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En pleno "pánico" en Londres, El Congreso aprobó una extensión de la Ley Patriota

Bush aprovecha el 7-J británico para reinstalar la "guerra contraterrorista" en EEUU

Así como Tony Blair, 24 hs. antes de los atentados del jueves, presentó un nuevo proyecto de "ley antiterrorista" que endurece la legislación británica, el Congreso de EEUU acaba de aprobar la renovación de la Ley Patriota, un instrumento legal, nacido después del 11-S, que otorga superpoderes e inmunidad represiva al FBI y los servicios de inteligencia en su persecución de activistas "anti-Bush" y de ciudadanos musulmanes "sospechados de terrorismo". "¿Casualidad?, ¿O evidencia descarada sobre los verdaderos beneficiarios del "terrorismo islámico" de Al Qaeda? En este informe especial, qué es y para qué se aplica la Ley Patriota en EEUU.

(IAR-Noticias)  25-Jul-05                                                       

Informe especial

Los nuevos "incidentes" terroristas, con pánico y evacuaciones del metro, ocurrieron 24 horas después de que Tony Blair presentara ante el parlamento británico un nuevo proyecto de "ley antiterrorista", en respuesta a los sangrientos atentados del pasado 7 de julio en Londres.  

Como en el 11-S en EEUU, el proyecto instaura una especie de "Ley Patriota" británica que cercena derechos constitucionales y otorga superpoderes a las fuerzas de seguridad y a los servicios de inteligencia para perseguir y apresar a sospechosos, sobre todo de origen islámico.

También en "curiosa coincidencia", y en pleno desarrollo de la nueva "psicosis de miedo" en Londres, la Cámara de Representantes de EEUU aprobó la renovación de la Ley Patriota, uno de los principales instrumentos legales en la llamada "guerra contra el terrorismo".

Esta legislación represiva, introducida como respuesta a los ataques producidos el 11 de septiembre de 2001, otorga poderes sin precedentes a los aparatos de seguridad para investigar y detener indiscriminadamente a "sospechosos" de  actos relacionados con el "terrorismo".

En una sesión que se prolongó hasta altas horas de la noche del jueves, y que -no por casualidad- estuvo plagada de referencias a los incidentes ocurridos en Londres, la renovación fue aprobada por una votación de 257 a 171.

Todavía es necesario, sin embargo, que la Ley Patriota sea aprobada por el Senado donde los republicanos también cuentan con mayoría.

Algunas de las disposiciones legales expiraban a finales de este año, razón por la cual el presidente (o comandante supremo de la "guerra contraterrorista" ) George W. Bush había instado al legislativo a renovar los dispositivos de la ley represiva.

"La Ley Patriota es fundamental en nuestros esfuerzos para combatir el terrorismo y proteger a los estadounidenses", señaló el mandatario estadounidense, quien recibió con beneplácito la decisión de la Cámara de Representantes del Congreso.

Varios de los parlamentarios de oposición que votaron en contra expresaron "preocupación" por la medida.

"Ese texto que tenemos frente a nosotros falla al no ofrecernos suficiente confianza", comentó Nancy Pelosi, líder de los demócratas en la Cámara.

Grupos opositores y organizaciones de derechos humanos también manifestaron su inconformidad argumentando que el instrumento legal infringe y avasalla las libertades civiles.

La Ley Patriota

Cuando fue aprobada la Ley Patriota  los ciudadanos norteamericanos y residentes en el país vieron vulnerados y pisoteados sus más elementales derechos humanos y libertades civiles.

Las metodologías represivas utilizadas por las autoridades y los servicios de inteligencia durante la Guerra Fría, en plena euforia del "anticomunismo" paranoico, volvieron a ser implementadas por la administración Bush utilizando como pretexto el ataque terrorista del 11-S en EEUU.

