|
(IAR-Noticias)
04-Dic-05
Por
Rodrigo Guevara y Manuel Freytas
Imperio y "capitalismo sin fronteras"
Las
guerras imperiales de conquista como la que EEUU lanzó contra Irak y Afganistán
no se hacen por razones ideológicas sino por necesidades de conquista
económica .
Estados Unidos, indiscutible potencia "unipolar" del capitalismo dominante, no
es una excepción en la materia. Su abrumante superioridad
tecnológica-científica-militar está (como estuvo el poder militar de otros
imperios) al servicio de la expansión económica-planetaria de sus bancos y
trasnacionales.
El concepto de "capitalismo transnacional" significa en la era
informática, la presencia de un "capitalismo sin fronteras" asentado en dos
pilares fundamentales: la especulación financiera informatizada (con asiento
territorial en Wall Street ) y la tecnología militar-industrial de última
generación (cuya expresión máxima de desarrollo se concentra en el Complejo
Militar Industrial de EEUU).
El modelo, impulsado en la década del 90 por el llamado Consenso de Washington,
respondía a un nuevo proyecto estratégico de desarrollo y acumulación
expansiva del capitalismo financiero transnacional , en la era de las
comunicaciones digitales.
La combinación
interactiva de las redes informáticas, el sistema satelital y las
telecomunicaciones, posibilitaron la era de los mercados informatizados y sin
fronteras.
Así nació la era de la
globalización financiera. La industria del dinero especulativo en alta
escala. El dinero como productor de dinero . Circulando sin barreras. El dinero
como un producto en sí mismo. El dinero informático .Reproduciéndose a
velocidades increíbles a través de los continentes.
De esta manera se
consumó el proceso de acumulación y concentración capitalista más asombroso de
toda la historia. La llamada burbuja financiera o "exuberancia irracional". Con
base territorial y operativa en Wall Street .
Como prueba más fehaciente: el índice Dow Jones tardó 100 años en alcanzar los
5000 puntos. Y en solo 3 años superó la barrera de los 10.000 puntos, en la
década del 90.
En Wall Street, el templo supremo del dinero sin fronteras, se cotizan
anualmente títulos, bonos y acciones por 12 billones de dólares . Casi el
equivalente a 2 veces el PBI anual de 180 países en vías de desarrollo.
Es dinero volátil.
Reproduciéndose y concentrándose a escala planetaria. Pero con un punto de
regreso y refugio preciso: la Reserva Federal norteamericana. El capitalismo no
tiene fronteras. Pero el dólar, su moneda patrón, solo atiende en EEUU.
La combinación del
superpoder militar de Estados Unidos con el superpoder económico-financiero de
Wall Street , dió como resultante el Imperio único , cuyo radio de influencia y
dominio abarca a 121 países en los cuales Estados Unidos tiene presencia directa
o influencia militar en estos momentos.
Siempre existió una
relación concreta entre las guerras de EEUU, el petróleo, la venta de armas,
y la expansión del poder capitalista global concentrado en Wall Street y en
las metrópolis financieras europeas.
Puede decirse, contradiciendo la opinión de algunos analistas, que no existe un
capitalismo petrolero-armamentista por un lado, o un capitalismo
bancario-financiero por el otro.
Ambos son la cara de
una misma moneda .
En las guerras como en
la "pax" del imperio, las petroleras, el complejo militar-industrial y la
catedral financiera de Wall Street funcionan desigual y combinadamente
encuadrados en un mismo objetivo: la búsqueda de expansión y acumulación de
la ganancia capitalista a escala planetaria.
El complejo entramado
de "vasos comunicantes" entre el capitalismo financiero, tecnológico,
industrial, de servicios, informático y comunicacional revela un grado increíble
de concentración, diversificación, e intereses comunes de las megacorporaciones
transnacionales que se dividen el planeta como un gran mercado.
Tanto las "cuatro grandes" contratistas del complejo militar-industria (Lockheed
Martin, Boeing, Raytheon, General Dynamics ), como las "cuatro hermanas" ( Exxon-Mobil,
Chevron-Texaco, Royal Dutch Shell y BP) que monopolizan la extracción y
comercialización del petróleo a escala mundial, cotizan sus acciones y se
capitalizan en la bolsa de Wall Street.
Y como ya sucedió en
Yugoslavia, en Afganistán, y está sucediendo en Irak, detrás de los aviones, los
tanques, y las "bombas inteligentes" siempre llega un ejército de lobbistas,
consultores y representantes de los bancos y grupos de inversión de Wall Street
dispuestos a "invertir" en la reconstrucción de las infraestructuras e
instalaciones destruidas por los bombardeos.
