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(IAR-Noticias)
16-Feb-05
Por Francisco de Andrés - ABC
Millares
de velas, cirios, lámparas de aceite y hasta linternas rendían anoche en Beirut
un luminoso homenaje al ex primer ministro Rafic Hariri, asesinado la víspera
junto a la Corniche, el paseo marítimo beirutí, en un atentado «a la libanesa»
por un terrorista suicida que hizo saltar por los aires el coche que conducía,
con más de 300 kilos de dinamita, junto a la caravana de Hariri.
Durante todo el día, una incesante campaña de mensajes SMS a través de los
teléfonos móviles había preparado las luminarias: «Encended velas para rendir
homenaje a Rafic Hariri, muerto en martirio por la independencia del Líbano». A
la caída de la noche, la barriada de Qoraytem, en la que vivía el ex primer
ministro suní, ardía en silencio con llamas vacilantes en miles de pequeñas
lámparas votivas.
La jornada había transcurrido también silenciosa, como anonadada. El Ejército
libanés fue puesto en estado de máxima alerta y las tropas montaban guardia en
los puntos estratégicos de la capital. El alto mando decretó una movilización
general y adoptó medidas de excepción «para salvaguardar la estabilidad del
país».
Universidades, escuelas, bibliotecas, cines, centros oficiales, comercios,
bancos y oficinas permanecieron cerrados. La oposición, que no ha cesado de
responsabilizar a Siria y al Gobierno libanés con su presidente, Emile Lahud, y
su primer ministro, Omar Karamé, a la cabeza, convocó una huelga general
mientras el Ejecutivo decretaba tres día de duelo nacional.
La explosión, que devastó varias manzanas y provocó 14 muertos -al menos un
cadáver fue recuperado ayer, varias horas después del atentado- y un centenar de
heridos, fue un ataque suicida cometido con un coche bomba, según el ministro
del Interior, Soleimán Frangié. En el lugar de los hechos, a orillas del mar, un
cráter de cinco metros de diámetro y dos de profundidad daba testimonio en mitad
de la calle -el coche bomba no estaba aparcado, sino en marcha- de la potencia
del artefacto.
Hoy están previstos en Beirut unos funerales «populares» en memoria de Hariri.
Su familia y sus aliados políticos rechazaron ayer con firmeza la celebración de
unos funerales de Estado. Fuentes de su entorno manifestaron que «cualquiera
podrá acudir a la mezquita, incluso el presidente o sus ministros, porque es un
lugar público, pero rechazamos todo homenaje del Estado, que deberá limitarse a
asegurar el orden público en los actos».
Estados Unidos, que ha concedido gran trascendencia al atentado, anunció ayer
que el secretario de Estado adjunto para Oriente Próximo, William Burns,
asistirá hoy al entierro.
Moratinos, en Beirut
Por el domicilio del político asesinado desfilaron durante todo el día
personalidades libanesas y extranjeras para dar el pésame a la familia. Entre
ellos, el vicepresidente sirio, Abdel Halim Jaddam; el patriarca maronita
libanés, Nasralá Sfeir, y el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel
Ángel Moratinos, que se encontraba en El Cairo con motivo de su gira por la
región y que decidió trasladarse de inmediato a la capital libanesa por la
importancia del atentado y por su amistad personal con Hariri. También podría
asistir a los funerales. El presidente Lahud y el jefe del Gobierno libanés,
Karamé, no acudieron al domicilio.
La oposición a la Administración pro siria instalada en el Líbano exigió ayer
con fuerzas renovadas la «dimisión del aparato de poder» y la «retirada total»
de las fuerzas sirias «antes de las elecciones legislativas», previstas para la
próxima primavera.
En numerosas localidades libanesas se celebraron manifestaciones para denunciar
el asesinato y acusar a Siria. Aunque no se registraron incidentes graves, en
Sidón, ciudad natal de Hariri, varios manifestantes furiosos agredieron a un
grupo de obreros sirios, según la Policía.
Investigación internacional
Las fuerzas de la oposición, al igual que numerosos gobiernos, entre ellos los
de España, Francia, Alemania y Estados Unidos, pidieron una investigación
internacional del atentado. El Ejecutivo libanés, a través del titular de
Interior, rechazó esta posibilidad por considerarla «inaceptable, ya que los
servicios de investigación recurrirán, si lo consideran necesario, a expertos de
países neutrales». En la misma línea se situaron Arabia Saudí y otros países
árabes, que consideran esta petición «ofensiva para la independencia del
Líbano».
La mayor parte de la prensa local consideraba ayer que el atentado sume al País
del Cedro en un periodo de profunda incertidumbre. «Hariri murió como un mártir
y el Líbano se ha sumido en la tormenta», titulaba As Safir. Para el opositor An
Nahar, «el infierno ha prendido de nuevo de Beirut». Al Mustaqbal, perteneciente
a Hariri, afirmaba que «murió como un mártir por el Líbano» y recogía en su
portada las acusaciones de la oposición contra Siria y el poder libanés.
En Nueva York, el Consejo de Seguridad de la ONU condenó el ataque «terrorista»
y expresó su preocupación por la posibilidad de que Líbano sufra una «mayor
desestabilización». En un comunicado, recordó además la resolución 1.559, de
octubre de 2004, en la que pedía la retirada de todas las fuerzas sirias de
Líbano.
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