Después de la salida del default Argentina
debe el 80 por ciento de su PBI. El FMI presionará por las
empresas privatizadas. Sólo este año Buenos Aires deberá
desembolsar 15 mil millones de dólares.
Aunque
el presidente Néstor Kirchner tuvo razón en afirmar que la quita merece figurar
en el libro "Guinness de los Records", se trata casi de un hecho anecdótico.
Argentina debe alrededor de 41.000 millones de dólares menos, pero desde hoy
mismo el país se ve obligado a honrar esa deuda, que obliga al Estado, a la
sociedad argentina, a desembolsar 15.000 millones de la misma moneda durante el
corriente año.
Y antes que finalice la primera década
del Siglo XXI, deberán realizar pagos al exterior por 70.000 millones de
dólares, el equivalente a las exportaciones de dos años.
El canje de la deuda externa en default culminó a contramano de todas las
estimaciones realizadas por los organismos financieros –tanto privados como
multilaterales-, pues el porcentaje de aceptación quedó ubicado, números más,
números menos, entre el 75 y el 80 por ciento.
En forma reservada, las autoridades argentinas afirman que parte de la deuda
conocida como postdefault –aquellos bonos que se emitieron con posterioridad a
diciembre de 2001 y que se pagan con normalidad- también deben ser renegociados.
Y algunos se animan a hablar de un tema tabú: realizar una poda con respecto a
la deuda mantenida con los organismo multilaterales de crédito, llámense Fondo
Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM) o Banco Interamericano de
Desarrollo (BID).
La economía argentina pudo reducir su deuda de 181.000 millones a 140.000
millones. Cualitativamente, para un Producto Bruto Interno (PBI) calculado en
160.000 millones, el endeudamiento pasó del 120 por ciento del PBI al 80 por
ciento.
En cuanto a lo que los habitantes de este país, sepan que a partir de mañana
cada uno de ellos le deberá alrededor de 3.700 dólares a un jubilado italiano,
japonés o local.
Luego de estos anuncios, y envalentonado por el resultado, el gobierno debe
iniciar una nueva negociación con el Fondo y resolver la cuestión de las tarifas
de las empresas de servicios públicos, por lo cual se aproxima un fuerte lobby
corporativo, casi tan grande como el que pedía que Argentina pagase la deuda sin
quita alguna.
En la tradicional conferencia de prensa bimensual, el vocero del FMI, Thomas
Dawson, dijo que el canje "fue un paso importante”, aunque todavía el organismo
con sede en Washington debe analizar qué sucedió "con esta oveja descarriada".
El Fondo fue reduciendo su presión en contra la operación de canje que acaba
de culminar, porque Argentina pagó con dinero contante y sonante los compromisos
con ese organismo desde enero de 2002.
Sólo hubo dos actores en esta negociación que mantuvieron su posición: el
gobierno argentino y el Comité Global de Tenedores de Bonos, liderado por el "lobbysta"
Nicola Stock. A fines de esta semana comenzó a rodar una nueva campaña de
prensa, que sostiene que el canje se va a reabrir para aquellos que se quedaron
fuera. Por este motivo es que no se derrumban los precios de los viejos bonos en
default; incluso, hubo algún interesado en comprarlos a 32 dólares, el precio
anterior al cierre del canje.
El presidente Kirchner pudo presentar en sociedad su máximo logro durante la
asunción de su par de Uruguay, Tabaré Vázquez, el lunes pasado. En un aparte,
coincidieron -y lo expresaron formalmente- los mandatarios de Venezuela, Hugo
Chávez, de Brasil, Lula Da Silva, y el jefe de Estado argentino en acordar la
posición de este grupo de países ante los organismos internacionales de crédito.
El presidente Lula Da Silva calificó a esta posición como de “rebelión en la
granja”.
Hugo Chávez exhibió el ejemplo de su país. El mandatario explicó que, al
asumir sus funciones, en 1999, Venezuela tenía una deuda externa de 25.000
millones de dólares. Cinco años después, y tras haber pagado 20.000 millones, la
deuda total asciende a 24.000 millones de dólares. Así planteado, es un cuento
de nunca acabar, dijo Chávez.
Venezuela, además, anunció la compra de 500 millones de dólares en nuevos
bonos de la deuda pública argentina. De realizarse esta operación, los títulos
tendrán una suba importante en su cotización.
Otro hecho que destacamos durante 2004 fue el silencio que los países vecinos
mantenían con respecto a la situación argentina. Pese a que a fines del año
pasado algo había hablado el presidente del banco central del Brasil, ayer el
secretario del Tesoro de ese país, Joaquim Levy, dijo que la salida del default
fue “relativamente suave”.
"Ojalá que (la salida de la moratoria) le permita a Argentina crecer" y
volver a superar los valores de la década del ´90. Vamos a ver cuándo eso
ocurre, pienso que puede suceder en breve; lo vamos a estar siguiendo con mucha
expectativa", añadió el funcionario.
El resultado obtenido por Argentina generó temores de que países con un alto
endeudamiento -como es el caso brasileño- contemplen la posibilidad de lanzar,
ellos también, una reestructuración compulsiva de su deuda. Aunque los
brasileños son los primeros en negar esa posibilidad.
El frente externo está más complicado que nunca. Aunque el canje ha tenido un
innegable éxito, los tenedores de bonos italianos y japoneses están muy enojados
con Argentina. Se descuenta que estas dos naciones harán todo lo posible para
dificultar cualquier acuerdo con el Fondo, el BM o cualquier otro organismo
multilateral.
Este fin de semana, el ministro de Economía argentino, Roberto Lavagna,
viajará a Washington para descongelar el acuerdo con el Fondo. El ministro se
reunirá este mismo con el director gerente del organismo, Rodrigo de Rato.
Se tratará de una reunión "exploratoria", que será acompañada por otros
encuentros entre el organismo multilateral de crédito y del equipo económico
local.
En el encuentro, que se desarrollará en la capital estadounidense, Lavagna y
Rato discutirán la agenda para que recobre vigencia el acuerdo suspendido en
2004.
El Palacio de Hacienda reconoce que, una vez que se salde la discusión por
los números del canje, habrá otros dos ejes centrales: la cuestión de las
tarifas de los servicios públicos privatizados y la situación patrimonial del
sistema financiero. Al respecto, consideran que antes de mitad de año habrá que
mostrar avances en las renegociaciones de los contratos con las compañías
privatizadas.
El gobierno argentino tiene un objetivo claro con respecto al Fondo: retomar
el esquema de pagos y desembolsos, luego de un año de pagos netos en 2004, para
no provocar desequilibrios en el exigente programa financiero del corriente
ejercicio.
Quizás se pueda aplaudir la salida del default. Pero este aplauso no debe
extenderse mucho en el tiempo, ni ser efusivo, porque las cifras que se manejan
son muy altas, los pagos son sustanciales y los plazos superan a varias
generaciones. Aunque para algunos es un punto de llegada, otros piensan que se
trata de punto de partida.