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(IAR-Noticias) 11-Abr-05
/Por
Isidro Herrera Hernández*
Tal como mencionamos, el expansionismo anglosajón en Latinoamérica vigoriza las
aspiraciones geopolíticas de Washington a largo plazo, es decir, la conquista
del espacio continental, el dominio de sus vitales rutas estratégicas y de los
servicios de inteligencia regionales.
Al mismo tiempo, la guerra
(de conquista) por la captura
de los recursos energéticos mundiales implica la imposición de tratados y
protocolos instrumentados por el gobierno estadounidense, con el propósito de
controlar a perpetuidad las fronteras nacionales.
La presente disputa por las zonas de influencia geoeconómica en Latinoamérica
origina una riesgosa e inconveniente fisura geopolítica desde el Golfo de México
hasta el Golfo de Maracaibo, la Triple Frontera y la Patagonia, pues esta región
conforma la franja de suministro energético hacia las grandes potencias,
indispensable para sustentar su vigorosa productividad.
Así, la presente ofensiva geopolítica del imperio petrolero estadounidense se
enfoca contra el corazón geográfico latinoamericano y sus recursos estratégicos.
Conjuntamente, diversas corporaciones de seguridad privadas instrumentan una
nueva visión geopolítica para fortificar el dominio sobre aquella ambicionada
área.
Por ello, el nuevo orden de seguridad
e inteligencia estadounidense -instigado por las exigencias militares y
corporativas privadas de Washington y Londres- pretende imponer sus objetivos
geoestratégicos y la guerra global contra el "terrorismo" sobre las
naciones latinoamericanas.
En tal sentido, la firma de tratados
y protocolos de seguridad e inteligencia responden tanto a sus designios
geopolíticos como a la lógica del sistema de inteligencia global.
Por ello, en el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCANPLUS), el
gobierno neoconservador detalla la directriz geopolítica para América Latina,
donde la presunta vinculación de organizaciones terroristas con movimientos
armados regionales se expone como justificación para edificar una muralla de
seguridad desde la frontera norte de México hasta el istmo de Tehuantepec.
En
este sentido, la edificación en México de una estructura política, militar y
jurídica para contener fantasmales peligros externos se inscribe como un asunto
de seguridad nacional y como una exigencia de la geopolítica imperial. En
realidad, el único riesgo para la integridad de nuestro país se encuentra en la
Casa Blanca.
Del mismo modo, en el TLCANPLUS se proyecta el sendero geopolítico ideado para
México. De acuerdo con el documento, se dispone la subordinación del país como
parte de la doctrina expansionista norteamericana, y se bosqueja la posibilidad
de patrullar nuestro territorio por mar, aire y tierra. Virtualmente, se plantea
la conquista jurídica y territorial de México, y la privatización de nuestras
aduanas, las cuales ahora serán manejadas por agentes estadounidenses.
Todavía más, el TLCANPLUS legaliza la geoestrategia anglosajona, formaliza la
privatización de nuestros recursos energéticos y consolida la dominación sobre
nuestros servicios de inteligencia.
Potencialmente, la compra-venta de
México saciará la creciente demanda energética de los Estados Unidos, y servirá
como apoyo a cualquier aventura militar del imperio neoconservador.
Así las cosas, en el TLCANPLUS se bosqueja el proyecto geoeconómico seguido por
Washington, como herramienta para asegurar a perpetuidad el dominio de los
recursos minerales de México, ya que en los próximos cinco años se producirá un
declive de la oferta energética global, como consecuencia del agotamiento de las
reservas existentes.
Lo más, el crecimiento de la demanda podría significar un
peligro para la estabilidad mundial. Tácitamente, los Estados Unidos estarían
interesados en obtener jugosas ganancias estimuladas por los altos precios del
petróleo.
La fabricación de una espiral inflacionaria inducida por los altos
costes del barril de petróleo provocará la quiebra masiva del sistema
económico-financiero mundial y de las pujantes economías rusa, china e hindú.
Al
manipular el mercado energético Washington podrá satisfacer su imparable demanda
y descarrilar a la competencia euroasiática.
Conforme se incremente la demanda mundial las únicas fuentes seguras se
encontrarán en aquellas naciones incluidas en el "eje del mal" y en aquellas
que, como México, posean cuantiosos yacimientos, a tal grado que germinarán
tendencias hacia el impulso de nuevas guerras "preventivas", cuyas derivaciones
se extenderán hasta el Mar Meridional de China.
Tal escenario será aprovechado
para desplegar sobre México una telaraña de tratados sobre "cooperación" en
materia de inteligencia y seguridad. Ante ello, la Casa Blanca impondrá la firma
de protocolos y "alianzas" que le aseguren el control de los recursos
energéticos nacionales.
Tal como nos dicen los destacados analistas Jack Naffair
y Arthur Lepic: "según todas las proyecciones disponibles, los principales
yacimientos capaces de exportar en el momento de la crisis se encontrarán en el
Medio Oriente (y en México).

