El presidente libanés, Emile Lahoud,
volvió a nombrar hoy primer ministro al pro sirio Omar Karami, a quien
pidió la formación del nuevo Gobierno, diez días después de que el ex jefe de
Gobierno presentara su dimisión ante la creciente presión popular.
De inmediato, el
pro sirio Karame compareció para aceptar el puesto y anunciar su proyecto de
formar un "gobierno de salvación" o de unidad nacional que dará cabida a
diferentes sectores.
Omar Karami
anunció la dimisión en pleno de su gabinete hace una semana, dos semanas después
del asesinato de Rafic Hariri y en mitad de un aluvión de manifestaciones
opositoras.
Karami cuenta con
el apoyo de los diputados de Hezbolá y Amal (ambos chiíes y que suman una
treintena de diputados), al igual que los varios grupos minoritarios, como los
diputados del Grupo Popular, los del oeste de la Bekaa, los del norte del país o
los que siguen a Michel Murr.
El anuncio, realizado por el portavoz
de Lahoud, Rafik Shalala, se produjo tras el encuentro del presidente con el
presidente del Parlamento, Nabih Berri.
Karami tenía prácticamente
garantizada su reelección ya que 71 de los 78 diputados consultados por
Lahoud habían defendido su candidatura.
Los legisladores
libaneses aconsejaron al presidente libanés, Emile Lahud, que volviera a llamar
a su primer ministro pro-sirio. La nueva postulación de Omar Karami al cargo de
primer ministro podría desencadenar nuevas protestas de la oposición, que
exige la creación de un Gobierno libre de influencias sirias.
La oposición
anti-siria, representada por los diputados Ghinua Jallul y Fares Sueid, no
ha presentado a ningún candidato para encabezar el Gobierno, y se ha limitado a
presentar al presidente un memorándum con sus exigencias.
El corresponsal de
la BBC en Beirut indicó que es poco probable que los opositores a Lahoud
integren el nuevo gobierno, a menos que se cumpla su exigencia de que
renuncie el jefe de inteligencia del país.
Todo esto ocurre
en el contexto del repliegue "a medias" de tropas sirias, anunciado por el
presidente sirio Bashar al-Assad y acordado por el comité militar
sirio-libanés, reunido en Damasco el lunes.
Bush señaló el
martes y el miércoles que EEUU no estaba de acuerdo con el retiro "a medias"
del ejército sirio y exigió un "retiro total", en tanto que funcionarios de
la Casa Blanca a acusaban al presidente sirio de estar "dilatando" la situación
para seguir ocupando el país.
Observadores
internacionales señalan que la marcha del martes, convocada por el grupo Hezbolá
y otras organizaciones en la que más de un millón de personas se manifestaron en
Beirut a favor de Siria, significó un gran respaldo para el primer ministro
Karami.
La
gigantesca movilización en favor de Siria y en contra de las presiones
estadounidenses sorprendió a la oposición y a los funcionarios norteamericanos
quienes no formularon comentarios al igual que la oposición interna, cuyas
manifestaciones fueron comparativamente menor a la convocada por Hezbolá.
La restitución en
el cargo de Karami revela una reacción encadenada de los sectores
pro-sirios que venían soportando movilizaciones diarias pidiendo el retiro de
las tropas sirias.
Portavoces de
Damasco atribuyen esas manifestaciones a una operación de la CIA y el
Mossad en consonancia con la campaña internacional promovida por Washington
y Tel Aviv apoyados por la Unión Europea.
"La formación de
un gobierno de unidad nacional es la única forma de superar esta crisis -dijo
Karami en su comparecencia-, y quienes se oponen a esta fórmula serán
responsables de la perpetuación de la crisis".
Entre los retos de
su nuevo gobierno, citó, por este orden, la aplicación de los Acuerdos de
Tayef (que definen el papel de las tropas sirias en el país), el
esclarecimiento del reciente asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri, la
supervisión de las próximas elecciones legislativas y hacer frente a la
crisis económica del país.
"No pongo ninguna
condición para dialogar con la oposición [pero] la continuación de las
protestas y manifestaciones traerá graves consecuencias para el país", dijo
en referencia a la campaña ininterrumpida de protestas de la oposición, que dura
ya tres semanas.
"Vayamos a la mesa
de negociaciones, discutamos todos los asuntos y aplicaremos cualquier acuerdo
que podamos alcanzar", señaló Karami.
La Casa Blanca no
ha expresado (todavía) su opinión sobre el contraataque de los sectores
pro-sirios del Líbano, pero se estima que la respuesta de Bush será contundente
arrojando más nafta a un conflicto que amenaza embarcar en su dinámica a todo
el Medio oriente.