|
(IAR-Noticias) 30Mar04
La convocatoria de una
comisión investigadora del 11-S surgió a partir de un libro presentado por
Richard Clarke, ex responsable de la lucha antiterrorista en el seno del
Consejo Nacional de Seguridad (NSC) durante la presidencia de Clinton y de Bush
hijo, quien acusa a Bush de haber ignorado las advertencias antes de los
atentados del 11 de setiembre de 2001, que provocaron cerca de 3.000 muertos
en Estados Unidos.
En términos políticos la
aparición de este ex funcionario respondía una nueva estrategia de campaña
electoral de los demócratas, quienes intentan quebrar la "racha
ganadora" de Bush tras la aparición de Al Qaeda con los atentados en Madrid,
y el posterior aprovechamiento que hizo su equipo presidencial del brote de
psicosis terrorista que se esparce por Europa y EEUU.

Los arquitectos de la
campaña demócrata, por puro oportunismo electoral, resolvieron explotar
las múltiples sospechas e informes que existen sobre contactos previos y
posteriores del gobierno republicano con los autores del atentado, así como de
haber desestimado informaciones de inteligencia que alertaban sobre el mismo.
El objetivo
no confeso de la campaña apuntaba a
neutralizar el
flanco más efectivo que pretende construir Bush: su bandera de lucha contra
el terrorismo a partir de los atentados del 11-S, cuyas fotos y videos
fueron utilizados para reforzar la
imagen de "presidente
fuerte" del actual mandatario estadounidense.
Luego
de los
atentados terroristas en Madrid, y de la posterior secuela de psicosis
terrorista que se generó en Europa, los tres ejes argumentales con que
los demócratas venían atacando
a Bush (las mentiras sobre las "armas de Saddam",
el déficit presupuestario estadounidense , y el "mal
manejo" de la guerra de Irak) pasaron
repentinamente al olvido.
Antes de que sucediera la masacre
madrileña los demócratas venían utilizando contra Bush las declaraciones de
David Kay, ex jefe de
los inspectores estadounidenses en Irak, quien sostuvo
en enero que no se encontraron armas de destrucción
masiva en ese país.
Basándose en el testimonio de Kay,
durante semanas los demócratas y su maquinaria electoral
acorralaron a Bush
con sus acusaciones de que había
mentido
sobre la existencia de las ADM con las que su administración justificó la
invasión a Irak, y la imagen del actual jefe de la Casa Blanca comenzó a
descender a niveles que tornaban improbable su reelección en noviembre.
En el momento
en
que las encuestas ya marcaban 9
puntos arriba a favor del candidato demócrata John Kerry sobre Bush, sucedieron
los atentados contra los trenes en Madrid, cuya conmoción mundial
desplazó de la escena a la campaña
electoral norteamericana,
justo a la medida de las necesidades del presidente y de su equipo de
funcionarios y asesores.
Kerry y el aparato político y comunicacional
del partido demócrata -apabullados por el "terrorismo
de Al Qaeda" en España- se replegaron a la espera de una mejor
ocasión para sacar rédito electoral con sus arremetidas
mediáticas y parlamentarias contra el presidente.

El lunes pasado, tres días después de
que Bush anunciara una
nueva ofensiva contra el terrorismo
en un fuerte militar, apareció sorpresivamente en escena
Richard Clarke,
un "experto" de la CIA que se desempeñó como
consejero de seguridad de cuatro presidentes estadounidenses y
como coordinador para la lucha antiterrorista, diciendo
que Bush y la Casa Blanca ignoraron
la creciente amenaza que representaba Al-Qaeda,
y que sólo
les obsesionaba la invasión a Irak.
Durante dos semanas el partido demócrata y el
aparato mediático internacional que les responde bombardearon a la opinión
pública con las acusaciones del asesor "arrepentido".
Bush y sus principales funcionarios tuvieron
que prestar declaración ante la comisión, y, acorralados por la campaña
mediática tuvieron que salir a descalificar y a desmentir los dichos de Clarke.
Todos estos días, hasta ayer, las
operaciones psicológicas anunciaban un bajón pronunciado de la imagen y la
intención de voto hacia Bush.
El sondeo publicado hoy por las principales
agencias, y que otorga a Bush 4 puntos arriba de Bush sobre
Kerry, tira abajo esa campaña y arroja un balde de agua helada sobre la
estrategia electoral de los demócratas con las denuncias del "asesor".
Bush retomó su imagen ganadora y se
afianza nuevamente como el "presidente de la guerra", no solamente en la opinión
pública norteamericana sino en el palno internacional.
Esta situación va a influir en forma decisiva
en las relaciones de poder en el seno de la ONU, en el cuadro de ocupación de
Irak, y en la estrategia de guerra contraterrorista total que los
halcones han lanzado sobre Medio Oriente.
|