(IAR-Noticias) 08Mar04 Por
Manuel Freytas
Hay algo que tienen en
claro los asesores en inteligencia de Bush: si no
se produce algún acontecimiento internacional relacionado con la presencia del
"terrorismo" en el mundo, el presidente perderá
inexorablemente su reelección a manos de Kerry en la presidenciales del 4 de
noviembre.
El aparato político y
mediático de los demócratas apunta noche y día a sus tres flancos más
vulnerables: la muerte de soldados estadounidenses en Irak, el costo de la
ocupación militar, y el déficit presupuestario ocasionado casi en un 80%
por el despliegue militar de EEUU en el mundo.
Operaciones como la
destitución de Aristide y la ocupación militar de Haití fueron aprovechadas al
máximo por el aparato propagandístico de lo demócratas, quienes se valieron del
ex cura salesiano en el exilio para denunciar el rol de la administración Bush
en su secuestro y derrocamiento.
La maquinaria electoral de
los demócratas, aceitada por los intelectuales "progresistas" y los medios de
prensa que se creen que Kerry es un poco más "democrático" que Bush, explota al
milímetro cada movimiento en falso del presidente norteamericano.
La actual campaña
electoral entre republicanos y demócratas -a decir de muchos conocedores-
adquiere status de "canibalismo" y no hay límites entre sus contendientes. Los
demócratas que apoyaron las invasiones de Bush a Irak y Afganistán, y que
votaron el presupuesto armamentista más grande de toda la historia, no dudan
en acusarlo de "militarista excerbado" para echarlo de la Casa Blanca y ocupar
su lugar.
Los gigantescos negocios
que rondan alrededor de la administración norteamericana de turno (ver:
Bush y
los negocios de la guerra) convierte a la Casa Blanca en el bocado más
apetecible para los grupos capitalistas vernáculos, tanto armamentistas,
como petroleros o financieros, que quieren contar con sus propios hombres en la
presidencia de los EEUU.
Pero el "lobby judío"
de Washington y el Pentágono que rodea y planifica la política y los negocios de
Bush, no es un hueso fácil de roer, y su experiencia en la inteligencia y
las operaciones militares va a jugar, sin ninguna duda, de contrapeso al aparato
comunicacional masivo controlado por los demócratas. (Ver:
El lobby judío del Pentágono).
La competencia electoral
entre la administración Bush y los demócratas, es básicamente una guerra por
el poder. ¿Cómo se gana una guerra? De una sola manera: destruyendo,
controlando o sometiendo al enemigo.
Una guerra como la que
sostienen Bush y los demócratas por el control de la Casa Blanca, no es una
guerra militar, sino una guerra planteada en el terreno de las operaciones
psicológicas.
En este caso los tanques,
portaaviones y aviones son sustituidos por televisores, diarios y radios,
y los misiles son reemplazados por estrategias comunicación y de acción
psicológica orientadas a crear consenso y apoyo público para destruir al
contrario.
Las "denuncias", los "destapes" de información contra el candidato Bush ,
cumplen la misma función destructiva que los misiles y las bombas
inteligentes, pero en el teatro de las batallas mediáticas.
Estas técnicas de la
"guerra sin fusiles", perfeccionadas por la tecnología y el poder de
manipulación masiva de los conglomerados mediáticos internacionales,
juegan un rol esencial y decisivo a la hora de sumar encuestas a favor y
conquistar -en este caso- a los electores norteamericanos.
Los primeros blancos de
estas campañas son los propios periodistas de mercado, quienes escriben
notas o "comentan noticias" ignorando que la mayoría de ellas provienen de
los servicios de inteligencia estadounidenses enclavados en las direcciones o
consejos editoriales de los grandes diarios y agencias internacionales.
Hoy en el Imperio ya no se
venden campañas internacionales y acción psicológica para imponer una
invasión militar, como las de Irak o Afganistán, sino para dirimir que sector del
poder norteamericano se va a quedar con la administración y los negocios de la
Casa Blanca.