Al igual que la criminal Ley McCarthy-Walter, empleada durante la Guerra Fría, la USA Patriot socavó las libertades públicas y civiles en EEUU, desató una "cacería de brujas " contra la comunidad islámica, y convirtió al país en una orgía desatada del espionaje represivo.

Desde la arbitraria detención de los ciudadanos sin una acusación formal, la persecución de inmigrantes, procesos judiciales sin garantías y en secreto, sin excluir la detención indefinida sin juicio, hasta la más feroz persecución de "sospechosos" sin pruebas, volvieron a predominar en  el panorama político norteamericano.

La Ley Patriota otorga al gobierno la potestad de imponer "orden mordaza" a las personas e instituciones que son obligadas a dar registros e información bajo pena de cárcel si se niegan.

Amparado en esta ley, desde mediados del año 2004 el FBI ha puesto en práctica planes y operaciones de espionaje interno orientados a intimidar y agredir a los adversarios de la política belicista  del gobierno de Bush.

La metodología de persecución, acopio de información y procedimientos operativos se basan en postulados de la "guerra contraterrorista" externa. Se identifica a los adversarios de Bush como incursos dentro de un "eje del mal" interno que amenaza la seguridad nacional de EEUU.

La metodología "contraterrorista" del FBI aplicada contra los activistas "antiguerra" busca crear cierta mentalidad para confundir al terrorismo externo con toda oposición que pueda producirse dentro del país.

La premisa básica es que toda persona que se oponga a la política extranjera o interna del gobierno es, por obligación, culpable de auxiliar e incitar a los terroristas.

Creada a partir del "atentado terrorista" a las Torres Gemelas, la legislación avasalla y quebranta el derecho de amparo otorgado por la Constitución, la cual impedía las persecuciones arbitrarias así como los registros y arrestos ilegales.

La Patriot USA de Bush permite que, sin autorización expresa, todas las dependencias represivas (policiales o de inteligencia) tengan acceso a correos electrónicos, conversaciones por teléfono y hasta videos de las actividades cotidianas de cualquier ciudadano.

Todo este espionaje lanzado sobre cualquier ciudadano, puede ser presentado sin más trámite como prueba y testimonio ante un gran jurado.

La suspensión de los derechos civiles, tanto como la manipulación masiva de la  psicosis "antiterrorista" a través de los medios de comunicación, fueron utilizados por la administración Bush como argumento principal para justificar las invasiones y ocupaciones militares en Afganistán e Irak.

En el presente se la sigue utilizando para justificar las persecuciones represivas contra los opositores internos, y constituye la piedra basamental de las "guerras contraterroristas" (doctrina de la Guerra Preventiva) lanzadas por el Imperio norteamericano para apoderarse de recursos estratégicos en todo el planeta.

La imposición de la "Ley Patriot" a los gobiernos latinoamericanos constituye el "marco legal" de la "Guerra Contraterrorista" que la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado ya están aplicando en Latinoamérica.

El ex Fiscal de la nación, John Ashcroft, compareció ante el Comité Judiciario del Senado en diciembre, 2001, para explicar la lógica en la que el gobierno se basaba para adoptar las medidas dictatoriales de "seguridad interna".

Ashcroft defendió las acciones del gobierno para crear tribunales militares secretos en los cuales enjuiciar a individuos acusados de ser terroristas y puntualizó que todo el que criticara esas medidas "le estaba dando munición a los enemigos de Estados Unidos".

Luego formuló una advertencia: "A aquellos que les gusta asustar a la gente que aman la paz con el fantasma de las libertades que han desaparecido les tengo este mensaje: las tácticas de ustedes sólo ayudan a los terroristas, pues socavan la unidad nacional y disminuyen nuestra determinación". [Ver en inglés “Ashcroft defends Bush’s war against the Constitution: Tells Senate hearing that critics ‘aid terrorists’”]

La acción represiva

Durante  la Convención Nacional Demócrata, celebrada en Boston en agosto del año 2004, y la Convención del Partido Republicano en la ciudad de Nueva York a principios de septiembre, la Fuerza de Tarea Conjunta Contra el Terrorismo (JTTF]) del FBI movilizó a sus  agentes para que espíen, interroguen y amenacen a los manifestantes contra la guerra, inclusive interferir con sus actividades para rendirlas obsoletas.

