, y Judith Miller, del diario The New York
Times, que presentaron los recursos de apelación, se enfrentan a 18 meses de
cárcel por negarse a revelar las fuentes como parte de una investigación
en la que fue divulgado el nombre de la funcionaria de la CIA Valerie Plame.
En un comunicado, el director del
New York Times , Arthur Sulzberger, afirmó que es
"increíble que Judy esté a punto de tener que cumplir una condena en la cárcel
por reunir de manera rutinaria informaciones sobre un caso público relevante (y)
mantener su palabra ante las fuentes.
Un total de 34 estados y varias organizaciones periodísticas pidieron la
intervención del Tribunal Supremo, indicando que la preservación de fuentes
confidenciales es importante en la recolección de noticias.
"Al tiempo que los medios luchan para recuperar la confianza del público tras
diversos escándalos mediáticos, los periodistas sufren la presión de no permitir
que sus principios dejen de lado la seguridad, en un momento en que el Gobierno
ha declarado la "guerra al terrorismo", señaló el domingo la agencia
Reuters.
La revista Time, por su parte, informó la semana pasada que
entregará a un jurado el ordenador portátil del periodista Cooper (quien mantuvo
el desacato frente al Tribunal) a pesar del deseo del reportero de ser
encarcelado para mantener su promesa de proteger a sus fuentes.
La iniciativa de Time fue condenada por la Federación Internacional de
Periodistas, que tiene 500.000 miembros en más de 100 países y que la calificó
como una "profunda traición" de los principios de la libertad de prensa.
"Se les ha declarado la guerra a los periodistas y, por extensión, a la
información que el Gobierno no quiere que la gente conozca", expresó en su
editorial el diario The Seattle Times.
Lucy Dalglish, líder del Comité de Periodistas para la Libertad de Prensa,
manifestó que el poder judicial se ha vuelto más agresivo para solicitar
información a los periodistas desde los ataques del 11 de septiembre de 2001.
"Estamos viendo más citaciones en las cortes federales en los meses recientes de
las que tuvimos en los últimos 35 años. Estamos viendo más y más secretos
guardados por el Gobierno federal desde el 11 de septiembre", explicó
Dalglish.
El Comité de Protección de Periodistas (CPJ por su sigla en inglés) dijo que los
casos de los reporteros de Time y The New York Times sientan un mal precedente
para los medios de los países con gobiernos represivos.
"El presidente George W. Bush planteó la necesidad de una mayor libertad de
prensa en Rusia, Oriente Medio y Asia, pero el mensaje de los fiscales y las
cortes de Estados Unidos es escuchado más claramente en las regiones del mundo
en las que hay represión", manifestó el CPJ.
Algunos especialistas sostienen que las visiones de la mayoría del público
estadounidense y de los medios se están desarrollando de forma separada.
"Para la mayoría de la gente es muy difícil ver por qué el derecho de un
periodista a proteger a sus fuentes atentaría contra la seguridad nacional",
expresó Rodney Smolla, decano de la Universidad de Leyes de Richmond.
Calificación de EEUU
En mayo pasado Freedom House, institución con sede en Nueva York, divulgó su informe anual en
vísperas del Día Internacional de la Libertad de Prensa señalando los periodistas que en 2004 trabajaron con menos
trabas a la información fueron
los de Finlandia, Islandia y Suecia.
En cambio, las peores restricciones se registraron en Corea del Norte, Birmania,
Cuba y Turkmenistán.
Estados Unidos se posicionó, junto con Barbados, Canadá, Dominica, Estonia y
Letonia, en el lugar 25 entre los 194 países analizados en el informe.
Los países -según la organización- fueron calificados de acuerdo con la observación de tres parámetros:
el ámbito legal en que operan los medios, las influencias políticas sobre el
reportaje periodístico y el acceso a la información, y las presiones económicas
para determinar el contenido y la divulgación de noticias.
Freedom House consideró que la calificación de Estados Unidos cayó, en parte,
debido a ”varios casos legales en que los fiscales procuraron obligar a los
periodistas a revelar sus fuentes o entregar sus notas u otros materiales
recogidos por ellos en el curso de investigaciones”.
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