Con
Brasil y Lula, Kirchner y Argentina, México y Fox, Lagos y Chile, Uribe y
Colombia, y todo el resto de países "amigos" alineados sin fisuras en su
estrategia regional, Washington va por la cabeza de los dos líderes que todavía
no comulgan con su hegemonía en América Latina: Fidel Castro y Hugo
Chávez, reunidos desde ayer en La Habana.
Cuba y
Venezuela, países "hostiles" a la estrategia de Washington en la región,
figuran al tope de los planes de desestabilización "democrática" que el
Departamento de Estado, la CIA y el Pentágono han lanzado combinadamente en
América Latina para cerrar el control geopolítico-institucional, y
hegemonizar el dominio sobre el petróleo y los recursos estratégicos de la
región.
La
nueva estrategia se aplica continentalmente en dos niveles funcionales:
A)
Revoluciones "democráticas" (o "golpes populares") estudiados para afianzar
el control geopolítico-institucional, desactivar conflictos sociales reales, y
proceder al cambio de gobiernos gastados y "desprestigiados" como sucedió en
Ecuador.
B)
Guerra "Contraterrorista" (o Guerra contra el Narcotráfico) estudiada para
afianzar el control sobre las estructuras militares, de seguridad y de
inteligencia regionales (ejércitos, servicios de inteligencia y policías), y
orientarlos a un plan de represión de potenciales conflictos sociales
coordinado por el Comando Sur de EEUU.
Las nuevas
hipótesis de conflicto regional
y las coordenadas de
control militar-estratégico
se trazan
a partir de la
"guerra contra el terrorismo",
que reemplaza en la lógica doctrinaria imperial a la
"guerra
contra el comunismo"
de la década del setenta y de la era reaganiana en Latinoamérica.
Las nuevas
políticas desestabilizadoras, para derrocar a administraciones "gastadas" o
gobiernos "hostiles", se ejecutan a partir de los "golpes populares" (o
"revoluciones democráticas") ejecutados con la utilización de los medios
masivos de comunicación y el ejercicio intensivo de la manipulación de masas
(Guerra "Psicológica" en sustitución de la Guerra Militar).
La Venezuela de Chávez
y la Cuba de Fidel se encuentran claramente en la mira central de esta
estrategia lanzada combinadamente por Washington a través del Departamento de
Estado, la CIA, y las diferentes redes de financiación
económica (empresas "pantalla" o fundaciones) que desde
la Agencia Estadounidense para el
desarrollo (USAID) dan logística y
sostén político a los grupos desestabilizadores internos.
Claramente, y como ya
se está demostrando en Venezuela y en Cuba (y en el otro extremo, Ecuador)
esta estrategia se desarrolla en dos niveles:
A) Maniobras de la
CIA -ejecutadas mediante operaciones políticas y mediáticas- orientadas al
armado de "golpes populares" (como el de Ecuador) o "planes
desestabilizadores" como el que está funcionando en Venezuela contra el
gobierno de Hugo Chávez.
B) Maniobras del
Departamento de Estado -ejecutadas mediante presión diplomática y política-
orientadas a la conformación de un bloque regional de países,
subordinados sin fisuras a Washington, que otorguen legitimidad jurídica y
diplomática a las acciones de "condena", bloqueo económico e intervencionismo
que Washington planea en Cuba y en Venezuela.
La movida contra Cuba y
Venezuela
En el punto B, se
inscribe la "misión diplomática" de la secretaria de Estado norteamericana,
Condoleezza Rice, cuya actual gira por Latinoamérica responde al objetivo
agendado de armar un bloque regional de países que den legitimidad a su
"ofensiva final" para derrocar a los gobiernos de Fidel Castro y de Hugo
Chávez.
Lula
(considerado el "mejor amigo de EEUU" por Rice) en Brasil, Fox en México,
Lagos en Chile, y Uribe en Colombia, son el eje articulador
maestro de esta movida político-diplomática en curso, razón por la cual la
agenda oficial de Rice privilegió la visita a estos países, comenzando
por México.
Con el control
geopolítico-institucional de Cuba y de Venezuela, Washington piensa "cerrarle
el paso" hacia el petróleo y los
recursos estratégicos de América Latina al eje Rusia-China, cuyo centro
de penetración en la región se da fundamentalmente a través de sus convenios
comerciales, tecnológicos y armamentistas con los gobiernos de Hugo Chávez y de
Fidel Castro.
La
estrategia avanza combinadamente hacia la imposición del Área de Libre
Comercio para América Latina (ALCA), el Plan Colombia y la Iniciativa Regional
Andina (Plan Andinia), cuya aplicación fortalecerá el escudo de seguridad
hemisférico contra la geopolítica euroasiática.
Dicho
escudo incluye la ampliación del número de bases militares en el Ecuador (las
cuales serían implantadas en Esmeraldas y Putumayo, justo en la frontera con
Colombia) cuyas implicaciones afectarán radicalmente la balanza geopolítica
hemisférica.
De esta
manera, Washington se asegura el control de aquellos territorios atestados de
petróleo, y avanza hacia la contención del avance euroasiático en la
región (chino-ruso) y se fractura la alianza sino-andina.
La falta de "democracia", la violación de
"derechos humanos" y la persecución de disidentes en Cuba, así como el
"autoritarismo", el "armamentismo" y las "violaciones al proceso
democrático" de Chávez en Venezuela (agregado a su "apoyo a las FARC"),
conforman el sustento doctrinario y argumental con que que las usinas de
Washington operan mediáticamente para preparar el terreno del derrocamiento.
La primera fase de este plan -como ya se puede
verificar- es el "endurecimiento" de las denuncias y acusaciones
contra Cuba y Venezuela que diplomáticos y funcionarios de Washington
vienen realizando sistematizadamente en la prensa internacional.
En un artículo
publicado antes de la gira de Rice por Latinoamérica, The New York Times informó que
Washington está evaluando la instrumentación de una estrategia más dura con
respecto al gobierno de Hugo Chávez y de Fidel, que incluirá el envío de cantidades mayores
de dinero para los grupos de oposición.
Según el The New York Times,
y en una maniobra que recuerda cuándo la CIA armó a los "contras" contra el
sandinismo, la Casa Blanca creó un
fuerza de tareas integrada por funcionarios de distintos ministerios y
agencias de seguridad que está dedicada al diseño de la nueva estrategia.
El Times y sectores la prensa estadounidense vienen señalando que en el
Departamento de Estado hay incluso un equipo encargado de fijar la "nueva
estrategia", pese a que públicamente Condoleezza Rice y los funcionarios niegan
tales aseveraciones.
Lo que
queda claro, por ahora, es el objetivo casi explícito de la secretaria de
Estado de conformar un bloque regional adicto (con Brasil, México,
Colombia y Chile como sus sostenes principales) que "legitime" de alguna manera
la profundización del bloqueo y la intervención a Cuba y las diferentes
medidas desestabilización político-diplomáticas que Washington ya está
realizando en contra de Venezuela.
La
desestabilización económica y el "aislamiento" regional del gobierno de
Chávez, conforman la primera fase antes de pasar a la acción directa
mediante un golpe "democrático" ejecutado mediáticamente con
participación masiva de la oposición.
(Continuará)
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