Las buenas noticias en
Washington últimamente duran poco. En efecto, el gobierno de George W. Bush
todavía estaba festejando la alta participación en las elecciones iraquíes,
cuando le informaron que la alianza del ayatollah Alí Sistani, un poderoso
líder shiíta pero de nacionalidad iraní, había derrotado ampliamente al
hombre de Washington Iyad Alaui.
El triunfo de Sistani plantea la posibilidad de una alianza entre Irak e Irán
que va totalmente en contra de los intereses de EE.UU. en la región.
Los halcones de Bush siempre han tenido a Teherán en la mira, pero con Sistani
en Bagdad tienen ya un nuevo motivo. Es por ello que uno de los temas
prioritarios que la canciller Condoleezza Rice llevó a Europa esta semana fue la
necesidad de detener, cueste lo que cueste, el programa nuclear iraní.
Actualmente Francia, Gran Bretaña y Alemania negocian con Teherán limitar ese
programa. El tono belicista de Rice no pasó desapercibido. Su operativo "charme"
con los europeos estaba dando resultados cuando Corea del Norte anunció que
tiene armas nucleares.
Como Colin Powell que solía diferenciar a Norcorea del Irak de Saddam porque,
según él, el problema iraquí era prioritario porque había "evidencia" de la
existencia de armas de destrucción masiva que podían acabar en manos del
terrorismo, ahora Rice dice algo parecido sobre Irán.
Con el argumento de que el caso coreano está siendo negociado y su resolución
será lenta, Rice dijo que el problema iraní es prioritario por el apoyo que
Teherán brinda a grupos terroristas que amenazan los esfuerzos de paz en Oriente
Medio.
A menos que el petróleo esté de por medio, no queda claro por qué, frente a los
tres países que conforman el "eje del mal", el gobierno de Bush decidió ocuparse
primero de Irak, el país que no tenía un programa nuclear, ahora de Irán,
el país que tiene uno en pañales y deja, para lo último a la nación
que efectivamente anunció que tiene armas de destrucción masiva y que está
dispuesta a usarlas.
Todo esto es muestra de una ausencia de talento diplomático en estas horas en la
Casa Blanca. Mientras el ex presidente Bill Clinton frenó el programa nuclear de
Corea del Norte, la prioridad que le dio Bush primero a Irak y ahora a Irán no
sólo puede conducir a una peligrosa alianza entre los dos países, sino que
además ha sido aprovechada por el gobierno comunista de Pyongyang para acelerar
su programa nuclear.