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(IAR-Noticias) 26En04
Una
encuesta
publicada por la revista Newsweek es la primera que sitúa a Bush por
debajo de un demócrata, John Kerry, lo que proyecta al veterano de
Vietnam como el candidato con más chance para llevar a cabo la misión que une a
todo el partido: expulsar al vaquero de Texas de la Casa Blanca.
"Necesitamos un presidente
que entienda cómo hacer amigos y aliados", proclamó Kerry, que viene de la
tierra de los Kennedy y promete "más soluciones que slogans".
El senador por Massachusetts,
favorito en las encuestas para ganar las primarias demócratas de hoy, jugó al
hockey este fin de semana y trató de trasmitir una imagen relajada y
ganadora a tono con los números que lo favorecen en su contienda con Bush,
y el resto de los demócratas.
Kerry, un veterano
locuaz y oportunista de Vietnam, había apoyado en el Senado la
guerra contra Saddam en 1991, y estuvo a favor de la invasión
estadounidense contra Irak el año pasado.
Ahora insiste que esas
posiciones no fueron contradictorias con sus posturas diciendo: "Efectivamente
voté así en 1991, creí que debíamos sacar a Sadam Huseín de Irak, pero con mis
recuerdos de Vietnam, también pensé que debíamos darnos un par de meses para
ganar apoyo en el país".
Bush, después de su
discurso guerrerista ante el Congreso estadounidense, fue duramente
criticado por sus adversarios que dominan las dos cámaras parlamentarias y los
medios de comunicación.
La escalada de la
resistencia iraquí, que causó decenas de muertes de soldados norteamericanos
desde principios de año hasta aquí (Ver:
La resistencia iraquí complica la reelección de Bush),
disparó una campaña mediática gigantesca contra Bush dentro de EEUU,
provocando una caída notable en su imagen, cuyos últimos números los refleja
Newsweek.
Las cifras conocidas de los
más de 500 soldados estadounidenses muertos en Irak, agregado a las
campañas de los medios sobre "la no aparición de las armas de Saddam",
terminaron de erosionar la popularidad que había cosechado Bush con la conquista
militar, el año pasado.
El canibalismo y el
oportunismo político de los demócratas -quienes lanzaron con Clinton los
bombardeos y la ocupación de Yugoslavia- pega en los flancos más vulnerables del
invasor de Irak.
La agenda se centra casi
exclusivamente en la ocupación militar de ese país y en la economía
norteamericana.
El costo de la ocupación
militar demanda US$ 1.000 millones semanales al Estado norteamericano,
según lo declarado hace poco por el administrador civil norteamericano, Paul
Bremer.
Esa cifra,
multiplicada por un año, absorbe casi la totalidad del déficit
presupuestario estimado en 480.000 millones dólares para el ejercicio del
año 2004, según el Congreso de EEUU. (Ver:
El costo de los planes guerreros de Bush).
Pero no hay que engañarse. La opinión
pública norteamericana -influenciada por las campañas de los medios de
comunicación- no está contra la guerra, sino contra Bush.
Esto determina -según las
encuestas- el perfil que espera el votante promedio del candidato que
derrote al actual presidente norteamericano.
En
primer lugar - y según los sondeos- la mayoría se inclina por un futuro
presidente que esté en capacidad de "liderar la guerra contra el terrorismo".
Eso motivó que
tanto el general
Wesley Clark, como John Kerry, ambos ex combatientes de Vietnam, saquen a
relucir su pasado militar como principal caballito de batalla de sus campañas
electorales.
De esta manera
los votantes del
Imperio ya no eligen a su candidato por la postura que tenga en temas como salud
o economía, sino por las posibilidades concretas que tenga el aspirante
para sustituir a Bush en el manejo de la ocupación de Irak y
de la guerra contra el "eje
del mal".
Lo que indica claramente que,
quién suceda a Bush, deberá hacer lo mismo que él, pero con más
"eficiencia".
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