La experiencia del 11-S
y sus secuelas posteriores sirvieron -más que ninguna experiencia de campo-
para demostrar que la llamada "opinión pública internacional" (que no es
otra cosa que la opinión fabricada por los medios masivos de comunicación) es
sensible y maleable a la aparición de cualquier "amenaza terrorista".
Como nadie "contrainformó"
masivamente que las "amenazas terroristas" son manejadas por los expertos de la
CIA, y que el único beneficiario estadístico de esas amenazas es el
Imperio militar estadounidense, las mayorías ignorantes, alienadas y masificadas
por la prensa internacional compran el "terror de Bin Laden" con la misma
unción que compran Coca-Cola o un cantante fashion por televisión. (Ver:
Bin
Laden un soldado de la CIA).
Por otra parte, está lo
suficientemente probado que la opinión pública estadounidense, que
funciona con el cerebro del Pato Donald y la psicología de Homero Simpson,
compra la guerra y el "nacionalismo" cada vez que le presentan en riesgo
la "seguridad nacional de Estados Unidos", que es como decir que está en
riesgo su propio patrimonio en dólares.
Después de la voladura de
las Torres Gemelas, las campañas pacifistas contra la guerra digitadas
internacionalmente por algunos países europeos, sobre todo, por Francia,
salvo en las minorías "progresistas" de EEUU, no hicieron ninguna mella en el
conjunto de la sociedad estadounidense que solicitó masivamente a Bush que
invada Irak y mate o encarcele a Saddam Hussein.
Esta experiencia fáctica,
más que ningún análisis estratégico, es la que los especialistas tienen en
cuenta a la hora de evaluar las posibles derivaciones y los resultados
finales de la competencia entre Bush y los demócratas por el control de la
Casa Blanca en el próximo período presidencial.
Y una pregunta clave: ¿qué
podría impedir hoy que los Rumsfeld,
Wolfowitz o Feith, el corazón estratégico del "lobby judío" que hace negocios
con Bush, implementen otra operación de acción psicológica terrorista
teniendo a Bin Laden y a Al Qaeda como protagonistas principales?
¿Quién podría acusarlos
con pruebas ante la "opinión pública internacional" si los sectores de la CIA y
de la comunidad de inteligencia que les responden hicieran estallar -por
medio de sus grupos islámicos infiltrados- blancos estratégicos en las
principales ciudades de Europa o -quizás- de EEUU antes de las elecciones de
noviembre?
¿Que razón de tipo moral,
religioso o social podría impedir que esta facción del capitalismo salvaje judeo-norteamericano
utilizara la herramienta de poder que tiene en sus manos para "aterrorizar"
de nuevo -esta vez con atentados reales- a la sociedad norteamericana y
conseguir que Bush sea reelegido como el "presidente de la guerra" por un
nuevo período?
¿Imposible? Para los
expertos que investigaron profundamente los informes y las pruebas existentes
sobre la participación de un sector de la CIA en los atentados del 11-S,
la maniobra puede repetirse casi como una operación de manual. Es más: si
ocurriera, todos los medios de prensa y el poder norteamericano darían de nuevo
su apoyo a Bush para que los defienda de la "amenaza terrorista" que pone en
riesgo la seguridad nacional de EEUU.
El resto del mundo
(incluida la izquierda que ignora el rol estratégico de los medios en la
nueva política de dominación capitalista) se sumaría a las campañas contra
el "terrorismo internacional" manipuladas por los grandes diarios y las
cadenas internacionales de radio y televisión.
IAR-Noticias fue el único
medio que alertó por Internet sobre el carácter de "globo de ensayo"
que tenían las "alertas terroristas" lanzadas por la administración
norteamericana a fines del 2003 y a principios del 2004. (Ver:
Bush depende de la guerra contraterrorista para ser reelegido).
Estas operaciones de los
halcones de Washington cumplen la función de "testeo" de la reacción
internacional ante posibles atentados terroristas que la CIA planea desarrollar tanto
en Europa como en Estados Unidos.
Los resultados obtenidos
demostraron que las amenazas solas-sin ningún atentado que las avale- ya no
producen ningún efecto duradero, y además los mega-operativos de seguridad en
los aeropuertos ya producen fastidio y quejas de los viajeros internacionales ante
los gobiernos que las implementan.