Detrás de cada guerra imperial, están los fabricantes de armas que extraen su
ganancia capitalista del billón de dólares anuales destinados a los presupuesto
militares . Están las petroleras y gasíferas que explotan y regulan los
mercados multimillonarios del petróleo y la energía.
Están los megabancos
y megagrupos de inversión de Wall Street ( Citigroup, Goldaman Sachs y
J.P.Morgan-Chase ) que embolsan fabulosas sumas "financiando" las "reconstrucciones"
de los países arrasados por los misiles y las bombas inteligentes.
Y también las poderosas
trasnacionales industriales como Ford o General Motors , o los
megaconsorcios de la electrónica y de la informática como IBM o Microsoft , las
líderes de la llamada "nueva economía" y de la tecnología de última
generación, que suscriben contratos por miles de millones de dólares con el
departamento de Defensa de los Estados Unidos.
Todo este complejo entramado de intereses capitalistas están entrelazados entre
sí por medio de fusiones, de accionistas y de estructuras societarias anónimas,
o por el simple hecho de compartir los mismos directivos y accionistas.
Conforman las redes
del capitalismo globalizado, cuyas filiales y casas matrices pueden estar
en Europa, Asia, o en cualquier continente, pero sus redes operativas centrales
tienen su terminal en Wall Street o en el Complejo militar-industrial de EEUU.
Sus directivos y
gerentes son a su vez funcionarios del Estado, de la Justicia o del Poder
Judicial de la potencia hegemónica, y cuya función en el cargo es la de hacer
lobby en favor de los intereses de la red de transnacionales que representan.
La ocupación militar de
Irak no es obra exclusiva de un grupo de halcones militaristas mesiánicos encabezados por W Bush. Ellos apenas representan la parte gerencial-militar
de un complejo entramado de intereses económicos y financieros cuyos planes de
conquista y expansión nunca se detienen.
Las administraciones de turno de Washington sólo representan su cara más
brutal y visible por medio de las cual se desvían las reales motivaciones de
explotación económica que conllevan las guerras por conquistas territoriales del
imperio americano.
Detrás de la invasión y ocupación militar de Irak, están los bancos, petroleras,
gasíferas, fabricantes de armas, medios de comunicación, tecnología
aeroespacial, informática, laboratorios, biotecnología, industria, construcción,
electrificadoras, y todo lo que existe en el mundo del capitalismo globalizado y
sin fronteras .
Es precisamente la
historia que no cuentan los "analistas" y corresponsales de las cadenas
internacionales de noticias que relatan la guerra y la ocupación militar como si
fuera un partido de fútbol entre "buenos" y "malos" .
Y con estructuras
mediáticas financiadas por avisos comerciales de las mismas multinacionales que
se benefician económicamente con las masacres cíclicas de la maquinaria
bélica norteamericana.
El poder "locomotora" del Imperio
norteamericano

Es ingenuo reducir el accionar del imperio angloamericano (potencia regente del
capitalismo a escala mundial) a una aventura de halcones-guerreristas-petroleros
nucleados en el gabinete de Bush.
Decir que las guerras
imperialistas son particularmente "petroleras" , o "armamentistas" , o
"financieras", es reducir la comprensión del fenómeno capitalista como
totalidad interactiva.
El capitalismo
trasnacional y el imperialismo norteamericano funcionan como un proyecto
totalizado.
EEUU no solamente
conquista militarmente y explota recursos naturales y mano de obra de los países
dominados. También somete financieramente , maneja y legitima gobiernos títeres
funcionales a sus intereses, direcciona y modela conductas sociales mediante la
prensa y los periodistas cómplices y/o asociados, y nivela necesidades de
consumo iguales a para todo el planeta.
Los Cheney, los Rice, o los Rumsfeld, o el propio W. Bush son simples ejecutores
de estrategias militaristas de Estado, cuyos objetivos reales se asientan en las
frías matemáticas capitalistas de los altos ejecutivos de las transnacionales
y los bancos de inversión de Nueva York o de las metrópolis europeas.
Militarmente EEUU se comporta como lo que es: la potencia regente unipolar, el
Estado imperial del capitalismo planetario, el gendarme armado del mundo
explotador, cuyo poder científico- económico- tecnológico- militar supera al de
todas las potencias juntas de Europa o de Asia .
La abrumante supremacía militar y tecnológica de EE.UU. es tan funcional y
necesaria al capitalismo explotador, como la policía es necesaria para
proteger de sus víctimas al usurero.