Violando los derechos democráticos básicos y constitucionales, la JTTF actualmente mantiene bajo vigilancia y en varios casos ha interrogado a docenas de personas en por lo menos seis estados acerca de sus acciones y opiniones en contra de la guerra de Irak.

La JTTF ha visitado los hogares y lugares de trabajo de opositores a la guerra, así como también a amigos y a parientes. En ninguno de los casos se comprobó evidencia de actividad delictiva—ni perpetrada ni calculada—por parte de los individuos interrogados, no obstante lo cual el grupo especial del  FBI los tiene fichados e identificados como "terroristas.

Siguiendo las pautas establecidas por la política del gobierno de Bush tras los ataques terroristas del 11 de septiembre, el FBI argumenta que se ve obligado a poner en práctica estas medidas debido al estado de "guerra contra el terrorismo", la que -según el criterio oficial- está por encima a todas las libertades civiles fundamentales, inclusive la Primera Enmienda a la Constitución, que garantiza la libertad de expresión y la asociación libre.

Para las víctimas, este espionaje no es más que la resucitación del maccartismo, cuyo objetivo es silenciar a los los grupos, activistas  y dirigentes que se oponen a la estrategia belicista y las distintas políticas represoras  de la administración Bush.

La Unión pro Derechos Civiles de Estados Unidos (ACLU) informó en varias oportunidades el año pasado, que agentes del FBI vigilaban constantemente las actividades de los activistas políticos que planeaban manifestarse en varios acontecimientos políticos protagonizados por Bush, inclusive la Convención Nacional Republicana en septiembre de 2004.

El mismo esquema "preventivo" repitieron antes de la gran fiesta de asunción del segundo mandato de Bush en Washington, oportunidad en que fueron detenidas centenares de personas fichadas como "terroristas" en los archivos del JTTF.

El 16 de octubre pasado,The New York Times reportó que tres hombres en el Estado de Missouri,  fueron perseguidos por agentes federales por varios días durante el período previo a la realización de la convención Demócrata.

Según el diario, agentes del FBI visitaron los hogares de los padres de los jóvenes y los interrogaron acerca de las actividades y creencias políticas de sus hijos.

Los tres jóvenes habían planeado participar con un grupo activista en una manifestación contra Bush durante la convención, pero no pudieron salir del estado debido a una orden jurídica que los obligó a comparecer ante un gran jurado federal el 29 de julio.

Denise Lieberman, directora de asuntos jurídicos de la ACLU en la sección oriental de Missouri, señaló: "La experiencia de ser vigilados por la JTTF debido a sus actividades de protesta han dejado a estos tres jóvenes muy aterrorizados. Las interrogaciones del FBI han tenido un efecto escalofriante sobre la libre expresión."

En Denver, Estado de Colorado, en el mismo periodo agentes policiales visitaron el hogar de Sarah Bardwell, estudiante de 21 años de edad que estaba haciendo un cursillo con el Comité de Servicio de los Amigos Americanos, grupo cuáquero contra la violencia.

La joven fue interrogada por cuatro agentes del FBI y dos oficiales de la policía de la ciudad de Denver, oportunidad en que, (según denunció la estudiante a la ACLU)  los agentes le dijeron a ella y a sus compañeras de casa que "estaban tomando ciertas medidas de precaución e investigatorias".

Según la ACLU, las preguntas que los agentes le hicieron a Sarah fueron muy similares a las que se le hicieron a otros que la JTTF había previamente interrogado: "¿Tiene usted planes para perpetrar actos criminales en la convención nacional? ¿Conoce a alguien que tenga esos planes? ¿Sabe usted que es un crimen tener conocimiento de, o prestarle ayuda a, alguien que tiene planes para perpetrar dicho delito y no denunciarlos?"