En términos psicológicos,
el reflejo de "miedo terrorista" condicionado mediáticamente pierde relevancia
ante la ausencia del hecho consumado.
La aparición, o
"reaparición", de Bin Laden por canales árabes controlados por la CIA, ya no
causa estupor ni atrapa el interés masivo de los televidentes o
consumidores de "información masiva".
Es
este sentido los expertos coinciden: el equipo estratégico de Bush, más
precisamente sus expertos en inteligencia y en acción psicológica, están
lanzando de nuevo distintos "globos de de ensayo" orientados a explorar la
predisposición, no solamente de la sociedad estadounidense sino también
internacional, frente a una nueva aparición del fantasma terrorista en
Europa y en EEUU.
Ultimamente, y no
por cusualidad, comenzaron
a circular los rumores de que
el Pentágono tendría acorralado a Bin Laden, quizás apresado, o
quizás ya habría negociado su entrega, o tal vez negoció antes y la
CIA quebró el pacto y decidió capturarlo atendiendo a la necesidad superior
de que le sirva a Bush como "trofeo electoral" para aniquilar a su adversario
demócrata en noviembre. ¿Qué hay de cierto y de mentira en esta usina de rumores
lanzada por la prensa internacional?
Como sucede cada vez que la CIA inicia una operación mediática,
las agencias
internacionales comenzaron
a bombardear con versiones que aseguraban que EEUU y Pakistán
tienen "acorralado" al
presunto líder de Al Qaeda, y a su
"número dos" el egipcio Ayman Al
Zawahiri, en la región tribal afgano-paquistaní de Konar desde hace varias
semanas.
En diferentes atentados con bombas en Irak, contra la comunidad chiíta y contra los kurdos, el fantasma de Al Qaeda y de Bin Laden como autores de los mismos comenzó a ser agitado por los funcionarios
de Washington y por los portavoces de la ocupación militar.
Para los expertos, hay una preparación del terreno para una operación de acción
psicológica en gran escala con la figura mítica de "Bin Laden" y el "terrorismo", cuyo punto de referencia debe buscarse en las necesidades electorales de Bush.
A estos rumores
constantes se
agregó, hace dos semanas,
la
filtración de la presunta captura del
guerrillero del turbante difundida por la agencia estatal iraní
IRNA, lo que, por lo menos, alimenta sospechas entre los
expertos de que la CIA podría estar realizando alguna especie de "sondeo" o de
"globo de ensayo" sobre la repercusión que tendría la
captura de Bin Laden dentro y fuera de EEUU.
Los
diarios y agencias internacionales (que habitualmente actúan de "voceros" de las
operaciones especiales
de la inteligencia militar estadounidense) lanzaron una versión según la cual
el comando de la fuerzas estadounidenses en la zona tomó la decisión de realizar
una "ofensiva en gran escala"
contra las guaridas de mujaidines en la región de Konar.
De
acuerdo a estas especulaciones el
"fundador y máximo líder de Al Qaeda"
conoce a la perfección la región de Konar, controlada por los jefes tribales
"pashtunes", desde los años
ochenta cuando reclutó un ejército de «muyahidines» de esta etnia que se
enfrentaron a la ocupación soviética de Afganistán, cuando
revistaba abiertamente como soldado de EEUU.
Esta teoría se sustenta en un presunto "viaje secreto" del jefe
de la CIA, George Tenet, a Pakistán, a principios de febrero, y
posteriormente del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, los
que habrían dado las "pistas" de la preparación de una
operación final para detener a Bin Laden.
Hay
que aclarar que la CIA
no publica sus operaciones secretas en ningún boletín oficial,
y sus movimientos solo trascienden a la prensa internacional cuando la Agencia
decide "filtrarlos" con algún objetivo de "testeo", como podría serlo
en esta oportunidad.
Es muy dificil que el lobby sionista que rodea a Bush, particularmente la saga
constituida por Rumsfeld,
Wolfowitz y Feith le entreguen los
negocios de la Casa Blanca a los demócratas sin disparar un solo tiro.
