Cuando
faltan sólo dos días para el pleno de la Asamblea Popular
Nacional, el máximo órgano legislativo de China, a Pekín
le ha estallado una crisis en uno de sus enclaves más
sensibles: la antigua colonia británica de Hong Kong.
El motivo no es otro que los rumores
sobre la dimisión de la máxima autoridad de la ciudad, el jefe ejecutivo Tung
Chee-hwa, quien tiene el dudoso mérito de haberse ganado en sus ocho años de
mandato el rechazo tanto de la población civil como de los dirigentes comunistas
que le encumbraron al poder.
Tal y como coincidieron ayer en anunciar los más prestigiosos periódicos
locales, Tung Chee-hwa, de 67 años, habría alegado problemas de salud para
solicitar al Gobierno su renuncia, que ya habría sido aceptada.
Un cese a petición propia que se
produce poco después de que el propio presidente del país, Hu Jintao, le
reprendiera públicamente por su modo de administrar la ex colonia y que ha
disparado todas las especulaciones.
Aunque otras informaciones apuntan a que este antiguo magnate naviero podría
ocupar la vicepresidencia de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino
la próxima semana, a nadie se le escapa que su marcha no será añorada debido a
su convulsa gestión.