(IAR-Noticias) 28-En-05 Por
Manuel Freytas
Hay un modismo común,
extendido principalmente entre los intelectuales de la "nueva
izquierda", de llamarlo
"idiota" , "estúpido", o
"fundamentalista" a Bush sin indagar
ni analizar demasiado en las raíces formativas
estructurales del "fenómeno Bush".
En
este universo calificativo, el Bush
"nazi", el Bush "genocida",
el Bush "estúpido", se impone sobre cualquier
análisis del poder norteamericano
donde lo económico, lo militar y lo político se interaccionan dentro de un mismo
objetivo: la conquista militar de mercados y de recursos estratégicos vitales para la supervivencia del
sistema capitalista estadounidense.
Más allá de que sea estúpido, idiota o
genocida, detrás de Bush subsiste un sistema de intereses complejos cuya
dinámica define las políticas militaristas que ejecutan el presidente
norteamericano y su camarilla de halcones, de las cuales se benefician las
grandes corporaciones con sede en Wall
Street y el complejo militar industrial estadounidense.
Cuando "demonizamos" a Bush,
cuando personalizamos en su figura todas las atrocidades del Imperio, estamos
perdiendo de vista al sistema interactivo de poder del cual (al igual que todos
los presidentes norteamericanos) el actual mandatario es
un administrador y ejecutor eventual de políticas de conquista militar que
trascienden la psicología o la capacidad mental de Bush.
Por otra parte, estadísticamente, las
políticas de saqueo y de invasión militar se diseñaron y fueron ejecutadas
durante todos los turnos presidenciales norteamericanos (republicanos o
demócrtas), incluido el del demócrata Clinton, a quien
nadie llamó "nazi", "estúpido" o "discapacitado mental" después de
haber destruido Yugoslavia con 62.000 misiles o de haber asesinado a miles de
iraquíes en los primeros bombardeos "preventivos" contra Irak.
Los
negocios de la guerra
Una
nota escrita por Alberto Piris en Estrella Digital de España, resalta una
teoría de Mark LeVine, profesor auxiliar de Historia en la Universidad de
California y autor de varios libros sobre política internacional.
En la página
Web del Nation Institute LeVine escribe un provocador artículo titulado "Whose
Chaos Is This Anyway?", que podría traducirse como: "Así pues, ¿de quién es
este caos?".
La teoría sugiere que detrás
del telón de la violencia, los combates y los atentados en Irak, las empresas
transnacionales abocadas a la "reconstrucción de Irak" obtienen
descomunales ganancias
participando de los negociados posibilitados por la conquista
militar.
Así, por ejemplo,
el San Francisco
Chronicle anunciaba que la multinacional Bechtel había alcanzado en
el 2003 una cifra récord de beneficios, tras tres años de pérdidas
continuas, gracias a los contratos para la reconstrucción iraquí. De esta
manera, el caos en Irak puede crear problemas empresariales pero también ofrecer
oportunidades sin parangón, dice LeVine
Después de esta conclusión
que resume el problema, LeVine se pregunta si lo que
está ocurriendo en Irak -el caos y la "inseguridad- se debe sólo a la
"incompetencia" de la administración Bush o si ese caos es ventajoso
para algunos, que, en vista de ello, tienden a planificarlo y patrocinarlo.
Para LeVine, el caos
(utilizado en esencia para los negocios transnacionales) se
articula en tres círculos.
El primero de ellos está
formado por Bush y algunos de sus más altos colaboradores civiles y militares, a
los que se atribuyen los principales errores de planificación y la equivocada
percepción de varios factores (políticos, humanos, culturales y religiosos) del
país a ocupar, de todo lo cual vienen tratando extensamente los medios de
comunicación -incluyendo algunos libros denunciadores recientemente publicados
en EEUU-, donde se juzgan los distintos niveles de la "incompetencia
gubernamental".
Pero hay otros dos círculos
a los que es más difícil atribuir incompetencia: los ideólogos de extrema
derecha de la Casa Blanca y del Pentágono y las poderosas corporaciones
asociadas a éste.
Para LeVine, ambos
círculos están personificados y coinciden en el vicepresidente Cheney,
antiguo secretario de Defensa y ex director general de Halliburton, apoyado por
otros altos funcionarios que nunca creyeron que la ocupación de Irak sería un
paseo militar y no les importaban las dificultades en tanto que sirvieran para
reconfigurar el mapa político de la zona.
Pero es en
el tercer círculo donde la violencia, el caos de la ocupación, la guerra
y la falta de leyes conviven con la esencia del libre mercado,
señala LeVine.
El pensador afirma que el principal motivo de la invasión son los más de 100.000 millones
de dólares que EEUU habrá invertido en Irak a fines del 2005 -de los que no
se puede saber qué parte irá a manos de Halliburton o Bechtel y no a los
iraquíes-, unidos al fraude, los sobornos y el despilfarro (incluidos ya en los
contratos como "cláusulas especiales"), sumados a los más de 250.000 millones
de dólares en gastos militares.
Para LeVine, todo esto prueba que el caos está,
en gran parte, planificado y patrocinado por intereses
económicos que trascienden a la administración
política de turno en EEUU.
Los intereses subyacentes de
la conquista militar
En realidad lo expresado por
Le Vine no es nada nuevo, aunque revista el valor de la actualización del
problema en un medio de comunicación masiva.
Autores como James Petras y
Heinz Dieterich, entre otros, vienen alertado concretamente sobre la
íntima relación de las doctrinas expansionistas militares de EEUU y los
intereses económicos de las transnacionales y los bancos imperialistas que
se mueven tanto en la órbita de Wall Street como en el Complejo Militar
Industrial estadounidense, y que extraen su principal tasa de ganancias de
la venta de armas, el petróleo, y la financiación de los mega proyectos de
"reconstrucción" de los países conquistados.