En los términos convencionales de la campaña electoral, Bush pierde estrepitosamente las elecciones en las encuestas y en los medios de comunicación que mayoritariamente juegan para los demócratas.
Es imposible que
el presidente norteamericano pueda
revertir esta tendencia durante los ocho meses que faltan para las elecciones, sobre todo con el lastre diario de la ocupación militar y los muertos norteamericanos en Irak desfilando día a día por la prensa internacional.
Los efectos
"positivos" de la detención del ex presidente iraquí le duró muy poco a Bush
para su medición
exitosa en
las encuestas electorales, dado que la posterior oleada de ataques y muertos
estadounidenses opacó en pocos días la maniobra propagandista de
"Saddam capturado".
Esto abona la
hipótesis de algunos especialistas que sostienen que el Pentágono se estaría
valiendo nuevamente del
Vevak (el servicio de
inteligencia iraní) para explorar y
mensurar
una posible
operación propagandística con el apresamiento de Bin Laden, tanto en la
sociedad estadounidense como en el plano internacional.
Pero el punto
crucial a determinar es cuanto le puede durar a Bush el
"efecto positivo electoral" de un posible apresamiento de Bin Laden, y en todo caso, cual sería el momento más oportuno para lanzar la operación sin que se diluya antes de las elecciones en noviembre.
Hace más de un año,
en una de las
tantas maniobras de "sondeo", las agencias internacionales lanzaron la versión
de la "presencia de Bin Laden" en la región afgano-pakistaní citando fuentes
del servicio secreto
egipcio, que afirmaban que el
"terrorista" había sido detectado en varios lugares de esa zona.
Este rumor fue "confirmado" a la
CIA -según un informe oficial de la propia Agencia-
semanas más tarde por Jordania. Pakistán, a través de su servicio de
inteligencia (ISI), ratificó
las informaciones, aunque aseguraba que no se encontraba dentro de sus
fronteras.
Según el ISI paquistaní , Bin
Laden circulaba con total impunidad por poblados de la zona oriental de
Waziristán (Pakistán), luciendo un pequeño bigote e
incluso llevando gafas.
El
nuevo "armado" de la aparición del terrorista barbado por la misma zona,
hace
pensar a los especialistas que la CIA y el Pentágono, valiéndose de su brazo de
inteligencia regional, el ISI paquistaní, están preparando alguna operación
propagandística de envergadura que tendría a Bin Laden como protagonista
principal.
No hay que olvidarse de las estadísticas: gracias a la
"amenaza terrorista" constante de ese
pálido hombre flaco del turbante, EEUU pudo concretar
exitosamente, y con gran consenso en la sociedad
estadounidense, dos invasiones militares: Afganistán e Irak, con la
cuales el Imperio se aseguró el control estratégico de
reservas de recursos energéticos claves para el futuro del mundo, y
consolidó su dominio geopolítico-militar en Asia y en la zona del Golfo Pérsico,
corazón petrolero del planeta.
Lo que falta determinar es "como lo van a hacer aparecer"
de nuevo
al legendario Bin Laden. Hay solo dos hipótesis posibles: Bin Laden "capturado" o Bin Laden produciendo
atentados de alto voltaje estratégico en Europa o Estados Unidos.
No faltan por
supuesto los que sostienen que, al contrario
de lo que está tratando de "hacer creer" la CIA sobre la captura de Bin Laden,
éste aparezca con atentados
reales a blancos estratégicos
situados en EEUU y en países como Francia, Alemania y Gran Bretaña.
En el mundo de las teorías de
inteligencia y de la utilización política del terrorismo
por parte de los halcones todo es
posible, incluso una nueva
masacre similar a la de las
Torres Gemelas, pero esta vez en Europa, más precisamente Francia,
Gran Bretaña, o España,
países
claves, donde una cadena de atentados terroristas haría que la humanidad se
olvide por un rato largo de Bush y de los muertos de Irak.
Precisamente lo que más le conviene al lobby judío y a los contratistas
de la guerra.
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