(IAR-Noticias)
21-Nov-05

Les recortó poder a los franciscanos. Y criticó a los obispos austríacos.
Por Julio Algañaraz -
Clarín
Dura apretada de clavijas disciplinaria del Papa conservador a los franciscanos,
que con clara vocación progresista custodian los lugares sagrados de la orden de
San Francisco en Asís, a 200 km al norte de Roma. Con un "motu proprio",
Benedicto XVI les prohibió tomar iniciativas pastorales sin la autorización de
un nuevo obispo y las autoridades episcopales. Además anunció que estarán bajo
la estrecha vigilancia de un cardenal asignado que funcionará como Legado
Pontificio en las dos basílicas de Asís.
San Francisco es el santo más popular de la Iglesia a nivel mundial y también el
patrono de Italia. Las basílicas y el Sacro Convento de Asis y la Basílica de
Santa María de los Angeles son meta de una constante peregrinación de fieles y
turistas que llenan la pequeña Asis todos los años.
Asís es "la ciudad de la paz", hay una marcha de la paz todos los años que
convoca a decenas de miles de personas y los frailes convocan a políticos y
personajes. El obispo que acaba de ser jubilado tras 25 años al frente de la
diócesis, monseñor Sergio Goretti, aplaudió la medida del papa Ratzinger que
dejó sin efecto la voluntad de Pablo VI, quién había concedido la autonomía a
los franciscanos de Asís. Dijo que "la Iglesia local es una familia que debe
estar junto a su obispo. En Asís era absurdo que existiera un enclave autónomo y
que yo me enterara de algunas iniciativas por la prensa".
El nuevo obispo, monseñor Doménico Sorrentino, de 57 años, viene directamente
del Vaticano, donde era secretario de un "ministerio" de la Curia Romana. El
Papa, que acaba de cumplir siete meses de pontificado, hizo otro llamado al
orden durante la semana. Esta vez, el látigo doctrinario tradicionalista que
Benedicto XVI aplicaba cuando era el cardenal Joseph Ratzinger, guardián de la
ortodoxia católica de Juan Pablo II, cayó sobre las espaldas de los obispos
austríacos que le hicieron la quinquenal visita "ad limina" para informar al
Pontífice de la marcha de sus diócesis.
En su discurso final el Papa habló de "hechos dolorosos", afirmando que se
esparce "el proceso de secularización", o sea la indiferencia religiosa que
según los ultraconservadores crece por todos lados y que "no se ha detenido en
las puertas de la católica Austria". El Papa alemán señaló que muchos fieles
austríacos "se están alejando de la Iglesia".
Hay una excepción a la secularización triunfante y es el crecimiento del poder
de la Iglesia en Italia. El Vaticano está decidido a dar batalla por la
"presencia pública religiosa" y los valores, lo que determina la reacción de los
sectores laicos, que acusan a la Iglesia Católica de ingerencia abierta en los
asuntos del Estado.
La cuestión se ha convertido en un enfrentamiento político abierto de cara a las
elecciones parlamentarias del 9 de abril próximo. El primer ministro conservador
Silvio Berlusconi, aunque está divorciado y vuelto a casar, se presenta como el
campeón intransigente de los valores católicos. El sábado fue recibido por el
Papa a quien en 34 minutos de monólogo le explicó su plan electoral.
La cuestión del aborto se ha cruzado en el medio del escenario político. Aunque
el gobierno y la centroderecha aseguran que no quieren cambiar la ley 194 que
acepta el aborto y que ha funcionado bien desde 1978, en una acción combinada,
el ministro de Salud Pública, Francesco Storace, y su amigo el cardenal vicario
del Papa en Roma, el discutido cardenal Camillo Ruini, auspiciaron que
voluntarios antiabortistas estén presentes en los hospitales públicos cuando una
mujer va a pedir que le practiquen el aborto, para convencerla de que no lo
haga.
La Iglesia sabe que no puede hacer abolir la ley del aborto, que la mayoría de
los italianos defiende, pero quiere dificultar su aplicación.
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