Con el Plan Colombia, con los
gobiernos "neoliberales" o con las administraciones
"progresistas-dependientes" de los Lula o los Kirchner en el Cono Sur, con la
cooptación de los gobiernos de las ex Repúblicas soviéticas en Europa del Este,
con la ocupación militar de Irak y Afganistán, el objetivo siempre es el mismo:
apoderamiento de los recursos naturales, explotación de mercados y de obra de
mano barata, y regionalización estratégica del control militar sobre los
territorios dominados.
Y está claro -para el que
investiga sin anteojeras ideológicas- que detrás del "Bush idiota"
se encuentra el
lobby judío -la logia que controla administrativamente a Bush y a la
Casa Blanca- en el cual se corporizan los intereses económicos del llamado
"poder real" del capitalismo norteamericano entrelazado en el "Consenso
de Washington", y unido por infinidad de "vasos comunicantes"
con el resto del capitalismo internacional, con personajes, corporaciones,
medios de comunicación, sociedades secretas, que se sitúan detrás del
presidente de turno y de sus asesores en Washington.
Y hay algunos que arriesgan
teorías y verificaciones aún más abarcativas y espeluznantes de la relación
entre las guerras imperialistas y los "negocios" capitalistas, como es el caso
del pensador argentino Adrian Salbuchi quien describe la conjunción
del capitalismo norteamericano con el del resto del planeta, dentro de un
cerebro del mundo que traza las líneas motrices de las conquistas
militares y el apoderamiento de los mercados por todo el planeta.
Para un buen observador -con
sentido común y metodología estadística- el supuesto "fundamentalismo
religioso" de Bush no es nada más que el argumento banal detrás del
cual se esconde la verdadera fuerza motriz de las invasiones de conquista
y ocupación militar como en Irak: el control geopolítico-militar-estratégico
y los proyectos de acumulación y expansión capitalista, tanto en
Latinoamérica, Africa, Asia, Medio Oriente, o en cualquier región del planeta
donde existan recursos y mercados apetecibles de los cuales apoderarse.
En las espaldas de W. Bush, en
la Casa Blanca, se encuentran los estrategas y articuladores, administrativos y
militares, de los intereses operativos y concretos de los bancos,
corporaciones transnacionales (tecnológicas, comerciales, industriales o de
servicios), petroleras y armamentistas, que sacan la
gran tajada capitalista por medio de las guerras de ocupación
o del control de "gobiernos democráticos" diseminados por todo el
planeta.
En los extramuros del "Bush
idiota y fundamentalista" habitan los Cheney, los Rumsfeld, los
Wolfowitz,
los
Feith, y el propio padre de W, George Bush, el ex presidente estadounidense
y experto de la CIA a quien los especialistas sindican como el verdadero
"presidente en las sombras de EEUU".
Esa logia de raíz sionista
judeo-norteamericana es la controladora y diseñadora de los exabruptos criminales
"contraterroristas" de W. Bush, los que -como afirma LeVine- construyen el
"caos", las guerras y las violencias detrás de las cuales se esconden los
monumentales negocios de la "reconstrucción" de los países arrasados por los
misiles y las "bombas inteligentes".
Son los ejecutores de
"turno" -y también los beneficiarios económicos- de los proyectos de expansión y
acumulación de los insaciables pulpos capitalistas
que llegan detrás de los aviones de combate, tanques, marines y helicópteros
artillados a disfrutar del botín de guerra de los países conquistados.
Y está claro que esos poderes reales
van a subsistir más allá de Bush, con Kerry, con Homero Simpson o con la
Mona Chita ocupando transitoriamente el sillón de la Casa Blanca.
Los "Bush idiota", con
diferentes nombres y apellidos, demócratas o republicanos, se clonarán
periódicamente en el sillón de la Casa Blanca mientras el Imperio
norteamericano siga hegemonizando las riendas del capitalismo unipolar.
Pero, y como todo en el mundo de la
materia y de la historia nace, se transforma y muere, falta saber si el Imperio
norteamericano será derrotado por la voluntad y la organización de una
nueva fuerza revolucionaria emergente, o caerá por la dinámica de sus propias
contradicciones internas.
La polarización creciente de
la sociedad y del poder estadounidense, las salvajes luchas por la hegemonía
política y el control de los negocios entre su clase dirigente, parecen acentuar
las contradicciones internas de un Imperio que se ha quedado sin
enemigos estratégicos desde el punto de vista militar.
En este contexto histórico, una
implosión desintegradora y suicida que termine con las bases de unidad
política y social de EEUU desde adentro, no sería descartable como hipótesis.
Roma cayó por el asedio de los
bárbaros, pero el elemento desencadenante fue motorizado por sus contradicciones
internas y las guerras fraticidas por el poder desatadas por sus clases
dirigentes en la decadencia del Imperio.
Algo parecido con lo que está pasando
en el EEUU del "Bush idiota".
Sólo que al Imperio estadounidense no
lo rodean los bárbaros de la antigüedad, sino tres mil millones de
hambrientos diseminados por los cuatro puntos cardinales del planeta.
Y ahí está Irak, el más formidable
detonador de polarización y luchas internas que se cierne como
una bomba nuclear a punto de estallar
sobre
la sociedad y el establishment de poder norteamericano.
Mirándola bien, la teoría de la
implosión interna es perfectamente viable en el Imperio estadounidense del "Bush
idiota" manejado a control remoto por las corporaciones capitalistas
transnacionales.
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