Para la junta petrolera Bush-Cheney, es por tanto
conveniente tomar el control de esa región estratégica haciéndola pasar por un
periodo de inestabilidad, incluso de caos." (La guerra por los recursos
energéticos ya comenzó, El poder del petróleo en el siglo XXI, en
http://www.redvoltaire.net/article4338.html)
En su irrefrenable hambruna energética, Washington se estrellará contra los
intereses estratégicos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo
(OPEP) y los países asiáticos consumidores, quienes han firmado entre sí
innumerables alianzas en los campos energético y militar.
Inexorablemente, el
escenario geopolítico de confrontación frente a Washington unificaría la
geoestrategia de China, Rusia e India -principales consumidores a escala
planetaria- con la OPEP. Tal como mencionan Lepic y Naffair en el referido
artículo: "Eso es precisamente lo que temen los arquitectos del "Gran Medio
Oriente" y es lo que quieren evitar mediante la coerción militar."
Sin más, la
progresiva escasez energética consolidará hacia el año 2010 la superioridad de
la OPEP.
En esa fecha, la producción petrolera
alcanzará su pico, es decir, la demanda superará a la oferta. Para el 2010, los
estrategas neoconservadores proyectan que el Oriente Medio tendrá el 95% de
las exportaciones petroleras y el 60% de la producción global.
Lamentablemente, a través del TLCANPLUS, México
se ha subordinado frente a la geoestrategia estadounidense, y ha enajenado su
petróleo ante los dictados geopolíticos de Washington.
Por ello, la conquista del petróleo mexicano es indispensable para la
geoeconomía estadounidense. Sin lugar a dudas, el control del energético
mexicano forma parte de la geoestrategia norteamericana instrumentada por los
neoconservadores, con miras a la guerra contra las naciones euroasiáticas.
México no puede rendirse ante el
avasallante poderío anglosajón, ni ser cómplice de una guerra de impensables
consecuencias. Ante las voces que alientan estériles confrontaciones internas de
dudosa legitimidad, México debería distanciarse de cualquier provocación externa
que atente contra la soberanía nacional.
En este momento, un clima anárquico
redundaría en la pérdida absoluta de sus recursos estratégicos, pues un ambiente
desordenado sólo beneficia al proyecto geoestratégico de Washington.
No extraña ahora que la correduría Goldman Sachs apueste por un desmesurado
incremento en los precios del petróleo, cuya cotización podría alcanzar los 105
dólares por barril.
Para comprender la dimensión geopolítica de semejante
futurismo, baste recordar que Goldman Sachs es uno de los más importantes
especialistas en derivados energéticos, mediante los cuales puede especular
interminablemente con los precios del petróleo.
Habría que preguntarnos si el
imperialismo energético prepara otra serie de catastróficas intervenciones
armadas contra Irán y Siria, o si alienta una nueva ola desestabilizadora contra
Venezuela o México que catapulte los precios energéticos hasta la estratosfera.
Mientras tanto, la Agencia Internacional de Energía (AIE) contribuye a la
espiral inflacionaria al exigir que las naciones consumidoras de petróleo
eliminen cualquier tipo de subvención a los derivados del energético. Ello
incrementaría de manera notable los precios y desataría una incontrolable
hiperinflación.
Nada mejor para los intereses estratégicos de Washington en su
guerra encubierta contra Eurasia. Así, los imparables precios arruinarían las
economías de sus más importantes rivales geopolíticos al asegurar el reembolso
del comercio energético global.
http://www.expansion.com/edicion/noticia/0,2458,614027,00.html
En medio de la vorágine, no faltan las explicaciones que atribuyen la incesante
alza de los precios del energético a cuestiones demográficas. Es el caso de la
petrolera Chevron-Texaco -flamante adquiriente de UNOCAL, quien construye los
oleoductos y gasoductos para transportar el energético desde Asia Central,
pasando por Afganistán, hasta Europa- la cual sugiere que el pretendido exceso
poblacional de China, la India y Arabia Saudita es causante de la histórica
demanda deenergéticos .http://www.bloomberg.com/apps/news
Por tal razón, frente a la escasez energética las corporaciones petroleras
anglosajonas saldrían beneficiadas por el alza de los precios provocada por una
nueva intervención militar en Oriente Medio o por la desestabilización
programada contra algún importante productor como Venezuela, México o Arabia
Saudita.
En tal sentido, "el "choque de civilizaciones" no sería más que un
problema de repartición de recursos, por consiguiente, una cuestión económica.
La retórica del choque cultural y religioso es un engaño que busca arrastrar a
la opinión pública a un conflicto cuyo desenlace sería económicamente provechoso
para el que lo suscita", según afirman Lepic y Naffair en el citado artículo.
En tal escenario, la privatización de México, reflejada en la entrega de sus
recursos estratégicos, en el traspaso de sus servicios de inteligencia, y en la
subordinación frente a los dictados geopolíticos de la Casa Blanca, constituye
el peligro más grande del que halla memoria para la estabilidad y la integridad
territorial no sólo de México, sino de toda América Latina.
* Investigador del Centro de Estudios Estratégicos y Geopolíticos (CEEG)
ceeg_mexico@yahoo.com.mx
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