s imposible engañarse.
En Bolivia se encuentra en ejecución un golpe de
los pulpos internacionales del petróleo y el gas.
No aceptan pagar regalías del 50% ni de ninguna
clase –porque siempre falsifican la producción real que extraen.
Un golpe de Repsol, de Petrobrás, Panamerican
Energy, de Exxon, de Conoco-Phillips.
El presidente Mesa condicionó su continuidad en
el cargo a que el Congreso votara lo que reclaman esas petroleras.
También la condicionó a que no se lo obligara a
rescindir el contrato usurero con Aguas del Illimani, propiedad de la francesa
Suez.
La misma que tiene el paquete mayoritario de
acciones de Aguas Argentinas.
Lula, Kirchner y Tabaré Vázquez se movilizaron
para defender a Mesa y a las petroleras, incluso cuando el precio del petróleo
se encuentra a 54 dólares el barril.
Bush no
podía haber encontrado mejores servidores.
El apoyo de Kirchner al pulpo del servicio de
aguas, Suez, es el testimonio de una bancarrota moral y política.
Los explotados de Bolivia ni siquiera reclamaban
la nacionalización de sus recursos, a la que tienen derecho.
En el Altiplano ha quedado hecho trizas el
nacionalismo, progresismo e izquierdismo del político ‘popular’ de medio pelo
de América Latina.
No debe sorprender, sin embargo, porque actúan
así según sus intereses de clase.
No sólo valoran en Mesa la defensa de los pulpos
que hacen caja para los políticos latinoamericanos; también valoran que llame
a la movilización callejera contra los bloqueos y los piqueteros.
Pero los bloqueos y los piqueteros son el
recurso de la nación boliviana contra la entrega: hoy del gas y el petróleo,
ayer del cobre y el estaño; mucho antes de la plata y el oro, siempre
exterminando al trabajador indígena.
El nacionalismo latinoamericano, que debutó como
antiimperialista, pone al desnudo su característica fascista cuando las masas
escapan a su control.
Sólo es popular cuando tutela.
Trabajadores argentinos, recojamos la
advertencia que viene de Bolivia.