Es imposible pensar la explotación del hombre por el hombre realizada por el
capitalismo trasnacionalizado , sin el poder militar-tecnológico-imperial
norteamericano detrás.
Estadísticamente, en el desarrollo histórico de todos los procesos imperialistas
de la humanidad, primero estuvo la conquista militar- territorial , luego
la conquista y el sometimiento económico , luego la colonización
cultural, y hoy, en la era de la informática y las comunicaciones digitales,
la colonización mediática , que cierra el círculo de dominación en la
cabeza del sometido.
Estados Unidos es el dueño de la moneda patrón del mundo: el dólar (el 80% de
las transacciones internacionales se efectúan en esa moneda) .Es el propietario
de la Reserva Federal , del Complejo militar-industrial más poderoso del
planeta, del poder tecnológico-informático mundial situado en Silicon Valley , y
del templo financiero de Wall Street (la meca del capitalismo mundial).
Es el "dueño real" (por su capacidad de presión e influencia) del FMI , de
la ONU , de la OTAN y de todas las instituciones multilaterales de crédito. Su
PBI anual es igual al de las nueve primeras potencias capitalistas juntas,
y equivale a la producción anual de más de 180 países del área subdesarrollada
del mundo.
Matemáticamente, su
poder representa entre el 50 y el 60% de todo lo que hay en el planeta ,
y es el propietario del arsenal nuclear y militar más grande del planeta (capaz
de destruir decenas de veces la Tierra).
Y por si eso no bastara, es el dueño de Hollywood y de las cadenas televisivas,
escritas y
radiales más poderosas del planeta, que le aseguran un poder hegemónico en las
comunicaciones y en el trafico de "información" modeladora y niveladora de ideas
y de valores.
Por lo tanto, el mundo
puede cuestionar a una administración política eventual del Imperio (Bush), pero
para nada cuestiona el modelo
económico-político-cultural-mediático-comunicacional que el capitalismo
transnacional norteamericano nivela para todo el planeta por medio del
consumo comercial.
Los "modelos" económicos, políticos,
militares, culturales, informativos, vigentes en el planeta no son europeos,
chinos o rusos, sino que son norteamericanos.
Desde Homero Simpson a
Spielberg, desde Bill Gates a la CNN, desde la mega-industria de la música y el
espectáculo de Hollyvood al templo mundial de las finanzas de Wall Street, desde
Exxon a Locked Martin, todo lo que se respira en el mundo está regulado por la
industria de consumo norteamericano.
Por lo tanto, los valores
paradigmáticos nivelados para todo el planeta son de matriz capitalista
norteamericana.
Y por lo tanto también:
para "triunfar" en el mundo del capitalismo trasnacional, antes de hablar en la
lengua materna hay que saber expresarse en inglés, el lenguaje universal
de la informática y las comunicaciones avanzadas.
El desarrollo expansivo del capital transnacional (industrial,
tecnológico o financiero) está atado al rol y al poder militar-guerrerista del
Estado imperial norteamericano que es donde encuentra su tasa de rentabilidad
más elevada.
La expansión, conquista
de mercados y oportunidades comerciales de las corporaciones
multinacionales se apoya en el arsenal nuclear y en la maquinaria militar de la
potencia regente, que les sirve como "garantía de seguridad" y de lobbista de
negocios a través de las guerras de conquista.
El Estado imperial
locomotora norteamericano, y los Estados "vagones" de sus socios
europeos, regulan los mercados, y protegen sus intereses en el mundo dependiente
protegidos por la maquinaria militar-guerrerista de los halcones
estadounidenses.
La fórmula de la
locomotora imperial y de sus socios (inestables) capitalistas de Europa se
resume en un axioma: libre mercado y destrucción de los estados nacionales
en el mundo dependiente, estado nacional y proteccionismo estratégico
hacia adentro de sus fronteras.
Nucleados formalmente dentro de la OTAN, el gran Estado locomotora militar-
imperial de USA y sus países socios, protegen las estrategias conquistadoras
de sus transnacionales extendidas por toda la geografía dependiente de Asia,
Africa y América latina.
El Imperio norteamericano y las
trasnacionales

En el mundo "trasnacionalizado" del Imperio norteamericano las 200 empresas multinacionales mas poderosas dictan
y condicionan la política mundial y el
comportamiento de gobiernos, ejércitos, o instituciones mundiales oficiales o
privadas.
