(IAR-Noticias)
24-Nov-05
Si reconocemos que el año nuevo
está ya pronto, el encuentro de enero próximo que sostendrán los dirigentes de
las agencias espaciales de Rusia y los Estados Unidos constituye un
acontecimiento oportuno e importante.
Por Andrei Kisliakov - RIA
Novosti
Es que en este encuentro se espera fijar los acuerdos alcanzados para la
explotación común de la Estación Espacial Internacional (EEI), que hoy día es el
único programa espacial que supone el mantenimiento de ingenios tripulados.
Desde luego que resulta agradable ver que esta vez el sentido común se ha
impuesto a las ambiciones políticas, y el Congreso estadounidense ha hecho
enmiendas a la ley de la no proliferación que bloqueaba fuertemente toda
posibilidad de la NASA para hacer pagamentos a la Agencia Espacial de Rusia,
concretamente en el marco del programa de la EEI. Pero si intentamos enfatizar
la tendencia básica que predomina en el área de las relaciones ruso-americanas
en el campo espacial, quiérase o no, tenemos que hacer mención del viejo
proverbio de que lo nuevo no es más que lo viejo bien olvidado.
En los primeros años de este milenio nuevo, o sea, durante el mandato de la
administración Bush, la actitud norteamericana hacia la cooperación con Rusia en
este campo ha cambiado sustancialmente si se la compara con la visión del
problema que tenía Bill Clinton, como si estuviéramos a fines de los años 60 del
siglo pasado y analizáramos la actitud hacia la cooperación con la URSS que
mantenían John Kennedy y su sucesor Lindon Johnson.
Vamos a comprobarlo
En virtud de muchas causas y, ante todo, pensando no sin razón que EEUU
difícilmente podría ganar la carrera espacial frente a la URSS, Kennedy tenía la
clara intención de tender un “puente espacial” entre los dos países. Basta con
recordar su famosa apelación a la URSS desde la tribuna de la ONU, discurso que
contenía la invitación a aunar esfuerzos con Estados Unidos a fin de realizar un
viaje a la Luna.
Igual que Kennedy, Johnson también se mostró bastante interesado por la
exploración del espacio. Pero el objetivo principal que perseguía este
presidente, que a diferencia de su antecesor, nunca hizo al Kremlin una
propuesta de cooperación, se reducía a lo siguiente: asegurar a toda costa el
papel principal de América en el cosmos. Johnson lo declaró abiertamente el 9 de
noviembre de 1969, en el acto de entrega de las medallas de la NASA “Al Mérito”
a los tripulantes de la nave lunar "Apolo - 8". Era claro que para el discípulo
de J.F.K. el cosmos se hacía en mayor medida un campo de la rivalidad que la
cooperación.
Por otro lado, había una circunstancia “no espacial” que en los tiempos de
Johnson ponía a la Unión Soviética y los Estados Unidos frente a frente en el
campo de la exploración del espacio. Por ejemplo, la creciente resistencia en
Vietnam. Mientras que, para agradar al Vietnam del Sur, Washington bombardeaba
el Vietnam del Norte, la URSS ayudaba abiertamente a éste último, lo cual en
aquella época constituía la base de la “guerra fría”.
En nuestra época el enfrentamiento abierto parece haber pasado a la historia.
Pero … parece que el noble ímpetu de Clinton de llamar al mundo entero a unirse
y a trabajar juntos en la Estación Espacial Internacional no lo comparte ni la
administración Bush ni los dirigentes de la NASA, a pesar de las declaraciones
formales de seguir cooperando con Rusia en el programa de EEI. Estados Unidos
tiene en su agenda, igual que hace 40 años, el programa de exploración de la
Luna, programa que esta vez se llama “Constellation” y cuyo propósito es
destacar el liderato del Nuevo Mundo en la organización de prolongadas
expediciones interplanetarias. Y, nótese, haciéndolo de forma independiente.
Mientras tanto, los líderes norteamericanos se limitan a frases comunes,
hablando sobre la posibilidad de mantener la cooperación con Rusia en el campo
de la exploración del cosmos lejano.
Al mismo tiempo, la NASA comenta con creciente indolencia las perspectivas que
EE.UU. tiene con relación a la EEI como único punto de aplicación de los
esfuerzos rusos-americanos en materia de vuelos tripulados. Ahora, de creer a
las palabras proferidas por Michael Cloats, nuevo director del Centro de Vuelos
Tripulados “Lindon Johnson” en Houston, citadas el 17 de noviembre en la edición
de Internet “Space com”, la agencia espacial norteamericana tiene planteada la
tarea de concluir el montaje del complejo orbital en la medida de lo posible. Si
no me equivoco, semejante enfoque del problema se llama en la lengua burocrática
dejar correr al asunto.
De modo que se tiene que errar, describiendo círculos de avanzar hacia lo nuevo.
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