(IAR-Noticias)
29-Nov-05
El anillo de un niño. Lentes retorcidos. Un puñado de monedas
de oro. Retazos de dignidad personal pisoteada, escondidos a las
apuradas en un acto postrero de desafío para impedir que cayeran en
manos de los nazis.
Por Ryan Lucas
- Associated Press
Un grupo de arqueólogos israelíes asistidos por sobrevivientes están
escribiendo un nuevo capítulo en la terrible historia del campamento
de exterminio alemán en Majdanek, Polonia, al excavar terrenos que
durante mucho tiempo se supuso estaban vacíos.
Sus hallazgos demuestran cómo los judíos condenados excavaban
desesperadamente con las manos el suelo para enterrar sus escasas
posesiones personales antes de ser asesinados en las cámaras de gas.
Los objetos no tienen mucho valor material pero "su valor en cuanto
elementos de historia de interés humano es inconmensurable", dijo
Yaron Svoray, un periodista israelí que ganó notoriedad al infiltrar
grupos neonazis hace unos diez años.
"Este lugar es adonde nos condujeron los testimonios", dijo Matt
Mazer, el estadounidense que organizó el proyecto y que produjo una
película documental sobre el mismo. "Hemos venido a reconstruir la
escena del crimen de uno de los mayores crímenes de la humanidad".
Cercas de alambrados de púas rodean los campos vacíos y las pocas
barracas que todavía se alzan del campamento de exterminio. Aquí
murieron unas 235.000 personas, según el museo del campamento. La
chimenea de ladrillos del crematorio se alza sobre un pequeño
promontorio. Ocasionalmente algunas personas cruzan el campamento
camino al cementerio católico adyacente, sin percatarse de lo que
los predios todavía ocultan.
Durante dos años, Svoray recopiló testimonios de sobrevivientes y
exploró el lugar. Luego se asoció con Mazer para fundar Historical
Media Associates, y con respaldo financiero privado de Estados
Unidos vino al campamento hace poco para excavar. Cuatro
sobrevivientes de Majdanek que hoy viven en Australia los
acompañaron.
Resultó que el Campo Medio Número 2 de Majdanek, que en 1943 había
sido un mero tramo de tierra en declive cubierto de césped, todavía
tenía historias que contar.
En la primavera de 1943, unos 15.000 judíos del destruido Gueto de
Varsovia llegaron al campamento en las afueras de la ciudad polaca
oriental de Lublin. El administrador del campamento no podía
procesar a tantos a la vez, de modo que los agolparon en los predios
cercados a la espera de ser "seleccionados", o sea, divididos entre
los condenados a morir inmediatamente y los que iban a morir más
tarde hambrientos, golpeados y agotados por los trabajos forzados.
Al llegar al siniestro destino, familiares y amigos hablaron y se
abrazaron durante una breve pausa.
"Para su horror, en el extremo derecho había una cámara de gas y en
el extremo opuesto un crematorio. Es evidente lo que les iba a
suceder", dijo Svoray a la AP en una entrevista telefónica desde su
hogar en Cesarea, Israel.
Y por eso se pusieron a cavar frenéticamente "con sus dedos o con
una cuchara o con cualquier cosa", agregó.
El equipo de arqueólogos aficionados, conducidos por un israelí,
Yoseph Palath, trazó un cuadriculado sobre una pequeña porción del
terreno y después empezó a excavar metódicamente.
Hallaron el primer objeto _una piedra semipreciosa para un anillo_
hacia el final del primer día de excavaciones. Al final del tercer
día habían recopilado una colección de más de 50 artículos, que
entregaron al museo del campamento.
"La historia fue adquiriendo cada vez más trascendencia después que
pudimos demostrar que, en un terreno del que todos creen saber todo
lo que hay que saber, todavía hay historias ocultas", dijo Svoray.
Mazer anticipó que piensa volver en la primavera, dentro de varios
meses, pero cree que las excavaciones ya han hecho una importante
contribución a la historia del campamento en particular y al
genocidio judío en particular, durante el cual murieron unos seis
millones de judíos.
"Nos proporciona una vía más para tratar de comprender", agregó, "y
de algún modo los objetos y las historias relatadas por los
sobrevivientes cuando les mostramos los objetos nos dan una nueva
perspectiva sobre lo incognoscible".
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