El comercio mundial (en más de un 50%)
y la inversión de capital en el extranjero (en más de un 75%) se concentran en
tres únicos polos: EEUU, Japón y la Unión Europea. Y excluye áreas enormes del
planeta, en África por ejemplo, marginándolas de los flujos de mercancías y de
capitales.
Las cadenas del viejo colonialismo militar reaparecen en la etapa de la
globalización como cadenas financieras y económicas sostenidas por el
poder tecnológico-militar-nuclear del Imperio norteamericano.
En su artículo
titulado
"Globalización: La dictadura de
las multinacionales", Arturo Van den Eynde señala que, poco a poco, todas estas líneas de investigación han ido
confluyendo en torno a un hecho primordial, el más fundamental de esta etapa
económica: el dominio abrumador de un reducido número de empresas
transnacionales de dimensiones gigantescas, mayores que Estados, sobre la
producción, el comercio y las finanzas mundiales.
La concentración del capital mundial en estos mega-grupos o mega-compañías, en una
proporción aplastante, que implica modificaciones de todo tipo, en la economía,
en la sociedad, en la vida política, en la cultura, etc., es seguramente el
aspecto más definitorio de la globalización.
Se trata de algo muy concreto, señala Arturo Van den Eynde. Aproximadamente un tercio de todo el comercio
mundial se realiza dentro de las 37.000 "multinacionales" censadas en 1994(5),
entre sus casas matrices y sus filiales, y otro tercio entre unas y otras, en
definitiva dentro del sector multinacional.
Pero incluso estas cifras son pobres para retratar la realidad de la
globalización.
Hay que quedarse con las 200 mayores empresas, por ejemplo, para
lograr una imagen realista del sistema económico que gobierna la vida
material de los seis mil millones de seres humanos que habitamos este planeta.
La cifra de negocio anual de estos gigantes es nada menos que la cuarta parte
(26,3%) de la producción mundial, crece a un ritmo doble de lo que crece el
Producto Interior Bruto de los 29 países industrializados que integran la OCDE,
y supera ya a la producción total sumada de los otros 182 países que no forman
parte de la OCDE, pero donde vive la inmensa mayoría de la humanidad.
La lista de estos 200 gigantes está en perpetuo movimiento, precisamente porque
las fusiones y absorciones entre ellas, y entre las mayores de ellas,
constituyen uno de los medios principales de mantenerse en la cumbre de esta
pirámide del poder económico.
Pero, para dar nombres, enumeremos, por ejemplo, a
algunas de las mayores empresas transnacionales de carácter no financiero: Shell,
General Motors, Ford, Exxon, IBM, Exxon, AT&T, Mitsubishi, Mitsui, Merck, Toyota,
Philip Morris, General Electric, Unilever, Fiat, British Petroleum, Mobil,
Nestlé, Philips, Intel, DuPont, Standard, Bayer, Alcatel Alston, Volkswagen,
Matsushita, Basf, Siemens, Sony, Brown Bovery, Bat, Elf, Coca-Cola... entre las
clásicas; Microsoft, Cisco, Oracle, entre las nuevas. Entre los bancos: IBJ/DKB/Fuji,
el Deutsche, BNP/Paribas, UBS, Citigroup, Bank of America, Tokio/Mitsubishi...
¿Dimensiones de estos gigantes? Si nos atenemos a sus ventas, las de General Motors han superado la producción nacional de Dinamarca y de cerca de otros
doscientos países.
Si nos fijamos en su valor bursátil, sólo había en marzo de
este año, en todo el mundo, diez Estados cuya producción nacional superase en
valor al de las acciones de la empresa de sistemas de Internet Cisco Systems.
Un informe del
Financial Times de mayo de 2002, analiza que casi un 48% de las mayores
compañías y bancos en el mundo son de los EE.UU. y un 30% son de la Unión
Europea , sólo 10% son japoneses.
En síntesis, casi
90% de las mayores corporaciones trasnacionales que dominan la industria, la
banca, y los negocios son estadounidenses, europeas o japonesas. Africa y
América Latina no figuran en la lista.
Cinco de los 10
principales bancos , seis de las 10 principales compañías farmacéuticas y/o
biotecnológicas , cuatro de las 10 principales compañías de telecomunicaciones ,
siete de las principales compañías de tecnologías de la información , cuatro de
las principales compañías de petróleo y gas , nueve de las 10 principales
compañías de software , cuatro de las 10 principales compañías de seguros y
nueve de las 10 principales compañías de comercio minorista, son
estadounidenses.
La concentración de poder económico de los EEUU es aún más evidente en el
círculo de las mayores compañías, donde los Estados Unidos tienen una
abrumadora presencia y dominio.
