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(IAR-Noticias) 11Dic03
Con
extremada dureza (la que no utiliza con Washington y el
FMI) el presidente Kirchner
salió a
criticar ayer al sector piquetero intransigente que no
arregla con el Gobierno, y acusó a partidos de izquierda
de utilizar a esos movimientos de desocupados con fines
políticos.
A su vez -y siguiendo una
estrategia mediática de búsqueda de consenso social-
reiteró su
rechazo a la represión. "La autoridad no es pegar palos indiscriminadamente",
señaló.
Sin embargo -y al más puro estilo maccartista- el
administrador de la Rosada apuntó contra el Partido Obrero (trotzkista) y
contra la alianza Izquierda Unida (Partido Comunista, MST y otras agrupaciones):
afirmó que utilizan a los piqueteros duros como "base de sustentación
política", en una dinámica similar -señaló- a la que "destruyó" a las
asambleas barriales que se multiplicaron en el país con la crisis social,
económica e institucional de 2001.
Apelando nuevamente al
"efecto antipiquetero" instalado desde hace semanas por los medios
oficialistas expresó:
"Estos sectores
están absolutamente equivocados y deslegitimados políticamente.
Es
necesario que tengan capacidad de autocrítica, que comprendan, desde la visión
ideológica que tengan, que no es el mecanismo el tratar de extorsionar o
perjudicar con su accionar a otros argentinos", dijo el Presidente en
su nuevo look "antipiquetero".
Es la primera vez que la "verborragia
de choque" presidencial toma como blanco a los piqueteros. Desde que
asumió la presidencia la estrategia discursiva de Kirchner estuvo
orientada a pegarle palos a las FFAA, a la Corte Suprema de Justicia y a los
representantes clásicos de la "corrupción política"en la Argentina.
Con ese "caballito de batalla"
construyó la imagen de "Presidente fuerte" que los medios y los
encuestadores pagos por el Gobierno instalaron masivamente en la
sociedad.
La táctica "kirchneriana"
-desde que éste asumió la presidencia- consistió en "ponerse del lado del
pueblo" desde el discurso mediático, y continuar con el mismo programa de
ajuste económico de sus predecesores.
A la gente le dijo lo que quería
oír, y al establishment económico y a la Casa Blanca les dio lo que querían conseguir.
Desde un punto de vista
funcional eso le sirvió para generar "expectativa social" y una base
importante de aceptación pública que arrimó agua a su proyecto de apoderarse de
la suma del poder político en un corto plazo.
Con el sector piquetero
la administración Kirchner mantuvo siempre una actitud ambivalente.
Por un lado
-siguiendo con su metodología de ";ponerse del lado del pueblo" - evitó la
confrontación abierta y recibió con paternalismo demagógico a los líderes de los
sectores "duros" en la Casa Rosada.
Por otro -y utilizando a modo
de prebenda los planes Jefes y Jefas de Hogar manejados por su hermana Alicia-
trató de dividir a los piqueteros "afines" que rechazan la violencia de los
grupos más intransigentes.
Todo esto funcionó hasta que
varios "sondeos de opinión" les indicó un crecimiento
del rechazo social, en especial de los sectores medios,
a las metodologías de corte de calles y de rutas utilizado por las
organizaciones piqueteras "duras".
Y eso tenía una explicación :
en las últimas semanas los medios de comunicación pusieron en segundo
plano las campañas contra la "inseguridad" para concentrarse, casi
exclusivamente, en mover la opinión pública contra las organizaciones
piqueteras. (Ver:
Los medios preparan un Cacerolazo contra los piqueteros).
El Gobierno varió la
estrategia y comenzó una ofensiva comunicacional contra los piqueteros
que tuvo su desenlace con las declaraciones estudiadas de Kirchner de ayer.
Hay dos situaciones que
justifican este cambio de actitud y de discurso del Gobierno con los piqueteros.
Por una parte
Kirchner y su entorno
temen ser sobrepasados por actos de violencia callejera que culminen en
un nuevo Cacerolazo, y por otro lado les preocupa la relación de algunos jefes
piqueteros con intendentes y caudillos del Conurbano bonaerense.
La
dinámica "kirchnerista contra la sociedad piqueteros "duros"-caudillos
duahaldistas, hasta ahora se resolvió dentro de un status quo de
acción-reacción.
El Gobierno
utiliza las campañas mediáticas contra la inseguridad para
desestabilizar la maquinaria duhaldista "asociándola" con los secuestros
y la corrupción policial.
Y los jefes territoriales de Buenos Aires -intendentes
y jefes partidarios- le devuelven "gentilezas" enviando a los piqueteros
"duros" a paralizar el tránsito en las avenidas y calles de la Capital
Federal.
El
temor a un Cacerolazo promovido por estos sectores el 20 de diciembre,
aniversario del Cacerolazo, lo llevó a Kirchner a la búsqueda de un pacto con
Duhalde
(Ver:
Kirchner y Duhalde pactan para frenar a los piqueteros).
A
esa preocupación se agrega un factor adicional:
un informe de la inteligencia oficial (SIDE) detalla la "poca
disposición" de altos jefes de la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura
a reprimir posibles conflictos sociales a desatarse entre el 19 y 20 de
diciembre venideros, aniversario del Cacerolazo.
Dicho relevamiento de la
inteligencia oficial consigna que las planas mayores de las fuerzas de Seguridad
se negarían a dar la orden de contención policial contra potenciales
desbordes de violencia que pudieran desatar las formaciones de piqueteros
"duros" enfrentados a la política económica y social de Kirchner
La actitud policial estaría
fundada en el temor de los oficiales superiores a "quedar pegados" a
hechos represivos que pudieran generar muertos y heridos como sucedió durante el
Cacerolazo del 2001. Tras esos acontecimientos fue removida su plana mayor y su
jefe fue encarcelado junto a los policías responsables de la represión.
En este contexto, y en una
actitud preventiva, Kirchner nombró ayer con nombre y apellido a los
grupos "de izquierda" que podrían promover disturbios generalizados por
los alrededores de Plaza de Mayo el próximo 19 y 20 de diciembre.
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