(IAR-Noticias)
17-Nov-05
AFP

Francia completó el miércoles una semana en estado de
emergencia, a pesar de un retorno a la calma en las periferias urbanas, mientras
el gobierno mantenía su posición dura después de haber decidido la expulsión de
diez extranjeros acusados de participar en disturbios.
Esta línea dura, representada por el ministro del Interior Nicolas Sarkozy, ha
provocada las protestas de la oposición de izquierdas, cuyos diputados votaron
el martes en la noche contra la prorrogación por tres meses de la disposición.
No obstante, esta actitud sigue contando con un importante apoyo de los
franceses, impresionados por la amplitud de las violencias que desde el 27 de
octubre afectaron a los suburbios pobres donde vive una población con gran
proporción de personas originarias del Magreb (norte de Africa) y de Africa
negra.
El miércoles en la tarde, correspondía a los senadores pronunciarse sobre el
proyecto de ley del gobierno que extiende el estado de emergencia decretado el 8
de noviembre, según una ley de 1955 en la época de la guerra de Argelia.
La Asamblea nacional, donde el partido en el poder UMP dispone de mayoría,
adoptó el texto por amplio margen.
Francia quedará así sometida hasta febrero a este régimen que autoriza entre
otros a imponer el toque de queda, a practicar allanamientos de día como de
noche y a impedir cierto tipo de reuniones.
Esta prórroga se produce al mismo tiempo que el toque de queda impuesto para los
menores fue suspendido en varias regiones.
En el terreno, la calma se confirmaba paulatinamente. En la noche del martes al
miércoles fueron incendiados 163 vehículos, en lugar de los 1.400 en el peor
momento de los disturbios. En total, la policía ha interpelado a unas 2.900
personas.
Un hombre acusado de haber incendiado una tienda en Arras (norte) fue condenado
el martes a cuatro años de prisión, la pena más grave pronunciada hasta ahora.
Unas 400 personas habían sido condenadas a penas de prisión efectiva.
Sarkozy anunció el martes en la noche que se habían iniciado procedimientos de
expulsión contra diez extranjeros acusados de participar en los disturbios.
Esta decisión, vivamente criticada por diversas asociaciones, es aprobada sin
embargo por el 63% de los franceses, según un sondeo publicado el miércoles.
La acción de ministro del Interior, virtual candidato a la presidencial de 2007,
cuenta con el apoyo de 68% de los franceses.
De su lado, el Partido Socialista estimó que se necesitaba "hoy dar un signo de
apaciguamiento y de esperanza" a los barrios de la periferia. Partidos de
izquierda, sindicatos y asociaciones llamaron a manifestar el miércoles en París
contra "el estado de excepción".
La prorrogación del estado de emergencia " es inútil e incluso puede resultar
peligroso", estimó el cotidiano de izquierda Liberation, que ve en él una
"maniobra de politiquería" destinada en particular a "tranquilizar a un
electorado inquieto y exasperado, que se teme puede echarse en los brazos de la
extrema derecha".
Si bien la parte más difícil de la crisis parece haber sido superada, las
interrogantes persisten sobre las causas de estos disturbios sin precedentes,
que según el presidente Chirac, mostraron una "crisis de identidad".
"Francia pasó por una crisis muy profunda debido a la crisis de la inmigración y
al fracaso de la integración", dijo a la BBC el ministro de Exteriores Philipe
Douste-Blazy, agregando que Francia debían plantearse "la cuestión del racismo y
la xenofobia".
Por otra parte, el gobierno francés debía hacer frente a otros temas como el de
la controvertida reforma del impuesto a la riqueza (ISF) que favorecerá a los
más ricos. Un tema delicado, analizado en forma paralela con la dimensión social
de la crisis en los barrios periféricos.
En el plano de las reivindicaciones, los sindicatos de ferrocarriles llamaron a
una huelga para el próximo lunes, la que debería provocar importante
perturbaciones.
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