Entre las 10
principales transnacionales del mundo: 90% son propiedad estadounidense; de
las principales 25, 72% son propiedad estadounidense; de las principales 50, 70%
son estadounidenses y de las principales 100, 57% son propiedad estadounidense.
Los flujos de los
sectores financiero, farmacéutico, de software y de seguros están formados
por las diez principales compañías estadounidenses y europeas.
Los mercados mundiales
están divididos entre las principales 238 compañías y bancos de los EE.UU. y las
153 de la Unión Europea, y el 80% de las principales corporaciones de petróleo y
de gas son propiedades estadounidenses o europeas.
La concentración del poder económico mundial en las corporaciones y bancos
norteamericanos, y en menor medida, en los de la Unión Europea, revela
claramente la condición de "socios principales" de los países europeos en
las estrategias económico-militares de EEUU por todo el planeta.
Esto revela por sí solo, la
falsead del discurso "opositor", en la ONU y en los foros internacionales,
que practican potencias europeas como Francia, Alemania o la misma Rusia, en
relación a las guerras por conquista de mercados lanzadas por Bush y los
halcones.
Como se refleja en los números y
estadísticas, en la realidad, estas potencias siempre han jugado -y siguen
jugando- de socios principales de las políticas de conquista militar y rapiña
capitalista lanzada por los gerentes políticos-militares de turno en el
Imperio de Washington.
Casa Blanca y "capitalismo sin fronteras"

Ninguna administración de Washington inicia una guerra, sin el aval o el
consentimiento del poder real del capitalismo norteamericano con asiento en
Nueva York, más precisamente en el seno del órgano "invisible" llamado
"Consenso de Washington".
La maquinaria política y administrativa del Estado imperial norteamericano está
en función de las necesidades expansivas de sus bancos y trasnacionales .
Los propios funcionarios, integrantes del gabinete o legisladores son
empleados o altos directivos del poder económico.
Los casos de Dick Cheney con
Halliburton, o de Condoleezza Rice con Chevrón-Texaco, se multiplican por
centenares entre los funcionarios oficiales y los legisladores
norteamericanos.
En
su último informe Project on Government Oversight (POGO, Proyecto
de Supervisión Gubernamental)
el actual
sistema de contratación pública permite a actuales y ex funcionarios públicos
utilizar su posición para obtener beneficios económicos mediante poderosos
proveedores privados, y posibilita que arreglen el sistema a
su favor.
Asimismo, POGO reveló 291
casos en que 244 funcionarios estatales de alto nivel se trasladaron al sector
privado para desempeñarse como lobbistas, miembros de directorios o ejecutivos
de los contratistas de Defensa.
Como ya se dijo más arriba,
a partir de un complejo entramado de redes y asociaciones el capitalismo petrolero armamentista del Pentágono,
es parte integral y funcional del capitalismo financiero con sede en Wall
Street y en las metrópolis europeas.
Bush y sus halcones militaristas, como lo fueron Clinton y su troupe
bancaria , son operadores circunstanciales de las necesidades estratégicas
de un capitalismo que, más allá de sus competencias internas entre "halcones" y
"moderados", funciona en una interacción económica - militar totalizada.
Clinton, Rubin, y el Consenso de Washington lanzaron (en la década de los 90)
la "burbuja financiera" de libre mercado y capitalismo sin fronteras, con
el "sistema democrático" estandarizado como estrategia de dominio en todo
el planeta, principalmente en el patio trasero latinoamericano.
Pero también
(utilizando la cara "militarista" del Imperio) la administración demócrata de
Clinton lanzó la invasión militar a Yugoslavia con el objetivo de
expandir el capitalismo hacia los ex países comunistas de Europa del Este.
Bush y sus halcones petroleros representan una extensión, por otras vías,
de ese capitalismo transnacional "sin fronteras" que hoy ejercita una política
expansiva de doble vía (invasión militar y "sistema democrático" con elecciones)
por todo el planeta.
Por un lado articulan sus estrategias capitalistas con gobiernos títeres y
democracias formales con las que legitiman sus negocios y saqueos. Por el otro, el
Estado militar-imperial y la CIA desestabilizan gobiernos rebeldes o invaden
países al más puro estilo de los imperios militares más descarnados, como lo
hicieron en Irak y Afganistán.
En los 90 la especulación financiera sin fronteras obró como la fuerza
motriz principal de la ganancia y conquista capitalista de mercados, sobre todo
en Asia y Latinoamérica. Para eso impulsaron la destrucción de los Estados
nacionales y la instauración del "libre mercado" con democracia,
elecciones, y gobiernos títeres, sean de corte neoliberal o "progresista".
