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(IAR-Noticias) 21En04
Entre
300.000 y 500.000 niños y niñas han sido utilizados como soldados, esclavos
sexuales, trabajadores, porteadores o espías durante el año 2003.
Los mismos fueron utilizados
tanto en conflictos ya existentes como en otros recién declarados, según
un informe presentado en el mes de noviembre por el secretario general de
la ONU, Kofi Annan, que fue citado ayer por Amnistía Internacional (AI)
con motivo del inicio del debate sobre el uso y reclutamiento de niños
soldado en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
El informe de la Coalición
para Acabar con la Utilización de Niños Soldados recoge testimonios e
información procedentes de 18 países diferentes de África, Asia, América Latina
y Oriente Próximo, regiones en los que la problemática de los niños y niñas
soldados forma parte "de un gran abanico de abusos a los Derechos Humanos
durante y después del conflicto armado".
Según este documento, en
Costa de Marfil, Liberia y la República Democrática del Congo, el reclutamiento
de niños por parte de grupos armados se incrementó masivamente en 2003.
Amnistía Internacional, que
participa en la Coalición para acabar con la
utilización de niños soldado, denuncia que en más de 35 países de todo el
mundo, entre 300.000 y 500.000 menores se ven obligados a formar parte de
ejércitos estatales, fuerzas paramilitares, milicias civiles y grupos armados de
oposición.
"El reclutamiento y la
utilización de menores de 18 años en los conflictos armados constituyen crímenes
de guerra y, por consiguiente, son crímenes cometidos contra toda la comunidad
internacional, no sólo contra los niños ", afirma Amnistía Internacional en su
página Web
www.actuaconamnistia.org.
Las investigaciones
realizadas por la Coalición señalan, por ejemplo, que en Colombia hasta 14.000
menores participan en los enfrentamientos armados.
Desde 1996, los niños
combatientes están en todos los grupos armados en la República Democrática del
Congo y representan un 35% de las tropas.
En Myanmar, unos 70.000
niños forman parte del ejército estatal tras haber sido alistados por la fuerza
mediante secuestro o amenazas de prisión.
Los niños que Amnistía
Internacional ha entrevistado, tras escaparse o ser desmovilizados, ofrecen un
testimonio espeluznante sobre cómo los conflictos armados les han
afectado tanto física como psicológicamente.
En palabras de un niño
soldado implicado en el conflicto de la República Democrática del Congo:
"Teníamos que caminar durante días. Por la noche, tenía que asaltar pueblos para
conseguir algo de comida. En octubre, tomé parte en el ataque contra Uvira. Fue
horrible. Tenía miedo y no quería matar a nadie ni que me mataran. Después del
ataque, abandoné mi arma y huí."
Estos niños han sido
secuestrados en la calle o sacados de los colegios, campos de refugiados o
campos de desplazados internos. A otros muchos se los ha forzado a salir de sus
casas a punta de pistola.
Según los informes
recibidos, otros han sido reclutados cuando jugaban cerca de su casa o
iban andando por la carretera. Algunos niños se han unido a las fuerzas del
ejército o la milicia de forma voluntaria, con el telón de fondo de la
separación de sus familias, las condiciones de pobreza y el desplome de los
servicios sociales básicos, como los centros educativos y de salud.
Tras varias semanas de
entrenamiento, se los despliega en las líneas de combate para utilizarlos
como carne de cañón.
Allí se los obliga a servir
como señuelos, como detectores de la posición enemiga, como guardaespaldas de
sus comandantes o como esclavos sexuales.
La mayoría de las niñas
soldado han denunciado haber sido violadas o explotadas sexualmente por sus
jefes militares y otros soldados.
A menudo, también se utiliza
a niños y niñas como porteadores de la munición, el agua o los alimentos, y como
cocineros. También se obliga a los niños reiteradamente a cometer abusos, entre
ellos violaciones y asesinatos, contra civiles y soldados enemigos.
A algunos se los ha forzado
a matar a miembros de su propia familia, y a otros a participar en actos
sexuales y de canibalismo con los cadáveres de los enemigos muertos durante los
combates. A menudo se les administran drogas y alcohol para hacerlos insensibles
a las emociones cuando cometen estos crímenes.
El coste personal que pagan
los niños soldados es muy elevado: insensibilizados y traumatizados por la
experiencia vivida, a muchos les siguen asediando los recuerdos de los abusos
que presenciaron o que les obligaron a cometer.
En el caso de las niñas
soldado, además de la brutalidad y el trauma derivados de la violación en sí,
las agresiones sexuales pueden producirles lesiones físicas graves y embarazos
forzados, así como contagio de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.
El compromiso público de los
gobiernos y grupos armados por evitar que los niños sean utilizados como
combatientes discrepa del real. La desmovilización de niños soldados ha sido
demasiado moderada y limitada en su envergadura como para aliviar el problema.
En muchos casos, las iniciativas de desmovilización no tienen en cuenta el papel
fundamental que desempeñan las familias y las comunidades locales en la feliz
reintegración del niño en la vida civil.
La organización ha afirmado:
"Más allá de la abolición legal y política del reclutamiento y utilización de
niños soldados, deben ponerse en marcha iniciativas encaminadas al desarrollo
económico y la consolidación de la paz, con el fin de que su desmovilización y
rehabilitación no tengan vuelta atrás”.
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