Los "planes" de los activistas contra el belicismo de Bush consisten simplemente en expresar públicamente su descontento con la política oficial de la Casa Blanca.

La cacería de musulmanes

Para las organizaciones de derechos humanos y los grupos de activistas la persecución que el FBI ha puesto en marcha es un elemento muy importante de la "guerra contra el terror" del gobierno de Bush.

Y es con esta "guerra" -señalan- que el gobierno ha buscado, desde un principio, la manera de sembrar el pánico proveniente de peligros externos y así justificar las medidas dictatoriales puestas en práctica por el estado mismo. Inmediatamente tras los ataques del 11 de septiembre, el blanco principal de estos ataques fueron inmigrantes árabes y musulmanes.

Varias redadas terminaron en el encarcelamiento de miles de personas por el solo hecho de su militancia contra el gobierno de Bush, o por pertenecer a la comunidad árabe o musulmana.

Muchos permanecieron detenidos por meses sin imputárseles ningún cargo. Otros fueron deportados sólo por haber infringido ciertos reglamentos insignificantes de inmigración. Este ataque contra los derechos básicos cada vez más se dirige contra los propios ciudadanos de Estados Unidos, denuncian las organizaciones de derechos humanos.

Para esas organizaciones, Bush y los Republicanos, con el apoyo de la gran mayoría de los Demócratas en el Congreso de EEUU, se aprovecharon de los eventos del 11 de septiembre, 2001, para socavar, de una manera sin precedente, derechos civiles muy antiguos: el derecho a la privacidad, la protección contra los registros y las incautaciones ilegales, la presunción de la inocencia y el derecho de habeas corpus.

A instituciones del Estado, tales como el FBI y la CIA, se les ha concedido poderes sin paralelo para compartir información por medio de enormes bases de datos computarizados, en tanto que el Acta Patriota de Estados Unidos de América y el Ministerio para la Seguridad de la Patria han integrado estas medidas anticonstitucionales a la estructura jurídica del país.

La paranoia persecutoria de la administración Bush se puso de manifiesto el día de la asunción del segundo turno presidencial enmarcado por el despliegue de  más de 6.000 efectivos policiales, 10 mil soldados de fuerzas especiales (sin contar un número no especificado de agentes del servicio secreto y policías sin uniforme), mientras el  área era vigilada por helicópteros y sistemas electrónicos de última generación.

Según el corresponsal de la BBC, unas cien cuadras del centro de Washington fueron cerradas al tráfico, en otras cien había restricciones a la circulación, y, a diferencia de ceremonias anteriores, esta vez se han establecido controles estrictos para presenciar el desfile.

En esa oportunidad los grupos operativos del JTTF practicaron. antes y durante la ceremonia, centenares de detenciones que fueron cuidadosamente omitidas por la gran prensa en su cobertura de información.

Un titular de The New York Times justificó ímplicitamente las detenciones realizadas por el gobierno y pintó de "agitadores políticos" a las víctimas del espionaje del FBI.

En distintas ediciones, el influyente diario estadounidense  críticó a estas "investigaciones burdas" del FBI, llamándolas ineficaces y un desvío de la verdadera "lucha contra nuestros enemigos extranjeros".

Las organizaciones de derechos humanos sostienen que existe una similitud muy nefasta entre esta política "preventiva" contra ciudadanos y residentes que respetan las leyes y, por otra, la política oficial por la cual  el gobierno de Bush lanza "guerras preventivas contra otros países, pretextando la "amenaza a la seguridad nacional".

La reciente aprobación de una extensión de la Ley Patriota, aprovechando los sucesos terroristas de Londres, indica que la administración Bush está dispuesta a reinstalar la "guerra contraterrorista" y a lanzar una nueva cacería contra la oposición interna bajo pretexto de combatir a los que atentan contra la seguridad nacional de EEUU.
 

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