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ASIA  

Sunday, 13 de February de 2005

 

Un rey golpista y un hijo playboy

 
 

(IAR-Noticias) 14-Feb-05   

Por Chelo Alvarez - El Mundo

Después de vivir unos meses en Nepal, uno acaba creyendo en el yeti. Es más fácil creer que el abominable hombre de las nieves ronda en algún pico del Sagarmatha (la cumbre del cielo en nepalí, Everest), que el emperador, o el rey, como dice el cuento, está desnudo.

Han pasado tres años y medio desde la matanza en palacio en la que el príncipe heredero Dipendra dejó sin vida a ocho miembros de la familia real, incluidos sus padres, los reyes, y acabó quitándose la suya. Por todo ello llegó al trono el actual rey Gyanendra.

Desde aquel siniestro 1 de junio de 2001, los astrólogos no han logrado dar con la fecha propicia para coronar al nuevo rey. Este rey sin corona, considerado por algunos como encarnación de Vishnu, el magnánimo Mantenedor dios hindú, cambió de máscara el pasado 1 de febrero, cuando ejerciendo su soberanía sobre el Ejército decidió disolver el gobierno, declarar el estado de excepción, amordazar a los medios de comunicación y tomar el control.

Con este golpe real militar, el autócrata dio al traste con la constitución, cualquier derecho legítimo de los ciudadanos y cortó los sistemas de telecomunicación domésticos e internacionales, dejando a sus súbditos en el limbo por ocho días.

En un país donde los maoístas declaran huelgas generales cada 10 días, es frecuente ver a la capital, Katmandú, paralizada, con sólo el Ejército patrullando las calles y algún minibús que otro con el cartel «turista» bien visible. Pero al dar el tijeretazo a las líneas de teléfono el rey consiguió intimidar al pueblo.

Uno de los sectores más afectados por el golpe es el del turismo.Los turistas se han visto atrapados en el barrio de Thamel, en el centro de Katmandú -donde proliferan los cibercafés entre tiendas de pashmina como los bares en un casco viejo- y sin posibilidad de volver a casa ya que el rey cerró el aeropuerto y canceló los vuelos internacionales. Otro ha sido el sector del outsourcing o subcontratación de servicios a países en desarrollo. Como los servicios de transcripciones médicas en 24 horas o los representantes del servicio al cliente que responden a las llamadas de los números gratuitos de EEUU.

Precisamente Gyanendra fue empresario antes que rey. Hasta ocupar el trono, estaba considerado como el mayor hombre de negocios del país. Su gran holding arrancó del grupo Soaltee, que nació con el hotel de cinco estrellas Soaltee Crowne Plaza. Hoy sus intereses sobrepasan de largo el sector turístico: desde la compañía aérea GSA, la hidroeléctrica Himal Hydro y el único importador y concesionario de los coches Tata (fabricados en la India), Sipradi Trading Pvt Limited, hasta la marca de tabaco Surya (una joint-venture con British American Tobacco) o una gran plantación de té cuyo mayor accionista es el británico Lawrie Group, de los mayores productores de té del mundo. Todos estos negocios, y sus subsidiarias en zonas rurales, son periódicamente blanco de bombas, amenazas y cierres por parte de la guerrilla maoísta.

Fracaso de padre

Pero a pesar de su éxito en los negocios, muchos le achacan, como al anterior rey, el fracaso como padre. Su hijo Paras, de 33 años, el príncipe heredero, es un descontrolado playboy (y perrito faldero del anterior príncipe heredero), dado a las drogas y a las armas. Su currículo incluye, además de tiroteos en lugares públicos, la muerte por atropello (se dio a la fuga, además) de un conocido músico folk.

El rey también tiene otra cara, la de erudito que escribe poesía y defensor del medioambiente (está al frente de la Fundación King Mahendra para la preservación de la naturaleza), y trata de justificarse como golpista alegando que el experimento democrático no funciona, la corrupción es endémica, y nadie logra resolver el conflicto maoísta.

De la corrupción no hay duda. El ministro de Finanzas cedió el control de aduanas del aeropuerto internacional de Katmandú a un traficante de oro y drogas a cambio de pagos diarios de miles de dólares.

Nepal, con un 60% de población analfabeta, es uno de los 20 países más pobres del mundo. Más del 40% de sus pobladores vive por debajo del nivel de pobreza. El rey ha proclamado que va a distribuir tierra a los sin tierra y, a la vez, su libertad de disponer de los fondos bancarios de los ciudadanos. Curiosamente, en los últimos cuatro años, él ha sido el titiritero de las marionetas del Gobierno, nombrados a dedo y destituidos a su capricho.

Tras el golpe real, de los escasos mails que han logrado salir del país (vía satélite) es un SOS de GKS, un activista de derechos humanos (encarcelado y torturado antes de que se instaurara la democracia, en 1990): «Estoy refugiado en una misión diplomática, el Ejército se ha presentado dos veces en mi casa y en mi oficina buscándome, mi nombre está en la lista negra en el aeropuerto...Mi vida y la de mi mujer y mi hijo están en peligro, así como la de muchos activistas de los derechos humanos. Por favor, haced que mi mensaje llegue a la ONU, a los gobiernos occidentales».

Crece el peligro de desaparecidos es el título del informe de Human Rights Watch del 8 de febrero. «La última vez que el rey sometió al país al estado de excepción, en 2001 y 2002, se desencadenó una oleada de graves violaciones de derechos humanos, incluidas desapariciones. El Gobierno ha detenido a 27 líderes políticos, algunos en arresto domiciliario, incluidos todos los primeros ministros desde 1990 (13 ministros en 15 años), y se cree que hay otros 100 políticos y activistas estudiantiles detenidos.Prácticamente toda la comunidad de derechos humanos se ha visto obligada a esconderse».

En contra de EEUU, Reino Unido y La India, China sí ha defendido a su vecino nepalés. Y es que la impenetrable frontera del Himalaya entre Nepal y el Tíbet está siendo taladrada gracias a acuerdos de construcción de carreteras fronterizas que el rey ha firmado con Shanghai.

A Gyanendra parece no importarle estar poniendo en juego su histórica relación diplomática con La India (que necesita el suministro hidroeléctrico de Nepal). Su acercamiento a China quedó claro una semana antes del golpe real, cuando clausuró las oficinas -llevaban abiertas 45 años- del representante del Dalai Lama.Dicho representante, Wangchuck Tsering, me mandó este mensaje el día 7: «He decidido ir a retirarme una semana en la morada de Tagore, junto a Calcuta, y concederme unos días de calma y meditación. Creo que es mejor que no se me vea en público durante Losar [Año Nuevo tibetano]».

Pese a tener tomado Katmandú y el valle, las grandes áreas rurales siguen controladas por la guerrilla maoísta, un movimiento insurgente que surgió a mediados de los 90, y que, reprimido brutalmente por el Ejército, se ha llevado más de 11.000 vidas. El movimiento en sus inicios jugó también a Robin Hood, intentando repartir la tierra y los bienes de los ricos entre los pobres.

El Ejército, claro, la emprendió con los insurgentes, ¿pero quién se atreve a decirle al rey que está desnudo, con las vergüenzas a la vista?

 

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