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(IAR-Noticias) 15Mar04
Cuando
el "brazo terrorista de la CIA", Al Qaeda, lanzó su operación criminal
sobre Madrid apuntaba a un doble objetivo: instalar el "terror" en
Europa y reforzar la alianza Bush-Blair-Aznar como los campeones
militares de la guerra contra el terrorismo.
El objetivo central era obvio:
la aparición de Al Qaeda, no ya con "amenazas de atentados" sino con un
atentado real y sangriento buscaba reinstalar, en la opinión pública
internacional y en la política europea, las bases de consenso necesario para una
nueva escalada militar contra los llamados "enclaves terroristas" del planeta.
Evidentemente el gobierno de
Aznar, en la horas posteriores al atentado terrorista, cometió dos errores que
le costaron la derrota electoral de ayer: señalar a ETA como la autora de la
masacre, y luego manipular información para ocultar datos investigativos y las
pruebas que señalaban la autoría de Al Qaeda.
No se sabe claramente si los
servicios de inteligencia españoles no estaban "avisados" de la maniobra, o
brindaron información y apreciaciones falsas al gobierno de Aznar con la
intención de beneficiar electoralmente al PSOE.
El otro punto en cuestión,
sería que el grupo islámico infiltrado por la CIA que concretó la maniobra
hubiera ejecutado la misma eludiendo todos los controles de la
inteligencia española, pero esto no justifica el primer error de adjudicar
la autoría del atentado a ETA. Las características, la sincronización
milimétrica de la operación, requería de una logística y de una organización que
ETA no tiene, y los primeros en saberlo son los expertos en seguridad
estratégica del gobierno español.
¿Porqué el gobierno de Aznar
cometió el error político de señalar a ETA, y no a Al Qaeda, como la responsable
de la masacre?
Hay una primera explicación:
el gran "sorprendido" del atentado fue el gobierno de Aznar.
Evidentemente la operación terrorista le "cayó del cielo", y las hipótesis
de la inteligencia oficial que se elaboraron a posteriori atendieron a un
objetivo primordial: evitar que el acto terrorista fuera relacionado con la
participación de las fuerzas españolas en Irak.
Esa situación fue explotada
inmediatamente por el PSOE y su aparato mediático, quienes empezaron a agitar la
"pista islámica" de la masacre, y señalar el atentado como una
consecuencia directa de la asociación de España con Bush y el rol jugado por
Aznar en la invasión y ocupación militar de Irak.
Después de ser abrumado por la
prensa internacional y sus adversarios electorales, la administración de Aznar
abrió la posibilidad de "otras líneas investigativas", pero ya era tarde.
La hipótesis de que el atentado fue causado por un grupo árabe en venganza
por la participación de la tropas españolas en Irak, recreada masiva y
planetariamente, sacudió y conmocionó la conciencia de los propios votantes de
Aznar.
El gobierno del PP, que según
todas las encuestas, iba ganando comodamente las elecciones, quedó aprisionado
en la trampa de su primer error. Todo lo que hizo después para enmendarlo fue
inútil, la gigantesca operación mediática internacional con la hipótesis de la
"venganza árabe" ya estaba en marcha, principalmente en las cadenas
norteamericanas alineadas con la campaña demócrata en contra de Bush.
Las manifestaciones
organizadas por militantes del PSOE contra la sede del PP el sábado, a
escasas horas de los comicios, fue el "tiro de gracia" para la suerte electoral
del partido del gobierno. De nuevo la maquinaria mediática internacional inundó
España y el mundo con manifestantes portando fotos de Aznar con leyendas
de "asesino del pueblo español".
La prensa de izquierda y los
medios "progresistas" más leídos de la web, se sumaron a la tesis de la
"venganza árabe" junto a la mayoría de la intelectualidad socialdemócrata,
quienes legitimaron la campaña mediática lanzada por los "socialistas" del PSOE,
guiados por el afán de arrebatarle el gobierno a la "derecha" de Aznar.
El resultado de la acción
psicológica mediática torció el rumbo de las encuestas, y situó
de nuevo al PSOE en la administración del gobierno español.
¿Qué habría pasado si el
gobierno de Aznar hubiera señalado en primer momento, y apuntando a su propia
clientela electoral, a Al Qaeda como la autora de los atentados en Madrid?
¿Qué hubiera pasado si la
comunicación oficial, en vez de echarle la culpa a ETA, hubiera dicho que
España fue víctima de un atentado terrorista como producto de su
alineamiento sin fisuras en la lucha contra el terrorismo internacional?
Esta tesis hubiera sido
"creíble y lógica" para el votante natural del PP, el que le daba mayoría en
las encuestas, y para quien la alianza de Aznar con Estados Unidos y la
participación de España en Irak, eran opciones correctas.
Según algunos expertos que
consultamos en España tras los resultados electorales, el PSOE ganó las
elecciones con una parte importante de votos que iban a ser canalizados hacia el PP.
Esto es, un sector de los
electores que pensaban votar por el PP, a último momento, influidos por la
acción mediática y la tesis de la "venganza árabe" contra la política de
Aznar, torcieron su decisión y terminaron votando a Zapatero.
Hay especialistas que
sostienen, off the récord, que un sector de la inteligencia estadounidense,
una línea "interna" de la CIA, alineada con los demócratas y la candidatura de Kerry, intervino
activamente para neutralizar en parte la operación del "brazo
terrorista de la CIA" en España (ver todas las notas relacionadas en esta
edición).
La derrota electoral de Aznar
empaña en parte el "éxito" de la operación pergeñada por los
estrategas de la Casa Blanca, cuyo objetivo central era situar de nuevo al
"peligro terrorista" en la escena internacional, fortaleciendo a sus dos
principales socios en Europa.
Sin embargo, nada indica
seriamente que el triunfo de Zapatero pueda afectar la relación estratégica de
España con Estados Unidos en el plano internacional, particularmente en lo
atinente a la "guerra contra el terrorismo".
Y esto obedece a una situación
concreta: los factores de "poder real" en España, los grandes grupos
económicos, la transnacionales financieras, industriales y de servicios, son,
junto con las corporaciones británicas, las socias privilegiadas de EE.UU. en el
reparto del botín de guerra de Irak.
Esto indica que Zapatero
y su troupe política, después de los discursos demagogos para su público, deberá
tocar la misma música que ejecuta el establishment económico
español, para quien la alianza con Bush seguirá inalterable, más allá del
gobierno de turno.
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