El poder económico, la
base del Estado militar-imperial norteamericano, se concreta en cifras
estadísticas, en números, en los dos billones de dólares del presupuesto de los
Estados Unidos.
Billones de dólares que
son aspirados principalmente por la explotación financiera y la
monumental transferencia de recursos desde los países dependientes
mediante los trazados funcionales del "capitalismo sin fronteras".
Este proceso fue
potenciado por el desmantelamiento de los Estados nacionales y de sus
legislaciones protectoras, realizado por el modelo de "libre mercado" con
apertura irrestricta de sus economías, que dejaron a los Estados
dependientes (Argentina como el caso más extremo) sin el manejo de sus recursos
y en manos de la voracidad del capital financiero.
Hoy, en la era de Bush y los halcones, la estrategia de dominio
capitalista transnacional se dirige a los centros estratégicos del petróleo y
la energía , vitales para la supervivencia de la sociedad de consumo
norteamericana y del occidente capitalista.
Estos nuevos polos de
expansión y desarrollo capitalista son claves para la superación del declive
de la " burbuja" especulativa del capitalismo financiero de los 90.
Los nuevos movimientos expansivos de
ganancia y acumulación del "capitalismo sin fronteras" se concentran en el
control de recursos estratégicos como el petróleo, el agua y la
biodiversidad, para lo cual el uso del poder de tecnológico-militar de EEUU es
clave y esencial.
Las "cuatro hermanas"
del petróleo, o las cuatro contratistas mayores del Complejo Militar Industrial
norteamericano, son hermanas siamesas de los bancos y grupos de inversión
sintetizados en el Citigroup o el Morgan-Chase.
Las invasiones militares del Imperio
norteamericano no son "caprichos eventuales" de los presidentes de turno en la
Casa Blanca, sino que responden a "estrategias de Estado" de la Nación
capitalista norteamericana.
Por eso Bush y los halcones están en
la Casa Blanca. Y por las mismas razones estratégicas, el que suceda a Bush en
la Casa Blanca deberá continuar en la misma línea de conquista militar de los
halcones.
Pero seguramente ya no será por medio
del discurso "fundamentalista y militarista" de Bush y su halcones, sino
por medio del discurso "moderado y pragmático" de los demócratas que
aspiran a sucederlo en la Casa Blanca.
Ambos discursos, desigual y
combinadamente, han convivido durante toda la historia del capitalismo imperial
norteamericano.
Por debajo de esas expresiones
discursivas formales de los que gerencian eventualmente la Casa Blanca (halcones
y moderados) las estrategias de conquista de mercado del capitalismo
norteamericano (sean por vías "militares" o "democráticas") siguen
funcionando sin alteración alguna.
Claves económicas de la conquista de Irak

Hoy la dinámica
capitalista trasnacional, con economías, tanto centrales como dependientes,
en crisis y en recesión , orienta nuevamente su reactivación hacia el
petróleo, los recursos naturales, el desarrollo de la tecnología de punta y la
industria armamentista.
Desde la última Guerra Mundial, el gasto militar ha sido, cíclicamente,
el instrumento privilegiado de la reactivación del Estado imperial y de sus
asociados del capitalismo trasnacional europeo.
El Complejo
militar-industrial con sus megaproyectos de conquista militar de mercados
financiados por el capitalismo de Wall Street, fue el motor principal de la
reactivación económica estadounidense.
La recuperación norteamericana de 1982-90 se sostuvo en un incremento del 50%
de los gastos bélicos, que a su vez determinaron un salto de la deuda
pública de EEUU, del 27% del PBI en 1980 al 63% en 1993.
En ese lapso, EE.UU.
llegó a invertir el 66% de su presupuesto de investigación en el área militar,
contra el 19% de Alemania y el 9% de Japón.
El poder económico, la base del
Estado militar-imperial norteamericano, se concreta en cifras estadísticas, en
números, en los dos billones de dólares del presupuesto de los Estados Unidos.
Casi un cuarto de ese presupuesto
(417.000 millones de dólares) está destinado a gastos militares que hacen
funcionar la "maquinaria guerrerista" del Imperio norteamericano compuesta
principalmente por las armamentistas y contratistas del departamento de Defensa,
que alimentan un sector clave de la economía estadounidense.
Si esta maquinaria se derrumbara
arrastraría consigo al resto de la estructura económica nortemaricana.
Con la invasión y la
ocupación de Irak y Afganistán tras el 11-S nuevamente la reactivación
económica del imperio apostó a la economía bélica y a un nuevo avance de sus
trasnacionales industriales y financieras montadas en la invasión militar.
Pero el proyecto estratégico capitalista de la conquista de Irak
(bastardizado como una empresa militarista "personal" de Bush y sus halcones) no
fue pensada solamente en función del petróleo y de las armas.
Solo la ignorancia, el
desconocimiento del funcionamiento estratégico del Imperio capitalista
norteamericano, pueden llevar a "demonizar" a Bush y a los
petroleros como los únicos culpables de la conquista militar de Irak y
Afganistán.
Irak o Afganistán no fueron invadidos
por las "mentiras" o el fundamentalismo de Bush y de los halcones, sino por razones precisas
contenidas en la agenda de negocios del capitalismo norteamericano y sus
vasos comunicantes "sin fronteras".
Es completamente absurdo, ridículo,
decir que Bush, la CIA, los halcones, "mintieron" para Invadir Irak
solamente enceguecidos por proyectos militaristas mesiánicos.
La CIA y la Casa Blanca (con Bush
adentro) hicieron lo que todos los presidentes imperiales USA (demócratas o republicanos)
ejecutaron antes de lanzarse a una conquista militar de mercados: una
estrategia de inteligencia política y mediática para justificar la invasión a
nivel local e internacional.
Invadir países y conquistar
mercados con un argumento "justificatorio": esa fue siempre (y seguirá siendo)
la función histórica de la Casa Blanca, la CIA, el Pentágono y la comunidad de
inteligencia norteamericana más allá de quien fuese (o sea)
el presidente de los EEUU.
Los que hoy denuncian y muestran
informes comprometedores contra Bush (manipulando la inteligencia "anti-Bush")
son los mismos que durante la anterior administración demócrata de Clinton
diseñaron operaciones encubiertas para invadir Yugoslavia o para realizar
los primeros intentos de Invadir Irak, o de asesinar a Saddam, para apoderarse
del petróleo iraquí.
Es ridículo creer (manipulado por las
campañas demócratas contra Bush) que los genocidios y las invasiones militares
del Imperio norteamericano y las operaciones de la CIA nacieron con Bush y los
halcones.
Las guerras de conquista de mercados
fueron la constante, y no la excepción, de todas las administraciones de
Washington siguiendo la búsqueda de rentabilidad para sus bancos y
corporaciones transnacionales.
En esa orientación, la conquista y posesión
del petróleo iraquí detonó un nuevo proceso de acumulación y expansión
capitalista a través de la "reconstrucción" y la "modernización" del país
después de la destrucción militar.
Infraestructura,
carreteras, electrificación, construcción , entre otras, conforman los sustentos
básicos de gigantescos proyectos de inversión provenientes de los megagrupos y
megabancos de Wall Street y de Europa.
Como decían antes de la
invasión algunos patricios del capitalismo neoyorquino en la intimidad :
"vamos a construir un nuevo Irak con el petróleo iraquí" .
Con Irán y su petróleo,
Washington y sus transnacionales perdieron a fines de los 70, con la
"revolución" de Komeini, a su principal bastión de expansión y acumulación
capitalista en la región.
Veinte años después, se
apoderaron de Irak (la segunda reserva del mundo) para desarrollar una nueva
plataforma económica de expansión y cerrar su control militar estratégico
sobre el Medio Oriente y el Golfo Pérsico.
Después (con Bush o sin
Bush), si antes no les estalla el mundo en las manos, apuntarán a la
recaptura de Irán y su petróleo (la primera reserva del mundo) , y
desde allí intentarán reedificar un nuevo megaproyecto de acumulación
capitalista de "reconstrucción" similar al pensado para Irak.
Con la ocupación
militar de Irak, Irán quedó geopolíticamente aislado y militarmente rodeado por
la maquinaria militar y las bases de EEUU instaladas en su frontera.
Como sucedió con Irak y Afganistán,
el capitaslimo de Washington y sus socios del capitalismo europeo, ya están
preparando los argumentos justificatorios de futuras operaciones militares
contra Irán y Siria sustentados en el "terrorismo" y en el "desarrollo
nuclear ilegal".
La futura invasión
militar a Irán ya está escrita y planificada por las necesidades estratégicas
del capitalismo norteamericano y trasciende a la voluntad circunstancial de
los estrategas de la Casa Blanca y el Pentágono.
El que crea que con el alejamiento de
Bush y los halcones de la Casa Blanca se "terminan las invasiones militares",
se equivoca. No mensura adecuadamente la esencia funcional y las leyes
históricas del capitalismo imperial norteamericano "sin fronteras".
La lógica de supervivencia, el
desarrollo expansivo y la acumulación de
ganancia del capitalismo norteamericano transnacionalizado se basa en tres factores esenciales:
conquista imperial de mercados, control de recursos naturales estratégicos, y
explotación de mano de obra
barata.
Objetivos solo realizables (en el
pasado, el presente y el futuro) por vías
de la conquista militar.
Sin la conquista militar de mercados,
sin el robo de recursos estratégicos y sin explotación de obra de mano barata el
sistema capitalista imperialista norteamericano simplemente "desaparecería".
Su economía se detendría y sus
sistema financiero estallaría por el aire arrastrando consigo a todo el
capitalismo transnacional asociado y asimilado en sus redes funcionales.
Y otro dato a tener en cuenta: dentro
de pocos años tanto EEUU como Europa (su socio principal en la depredación)
agotarán sus reservas petroleras y gasíferas.
A este cuadro hay que sumar el
agotamiento de las fuentes de agua potable, de alimentos y de recursos de
biodiversidad, cuyas fuentes se encuentran en áreas y países empobrecidos de
Asia, Africa y América Latina.
Un ejemplo claro es Sudamérica:
Agua, gas, petróleo, biodiversidad y
una plataforma continental (la Amazonia), vitales para la supervivencia
futura del Imperio, se presentan como los detonantes principales del plan de control geopolítico-militar
de las "cinco fronteras" desarrollado por Washington bajo la fachada de la "guerra
contra el terrorismo".
Lo que indica un salto cualitativo
a corto plazo en las estrategias externas de los países capitalistas
centrales con EEUU a la cabeza:
Las conquistas militares de reservas
energéticas pasarán de la búsqueda de rentabilidad capitalista a ser una
prioridad estratégica de supervivencia para el Estado nacional
norteamericano, así como para los Estados europeos y/o asiáticos asociados a sus
empresas imperialistas.
Todo este escenario proyectado
lleva a una primera conclusión: en un futuro cercano, muy cercano, frente a las
operaciones de conquista armada de "supervivencia" que se avecinan, las
invasiones militares de Bush y los halcones van a parecer el cuento de
Caperucita Roja.
Por ahora a los consorcios
económicos que consiguen rentabilidad y mercados con la "locura militarista de Bush", les conviene que la humanidad piense que Bush (una pieza
funcional y sustituíble del sistema, y no el sistema mismo) es el único
culpable de todas las lacras, injusticias y perversidades que azotan al
planeta.
Y la lógica también es clara:
si Bush es el "problema", mañana lo sacan o lo matan (como lo mataron
a Kennedy), y sus negocios seguirán
funcionando con otro presidente que sea la contrapartida de la imagen de Bush.
En
conclusión:
Al menos que estalle una revolución
mundial generalizada contra el sistema de dominio imperial-capitalista y sus estructuras
(interactivas) de control
político, social y mediático: ese es el futuro.
Al menos que la izquierda y las
organizaciones populares terminen con las consignas "anti_Bush" (o anti-quien
venga como nuevo gerente de turno en la Casa Blanca) y levanten de nuevo las
banderas, las ideas, la estrategia y la organización de lucha contra el
sistema imperial-capitalista como totalidad funcional: ese es el futuro.
A menos que las mayorías tomen
conciencia del sistema de opresión (programa individualista y consumista
que sostiene al capitalismo) que vive en su cabeza: ese es el futuro.
Al menos que se identifique
claramente quién maneja por control remoto a Bush (el sistema totalizado
de dominio imperial-capitalista), o al que lo suceda en la Casa Blanca: ese es
el futuro.
La identificación del verdadero
enemigo (banqueros, empresarios y grandes "charman", más allá de sus
personeros eventuales en la Casa Blanca): un factor clave para que el futuro no
sea la inmolación colectiva en la demencia criminal de un sistema que
solo busca la perpetuación de la dominación (y explotación) del hombre por el
hombre.
Identificación del verdadero
enemigo (principio clave para la elaboración de un nuevo sistema de
comprensión y de una nueva estrategia de lucha): Por algo hay que recomenzar.
Aunque más no sea para para
demostrarle a Fukuyama y a sus patrones capitalistas que este no es el fin de
la historia.
Informes relacionados:
Cómo funciona la estrategia de dominio con elecciones y
democracia en Latinoamérica
Qué
hay detrás de la "estupidez fundamentalista" de
Bush
|