Citando como fuente a
funcionarios iraquíes el diario -que oficia de portavoz habitual del Pentágono-
dijo que los combatientes irregulares serán reclutados entre los miembros
de las cinco organizaciones que colaboran con EEUU en la ocupación de Irak.
Los partidos que estarían
involucrados en el plan
serían -según el
Washington Post- el Congreso Nacional Iraquí, del banquero Ahmad Chalabi, el
Acuerdo Nacional Iraquí, el Partido Demócrata Kurdo, y la Unión Patriótica
del Kurdistán.
El
Departamento de Defensa norteamericano -como lo hace siempre- no
confirmó ni avaló la información del Washington Post, pero fuentes anónimas
del Pentágono citados por agencias internacionales dijeron que EEUU planea
incrementar los cuerpos civiles de defensa
de12.700 hombres a 40.000 en el corto plazo.
El secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld
-avalando en parte la información del Washington Post- dijo el sábado en
Bagdad que quería acelerar el programa para entrenar y desplegar fuerzas
de seguridad iraquíes, mientras Washington trabaja para “devolver la soberanía
al pueblo iraquí.
Según nuestras
fuentes en Bagdad, llama la atención a los expertos en "interna" iraquí
que el plan de entrenamiento de escuadrones paramilitares intente mezclar en una misma bolsa a todo el mosaico de la ex oposición iraquí
contra Saddam Hussein en el exilio, obviando todas las diferencias y
contradicciones que la dividen en el presente.
Es estadísticamente
imposible imaginar al
Consejo Supremo para la
Revolución Islámica (CSRII) participando de una guerra paramilitar contra la
resistencia iraquí, dado que forma parte -a través sus milicias armadas clandestinas- de las tropas que
combaten a las fuerzas de ocupación estadounidenses.
Si bien el fundamentalismo chiíta (con
alrededor de 20.000 milicianos armados en el sur de Irak) fue el
principal opositor al ex régimen iraquí, hoy su enemigo principal ya no es
Saddam Hussein sino las fuerzas de ocupación anglo-estadounidenses.
La insurgencia proiraní de los chiítas, así
como otras organizaciones radicalizadas que pelean contra EEUU, coinciden en dos
objetivos tácticos con los partidarios de Saddam: expulsar a las tropas
norteamericanas de Irak y exterminar a todos los colaboracionistas.
Principalmente ex policías y ex militares del antiguo régimen que hoy actúan
contra los combatientes de la resistencia.
Por otra parte -y de
acuerdo a información corroborada por portavoces iraquíes- el CSRIII mantiene un
enfrentamiento de vieja data con
el Congreso Nacional Iraquí
(CNI) manejado por el banquero Chalabi,
favorito de
los halcones del Pentágono y de un sector de la CIA que lo utilizan para dividir
al actual consejo iraquí.
Chalabi está sindicado
como el "entregador" del atentado con bomba contra la mezquita chiíta
que le
costara la vida al principal líder del
Consejo Supremo para la
Revolución Islámica, el ayatolah
Mamad Baqr al-Hakim, y cuya autoría el Pentágono "adjudicó" -como ya es
habitual- a la organización terrorista Al Qaeda.
Los dirigentes del CSRIII
señalan el asesinato de su jefe (el más importante líder espiritual de los 14
millones de chiítas que residen en Irak) como una operación de la CIA destinada
a quebrar y dividir la resistencia iraquí que actúa
monolíticamente contra los 147.000 soldados estadounidenses estacionados en
Irak.
Para los especialistas la
noticia sobre la creación de batallones paramilitares con la
participación del CSRIII -sector que representa a la mayoría chiíta del país-
busca promover un enfrentamiento interno entre los sectores fundamentalistas
islámicos y las fuerzas de Saddam Hussein, los dos principales responsables
de los ataques con francotiradores y bombas de mortero contra las tropas
anglo-estadounidenses.
En la opinión de
los que siguen de cerca los movimientos de la inteligencia estadounidense la noticia difundida por las agencias internacionales -habituales
usinas de la CIA y el Pentágono- persigue un claro objetivo de fomentar un
enfrentamiento armado entre los partidarios de Saddam y los chiítas, en un
momento que la ocupación militar norteamericana atraviesa por su peor momento.
Solamente en el mes
de noviembre, el accionar conjunto de la guerrilla iraquí causó la muerte de
73 soldados norteamericanos, y todo hace pensar que en los próximos meses la
escalada de los combates elevará esa cifra de bajas.
Tras 7 meses de
ocupación militar, Irak se ha convertido en una pesadilla para
Washington y pone en riesgo la reelección presidencial de Bush el año que viene.
La guerra corta y barata que presagiaban los halcones se les ha tornado
en una guerra indefinida con un costo político y en bajas militares que
no previeron.
Los funcionarios de
la Casa Blanca, las autoridades militares y el propio administrador Paul Bremer, han
reconocido públicamente que Estados Unidos no controla Irak.
Violencia armada desatada
sin freno por todo el país; cuadro generalizado de anarquía social; aparición de
nuevos grupos de resistencia armada; 147.000 efectivos, entre unidades
convencionales y fuerzas de elite, impotentes para controlar el orden;
hospitales colapsados, muertes de niños por desnutrición y efectos colaterales
de la guerra; millones de desocupados y hambrientos multiplicados por todo el
país; prostitución y drogas ingresadas con las fuerzas militares de EEUU; "palestinización"
creciente de las periferias, delaciones entre vecinos, encarcelados, torturados,
conforman el cuadro de posguerra del Irak.
En este contexto, y
"curiosamente", apareció Al Qaeda (ver: